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DENUNCIA POR VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA IGLESIA CATOLICA
“Hermana, sí te creo”, el apoyo feminista a las Carmelitas Descalzas

Monseñor Antonio Cargnello

elDiarioAR

3 de mayo de 2022 11:16 h

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Bajo una de las consignas que más representa la lucha feminista, “Hermana, sí te creo”, asociaciones de mujeres, organizaciones de derechos humanos, colectivos de géneros y fieles se movilizarán hoy en apoyo a las monjas de claustro, las Carmelitas Descalzas, que denunciaron por violencia de género a la máxima autoridad de la Iglesia de Salta, el arzobispo Mario Cargnello, y también a los religiosos Lucio Ajalla y Martín De Elizalde, obispo emérito.

La movilización será hoy a partir de las 17 , cuando las organizaciones realicen un abrazo al Convento de San Bernardo con el lema “Hermana, si te creo”, una de las frases que más representa a la lucha feminista de la última década.

La fecha no es casual. Hoy, Cargnello debía presentarse a declarar ante el Juzgado de Violencia Familiar y de Género a cargo de María Carolina Cáceres Moreno. Sin embargo, el principal acusado se excusó de ir a los tribunales porque se encuentra en Buenos Aires participando de la 120° Asamblea de la Conferencia Episcopal Argentina, según confirmaron a elDiarioAR, voceros del Arzobispado.

El encuentro religioso comenzó ayer y se extiende hasta el viernes 6, en la Casa de Retiros “El Cenáculo” en la localidad de Pilar. Sin embargo, todavía una fecha prevista para la declaración de Cargnello.

El pasado 12 de abril, las Carmelitas denunciaron ser víctimas de hechos de violencia de género, psicológica, física y económica por parte del Arzobispo Mario Cargnello, del Monseñor Martín de Elizalde y de Lucio Ajalla, Sacerdote“.

Ante eso, la justicia dispuso la asignación de una custodia policial en resguardo de 15 religiosas de la orden del convento. Como así también la prohibición de acercarse a menos de 300 metros del tradicional edificio de calle Caseros, en la capital de la provincia norteña.

Pero el conflicto también involucra a María Livia Galiano de Obeid, la mujer que asegura ver las apariciones de la Virgen del Cerro, una de las más populares de la provincia. Según la mujer, fue la Virgen quien, a través suyo, le pidió a las Carmelitas que fueran las difusoras de su mensaje. Desde entonces, las monjas se volvieron su devota a pesar de que la Iglesia se resiste a reconocerla.

Aunque monjas y arzobispado mantenían una convivencia pacífica, los conflictos comenzaron con la llegada Cargnello al arzobispado, en 1999. Todo se intensificó con la construcción de la ermita de la Virgen del Cerro en el año 2001 y desde allí no ha cesado.

El culto a la Virgen del Cerro trascendió largamente las fronteras de la provincia, miles de personas se trasladan desde otras provincias para ir a rezarle. Uno de quienes la visitó fue el ex senador nacional Esteban Bullrich luego de haber recibido el diagnóstico de ELA.

En el año 2003 en un documento titulado “La Cuestión Pastoral de la Ermita del Cerro” Cargnello insta a las hermanas Carmelitas y a María Livia a dejar de difundir los mensajes recibidos: “No existe autorización alguna para publicar mensajes al menos desde el 26 de noviembre de 1997. Es mas hay una advertencia a la Madre María de los Ángeles ocd, de no publicar nada nuevo, al menos desde el Monasterio. No obstante se revelaron mensajes posteriores” acota Cargnello en este documento.

Las monjas y María Livia tienen una relación estrecha e incluso llevan adelante obras de caridad en conjunto.

Según señala el semanario Cuarto Poder, tanto María Livia junto a las religiosas, son socias fundadoras de la “Obra Soy la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús” y de “Yo soy el Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús”.

El Cerro de Tres Cerritos donde María Livia solía aparecer haciendo la imposición de manos es un terreno donado por Eduardo Lacroze Garat, y está a nombre del Convento San Bernardo.

