14 días y una prórroga. La Cumbre del Clima se ha cerrado en el tiempo extra y ha dejado un par de mensajes: por un lado la guerra y su crisis energética pesan ahora mismo más que la climática y por otro, los países vulnerables han aprovechado para arrancar, al menos, el compromiso de una compensación económica.
¿Qué ha pasado durante estas dos semanas para llegar a esto?
El trabajo del presidente
El presidente de la COP27, el egipcio Sameh Shoukry, tenía una prioridad: sacar adelante el fondo para pérdidas y daños. Lo dejó claro su mano derecha, Wael Aboulmagd, el día que no paraba de dar evasivas y esquivar preguntas sobre el retraso en su trabajo o sobre la ausencia de referencias a combustibles fósiles...pero sí afirmaba rotundo: “Queremos algo significativo sobre pérdidas y daños”.
Este domingo de madrugada, su jefe Shoukry se ha apresurado a escribir en twitter “hemos hecho algo histórico”, cuando el Pleno aprobaba el texto sobre esta ayuda, aunque todavía no se había concluido la sesión. Ya tenía su logro.
Más allá del fondo de ayuda, la directora de la European Climate Foundation, Laurence Tubiana –una de las madres del Acerdo de París– considera que Shoukry “ha redactado un texto que defiende los intereses de los estados productores de gas y petróleo”.
Los países empobrecidos obtienen un logro
Los países empobrecidos han aprovechado la coyuntura. Han contado con ese impulso de la presidencia de la COP y de China. Han conseguido arrinconar a los estados industrializados como EEUU y la Unión Europea.
Ambos gigantes han tratado de conseguir contrapartidas a cambio de admitir nutrir ese fondo. EEUU no se ha pronunciado tras desbloquear el asunto. La UE sí ha mostrado su decepción.
Ahora necesitamos el dinero para hacerlo realidad. De momento es un cubo vacío que hay que llenar
“Se ha hecho lo que ninguna otra COP había hecho nunca”, admite el experto en política climática Mohamed Adow. Y luego añade: “Ahora necesitamos el dinero para hacerlo realidad. De momento es un cubo vacío que hay que llenar”.
Porque el acuerdo de Sharm el Sheikh no dice ni cuánto ni quiénes recibirán fondos. La etiqueta escogida ha sido “países particulamente vulnerables”.
Eso evitará que estados oficialmente calificados como “en desarrollo” por la Convención de la ONU como Qatar, Arabia Saudí o Kuwait –todos dedicados a la extracción petróleo– puedan pedir esos fondos.
El año que viene deberían concretarse esos puntos. Una cosa es establecer un fondo y otra que el dinero fluya. El Acuerdo de París establece un fondo verde para la transición climática de países empobrecidos de 100.000 millones de dólares anuales desde 2020. No se ha cumplido: dos años después de esa fecha solo se ha llegado a algo más de 80.000 millones.
Los productores fósiles ven la oportunidad
La guerra en Ucrania y el shock energético han generado el campo soñado para lo más de 600 lobistas relacionados con la industria de los combustibles fósiles que han revoloteado por la COP27 con acreditación colgada del cuello.
A la luz de lo aprobado en Egipto, ese campo de juego ha favorecido a los países productores de petróleo y gas.
Cuando la cumbre apuraba las horas previas al colapso, en la madrugada del domingo, las delegaciones de Rusia y Arabia Saudí han exigido que no se incluyera ninguna referencia al abandono de combustibles fósiles, como el gas y el petróleo. La decisión final indica que, básicamente, se salieron con la suya.
Lejos de ahondar en la necesidad de alejarse de estos hidrocarburos, que son el origen de los gases de efecto invernadero, la conferencia es un año perdido: “Es triste ver que los países han copiado y pegado el texto de Glasgow”, remata Mohamed Adow.
Y la Unión Europea se ha marchado de Egipto enfadada y frustrada. Había amenazado con levantarse de la mesa si no había “pasos adelante” en el recorte de emisiones.
La industria de los combustibles fósiles, que han intentado controlar esta COP, quieren ahora usurpar las soluciones climáticas con falsas fórmulas”,
El vicepresidente de la Comisión, Franz Timmermans, ha dicho tras cerrarse la COP que “lo que tenemos enfrente no es suficiente”. El británico Alok Sharma (presidente de la COP de Glasgow) ha espetado: “No es momento de alegría incondicional”.
Pero las propuestas que han disgustado a la UE han sido aprobadas con toda calma en la sesión plenaria. Sin protesta oficial a pesar del órdago de primera hora del día. Nada de abandonar el gas o el petróleo.
“Los grupos de presión se han salido en parte con la suya”, comentan en Greenpeace. Su portavoz en cambio climático, Pedro Zorilla, cree que ha llegado el momento de “desenmascarar a los que habitualmente bloquean la acción climática y las políticas para acabar con nuestra dependencia de los combustibles fósiles” .
No ha acabado ahí el revolcón. En medio de la vorágine del último momento, ha aparecido de la nada una referencia a las fuentes de energía “bajas en emisiones” para crear un “mix energético limpio”. Es decir, admite emisiones de CO2.
¿Cómo brotó ese punto que nunca había aparecido en toda la semana de tiras y aflojas? Preguntado al salir del pleno, Franz Timmermans no lo sabía.
El ministro de Cambio Climático neozelandés, James Shaw, decía “es un misterio para mi. No se había discutido en las negociaciones o el plenario”.
Entre esas energías con bajas emisiones podrían colarse: el gas, porque lanza menos CO2, aunque solo sea en el momento de su combustión, la energía nuclear o incluso estirarse a cualquier fuente fósil si se pudiera capturar y almacenar el CO2 que libera para que no acabe en la atmósfera. Un paraguas extenso.
“La industria de los combustibles fósiles, que han intentado controlar esta COP, quieren ahora usurpar las soluciones climáticas con falsas fórmulas”, analiza la experta en diplomacia climática de E3G, Catherine Abreu.
El encargado de cambio climático en SEO, David Howell, opina que la postura de la UE “que ha estado a punto de abandonar” ha permitido “un acuerdo de mínimos para, al menos, dejar las cosas como estaban”.
La vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, comentaba en las horas de máxima tensión negociadora que “parece que nos están proponiendo ralentización” de las acciones para mitigar el cambio climático.
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