Milei propondrá eliminar las PASO y podría recibir apoyos del peronismo y del PRO
Guillermo Francos, el futuro ministro del Interior, dijo que Javier Milei presentará como presidente de la Nación un proyecto de ley para eliminar las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). No será el primer intento de enterrar estos comicios, que se realizan el segundo domingo de agosto cada dos años, desde 2011 de manera ininterrumpida.
Hasta ahora, todos esos intentos han fracasado, básicamente porque una decisión política de este calibre —que supone nada menos que cambiar las reglas de juego electorales— requiere un consenso político amplio y apoyos en el Congreso, donde el mandatario libertario no es precisamente fuerte.
Como cambiar el sistema electoral es cosa seria, la Constitución no solamente impide hacerlo por decreto sino que establece en su artículo 77º que proyectos de esta índole “deberán ser aprobados por mayoría absoluta del total de los miembros de las Cámaras”.
Esto significa que para eliminar las PASO, como ahora quiere Milei —y como promovieron referentes de otros espacios políticos en el pasado—, no basta la mayoría simple (de los presentes en el recinto) sino que se requiere la aprobación de al menos 129 diputados y 37 senadores, que es la mitad más uno de los miembros de cada cámara.
Como ya indicó elDiarioAR en esta nota, La Libertad Avanza, el partido del fufuto presidente, tendrá 38 de los 257 diputados y podría ampliar ese número a poco más de 80, sumando los 40 del PRO (suponiendo que todos lo hagan) y algunos monobloques y espacios provinciales. En la Cámara alta tendrá 7 senadores propios a quienes se podrían sumar los 6 del PRO y otros 5 monobloques. Es decir, 18. No le alcanza.
Así las cosas, para eliminar las PASO —como para muchas otras iniciativas— deberá negociar con los radicales y/o con los peronistas, suponiendo que ya tiene a la mayoría del PRO de su lado. El objetivo no es sencillo pero tampoco es imposible de cumplir: no son pocos los proyectos presentados para derogar las PASO y volver a una sola elección nacional cada dos años, la de octubre. Y no son pocos los dirigentes de la primera línea de la política argentina, de distintos espacios, que han expresado en el pasado su intención de que las PASO sean eliminadas.
El ministro del Interior saliente, Eduardo “Wado” de Pedro, por ejemplo, trabajó en su propio gobierno para eliminar las PASO: en octubre de 2022 dijo que “el 100% de los gobernadores” del oficialismo no querían las primarias y, de esta manera, le metió presión a Alberto Fernández, quien como Presidente defendió las primarias tal como rigen por ley (una ley, dicho sea de paso, propuesta por Néstor Kirchner y presentada en 2009 por la entonces presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner).
Si la voluntad de los gobernadores, tal como la describió De Pedro, se mantiene al día de hoy, las chances de la derogación de las PASO se acrecientan. De Pedro será senador nacional y, al menos en lo relativo a las PASO, un opositor con quien LLA podrá coincidir. De hecho, el diálogo ya ha comenzado, en la transición gubernamental.
En el Congreso, como se dijo, ya hay muchos proyectos de derogación de las PASO de diputados y senadores de distintos espacios. Por ejemplo, el del rionegrino Luis Di Giacomo y el misionero Diego Sartori, que representan a los partidos gobernantes en sus provincias, Juntos Somos Río Negro y el Frente Renovador de la Concordia, respectivamente. También se cuentan proyectos de derogación de las PASO de la exdiputada Alma Sapag, del Movimiento Popular Neuquino; del senador saliente Maurice Closs, del Frente de Todos, y del diputado saliente del PRO Pablo Tonelli.
