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La guerra comercial

El asesor económico de Trump detalla los argumentos victimistas de EEUU para poner los aranceles

Steve Miran, asesor económico de la Casa Blanca con el presidente Donald Trump.

Daniel Yebra

9 de abril de 2025 07:42 h

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Las políticas arancelarias de Donald Trump son “injustificadas y arbitrarias” y provocaron “el mayor shock comercial de la historia, o al menos de los últimos cien años”, lamentó este martes el ministro de Economía, Comercio y Empresa de España, Carlos Cuerpo, en la rueda posterior al Consejo de Ministros del Gobierno que conduce Pedro Sánchez que aprobó el primer plan de choque de aquel país para la guerra comercial escalada por Estados Unidos. Esta visión es prácticamente unánime en la Unión Europea (UE). Instituciones y expertos del viejo continente no dan crédito al argumentario victimista construido al otro lado del Atlántico. Allí, el equipo de Donald Trump lo defiende con aplomo.

Este lunes, Steve Miran, presidente del Consejo de Asesores Económicos (CEA, por sus siglas en inglés) de la Casa Blanca, expuso en un discurso que la potencia norteamericana provee “bienes públicos globales” al resto del mundo, como la seguridad o como activos refugios como el dólar y los bonos de su deuda pública. En otras palabras, el principal asesor económico de Trump señala que Estados Unidos “ha creado la mayor era de paz jamás conocida por la humanidad” y destaca que “ha hecho posible el sistema comercial y financiero global que ha respaldado la mayor era de prosperidad jamás conocida por la humanidad”.

Con esta rotundidad, y si no se cuestionan las afirmaciones sobre “la paz” y “la prosperidad”, cualquiera podría entender que la primera potencia mundial merece cobrarse tales esfuerzos. “Ambos son costosos de proporcionar”, añade Steve Miran, quien, antes de ser puesto al frente del CEA por el nuevo presidente de Estados Unidos, se dedicaba a gestionar fondos de inversión. Es decir, a especular en los mercados financieros.

“En defensa, nuestros hombres y mujeres en uniforme asumen riesgos heroicos para hacer de nuestra nación y del mundo un lugar más seguro, preservando nuestras libertades generación tras generación. Y gravamos con impuestos exorbitantes a los estadounidenses trabajadores para financiar la seguridad global”, resalta.

“En el ámbito financiero, la función de reserva del dólar ha causado distorsiones monetarias persistentes y ha contribuido, junto con las barreras comerciales injustas de otros países, a déficits comerciales insostenibles. Estos déficits comerciales [el mundo le vende mucho más de lo que le compra a Estados Unidos] han diezmado nuestro sector manufacturero y a muchas familias de la clase trabajadora y sus comunidades, facilitando el comercio entre personas no estadounidenses”, incide.

“El presidente Trump ha dejado claro que ya no tolerará que otras naciones se aprovechen de nuestra sangre, sudor y lágrimas, ya sea en seguridad nacional o en comercio”, asevera. “En sus primeros cien días, la Administración Trump ya ha actuado con firmeza para reorientar nuestras relaciones comerciales y de defensa para brindar a los estadounidenses una situación más justa. El presidente ha prometido reconstruir nuestra base industrial deteriorada y promover términos comerciales que prioricen a los trabajadores y las empresas estadounidenses”, remata.

La conclusión parece sencilla de comprender: “Si otras naciones quieren beneficiarse del paraguas geopolítico y financiero estadounidense, deben hacer su parte y pagar la parte que les corresponde. Los costes no pueden ser asumidos únicamente por los estadounidenses comunes, que ya han aportado tanto”.

Sobre este argumentario se asienta la imposición de aranceles al resto del mundo, aunque la fórmula para calcularlos para cada país haya sido criticada por una mayoría de expertos y académicos, al ser identificada como una fórmula “burda” y “arbitraria”, según se explica en esta información. El cálculo citó algunos 'paper' académicos, entre ellos uno que firma el economista catalán Pau S. Pujolas, que trabaja en la McMaster University de Canadá, y que Steve Miran vuelve a referenciar en su discurso de este lunes.

El economista de cabecera de la Casa Blanca dice que “el reparto de cargas” puede adoptar muchas formas. “Otros países pueden aceptar aranceles sobre sus exportaciones a Estados Unidos sin represalias, lo que genera ingresos para el Tesoro estadounidense destinados a financiar la provisión de bienes públicos”, arranca.

