Nicolás Gandini: “Con la cantidad de proyección de producción de petróleo, el abastecimiento interno no es un problema”
El periodista especializado en energía Nicolás Gandini, director de Econojournal, cree que Argentina no debe preocuparse por el abastecimiento interno de combustible, dada las enormes reservas de petróleo que tiene, a pesar de los cambios que propone el Gobierno de Javier Milei en la Ley de Hidrocarburos, que describe como “giro copernicano” en la materia.
Sí considera que la actual gestión no tiene el equipo para organizar una segmentación que permita que el aumento de precios de la energía no impacte por igual en toda la población. También habló en esta entrevista de lo que supone gestionar un gigante como YPF y de qué podría hacer Argentina para aumentar la exportación de petróleo, entre otras cosas.
-Escribiste hace poco que la Ley Ómnibus con las modificaciones que tiene a la Ley de Hidrocarburos marca un giro copernicano en el marco regulatorio que no tiene precedentes en los últimos 30 años. Hay 40 modificaciones que tiene la Ley Ómnibus a la Ley de Hidrocarburos, que es la piedra basal de la regulación en materia de hidrocarburos. Y hay en especial una modificación en el artículo seis de la Ley que termina con la primacía del suministro del mercado interno en petróleo y gas y empieza con una nueva primacía que es la de la exportación por encima de cualquier cosa. El primer mandamiento a partir de ahora ya no es más el autoabastecimiento, sino que es la exportación. ¿Qué consecuencias tiene ese cambio de paradigma para el mercado pero también para la sociedad?
-Primero, desde lo histórico, la Ley de Hidrocarburos es del año 67 y la verdad es que hubo muy pocas modificaciones cuando uno repasa ya no 30 años, si no los casi 60 años que tiene de vigencia esta normativa. Solamente tuvo la modificación que es importante, pero es una cuestión que fue de forma en 2006, cuando a partir de la reforma constitucional del 94 le pasa la titularidad de los recursos a las provincias petroleras, es decir, el petróleo, el gas que está en el subsuelo argentino deja de ser del Estado nacional y pasa a las provincias. Tuvieron que pasar 12 años para que el Estado efectivice esa medida con la “ley corta” de hidrocarburos. Y después, cuando entra en agenda Vaca Muerta, se crea la figura de una concesión no convencional, básicamente para darle al privado una temporalidad de 35 años de concesión nueva para que pueda llevar adelante un proyecto de inversión no convencional. Esas son las únicas dos modificaciones, pero no el vagón de 40 modificaciones que un gobierno con menos de 40 días de ejercicio se propone validar en el Congreso en sesiones extraordinarias con un sistema político que se está reseteando. Por lo general, 40 modificaciones en una ley madre, en una ley que es basal, lleva un tiempo de discutir, sesiones ordinarias, que el Parlamento esté funcionando con cierta dinámica y no a través de una ley ómnibus, que mezcla un montón de cuestiones.
-La primera consecuencia directa que uno ve obviamente es en el surtidor y eso ya tiene impacto en el consumo, que está cayendo y mucho en este mes y medio de gobierno de Milei. La otra consecuencia es, desde el punto de vista de los actores del mercado, de las petroleras, que muchos dicen: están viviendo una fiesta. De repente todo lo que venían reclamando, por todo lo que venían militando desde hacedos décadas, Milei lo cumple en muy poco tiempo.
