Cada vez más jugadores del Ascenso son captados por el negocio de apuestas y salen a la cancha a perder
Algunos códigos básicos del deporte, como jugar a ganar, están siendo rifados en los torneos de menor categoría organizados por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Algo se rompió en el fútbol, espina dorsal de la sociedad argentina. Entre el dinero que no alcanza, el espíritu de época de supervivencia individual y gerenciamientos sombríos que se aprovechan de la desesperación, los tentáculos alrededor de las apuestas deportivas les abrieron la puerta a una nueva clase de futbolistas profesionales: cada vez más jugadores de las categorías inferiores del Ascenso salen a la cancha a dejarse perder.
La última novedad es que en más de un caso, además, lo hacen para equipos que no son alineados únicamente por directores técnicos sino también por grupos empresarios que digitan los resultados o algunas acciones de los partidos en función del dinero que quieren ganar, por lo general, a través de casas ilegales con origen y domicilio en Asia, según pudo establecer la Unidad de Investigación (UDI) de elDiarioAR.
Aunque el asunto está lejos de salpicar a todo el ambiente, en 2024 aumentaron los equipos integrados en parte por futbolistas que cobran más cantidad de dinero por las apuestas clandestinas que por el sueldo de los clubes para los que juegan. Detrás de escena aparecen difusos y anónimos grupos de negocios conformados por representantes, intermediarios, dirigentes, ex árbitros y ex jugadores argentinos con aceitadas relaciones en el ambiente y un buen entendimiento de cómo funcionan las casas de apuestas, en especial las clandestinas del Sudeste Asiático, como las de Indonesia, Filipinas, Tailandia y en menor medida, China.
Se trata, en todo caso, de una metodología importada: los arreglos de partidos fueron noticia durante muchos años en Asia y Europa. Algunos de los grupos nacionales podrían tener vínculos con especialistas asiáticos, explicaron algunas de las fuentes consultadas por la UDI de elDiarioAR.
Espero que la Asociación del Fútbol Argentino, la policía, los clubes y el gobierno investiguen.
Los escándalos se superponen en partidos jugados fuera del radar mediático, en canchas con poco césped y tribunas bajas, pero que provocan escenas tan anormales que quedan bajo evidencia: derrotas por goleada, penales a la hora señalada, expulsiones propias, goles en contra, una determinada cantidad de corners y resultados cambiantes.
Durante dos meses, la UDI de elDiarioAR contactó a más de 60 fuentes del negocio, testigos de partidos salpicados por escándalos, empleados de la Justicia y protagonistas de la clase obrera del Ascenso, entre ellos futbolistas profesionales y de divisiones inferiores. También se consultó a entrenadores, preparadores físicos, representantes de jugadores, dirigentes de clubes, árbitros, levantadores de apuestas ilegales, empleados de casas online con licencias autorizadas, fiscales de ciberdelitos, periodistas partidarios e integrantes de los “grupos empresariales” que tientan a los jugadores para convertirlos en socios, pero también en rehenes, de sus beneficios económicos.
Aunque apenas una minoría de los contactados aceptó hablar, y siempre bajo la condición de un riguroso off the record, muchos dieron a entender su voluntad para que el asunto saliera a la luz: “Es un tema mucho más grande de lo que se cree”, coincidieron las fuentes. En ese silencio mayoritario, incluso los pocos jugadores que advirtieron del tema en medios locales rechazaron volver a hacerlo ante la UDI de elDiarioAR: “Ya está, no quiero perjudicar al club ni a mi carrera. Si yo hablo solo, no voy a cambiar nada”, explicó uno de ellos.
En un ecosistema que se maneja en el silencio y el mutismo, la AFA no tiene un vocero oficial y las autoridades consultadas no respondieron ante las consultas de este medio. Tampoco los dirigentes del Ascenso opinan en público del tema, aunque en privado aceptaron ante la UDI de elDiarioAR que los derivados de las apuestas forman parte de las conversaciones de varios planteles. Los siguientes casos, que marcan una radiografía más social que deportiva de Argentina, son apenas una muestra.
