Margarita Stolbizer, del GEN: “Cristina advierte la debacle electoral de su gobierno e intenta despegarse”
“Las medidas de Batakis son bastante razonables, lo difícil es creer que van a poder cumplir con todas esas cosas”, dice Margarita Stolbizer, al cierre de otra semana negra para la administración económica del gobierno. Parte del interbloque de Juntos por el Cambio –donde llegó de la mano de Emilio Monzó, aunque juntos integran la bancada Encuentro Federal–, la diputada es muy crítica del Frente de Todos –habló de “operaciones” y de “acoso” de la vice sobre Alberto Fernández– y alertó por el devenir de la crisis: “Hay que ver qué opina Cristina” sobre un adelantamiento de las elecciones .
Frente a un oficialismo loteado, admite que JxC tiene el desafío de limar sus propias asperezas internas si quiere ganar las próximas elecciones. De hecho, apenas dos días después ser una de las redactoras del comunicado que sacó la mesa nacional de la fuerza opositora, ella misma tuvo que apurarse a rectificar sus dichos en una radio de que “Macri es el Cristina de Larreta”. “Ciertamente fue desafortunada mi expresión. Larreta es un gran candidato a quien su partido en conjunto debería apoyar y sin perjuicio de la opción igual de buena que ofrecerá la UCR en la PASO 2023. Pero el país tiene temas más importantes que atender, para gobierno y oposición”, se excusó vía Twitter. “Somos conscientes de la necesidad de mejorar nuestra propia situación, porque a esta altura ya no caben prácticamente dudas de que el gobierno no va a poder ganar la próxima elección”, afirma en diálogo con elDiarioAR.
–¿Atravesamos una crisis más política que económica?
–No tengo duda de que es una crisis que tiene su génesis en la política. Es una crisis política institucional, con tremendas consecuencias en lo económico y social. A esta altura yo agregaría lo energético también, porque es una de las cuestiones que ha cruzado últimamente las problemáticas que vive la Argentina. Pero la génesis tiene que ver sobre todo con un gobierno sin rumbo, que no gobierna, que ha perdido autoridad. En realidad, el debilitamiento de la autoridad presidencial ha sido brutal durante todo este tiempo. Por eso nosotros afirmamos que la responsabilidad de esta crisis es exclusiva de quienes están en el gobierno.
–¿Causada por ellos mismos?
–No olvidemos que este es un gobierno que tiene en su génesis esa cuestión tan inédita, sin precedentes ni en la Argentina ni en el mundo, que es que un vicepresidente pone al Presidente. Y eso muestra una debilidad de origen que después se ha ido notando muchísimo en el ejercicio de la gestión. Ahora, cuando deviene tan brutal e irreversible esta crisis es después de la derrota de la elección del año pasado, a la cual se llega como consecuencia de un mal gobierno. Pero a partir de ahí, la vicepresidenta intenta despegarse ya advirtiendo la debacle electoral de su gobierno. No dudó en cachetear al presidente públicamente cada vez que pudo. Y esto le ha significado a él un debilitamiento brutal de su autoridad.
–¿Cree que la vice sale perjudicada o beneficiada de la situación?
–Ella ha querido aparentar que no es su gobierno. Como que el responsable solamente es Fernández, como si ella no tuviera nada que ver. Pero Fernández es sin duda lo que ella nos dejó, lo que ella puso ahí. Después ella ha hecho todo lo posible por debilitarlo, distanciándose, hasta el golpe de gracia cuando era el acuerdo con el Fondo Monetario y Máximo Kirchner le renuncia a la presidencia del bloque de Diputados y el kirchnerismo le da vuelta la cara.
–¿La oposición acompañó el acuerdo porque tenía responsabilidad en la deuda?
–Yo pongo sobre la mesa el papel de la oposición. El presidente sale fortalecido porque la ley sale votada en Diputados con más de 200 votos y el Senado también con una mayoría importante, pese a que el kirchnerismo no le vota. Eso le da al presidente una fortaleza que viene más por el acompañamiento de una oposición que, con mucha madurez y sin especulaciones, lo apoyó, y que él después no supo aprovechar porque volvió a replegarse sobre el kirchnerismo, que le había dado vuelta la cara. Entonces, claro, más débil, lo vieron, le siguieron pegando.