-Hablabas antes del principio de autoabastecimiento, que fue lo que rigió de alguna forma la producción de hidrocarburos. Eso es que si hay una producción de un barril de petróleo hasta ahora el principio que se utilizó es que ese petróleo tiene la prioridad de ir al mercado interno para que lo consumamos todos nosotros y si hay un remanente, si hay un saldo exportable, se exporta. Lo que plantea el Gobierno de Milei y lo plantea concretamente el secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, que tiene dos gorros dentro del Gobierno, por un lado es el secretario de Energía y por otro lado es coordinador de todo el proyecto de Ley Ómnibus -y creo que en este momento prima más el gorro de coordinador de ese proyecto de ley- es que haya un mismo nivel de jerarquía entre el mercado interno y el mercado de exportación. Eso en términos conceptuales, en términos de derechos, es un cambio radical, es un cambio, te diría de paradigma, porque ya el Estado no va a poder ir a decirle al privado: mirá, tu producción hay que destinarla al mercado interno porque a una refinería le falta crudo. Lo que me parece más interesante es si quien propone estos cambios lo hace con la convicción de que la Argentina está frente a un escenario de abundancia de petróleo, porque realmente descubriste Vaca Muerta y tenés reservas por 50 o 70 años de petróleo y de gas que no vas a poder explotar porque el mundo está migrando hacia una agenda de transición energética que en 20 o 30 o 40 años el petróleo va a perder esa prioridad, porque la agenda de cambio climático se viene muy fuerte. Entonces alguien dice: bueno, la verdad tenemos estas reservas en el subsuelo, vamos a hacer todo lo posible para armar un andamiaje regulatorio normativo que nos permita exportar. Pero en los cambios que propone el Gobierno Milei el motor es una visión ideológica del mundo, del mercado. No es que dicen: bueno, tenemos Vaca Muerta, tenemos YPF, vamos a exportar, vamos a buscar nuevos socios, vamos a generar una mesa de inversión.
Argentina podría producir el doble de petróleo sin demasiado esfuerzo. Obviamente falta un montonazo de inversión en infraestructura y ahí está el tema. ¿Quién pone la inversión? ¿La pone YPF? No tiene caja para hacerlo. ¿La ponen los privados?
-¿Quién se hace cargo del abastecimiento interno? ¿Queda para YPF esa tarea reservada? ¿Los demás se van a dedicar a exportar?
-En algún punto es positivo que esa visión ideológica que trae este gobierno sea consistente con una cantidad de reservas de petróleo y gas que tiene la Argentina hoy. Si esto hubiese pasado hace diez años, te decía: ojo porque no te sobra la producción. Hoy, con la cantidad de la proyección de producción de petróleo en Vaca Muerta, de petróleo no convencional (shale oil), o de petróleo o de gas natural, no es un problema. En este momento, en enero de 2024, tenés un cuarto de la producción de gas cerrada porque no hay demanda. Porque no hace tanto calor en Buenos Aires. No hay que consumir tanto gas natural en las centrales termoeléctricas. Hay agua para producir energía. Entonces hoy te sobra gas porque no tenés demanda. Eso te pasa con el gas natural en ocho meses del año. Y con el petróleo lo que tenés hoy es que podrías producir más y no podés producir más porque te falta infraestructura. Te faltan oleoductos para sacar petróleo de Neuquén y llevarlo hasta Bahía Blanca o mandarlo hacia Chile para exportarlo. A tu pregunta concretamente lo que va a pasar ahí es que el sistema va a tener más flexibilidad, que vos puedas exportar petróleo. Vos sos un productor de petróleo y decís: quiero firmar un contrato de exportación de petróleo durante un año porque mi cliente me pide que le garantice un año de venta. Entonces lo que vas a hacer es si el Estado revisa ese contrato y considera que durante tres meses vos tenés que importar petróleo para cubrir tu cuota de abastecimiento del mercado, vas a tener que buscar esa flexibilidad. Vas a poder exportar petróleo durante todo el año, pero al mismo tiempo vas a tener que importar. No está mal eso. Tiene lógica. Nada es tan lineal, no es blanco o negro. Hay que ver después la ejecución, la reglamentación y, por suerte para Argentina, para nosotros, la verdad es que hay un montón de recursos. O sea, la Argentina podría producir el doble de petróleo sin demasiado esfuerzo. Obviamente falta un montonazo de inversión en infraestructura y ahí está el tema. ¿Quién pone la inversión? ¿La pone YPF? No tiene caja para hacerlo. ¿La ponen los privados? Te van a pedir un montón de garantías en una economía con un 200% de inflación.
Lo que hace ruido en algún punto es que lo que dice la ley es que el precio del petróleo en la Argentina tiene que ser el equivalente a la paridad de exportación. Eso en los últimos 20 años no pasó. Y no digo que esté bien. Es más, te digo, está mal, lamentablemente. Pero en algún punto que quede tan claro lo que te dice es que si un país como nosotros, que tiene evidentes problemas macroeconómicos, en algún momento tiene una nueva devaluación, vas a tener que aumentar rápidamente de vuelta el precio de las naftas para poder reconocerle al productor de petróleo el precio internacional, que se explica en dólares, porque en todo el mundo se explica en dólares.