Ir para atrás
El 10 de mayo de 2024, Laferrere perdió 9-2 contra Villa San Carlos (Reserva de la Primera B) y empezó una sugerente racha de goleadas en contra: en los partidos siguientes, perdería 7-0 con Dock Sud, 6-1 contra UAI Urquiza, 6-0 frente a Sacachispas y 5-0 con Villa Dálmine. Para la fecha 20 ya habrá recibido 78 goles. Y no sólo fueron extraños sino también los trámites de los encuentros: Lafe le ganaba 3-0 a Los Andes al final del primer tiempo y terminó perdiendo 5-3.
Son temas muy sensibles y estamos presionados para que no contemos nada. Tenemos familia y debemos cuidarla
Testigos del partido consultados por la UDI de elDiarioAR resaltaron un comportamiento “alevoso” de los jugadores de Lafe -en el complemento se dejaban eludir para recibir goles- aunque a la vez, no se sorprendían tanto: sabían que era su modus operandi. “Se chocaban entre sí, no llegaban a la pelota, era tragicómico”, relató un observador.
Poco después, el 24 de agosto, Laferrere anunciaría en su cuenta de X la expulsión de varios de esos jugadores: “A raíz de los sucesos que involucran a la Tercera B (Reserva), se apartó a dichos deportistas y a quienes se sospecha de ser los responsables de propiciar acciones alejadas del fair play y la ética deportiva”.
El caso expuso una nueva realidad: algunas Reservas del Ascenso ya no son un espacio para probar a los jóvenes jugadores, antes de que den el salto a la Primera, sino para que difusos grupos económicos gerencien esos equipos. Llevan futbolistas de su propiedad que, a cambio de un dinero superior al que cobran de los clubes, cumplen sus instrucciones. Hay dirigentes que, resignados, preferirían eliminar el torneo de Reserva.
Otro caso similar sucedió el 9 de junio de 2024 en un partido entre Defensores de Belgrano de Villa Ramallo y Defensores de Pronunciamiento (Entre Ríos) por el torneo Federal A -tercera categoría, el paso previo al Nacional-. Tras sufrir la tercera goleada en contra, el plantel entrerriano terminó de fracturarse: la empresa que había acercado refuerzos a comienzos de año, pagándoles el sueldo, retiró a muchos de sus jugadores.
En los partidos previos la tensión en el vestuario se había tornado insalvable entre algunos jugadores de los que habían llegado con el gerenciamiento y los futbolistas con más historia de Defensores de Pronunciamiento, que lloraban ante la impotencia de lo evidente. Así lo reconstruyó la UDI de testigos de la situación.
Sospechas y un e-mail
Pocas semanas después, el 29 de junio -según escribió el periodista Roberto Parrottino en Cenital-, los equipos del Ascenso recibirían un correo electrónico que los alertaba de movimientos extraños de dinero en el mercado de Asia durante partidos de tres equipos del Federal A, el ya mencionado Defensores de Pronunciamiento (Entre Ríos), Círculo Deportivo Otamendi (Buenos Aires) y Sol de Mayo de Viedma (Río Negro); y uno de la Primera C, Muñiz.
“En los últimos 6 meses, nuestra empresa ha recibido simultáneamente una gran cantidad de apuestas de la Liga Federal A Argentina, superando los $150.000 por partido, causando graves daños al mercado de apuestas. Tras el análisis de los datos, sospechamos que algunos clubes participan en las apuestas”, comenzaba el correo escrito por un representante de una casa de apuestas china, legal en su país pero fuera de las licenciatarias autorizadas en Argentina.
Que el Ascenso esté tan mal te lleva a veces a tomar malas decisiones, a que los jugadores se confundan, se vean obligados a hacer cosas que no corresponden. Año a año es peor. Se ven cosas increíbles.
