Marilina Bertoldi: muerte y resurrección del rock
Para los que no la conocen, Marilina Bertoldi quiere ser la reina del rock y para eso estuvo construyendo un repertorio que culmina en su quinto disco solista: Mojigata y con el que pretende despertar al rock nacional de la siesta; zamarrearlo. Así, con una rebeldía renovada, armó un movimiento. La visibilidad y el activismo por su identidad y el de las disidencias es su bandera, con las que el público la ubicó como referente del feminismo y de la comunidad LGBT. Ahora, el rock es de las pibas.
Su disco anterior, “Prender un Fuego” (2021) le mereció un Gardel de Oro al Álbum del Año, y la ubicó como una de las artistas más importantes de la nueva generación de músicos argentinos, y una figura clave para el nuevo rock nacional. Lo mejor de todo, es que apenas estaba comenzando.
Estuve haciendo investigaciones sobre esto; la única persona que no es hombre que ha ganado este premio fue Mercedes Sosa, hace 19 años. Hoy lo gana una lesbiana.
Es poderoso el amor de las canciones de Marilina, y lo mismo puede decirse de su público. Mil veces gritaron su nombre y toda frase alentadora que uno pueda imaginar, desde “¡dale que sí!” hasta “¡sexo!”. Nada se inteprone en la luna de miel de las fanáticas con su ídola, quienes salían del espectáculo más enamoradas que nunca.
Mojigata, a diferencia de sus antecesoras, es mucho más rock y menos indie y pop. Lo que fue un rock alternativo potente y melancólico, hoy es un disco más energético y reivindicativo. Eso no descarta las conversaciones entre sus discos, lo cual demuestra un proceso creativo minucioso y de crecimiento. Los temas más arriba de Prender un Fuego, como “Fumar de día”, “Tito Volvé” o “Correte” parecen una precuela de ésta última entrega, la cual también referencia a su antecesora en “Vivo Pensando en Ayer” y “Amuleto”.
La nueva entrega de Marilina es un disco como corresponde, de esos que entre las estrofas simples pero poderosas que se graban en la memoria, se esconde un mensaje, un hilo conductor que le da coherencia al proyecto. Una obra integral, que evita ese formato reciente del disco como una playlist de singles.
La noche del 19 de junio, Bertoldi alzó una guitarra eléctrica y la estrelló contra el piso, haciendo retumbar el estadio Luna Park. El recital fue una recorrida de su carrera de punta a punta, con un gesto a Shakira con un cover de “Inevitable”. Sobre el final, salpicó a la tribuna de rojo, al desplomarse con el cuello cortado, para luego ser alzada por su baterista, como una escultura renacentista. Luego de cometer el crimen, declaró en sus redes: “Muere rock muere”.
Marilina coincidía con la frase “el rock ha muerto”, y si había alguien en desacuerdo antes de ese Luna Park, se aseguró que todos estén en la misma página, para dar lugar a su resurrección. Este sábado 20 de agosto, los fieles a su palabra se congregaron en el Centro Cultural de San Isidro, donde tocó a las 19 y a las 21:30. Fue la antesala de su gira que en diciembre la llevará a tocar en Madrid y Barcelona.
Como es de costumbre en esta etapa, arrancó con “Es Poderoso”, mientras la tribuna se paraba de sus asientos y bajaba por los pasillos, para tener a Marilina a apenas centímetros.
El cancionero continuó en el orden cronológico de Mojigata hasta “Claro Ma”, cuando volvió en el tiempo a Prender un Fuego. Sonaron “O No?”, “La Casa de A” y “Correte” entre otros, que ya son himnos de la artista. Uno de los mejores momentos de la noche fue cuando tocó “Racat”, su single de 2018: para esto, alternó entre dos micrófonos, el propio y otro conectado a un tablero, haciendo un juego de voces y gritos.
Si el Luna Park fue la gran fiesta masiva, donde era difícil mantenerse parado pero había que saltar, lo de San Isidro fue una reunión en casa. Menos gente, todos cómodos pero con las ganas de siempre. Cuando la visita tiene sueño, se va, pero ansiosa por la próxima juntada, o de esa fiesta para tirar la casa por la ventana.
LC
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