–¿No fue el FMI una mochila para el gobierno?
–No tengo duda que esto impacta desde luego en la economía y demás, pero no veo que sean los problemas centrales como para que el gobierno pueda seguir intentando distraer sus responsabilidades hablando de la deuda que le dejaron.
–Pero es un condicionamiento económico.
–Es posible que haya condicionamiento, pero no nos olvidemos que el acuerdo con el Fondo Monetario le volvió a facilitar prorrogar los pagos. Así que no es que eso sea un condicionante que impide al gobierno llevar adelante lo que quiere hacer. Hoy el gobierno tiene problemas gravísimos de ejecución, está absolutamente parado, no tienen decretos para firmar. El gasoducto no lo han podido ni licitar y cuánta publicidad que han hecho. Por eso digo, no echen las culpas, que la guerra, que la deuda... La verdad es que hay una impericia total y absoluta por parte de este gobierno para llevar adelante las políticas que ellos prometieron. No digo que hagan las cosas que nosotros queremos que haya, pero que hagan las que ellos mismos anuncian.
–¿La pandemia no es un ingrediente a tener en cuenta en esta crisis también?
–La pandemia afectó a todos los gobiernos, y no todos los gobiernos atraviesan lo que nosotros estamos pasando. Es como cuando nos dicen que hay que tener en cuenta que el año pasado la inflación aumentó en todo el mundo. Claro, pero en los demás países aumenta anualmente lo que nosotros tenemos en un mes. Venimos con problemas mucho más fuertes, de base y hay que tener en cuenta todo el contexto. Por eso decía que lo político excede el marco de la economía. Acá tenemos problemas cuando miramos áreas como la justicia, la falta de transparencia, la educación, la salud. O sea, hay una cantidad de ingredientes que tampoco se pueden soslayar. No es simplemente la marcha de la economía lo que me lleva, al menos en mi caso, a definir un mal gobierno.
–¿El diálogo que se abrió en el FdT tras la salida de Guzmán y que Batakis asuma con cierto aval de Cristina puede ser fructífero?
–Todavía no podemos hablar de que eso pueda tener algún resultado o consecuencia en términos positivos. No lo hemos visto, sinceramente. Las medidas de Batakis son bastante razonables, lo difícil es creer que van a poder cumplir con todas esas cosas.
–En el comunicado de la mesa nacional de JxC, que a usted le tocó redactar junto con Maxi Ferraro, plantean en un párrafo cierta coincidencia económica, como congelar los ingresos al Estado.
–Sí, sí. Nosotros creemos que hay medidas que eran no solo razonables, sino necesarias. Es como lo que había que hacer ahora. Lo que no sabemos es si se van a poder cumplir o no. Hay que ir por lo concreto y por eso lo proponemos incluso a través de algunos proyectos de ley, como el congelamiento de vacantes o que el Banco Central no pueda seguir emitiendo ni comprando bonos. Nosotros incluimos ahí el tema de los salarios o de las dietas, que ningún funcionario puede ganar más que el Presidente, ni tener una actualización mayor a la que tienen los jubilados, por ejemplo, porque esos son los desfasaje que tiene la Argentina, que son insostenibles. Cristina nos viene a dar cátedra desde su recibo de jubilación de 4 millones de pesos, que son 120 jubilaciones mínimas. No tienen ni el menor decoro para poder plantear estas cosas.
–Frente a la crisis del oficialismo, ¿hay unidad en JxC?
–En la reunión del otro día todos contribuyeron al debate y todos compartimos las mismas preocupaciones respecto de la marcha del gobierno. Somos conscientes de la necesidad de mejorar nuestra propia situación, porque a esta altura ya no caben prácticamente dudas de que el gobierno no va a poder ganar la próxima elección. Y entonces nos va a tocar a nosotros como principal coalición opositora hacernos cargo. Y eso nos impone muchas más obligaciones y responsabilidades.