-Desde el punto de vista del consumidor, venís de muchos meses o incluso años de precios de los combustibles pisados, como se dice comúnmente. Ahora tenés una actualización muy violenta en muy poco tiempo y nadie puede dar por seguro que no haya nuevas devaluaciones. Entonces, teniendo como prioridad que el precio del barril esté a nivel de la exportación, lo que va a suceder es que siempre vas a tener antes que nada el aumento en el surtidor.
-Si querés cumplir con esa normativa, sí.
-Y descolgado de lo que pasa a nivel social, porque a nivel social no es que también hay una cláusula que dice: los salarios van a estar a tono con el dólar. Todo lo demás en el esquema de Milei es bastante inconsistente. Tenés un dólar pisado, una tasa de interés que no llega a cubrir el nivel de la inflación, un esquema que parece estar atado con alambre después de una devaluación violenta. ¿Qué hay que decirle a la sociedad argentina con respecto al precio de la nafta? Porque si bien es cierto que venía atrasado, ahora pareciera ser un bien de lujo casi, o sea, si uno sigue la filosofía. No por lo que esté saliendo hoy, sino por el modelo de fondo que tiene Milei.
-Es complicado hablar sobre el tema, sobre todo porque uno rápidamente recae en un lugar que no es del todo empático con el momento histórico que se está viviendo de fuerte ajuste y de recomposición. En términos de nafta para mí es más fácil tomar una posición, que si habláramos de tarifas de electricidad, por ejemplo. Porque cuando uno mira las estadísticas ves que de cada diez litros de combustible o de nafta que se consume en Argentina, seis te los consumen sectores medio altos y altos. Y cuatro te los consumen sectores medios bajos y populares. Cuando vos pisás el precio de combustible en surtidor, obviamente que ayudás al laburante que necesita la chata para hacer un flete. Pero, ojo, que el combo te viene con una transferencia de ingresos fenomenal a sectores medio altos y altos. Y no hay forma de resolver eso, porque no podés fijar un precio para el laburante y otro precio más alto. Si uno mira los números de los últimos 15 años, tuviste un desarrollo de todo el corredor norte, desde Vicente López hasta Pilar, por un lado, hasta Escobar, por el otro. Hay un montón de barrios cerrados y los sectores de medios ingresos y altos ingresos se concentraron en esos nuevos barrios. O sea, tuviste, no sé, 100 barrios, 500 lotes cada uno, son 50.000 lotes, a 300.000 dólares por lote construido. Tenés 15 mil millones de dólares, es decir, tres puntos del PBI los creaste en una porción de tierra que no existía y la población de altos ingresos se concentró ahí. Y utilizaste el precio de combustible de gente que viaja y hace 40 kilómetros para un lado, para otro y demás, subsidiando el precio de combustible durante los últimos 15 años, que solo funcionó como catalizador que acentúa esa tendencia de que el capital se concentre. Por eso te digo, es muy antipático decir esto, porque por otro lado, quien está leyendo esto dice: a mí la nafta me pasó de 360 a 800 mangos y me jode, no tengo la plata para pagarlo. Es verdad. Lo que pasa es que detrás de la defensa de esa bandera, que hay que defender el ajuste en los sectores medios y populares, ojo que durante años estuvimos transfiriéndole renta a los sectores medios altos y altos.
-Hubo dos excepciones, podemos decir, en esos 15 años. Uno fue Miguel Galuccio con la YPF de Cristina recién estatizada, que aumentaba de manera periódica los combustibles.
-Por encima de la inflación.
-El otro fue el gobierno de Macri, que también, por lo menos al principio, cuando le dio YPF a un financista, que era Miguel Gutiérrez, sin antecedentes petroleros, pero con Aranguren con una presencia muy fuerte, sobre todo al comienzo, el ex CEO de Shell, en la Secretaría de Energía, también subieron los combustibles.