El mail advertía a la AFA: “Espero que la Asociación del Fútbol Argentino, la policía, los clubes y el gobierno investiguen. El fútbol es una plataforma deportiva justa, no un paraíso del juego. Este comportamiento afecta gravemente la reputación del fútbol argentino. Presentaremos todas las pruebas a la FIFA”, decía el correo al que accedió la UDI de elDiarioAR.
Sin embargo, un tercer caso quedó a la luz poco después, el 7 de julio de 2024, en un partido que otro de los equipos apuntados por ese e-mail. Círculo Deportivo Otamendi jugó contra Santamarina de Tandil (Federal A). El partido desató una imagen simbólica en el pequeño estadio del equipo de Comandante Nicanor Otamendi, un pueblo de 8.000 habitantes a 40 kilómetros de Mar del Plata. Hinchas del equipo local, Círculo, se sorprendieron por una persona que, libreta en mano, gritaba palabras y números indescifrables a algunos jugadores locales, según pudo reconstruir la UDI a través de entrevistas con testigos.
En una localidad en donde todos se conocen, su rostro y sus indicaciones resultaron extrañas. Tras otra de sus participaciones en voz alta, como si fuera un técnico detrás del alambrado, un futbolista de Círculo cometió un penal que terminó en gol rival. “Los hinchas entendimos lo que sucedía, rodeamos al hombre de la libreta que parecía llevar el guión del partido y lo echamos a la calle”, reconstruyó un simpatizante del equipo local.
Como Defensores de Pronunciamiento, Círculo tomó medidas similares: aunque no todos “jugaban para atrás”, les rescindió el contrato a varios de los futbolistas que habían llegado al club a comienzos de año a través de una empresa que se hacía cargo de parte de sus sueldos.
Con el equipo debilitado, Círculo recién se salvaría del descenso en la última fecha, el 15 de septiembre. El capitán, Imanol Iriberri, hablaría en la radio marplatense Marca Deportiva: “Jugué muchos años y las cosas que viví este año en el Federal nunca las había vivido. Que el Ascenso esté tan mal te lleva a veces a tomar malas decisiones, a que los jugadores se confundan, se vean obligados a hacer cosas que no corresponden. Año a año es peor. Se ven cosas increíbles. Con ver un partido te das cuenta de cosas que no son normales”.
Un cuarto caso fue el 6 de agosto, cuando Fénix perdió 8 a 0 ante Excursionistas (Reserva de Primera B). El árbitro Nicolás Gabriel Díaz suspendió el partido a falta de 10 minutos por haber sospechado de una actitud anti deportiva: los jugadores de Fénix precipitaban sus propios errores para facilitar los goles rivales.
La UDI de elDiarioAR accedió a la ficha COMET del partido –el sistema informático que centraliza la información de los torneos de la AFA, Conmebol y FIFA- y confirmó una irregularidad excepcional: de los 18 jugadores que presentó Fénix (11 titulares y 7 suplentes), sólo figuraba el nombre de 10 de ellos, o sea que 8 eran futbolistas “fantasmas” ante la AFA, sin habilitación ni registro. Si el fútbol suele manejarse por sospechas o confesiones en privado, en este caso aparece lo que casi nunca: una evidencia.
Tal como hizo Laferrere, Fénix también desvincularía al entrenador y a cinco futbolistas que participaron de la goleada en contra, la tercera consecutiva tras sendos 1-6 ante Colegiales y Argentino de Quilmes.
Finalmente, el 29 de septiembre se jugó otro partido del Federal A que quedó en medio del escándalo: la derrota 3-0 de Atenas de Río Cuarto como visitante contra Juventud Unida de San Luis. El equipo cordobés se reforzó entre el año pasado y el actual con dos jugadores serbios -de escaso talento- y un brasileño que arribaron al país en 2022 al ya apuntado Sol de Mayo: el mismo brasileño convirtió dos goles en contra en el 0-3 en San Luis.