–La interna también es importante ahí. De hecho usted el otro día dijo que “Macri es el Cristina de Larreta”, aunque después se rectificó. O se ha mostrado en una reunión con Schiaretti, el gobernador cordobés.
–Somos una coalición muy diversa y que tiene que sostener su diversidad y su unidad. No somos iguales y llegamos con nuestras identidades distintas. Pero la unidad se sostiene no en afinidades, no en intentos de homogeneizar, sino en un programa de gobierno que le explique a la ciudadanía con claridad para qué queremos llegar, cuál va a ser el programa que vamos a llevar adelante y cuáles van a ser las soluciones que nosotros proponemos para esos problemas que tiene la Argentina.
–¿La responsabilidad es acompañar al gobierno hasta diciembre de 2023 o ve que el agravamiento de la crisis podría derivar en un adelantamiento de las elecciones?
–Nosotros no auspiciamos ninguna de esas salidas. Hay que ver qué opina Cristina.
–¿Por qué lo dice?
–Me parece que es decisorio lo que ella opine por la capacidad de operar que tiene sobre el presidente. Con la forma en que lo están acosando a este hombre, no sabés con qué cosas se sale mañana a la mañana.
–¿Le preocupan los dichos de Grabois de esta semana, por ejemplo?
–Lo más grave de lo de Grabois es el nivel de violencia discursiva, que va en la línea de lo que días pasados había planteado Larroque, cuando dijo “se acabó la moderación”. ¿Qué quiere decir, que después de la moderación viene la violencia, la intolerancia? Eso es lo preocupante.
–También es cierto que la situación social es muy dramática. Y las organizaciones sociales forman una red de contención para que no haya un 2001. ¿No lo cree?
–Sí es posible que las organizaciones todavía puedan contener esto. Lo que a mí me parece que es inaceptable es que el punto de la discusión sea quién maneja los planes, y no poner en discusión si los planes sirven o no sirven, si son eficaces o no, o cómo hacemos para transformar esa inversión en una inversión de tipo productiva y no realmente un gasto que termina sin resolver ninguno de los problemas que tenemos. Porque los planes sociales no han sacado absolutamente a nadie de la pobreza. La pobreza se multiplica. Entonces, hay que empezar a reconocer que por esa vía no vamos a encontrar soluciones.
–Con semejante crisis, ¿podría haber un diálogo con el Gobierno en el Congreso? También la paridad de fuerza obliga sí o sí a que las leyes salgan con cierto consenso.
–No tengo conocimiento de ningún llamado, por lo menos yo no estoy enterada de nada que pudiera haber ocurrido. Y respecto de nuestra agenda legislativa, es una agenda que vamos a tratar de coordinar con otros bloques políticos. Cuando fue el tratamiento del tema de la boleta única se conformó una mayoría. Hay que trabajar un poco sobre eso, sin perjuicio de la necesidad de buscar acuerdos. También cuando votamos el tema de la modificación del impuesto a las ganancias para monotributistas y monotributistas y autónomos se logró una mayoría y fue por unanimidad. Hay que tratar de armar una agenda legislativa para poner como eje en qué le podemos mejorar la vida a la gente, o al menos algunos grupos, porque por ahí no se pueden encontrar las soluciones para todos igual. Pero bueno, busquemos cómo beneficiar a algunos sectores sociales que necesitan ser considerados. Pero la agenda del gobierno parece más relacionada con la Justicia, como el video de esta semana de Cristina Fernández, que la muestra más obsesiva y resentida por su situación judicial. La muestra por fuera de la realidad y demasiado enfocada en sí misma.
–¿No querrá desviar la atención de la crisis?
–Lo que busca está claro. Así como durante sus gobiernos anteriores la estrategia era llenarse los bolsillos y enriquecerse, ahora la estrategia es lograr la impunidad de los delitos que se cometieron antes.
MC
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