-Sí, pero cuando empieza la corrida durante el gobierno de Macri, en marzo-abril de 2018, el Gobierno vuelve a recurrir a la tentación de usar el precio del combustible como un ancla. Y ahí sí es verdad que en 2017 había aumentado, pero 2018, 2019, los últimos dos años de gobierno de Macri, el combustible funciona como un ancla para tratar de frenar la inflación. Es complejo. Si pensás: ¿por qué un gobierno propone 40 cambios a la Ley de Hidrocarburos? Entonces uno repasa. Salvo en ese momento del segundo gobierno de Cristina, donde YPF aumentaba en línea con la inflación, incluso por arriba, para hacer caja, para que la empresa pueda poner en valor Vaca Muerta y funcionó, pero cuando uno mira desde 2005 para acá la verdad es que hubo muchísima intervención del Estado que le hace un daño al país en términos de crecimiento. En el 2007 tuviste una resolución que era la 394 que la empujó Guillermo Moreno, la firma Miguel Peirano, que fija el precio del crudo en 42 dólares, cuando a nivel internacional estaba 100 dólares. Y alguien te podría decir: ¿pero qué tiene de malo eso? Si yo tengo producción de crudo, ¿por qué me tengo que comer la curva de precios de 100 dólares? Y a veces veo que ese argumento está vivo hoy. El costo de eso es que vos terminás generando solamente la reinversión del flujo del que ya está, pero nadie te invierte para crecer más. Entonces, ¿qué es lo que tenés que hacer como país si querés desacoplar precios? Generar empresarios argentinos que estén dispuestos a invertir con precios inferiores a los que son los internacionales. ¿La Argentina pudo hacer eso en los últimos 20 años? No. Los empresarios petroleros son los mismos que están hace 40, 30 años, salvo con la excepción de Miguel Galuccio, que armó Vista, que es un proyecto interesante. Pero la realidad es que ningún país latinoamericano ha sido demasiado exitoso en crear empresarios o en crear una burguesía para usar lo nacional que pueda a partir de una política pública que desacople precios, generar nuevos actores, nueva inversión o que haya vehículos privados que garanticen inversión. ¿Entonces, quién lo tiene que hacer? ¿El Estado? El Estado puede. Depende del momento histórico. Con la YPF de Cristina podía. Hoy YPF tiene mucha menos caja, tiene más deuda, tiene una situación compleja y no hay actores. Entonces, ¿pragmáticamente qué te propones? Veo los últimos 20 años y no hemos sido exitosos, sobre todo en energía, en ampliar la base productiva, en generar más inversión, en generar más saldos exportables, en depender menos de las importaciones y nos chupamos una cantidad de puntos del PBI enorme en un sector energético.
A veces el problema no es tanto darle la pelota al capital privado, sino que a veces el capital privado no se pone de acuerdo para meter un norte y decir vamos para allá
-¿Hay un regreso a los 90? ¿Es algo distinto? ¿Hay una filosofía que que tiene que ver con ese momento en Chirillo?
-Hay un puente directo a lo que es la cosmovisión de los 90 en términos regulatorios y de esquemas más abiertos, sistemas marginalistas. Un sistema marginalista es el que te dice que el precio de algo tiene que ser el precio de la última unidad que necesitás para cubrir la demanda. Es como decir, el precio del tomate va a ser el del tomate que traés desde más lejos para cubrir la demanda que hay en Buenos Aires. Pero en energía no siempre funciona así. Y la verdad es que los sistemas marginalistas incluso Europa los está revisando fuertemente, más en un contexto de la guerra y demás. Entonces hay una vuelta a los 90 y por nombre propio podríamos decir que sí. El mentor de Eduardo Rodríguez Chirillo es Carlos Bastos, cavallista. ¿Si hay una visión? Sí, definitivamente hay una visión similar a los 90. Incluso en términos legislativos es más ambiciosa, porque Menem, más allá de los decretos de regulación de la economía o de privatización de empresas energéticas, nunca había metido un cambio por ley de la Ley 17.319, que es la Ley de Hidrocarburos. Acá la decisión es ir con todo, a fondo y meter esos cambios. Son momentos históricos muy distintos. Hoy el mundo ya no funciona con la visión que tenías en los 90. Entonces, querer homologar un momento histórico con otro no tiene tanto sentido. Pero, evidentemente, ellos tienen esa visión ideológica de mucha apertura, de mucha desregulación, de que el capital privado se autogestione en algún punto. Ojo, que a veces el capital privado no tiene tantas facilidades para autogestionarse. Sé que es incómodo decir esto. Hay cuestiones finas que si querés armar una mesa hoy con las diez principales empresas productoras de hidrocarburos en Argentina, vas a tener muchísima complejidad para encontrar una plataforma común, pero muchísima complejidad.
