Los astrofísicos piden calma sobre el asteroide 2024 YR24: “Esto no es Armageddon, no seamos alarmistas”
En la película No miren arriba (2021), un grupo de astrofísicos detecta un asteroide en rumbo de colisión a la Tierra y la sociedad los ignora ampliamente. En las últimas semanas, la activación del protocolo de defensa planetaria ante la detección de un objeto bautizado como 2024 YR4 tuvo el efecto contrario: casi todo el mundo sobrerreaccionó.
“Esto no es Don’t look up ni Armageddon”, asegura José María Madiedo, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). “El hecho de que la probabilidad de impacto haya subido del 1,2 a 2,3 % no cambia nada: lo que ocurrió es que hubo nuevas observaciones que permitieron refinar un poco su órbita, pero todavía hay muchísima incertidumbre”.
“Hemos observado poco más de un mes de un periodo orbital de cuatro años”, añade René Duffard, experto en asteroides del IAA. “Es como intentar determinar una vuelta a una pista de atletismo tras haber recorrido tres pasos, hay que esperar a tener más datos”.
Hasta que no llegue a una probabilidad del 10% no empezaría a ser preocupante, pero sería extrañísimo que pasase
El asteroide 2024 YR4 fue descubierto por el programa de vigilancia ATLAS desde Chile el pasado 27 de diciembre, dos días después de que pasase a 828.800 km de nuestro planeta, la mínima distancia en esta aproximación. La noticia saltó a los medios a finales de enero tras conocerse que los dos grupos de respuesta global a asteroides de la ONU, la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) y el Grupo Asesor de Planificación de Misiones Espaciales (SMPAG), activaron por primera vez sus protocolos de seguimiento.
Estos protocolos están diseñados para activarse si existe una probabilidad de impacto mayor que 1% con un cuerpo de más de 50 metros. Según las primeras estimaciones, este objeto tiene entre 40 y 90 metros y la probabilidad de que el 22 de diciembre de 2032 impacte contra la Tierra es del 2,3 %.
“Es pronto para plantearse un método paliativo como probamos con la misión DART”, asegura Josep María Trigo, especialista en asteroides del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC/IEEC). “Puede que la probabilidad suba dentro de unos días, incluso que llegue al 5%, pero eso no significa nada”.
Ganas de crear alarma
Los astrofísicos están tranquilos porque conocen los altos niveles de incertidumbre: un objeto de unos 50 metros que tiene una horquilla de impacto para 2032 de 320.000 kilómetros no es suficiente para meterles el susto en el cuerpo, solo para estar vigilantes. E incluso en el caso de que colisionara contra la Tierra, no se trataría de un evento de destrucción como el que terminó con los dinosaurios, sino algo parecido a lo que pasó en Tunguska en 1908, con altas probabilidades de que caiga en el océano o algún desierto, porque el planeta está en su mayor parte deshabitado.
Hablar de dónde va a caer, con los datos que tenemos, es ciencia ficción y ganas de crear alarmismo
Pero lo que les inspira más confianza es la experiencia que ya tuvimos en 2004 con Apofis, un asteroide de 400 metros de diámetro cuyas probabilidades de colisión con la Tierra en el año 2029 se estimaron en el 2,7% y después quedaron en nada. “En este caso, hasta que no llegase a un nivel del 10% no empezaría a ser preocupante, pero sería extrañísimo que pasase”, asegura Madiedo.
“Como entonces, cuando tengamos más observaciones y observemos un nuevo arco de la órbita —ya sea en los próximos meses o en su primer retorno en 2028—, esta probabilidad va a disminuir”, asegura Trigo. “Seamos serios. Propagar una órbita que se acaba de descubrir a siete años en el tiempo es mucho decir, y hablar de dónde va a caer, con los datos que tenemos, es ciencia ficción y ganas de crear alarmismo”.
La mañana del 22 de diciembre
Las herramientas de simulación permiten conocer algunos detalles de lo que hará el asteroide 2024 YR4 en su siguiente vuelta. Cuando regrese a las cercanías de la Tierra, en diciembre de 2028, pasará bastante más lejos de lo que pasó hace un mes. En la Navidad de 2032 la estimación en este momento es que pase en un arco con una horquilla de incertidumbre entre 0 y 330.000 km, un poco menos de la distancia que nos separa de la Luna.
“Será el 22 de diciembre”, explica Trigo mientras maneja uno de estos simuladores. “Se verá en el cielo de la mañana, con telescopios grandes, porque es un objeto muy débil, aunque en su máxima proximidad a la Tierra estará por unas horas al alcance de telescopios de aficionado, con una magnitud similar a la del planeta Plutón. Subirá del hemisferio sur al hemisferio norte y seguirá una trayectoria bastante parecida a la de 2028”.
Todo esto, sin tener en cuenta todas las cosas que pueden sucederle al asteroide por el camino y que ahora mismo no podemos conocer: desde las interacciones gravitatorias con grandes planetas, como Júpiter o la propia Tierra, a los efectos no gravitatorios, como el empuje radiativo de la luz solar sobre una de sus caras. Una pequeña desviación, en una órbita tan amplia, puede marcar una gran diferencia.
Un “alarmismo terrible”
Entonces, ¿cuándo podremos respirar tranquilos y dejar de mirar arriba? “Ahora mismo el objeto se está alejando y cada vez se hace menos brillante, por lo que las determinaciones de la posición tienen cada vez más error”, explica Duffard. “Por la experiencia con otros ejemplos, uno tiene que tener un trozo de órbita bastante amplio, de al menos un cuarto de órbita”. Según el experto, los grandes telescopios lo podrán seguir hasta abril y quizá para entonces ya podamos descartar el peligro, pero quizá tengamos que esperar a 2028.
Desde el Gran Telescopio de Canarias (GTC), por ejemplo, Julia de León pudo determinar que el objeto es una roca formada por silicatos y algo de metal. “Sabiendo la composición, podemos inferir el albedo (la cantidad de luz que refleja su superficie), y con la medida de albedo estimamos su tamaño”, explica en una nota del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC), que sigue haciendo seguimiento de este objeto.
Se está generando un alarmismo terrible, pero estoy seguro de que la semana que viene la noticia desaparece
“Se está siguiendo el protocolo a rajatabla, y la comunidad científica en la mayor parte somos de la opinión de que esa probabilidad va a bajar como en casos anteriores y al final todo va a quedar en nada”, indica Madiedo. “En general deberíamos intentar bajar las revoluciones, transmitir que es demasiado pronto como para alarmarse y que está bien que se activen los protocolos de defensa planetaria, que se han creado precisamente para estos casos”, señala Duffard.
“Se está generando un alarmismo terrible, pero estoy seguro de que la semana que viene la noticia desaparece”, concluye el experto. “Y quizá lo estamos planteando mal y deberíamos transmitir que hay un 98% de probabilidades de que el objeto no choque contra la Tierra, que pronto podrían ser de un 100%”.
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