Franco Hessling autor del libro “La Virgen del Cerro de Salta, refundar el mito” (Editorial Dunken) explica que estas tensiones no son recientes: “Hay un trasfondo de tensión pública no tan conocida entre la oficialidad de la Iglesia Católica salteña y la Virgen del Cerro. La curia no reconoce al culto como oficial del Vaticano Romano. Esto quiere decir, no darle legitimidad a los mensajes de María Livia,  que se erigió como una intercesora”.

Y agrega el autor de la investigación: “Ella creÓ un culto en torno a eso, en el mito fundante del paseo del Virgen del Cerro. La familia que donó los terrenos, los explota también de manera indirecta con la fundación Peregrinaciones Salta que cobra por los viajes al lugar”.

El objetivo de María Livia y su esposo fue crear un paseo religioso que emule al de otra de las virgenes famosas de la provincia, la Lourdes. “Su devoción era tal, que el nombre de su concesionaria de autos llevó el nombre de esta Virgen”.

A su vez Hessling comenta: “En diferentes oportunidades la Iglesia intentó desacreditar a María Livia, incluso se dieron una serie de documentos firmados por Cargnello. También se le pidió informes sicológicos y psiquiátricos. El in crescendo de la tensión con las Carmelitas, es que ellas son el único sector oficial que sí la reconoce”.

A pesar de las históricas tensiones, Claudia Zerda Lamas, abogada de las religiosas asegura que la denuncia solo se centra en los hostigamientos y violencia sufridas independientemente del hecho puntual.

Justicia divina

El pasado 29 de abril, la defensa de Monseñor Cargnello, Eduardo Romani presentó un planteo de declinatoria de competencia en la causa caratulada “Monasterio, San Bernardo de Carmelitas Descalzas contra Cargnello, Mario Antonio; De Elizalde Martín; Ajaya, Lucio Francisco por violencia de género”, tras la acusación realizada por tres monjas de la Orden de las Carmelitas Descalzas.

Allí, lo que arzobispo planteaba es que todo se trataba de un problema interno de la Iglesia y que en todo caso si correspondía ser juzgado debía ser por el Código Canónico. Para eso, alegó el Concordato firmado entre el estado argentino y la Santa Sede de 1966, en el que se le reconoce a la Iglesia católica libertad para ejercer su culto.

Sin embargo, la jueza Cáceres Moreno desechó el reclamo y le recordó que bajó ningún concepto la justicia divina está por encima de las leyes argentinas. Así, consideró “que se encuentra habilitada para intervenir en la causa en el marco de los tratados Internacionales de Derechos Humanos y leyes nacionales y provinciales que rigen la materia (Convención CEDAW, Convención de Belém do Pará, Ley Nacional 26485, leyes provinciales 7888 y 8158)”. Y añadió que en el caso se deben aplicar principios de tutela efectiva, inmediación y oficiosidad.

Asimismo, la magistrada puntualizó que en el Concordato de 1966 se garantizó a la Iglesia su autonomía para el libre ejercicio de su poder espiritual y también su competencia para el logro de sus fines específicos, pero eso “no es obstáculo para que el Estado argentino pueda actuar para garantizar los derechos constitucionales de todos sus habitantes”.

En diálogo con elDiarioAR, fuentes cercanas a la defensa aseguran que apelarán la competencia y, aseguran que tienen los fundamentos correctos para que esto sea juzgado solo por el fuero eclesiástico.

Hasta ahora, el Arzobispado consiguió el apoyo directo del Vaticano. Con la denuncia pública, Cargnello difundió el pasado 27 abril el resultado de una visita de los enviados de la Nunciatura Apostólica, para decidir sobre lo que ocurría con las monjas. “La Comunidad de las Hermanas Carmelitas de Salta no debe en ningún modo involucrarse en actividades ligadas a la así conocida ”Obra yo soy la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús y yo soy el Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús“ y sostener esta actividad, que claramente tiene sus repercusiones entre los fieles, que constituyendo una forma de apostolado está bajo la exclusiva autoridad del Obispo del lugar, inclusive la supervisión del apostolado hecho por los laicos y sostenido en diferentes maneras por el convento en el contexto de las denominadas apariciones mencionadas en la documentación recibida”, decía el documento que lleva la firma del obispo emérito Martín de Elizalde, uno de los denunciados.

LG/MG

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