-Porque hay mucha rivalidad también.
-Muchísima rivalidad, muchísima cuestión de visiones distintas, de egos, de personalidades que no fluyen, que no conectan tanto. Ojo, que a veces el problema no es tanto darle la pelota al capital privado, sino que a veces el capital privado no se pone de acuerdo para meter un norte y decir vamos para allá. O sea, es incómodo lo que te estoy diciendo, pero funciona medio así.
-¿Va a aguantar la sociedad este giro copernicano? Es decir, la preocupación es si esta transformación tan vertiginosa, si este giro de 180 grados que plantea Milei a pedir del mercado, puede durar, puede asentarse, puede superar las barreras de resistencia social que puede haber tanto a nivel del surtidor como en otro aspecto central, que es el transporte público.
-Te hablaba antes del precio de los combustibles desde la óptica de un automovilista particular. Otra cosa muy distinta es analizar una tarifa regulada de transporte público, que ahí sí hay una utilización por parte de sectores populares y sectores medios que evidentemente no tienen los ingresos para correr a la velocidad que corrió el precio de la nafta en surtidor a un aumento del 160, 170% en los últimos 60 días. Si bien las tarifas de transporte no son mi área de competencia, venían atrasadas, pero tenés que ser mucho más cuidadoso a la hora de definir una política pública. Sí lo primero que hay que decir es que no hay una relación directa entre el precio del gasoil en surtidor y la tarifa del boleto de bondi que vos pagues. Tranquilamente podés hacer una política de precios distinta, que sea más gradual. Ahí sí podés hacer una política de compensación de ingresos diciendo: si el colectivo lo utilizan sectores populares y medios que tienen salarios congelados y que no han actualizado, podés hacer algo distinto. Habrá que ver qué es lo que quiere hacer el gobierno ahí. Si ahí la decisión es espejar lo mismo que pasa en otros precios, alimentos, combustibles y liberás e irte al precio de la tarifa que refleje el costo real, evidentemente va a haber una situación social. Son dos cosas distintas. Podés sostener una tarifa de transporte que sea pagable o que no sea tan agresiva la recomposición y al mismo tiempo podés aumentar el precio en surtidor.
-El Gobierno del Frente de Todos tuvo una muy buena relación con algunos actores del mundo de los hidrocarburos. Se puede pensar, por supuesto, en el Grupo Techint, que ya había tenido una buena relación también con el gobierno de Macri, porque gracias a la resolución 46 de Juan José Aranguren pudo desarrollar Fortín de Piedra. Invirtió mucho, pero con condiciones excepcionales que lo beneficiaban muchísimo. Sergio Massa tuvo una relación muy cercana. También Martín Guzmán. El Grupo Techint y Pampa Energía y SACDE, la otra empresa de Marcelo Mindlin, se encargaron de construir el gasoducto Néstor Kirchner y ahora lo que impacta es la presencia de directivos del Grupo Techint en el gobierno de Milei. El primero es Horacio Marín, el CEO de YPF. Pero después están Federico Barroetaveña, Matías Farina, Gustavo Gallino, en YPF, Luis de Ridder en Energía y muchos otros que se me escapan. No hay antecedentes de tantos directivos del Grupo Techint comprometidos de esta manera con un gobierno. ¿Cómo interpretas ese salto?