Asimismo, presentaron sendos proyectos para derogar las PASO la peronista riojana Hilda Clelia Aguirre y la bloquista sanjuanina Graciela Caselles, ambas integrantes del Frente de Todos. En el Senado, la kirchnerista rionegrina Silvina García Larraburu, quien en los fundamentos de su iniciativa señala que una vez derogadas las PASO “los partidos políticos volverán a definir sus candidaturas en elecciones internas cerradas” y que “muchos partidos políticos no llegan a cierto porcentaje de votos y quedan afuera, cosa que no sucedía antes de las PASO”.
Respecto de este último punto, la eventual propuesta de Milei, inclusive, podría contar con el apoyo de los cinco diputados del trotskismo, que se oponen a lo que consideran el “piso proscriptivo” del 1,5% de los votos válidos emitidos que exige el texto legal de las PASO para poder quedar habilitados para competir en las elecciones de octubre.
A favor y en contra
En 2018, siendo presidente de la Nación, Macri se quejó de “la campaña con tanto tiempo adicional” que exige las PASO, como elección anterior a las general. “Las PASO han sido una experiencia frustrante”, dijo el expresidente.
Sin embargo, la derogación de las PASO no es una postura uniforme dentro del PRO ni de lo que al menos hasta el 22 de octubre era Juntos por el Cambio. El diputado saliente Mario Negri (UCR-Córdoba) sostuvo este año: “Hay que cuidar las PASO. El PJ está suspendiéndolas en algunas provincias. Es un antecedente peligroso que indica la desesperación de los señores feudales pero sin dudas perjudica la democracia. Hay que defender el derecho a elegir”.
Las PASO sirven para definir por el voto popular una candidatura presidencial cuando un mismo frente electoral tiene 2 o más aspirantes a esa postulación. Lo mismo ocurre cuando un espacio político tiene 2 o más listas de postulantes a diputados y senadores nacionales: para que en octubre ese espacio tenga una sola lista.
Este año las PASO se usaron, por ejemplo, para dirimir la candidatura presidencial de Juntos por el Cambio: Patricia Bullrich le ganó a Horacio Rodríguez Larreta. Lo mismo, para Unión por la Patria: Sergio Massa venció a Juan Grabois. En cambio, Milei fue el único candidato de LLA.
Cuando hay un solo candidato o una sola lista, las PASO se realizan de igual manera porque son obligatorias y, en caso de que no haya una disputa interna, la única fórmula presidencial no compite contra ninguna otra. De manera tal que para la opinión pública es un anticipo de la fortaleza electoral que podría lograr ese espacio en la elección general.
Quienes no quieren las PASO sostienen que se agrega una votación más en un país que elige representantes cada dos años y que, particularmente en años de elección presidencial, se puede “estar votando” durante cuatro meses —como en 2015, 2019 y este año—, lo que además dificulta la transición si la economía, como en los últimos cuatro años, sufre tanta volatilidad cambiaria. Además, usan el ya clásico argumento de lo que cuestan las PASO y señalan que lo mismo todos los ciudadanos deben ir a votar inclusive cuando un espacio político ya ha resuelto sus candidaturas por su propia cuenta.
En cambio, quienes defienden las PASO sostienen que sirven para ordenar la oferta electoral, frenando las decisiones de candidaturas a dedo, y que estimulan la participación de todas las líneas internas dentro de los partidos y coaliciones. También dicen que permitieron en 2015 la formación de Cambiemos, una coalición que terminó sacando al peronismo del poder después de 14 años, y que suelen ser aprovechadas por el Frente de Izquierda para resolver sus candidaturas internas. En otras palabras, sostienen que las PASO favorecen los acuerdos políticos y tienden a evitar la atomización de la oferta electoral.
Al igual que este año, en 2021 las PASO se usaron en casi todo el país para dirimir candidaturas locales y nacionales (recordar las internas de Santa Fe, Córdoba y Provincia de Buenos Aires). Y en 2019, la última elección presidencial, se usaron en 17 distritos: 29 internas nacionales más las locales.
Entonces, ¿sirven o no sirven? Es una de las discusiones que se vienen.
JJD
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