Bajadas de impuestos en Estados Unidos

“Uno de los objetivos que pretende el presidente Trump es generar ingresos gracias a la elevación de los aranceles, ensanchando el espacio fiscal para proceder a un recorte de impuestos de hasta cinco billones de dólares”, apuntó un informe del centro de análisis Funcas de la semana pasada. “El objetivo último es hacer una devaluación fiscal”, coincide Pau S. Pujolas, en declaraciones a elDiario.es. Una devaluación fiscal “a través de aranceles y no de impuestos”. Aunque para este experto, es muy difícil que los números cuadren. “Estados Unidos tiene que reducir su déficit [gasta más de lo que ingresa], y aunque los aranceles aumenten los ingresos, no hay mucho margen para bajar impuestos”, comenta.

“En 2018-2019, China cargó con el coste de los aranceles históricos del presidente Trump mediante una moneda más débil, lo que significó que sus ciudadanos se empobrecieron y perdieron poder adquisitivo a nivel mundial. Los ingresos arancelarios, pagados por China, se utilizaron para financiar las reducciones de impuestos del presidente Trump a los trabajadores y empresas estadounidenses. En esta ocasión, los aranceles contribuirán a financiar tanto las reducciones de impuestos como la reducción del déficit”, dice el presidente del CEA de Estados Unidos.

“La mayoría de los economistas y algunos inversores descartan [los aranceles] por considerarlos contraproducentes en el mejor de los casos y devastadoramente dañinos en el peor. Se equivocan”, considera Steve Miran.

“La nueva era dorada del presidente Trump”

“Los países con grandes superávits comerciales [le venden más a Estados Unidos de lo que le compran] son bastante inflexibles: no pueden encontrar otras fuentes de demanda que sustituyan a la estadounidense. En cambio, no les queda más remedio que exportar, y Estados Unidos es el mayor mercado de consumo del mundo. En cambio, Estados Unidos cuenta con numerosas opciones de sustitución: podemos fabricar productos en casa o podemos comprar a países que nos tratan de forma justa, en lugar de a países que se aprovechan de nosotros. Esta diferencia de influencia significa que otros países acaban soportando el coste de los aranceles”, reflexiona el asesor de la Casa Blanca.

En esta teoría, “la reducción de impuestos para los estadounidenses, financiada en parte con ingresos provenientes del extranjero, generará un crecimiento económico, dinamismo y oportunidades sin precedentes para nuestro país, marcando el comienzo de la nueva era dorada del presidente Trump. La reducción del déficit contribuirá a bajar los tipos del Tesoro, y con ellas el precio de las hipotecas y de las tarjetas de crédito al consumo, lo que impulsará un auge económico”.

El asesor Steve Miran prosigue con “formas” más básicas, incluso, “de adoptar el reparto de cargas”. El resto de países “pueden poner fin a prácticas comerciales injustas y perjudiciales abriendo sus mercados y comprando más a Estados Unidos”. En tercer lugar, “pueden aumentar el gasto de defensa”. En cuarto, “pueden invertir e instalar fábricas en Estados Unidos”. Por último, “podrían simplemente emitir cheques al Tesoro que nos ayuden a financiar bienes públicos globales”.

Amenaza de recesión

Sobre los productores locales, Pau S. Pujolas comenta que, con los aranceles, “algunos ganan, puesto que pueden vender lo mismo a un precio más alto, e incluso venden un poco más”. Sin embargo, el economista de la McMaster University de Canadá opina que, en el corto plazo, es una política que daña al consumidor. “Si su compra de productos locales se debe a los aranceles y la propaganda, está siendo víctima de una política económica que le empobrece”, avisa.

Realmente el problema de fondo es que los planes de producción ya están cambiando y eso va a conllevar despidos y una recesión“, lamenta. En definitiva, la guerra comercial total ”son malas noticias“ que rompen con las cadenas de suministro globales que han garantizado mucho empleo y una gran oferta de productos y servicios, que ahora va a menguar. ”Los aranceles le impiden a usted, consumidor, comprar lo que desearía a precios razonables, haciéndole prisionero de productos (locales) caros y de baja calidad“, remata este experto.

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