-Es una buena pregunta interpretar si esa llegada de directivos directa o indirectamente vinculados al Grupo Techint es una construcción orgánica del grupo o es una construcción que históricamente se fue dando sin que haya un plan maestro de desembarco y de tomar YPF y demás. Lo primero que te digo, retomando un poco la relación entre el gobierno anterior y Techint, es que a mí me parece que hubo un proyecto icónico que fue la construcción del gasoducto Néstor Kirchner. Lo que pasó con ese gasoducto es que se politizó por ese cortocircuito entre la ex vicepresidenta de la Nación, el ex ministro de Producción Matías Kulfas, renuncias, cartas cruzadas, operaciones mediáticas y demás. Se judicializa. Por suerte se resuelve rápido. Y eso le dio una centralidad en la agenda y un montón de gente empezó a preguntar si avanza o no el gasoducto. Y ahí la realidad es que Enarsa, con la gestión de Agustín Gerez, le puso el pecho sinceramente, sin tener un equipo atrás de gente con historia para hacer un gasoducto en diez meses, un proyecto que tarda dos años. Y ahí hubo muy buena sinergia entre Enarsa, el sector público y Techint-SACDE, los dos grandes contratistas que construyeron esa obra. BTU era el tercero. Me parece que ahí se da una sinergia positiva a un grupo que ya de por sí es gigante y tiene presencia en lo siderúrgico, en lo energético, como el Grupo Techint. Ahora, para no esquivar a tu pregunta, ¿Horacio Marín llega de la mano de Paolo Rocca a YPF? No veo una construcción vertical donde hay un acuerdo cumbre entre Rocca y Milei y, entonces, como prenda de esa negociación, Marín desembarca como CEO y como presidente. Yo no veo esa construcción orgánica, vertical, lineal de decir, bueno, Rocca puso un montón de gente. Evidentemente también hay algo que es real: Horacio Marín tuvo 35 años en Techint. Cuando tomás una compañía que es un monstruo de 20.000 personas con presencia en todo el país, de mínima tenés que entrar con cinco o seis personas.
-Me decían que Nicolás Posse tenía una relación directa con el Grupo Techint, que ya durante la campaña lo convirtió en uno de los principales sponsors de la campaña de Milei y que fue Posse el que convocó, no sé si a Horacio Marín específicamente, pero sí a muchos de los directivos que hoy desembarcan, insisto, en una cosa que es inédita por la magnitud. Y obviamente no quiero decir que sea así, pero si uno mira con suspicacia puede pensar: Techint se quiere quedar con YPF, Milei dice que YPF hay que privatizarla...
-A mí lo que me pasa con eso es que la Argentina está tan ávida de más exportaciones, más dólares y demás, que si esos proyectos avanzan en formas que van a generar un beneficio sistémico para todo, no para la industria, sino para el país, porque vas a exportar más y vas a entrar más dólares, si esa agenda avanza, es tan poquito lo que avanzó en los últimos ocho años que sabés que me parece hasta una cuestión de segundo orden quién está ahí. Obviamente, si después lo que termina pasando es que en un año Milei quiere privatizar YPF y termina entrando el Grupo Techint o quien sea, bueno, va a ser muy difícil no unir dos puntos en la misma línea de tiempo.
-Empieza la discusión en tarifas de gas. Las distribuidoras están pidiendo multiplicar por cinco la tarifa. Una tarifa promedio de 5.000 pesos va a pasar en tres meses a 25.000 pesos, si esto se aprueba. ¿Eso es viable socialmente? ¿Hay una segmentación que puede efectivamente aumentarle a los sectores de mayores recursos? ¿O incluso los sectores de menores ingresos van a ser víctimas de un ajuste violento?
-De fondo no terminamos hablando de una política sectorial tarifaria, de energía o de transporte y demás, sino que terminamos hablando de un programa macroeconómico que no tengo capacidad ni herramientas para poder analizar, porque en definitiva depende de la consistencia macroeconómica. Si vos me decís que no vas a devaluar en febrero, en marzo y vas a poder ir llevando y de alguna forma recomponer ingresos, recomponer salarios, que no está en la agenda del Gobierno, claramente, bueno, digo, yo que sé. Ahora, si vos aumentás tarifas y después devalúas y después tenés que aumentar más...
-Ahí hay un tema central que es justamente cuando vos devalúas, porque hay un componente muy importante dolarizado de algunas tarifas, más devalúas más tenés que ajustar las tarifas para recortar subsidios.
