El Gobierno confía en poder suspender las PASO mientras sus aliados aguardan la decisión del peronismo
En la Casa Rosada se mueven como si ya tuvieran el número para suspender las PASO para 2025. Sus aliados se miran entre sí por encima del hombro, sorprendidos ante la posibilidad de que el Gobierno esté negociando con sus votos cuando aún ni ellos consensuaron una postura. Hay dos opciones, especulan: o el peronismo está decidido a allanarle el camino a los libertarios o, en cambio, el oficialismo sospecha que el acuerdo con los gobernadores es tan sólido que le permitirá sortear los pruritos electorales de la UCR y el pichettismo.
El triángulo de hierro libertario navega confiado en medio de la incertidumbre opositora. Poco después de una cumbre entre Karina Milei, Lule Menem, Martín Menem y Lisandro Catalán en Casa Rosada, el Gobierno se encargó de hacer llegar un nuevo borrador de proyecto para la reunión de comisión del martes. Solo tenía dos artículos: la suspensión de las PASO para 2025 y la facultad del Ejecutivo para reorganizar el calendario electoral a piacere. Sin intermediar un mensaje previo —casi no hubo contacto durante el fin de semana—, el Ejecutivo anunciaba así que estaba dispuesto a ceder a su idea de eliminar las PASO.
Los radicalismos y el pichettismo de Encuentro Federal observaban con sorpresa. El lunes fue un día de zooms y reuniones y negociaciones furiosas a la espera de acordar una postura interna dentro de los bloques, pero culminaron cerca del fracaso: ninguna bancada tiene una postura unánime respecto a la suspensión de las PASO. Por eso se convocó a un cuarto intermedio para ordenar la discusión.
En la mayoría de los bloques predominaba cierto coqueteo con la idea de suspender. En Encuentro Federal, la inmensa mayoría acompañaba la idea. En la UCR de De Loredo había una mitad que, empujada por el quinteto radical libertario liderado por Mariano Campero, amagaba con darle al Gobierno su voto. A pesar de ir en contra de su propia supervivencia, ya que la supresión de las PASO, saben, dejará la lapicera en manos de Karina y nadie más. “Todavía creen que no los van a cagar”, ironizan desde el radicalismo que rompió con el bloque y se fue a armar Democracia Para Siempre.
Democracia, mientras tanto, sufre la misma división interna, aunque por motivos distintos. Los diputados de provincias chicas, como Formosa, quieren PASO para armar frentes con otros partidos. Los diputados del AMBA, en cambio, prefieren eliminarlas. Temen que las primarias, en donde suponen que saldrán cuartos, generen un efecto ballotage para la elección general que les termine licuando los votos.
Ninguno definió aún qué hará este martes a las 14, cuando se reúna el plenario de comisiones de la Cámara de Diputados. Los más críticos al Gobierno aprovechan el impulso de la marcha antifascista del sábado para endurecer postura. “Recién mandaron un borrador, que es un mamarracho. No quieren tratar el Presupuesto. Los tipos hacen los que les canta cuando vienen de un fin de semana en donde la sociedad estuvo en la calle diciendo otra cosa. Que bajen un cambio”, mascullaba ayer un diputado de Encuentro Federal que analizaba, como otros compañeros de bloque, no firmar ningún dictamen para obligar a dilatar la discusión.
Imperturbable ante los reclamos opositores, sin embargo, la Casa Rosada decidió profundizar. Mientras que las bancadas de la exoposición dialoguista —cuyo voto LLA necesita— se negaban a adelantarle un poroteo a Gabriel Bornoroni, jefe de bloque libertario, el oficialismo aceleró y decidió convocar formalmente a una sesión para el jueves. En un gesto de confianza excesiva, el Gobierno anticipaba así que creía ya tener los 129 votos para suspender las PASO.
De momento, sin embargo, solo cuenta con el apoyo del PRO y algunas fuerzas provinciales. Los radicalismos y el pichettismo, en cambio, optaron por convocar a un cuarto intermedio. Divididos e inseguros, se niegan a mostrar las cartas. Se miran por encima del hombro, a la espera que el otro defina una posición.
Los radicales —que son aliados del Gobierno pero necesitan que haya PASO para que Karina no los deje de lado— esperan que Democracia bloquee el proyecto. Los pichettistas quieren ver qué definen los gobernadores, que ayer cuestionaban al Gobierno por no haber cumplido con los acuerdos previos pero que podrían cambiar de opinión cinco minutos antes de la sesión. No sería la primera vez.
Y todos, absolutamente todos, están a la espera de lo que haga el peronismo.
La incógnita peronista
No hay una postura unánime en el peronismo sobre qué hacer con las PASO. Están las provincias del Norte, que vienen reclamando desde hace años para eliminar las PASO porque los gobernadores o jefes de los PJ locales desean mayor discrecionalidad para cerrar las listas. Hay algunos, como los catamarqueños que responden a Raúl Jalil, que acompañarán la suspensión. Pero hay otros, como los formoseños de Gildo Insfrán o los riojanos de Ricardo Quintela, que están atentos a lo que defina la mayoría del bloque. “Ninguno quiere quedar pegado votando con el oficialismo. Y menos después de la marcha del sábado”, confiesa un diputado norteño.
Párrafo aparte es la disputa bonaerense. Cristina Fernández de Kirchner se reunió con decenas de dirigentes en las últimas semanas, indecisa respecto de la conveniencia de suspender o no las PASO. Sin primarias, ella tendría todo el control del cierre de listas. Pero eliminarlas le daría vía libre a Axel Kicillof a desdoblar las PASO bonaerenses, lo que escindiría la campaña nacional de la provincial y dejaría al gobernador con el terreno allanado para desarrollar un oficialismo provincial que lo tenga como único lider. Y un kicillofismo bonaerense no es otra cosa que el paso previo para el desarrollo de un kicillofismo nacional.
El cristinismo se encuentra, entonces, en una disyuntiva. La decisión que tome, que impactará sobre la mayoría del bloque, definirá si el peronismo continúa unido o se rompe en la Provincia de Buenos Aires, que es donde mejor mide.
No definirán una posición hasta último momento. Mientras el oficialismo hacía circular la convocatoria para la sesión del jueves, el bloque de Unión por la Patria estaba reunido en el tercer piso de la Cámara de Diputados, que es donde están las oficinas del jefe de bancada, el santafesino Germán Martínez. Comenzó a las siete de la tarde y se extendió hasta altas horas de la noche.
Los distintos sectores presentaron sus posturas. Había algunos, como los massistas, que recordaron la posición histórica del partido, el Frente Renovador, respecto de la eliminación de las PASO. Y si bien la mayoría coincidía en que no había que dar quórum el jueves, la decisión final sobre lo que harán ese día es, todavía, una incógnita.
Y mientras se mantenga una incógnita ni pichettistas ni radicales díscolos se jugarán a salvar al Gobierno. Todos están esperando que sea el otro quien lo haga y no los obligue a votar contra su propia supervivencia. Pero el peronismo no adelanta postura y los diputados están expectantes, como vaqueros que no se deciden a desenfundar el arma hasta que el contrincante mueva primero un dedo.
MC/JJD
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