Un mes después, el martes 29 de octubre, la Justicia cordobesa allanó el domicilio de seis personas vinculadas a Atenas, entre ellos el hijo del presidente, la kinesióloga del plantel y el tesorero del club. La denuncia fue realizada por la Lotería de Córdoba, que comprobó cómo los investigados habían abierto cuentas en casas online -legales- dos días antes del partido y apostaron a la derrota 3-0 de su propio equipo, tal como ocurriría. Fuentes de la fiscalía de cibercrimen confirmaron que se investiga al presidente de Atenas por haber ganado $4 millones por la derrota de su club.
El gerenciamiento
En los torneos del fútbol de los campeones del mundo quedan especialmente expuestas las Reservas del Ascenso y el Federal A, un campeonato inviable desde lo económico: por las enormes distancias a recorrer –cientos o miles de kilómetros al mes-, los clubes deben cubrir un presupuesto de al menos US$30.000 mensuales.
Son categorías sostenidas a pulmón en las que muchos clubes apenas pueden mantener a sus equipos. Es inevitable, entonces, que algunas dirigencias acepten entregar el fútbol a grupos que prometen un oasis: traer jugadores, cubrir sueldos y dejar un dinero.
Ser futbolista siempre fue un laburo. Antes era para ganar y ahora, a veces, es para perder
El problema es que el supuesto paraíso, en más de un caso, se convierte en un caballo de Troya de las apuestas: en el combo también llegan futbolistas que durante los partidos priorizan los intereses económicos de la empresa a la que responden por sobre los objetivos deportivos de los equipos para los que juegan. Investigaciones como las que enfrenta Atenas de Río Cuarto, sin embargo, confirman que en algunos casos también los dirigentes pueden ser partícipes de la estafa a su propio club.
Según cuentan desde adentro de los planteles, dejarse perder supone una especie de arte. “Tampoco es que los ‘jugadores tocados’ salen a perder siempre: también se cuidan. Juegan dos o tres partidos seguidos en serio, a ganar, y recién en el siguiente hacen su negocio, por lo general de visitante, casi nunca de local para no exponerse ante su gente. Los implicados se enteran 20 minutos antes lo que tienen que hacer y no pueden ir con celular a la cancha”, explicó alguien con conocimiento del sistema.
El tema es tan sensible que hay quienes ven a algunos de los jugadores involucrados como víctimas del sistema: se sabe de represalias intimidatorias a quienes se negaron a cumplir con lo pautado. Incluso los encargados de llevar las estadísticas de los partidos -las casas de apuestas las toman de empresas de tecnología- suelen recibir amenazas anónimas, según los testimonios recogidos por la UDI: lo que puede parecer un error insignificante a veces implica mucho dinero.
A fines de mayo, Deportivo Madryn, del Nacional -segunda categoría-, despidió a tres jugadores de su plantel. Según publicó el periodista Maximiliano Uria en Clarín, la dirigencia del club patagónico sospechó que ese trío de futbolistas entró a la cancha con un objetivo: que su rival, Defensores Unidos -en un partido jugado el 19 de mayo, que terminó 0 a 0- llegara a los 9 córners a favor.
“Son temas muy sensibles y estamos presionados para que no contemos nada. Tenemos familia y debemos cuidarla”, afirmaron un par de jugadores de diferentes equipos a la UDI de elDiarioAR.
Más allá de lo deportivo, también se trata de otro paisaje de época de la Argentina actual: el profesionalismo en el fútbol no sólo parte del sueldo de los clubes sino del dinero de grupos que aprendieron a hacer negocios en el circuito clandestino de apuestas. Mezclados los vivos con los desesperados, los “futbolistas de las apuestas” ganan más dinero que “los jugadores de los clubes”: por provocar un penal en contra de su equipo pueden ganar el quíntuple de su sueldo o más. O, generando un par de laterales y de córners, reciben el mismo dinero que reciben por su contrato mensual con el club.
Sintetizado en boca de alguien de la industria, “ser futbolista siempre fue un laburo. Antes era para ganar y ahora, a veces, es para perder”.
ED
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