-A veces la gente se enoja y entiendo, porque dice: ¿por qué tarifa dolarizada si yo vivo y gano en pesos en Argentina, por qué tiene que estar dolarizada? En realidad lo que pasa ahí es que la tarifa tiene que cubrir el costo del combustible, tanto del gas natural como el del gasoil o el gas natural que utilizás para generar electricidad. Un 40%, un 50% de la energía que se consume en Argentina tiene producción fósil, tanto de gas natural como de gasoil como de fueloil. Entonces, como ese gas se expresa en dólares porque en el mundo se expresa en dólares, porque vos no podés hacer una inversión a largo plazo que no esté expresada en dólares en un país que tiene tanta nominalidad de la economía, que se mueve tanto, en algún momento el Estado es quien tiene que pagar el combustible y si el Estado no aumenta las tarifas en línea con lo que pasa con el dólar, termina acumulando subsidios enormes. Entonces, lo que te digo a grosso modo es: en gas natural el los sectores populares, la gente que más la pelea y que está afuera, no tiene gas por redes, que es gas natural, tiene GLP. Yo pondría mucho la atención en lo que va a pasar ahí.
-Está aumentando muchísimo, me decía gente de movimientos sociales, el precio de la garrafa en estos momentos.
-Si hay que pensar en el cuidado y en el ingreso, en el poder adquisitivo de los sectores populares, hay que meter en agenda mucho más lo que pasa con las garrafas, en forma similar a lo que pasa con la discusión de gas natural por redes, porque gas natural tenemos la suerte de que lo tenemos los que vivimos en ciudades y tenemos el servicio en nuestra casa. El tipo que tiene que comprar una garrafa que hoy paga precio sugerido es ocho lucas y la paga 16 o 15 lucas y en el invierno consume seis garrafas por mes ... No tiene sentido discutir la defensa del poder adquisitivo si no ponemos la atención en esos sectores. En el caso de electricidad es distinto, porque la electricidad tiene un mallado, tiene un alcance mucho mayor. O sea, hay 12 millones de usuarios de electricidad a nivel nacional y hay ocho de gas natural. Y hay que tener en claro qué pasa ahí. La realidad es que el Estado Nacional mira lo que pasa solamente con Edenor y Edesur en lo que es el valor agregado de distribución, es decir, lo que cobra la distribuidora para llevarte el servicio de energía a tu casa. Lo que pasa con EPEC en Córdoba, con EPE en Santa Fe, con Edemsa en Mendoza, eso depende de cada gobernación.
-A diferencia de lo que decías al principio sobre que son clase alta los que consumen nafta sobre todo, los aumentos del gas y la electricidad le van a pegar a la clase media que se está cayendo del mapa. Ya lo intentó Macri, en alguna medida. Ahora estamos bastante peor que cuando Macri lo intentó. ¿Ves posible una segmentación?
-Sin duda que a nivel social estamos peor. Pero además hay un tema que es que si querés hacer algo bien en tarifas, tenés que meter un equipo preparado, técnico y político, que esté dispuesto a sentar el culo en la silla y hacer un programa serio. Fijate lo que le costó a Guzmán hacer el programa de segmentación y nunca se pudo hacer porque nunca tuvo control. Es decir, cualquiera que se anotaba en el registro de acceso a los subsidios energía, en el RASE, recibía los subsidios porque el Estado nunca tuvo la capacidad de salir a chequear si los datos que le estaban dando eran ciertos. No veo que el Gobierno de Milei tenga hoy la estructura humana, quiero decir, de personas que estén adentro del Estado diciendo voy a hacer un nuevo programa de segmentación, porque ellos proponen eso, determinar una canasta básica energética y en base a eso definir un universo de a quién le van subsidiando determinado porcentaje de esa canasta. Tenés que hacer un laburo descomunal de cruzar bases de datos, de pedir un montón de datos, de armar fórmulas de control, de monitoreo, que no veo que eso esté en el Estado. Por eso te digo, me preocupa cuál es el trabajo de contención social, porque cuando uno habla con los funcionarios que están dentro de energía, la lectura que se lleva es que hay una especie de subestimación de la gravedad que hay ahí. O sea, sobre todo en electricidad, si no hacés algo muy bien en términos de tarifa social, el impacto en los sectores populares va a ser muy alto. Lo que no sé es cómo va a impactar eso en lo sistémico, en la consistencia de la macroeconomía. Con Macri era más sencillo porque ahí tenías un país con inflación, pero no tenías esta inflación. Es complejo.
Parte de la entrevista realizada por Diego Genoud en su programa Fuera de Tiempo (Radio Con Vos).
DG/CRM
0