Proyecciones 2025: sigue la Argentina bullish, pero con preguntas sobre el sostenimiento del plan económico
Carlos Maslatón incorporó al vocabulario popular un término muy propio de los mercados financieros: la Argentina “bullish”, alcista, optimista sobre el futuro de un instrumento financiero, o un país. Un término que refleja los últimos resultados del informe LatinFocus Consensus Forecast que reúne las proyecciones de más de 50 consultoras y bancos privados de Argentina y el exterior. Al correrse de los números, analistas económicos explican el “detrás de escena” de este fenómeno, y, sobre todo, sus alertas con el atraso cambiario como protagonista.
Las principales consultoras, think tanks y bancos de la city –entre los que participan desde ABECEB, EcoGo, Ecolatina, Empiria, Fiel, el centro de estudios de la UIA, hasta Moody’s, el FMI y el Banco Mundial pasando por bancos como el Galicia, Supervielle, BBVA– son optimistas con los números de la economía Argentina para 2025: crecimiento del PBI al 4% (frente una caída estimada de 3% para 2024, según el REM), inflación anual de 50% (contra el 118,9% proyectado para este año), un dólar mayorista oficial de $1.403 y un blue de $1.406 para fines de 2024 (hoy cotizan $1.023 y $1.190, respectivamente). Las proyecciones de todas las variables vienen mejorando en los últimos meses: en el informe de noviembre la proyección para finales de 2025 era de -4,2% para el PBI, 55,6% de inflación y $1.541 para el dólar oficial y $1.646 para el blue.
El informe no hace proyecciones de pobreza e indigencia, pero sí de desempleo y consumo: para el año que viene, el desempleo llegará a 7,7% y el consumo recuperará 3,5% de acuerdo a las consultoras. Para 2026, estiman una economía que sigue creciendo, a 3,5%, inflación que baja a 28,1% y un dólar mayorista oficial a $1.770.
Un pleno al dólar
“En términos macroeconómicos, la alerta principal es el atraso cambiario, porque es lo que va a definir si el proceso de desinflación sigue su curso o se interrumpe, así como también si la recuperación todavía incipiente que se está dando en los ingresos y en el nivel de actividad también sigue su curso o no”, sintetiza ante la consulta de elDiarioAR el director de Economía de Fundar, Guido Zack, que asegura que, más allá de las proyecciones, “el verdadero desafío vendrá cuando decidan salir del cepo, si están los dólares para ello y la sostenibilidad más a mediano plazo con grandes vencimientos de deuda”.
El director de Epyca consultores, Martín Kalos, analiza los riesgos políticos y económicos de la apreciación cambiaria: “Cuando el atraso cambiario se hace tan grande que se entiende que va a haber que corregir el tipo de cambio, y la pregunta pasa a ser cuándo y cuánto, empiezan las especulaciones que juegan en contra del proceso de estabilización que quiere lograr Milei. Cómo se manejan esas expectativas de devaluación, la de salida del cepo y cómo se maneja, en definitiva, la política cambiaria es el gran riesgo macroeconómico del Gobierno”.
En términos políticos, la apreciación cambiaria “juega en contra de la producción nacional y, por tanto, puede generar un problema para la sostenibilidad de las pymes, fuente importante de puestos de trabajo”, explica. “Esto puede generar un problema en términos de empleo, quizás no tanto en cantidad pero sí en calidad. Quien pierde su laburo en una fábrica o comercio no necesariamente pasa a ser desempleado, sino que quizás sale a hacer una changa, a repartir en bici y, con eso, formalmente no está desempleada sino que tiene realmente ingresos disminuidos y mucho menos derechos laborales. La precarización laboral, el mantenimiento de altas tasas de pobreza e indigencia y una desigualdad económica acrecentada, genera un riesgo más político de perder apoyo a las políticas que viene planteando el gobierno”.
Por su parte la economista de Paridad en la Macro Laura Testa asegura que el gobierno “va a intentar sostener este nivel de estabilidad económica –tipo de cambio e inflación–, de mínima, hasta las elecciones, porque es lo que hoy en día está pudiendo afianzarlos políticamente”. Para que eso suceda “no se pueden obviar cuestiones de la estructura económica argentina, sobre todo en relación al crecimiento o a la sostenibilidad de la industria, una gran demandadora de dólares. Este año ha caído mucho y eso hace que las exportaciones compensen las pocas importaciones que tenés, tuviste un giro de organismos multilaterales que te ayudó un poco, tuviste el blanqueo que te ayudó bastante y el año que viene van a necesitar dólares para poder sostener esto porque si no van a tener que devaluar, se quedan sin dólares y si devalúan la Argentina ya ha demostrado muchas veces que eso se traslada a precios”.
Por qué creceríamos
Al ser consultados sobre qué es lo que podría ayudar a llegar a ese 3,8% de crecimiento proyectado, Guido Zack explica que “el driver de crecimiento en Argentina suelen ser los salarios. Desde las últimas décadas no ha sido una economía que crezca ni por exportaciones ni por inversión, con lo cual siempre cuando crece lo hace por consumo y para eso los ingresos son fundamentales. Si el tipo de cambio se puede sostener con un crawl al 2% que está ahora o incluso bajándolo al 1%, la inflación va a seguir bajando y los ingresos se van a seguir recuperando y la economía el año que viene va a crecer. Como el año pasado fue malo, es posible que la economía crezca fuerte”, se anima.
“Los drivers del crecimiento el año que viene, van a ser los sectores con mayor potencialidad exportadora como el agro, la minería, y la energía. Lo que pasa es que son sectores que pesan poco en el PBI, y no son mano de obra intensivos, con lo cual tienen poco impacto en el mercado interno, en el aumento de la demanda. Los sectores mano de obra intensivos con impacto en el mercado interno que son industria, comercio y construcción, van a tener poca sobrevida en el 2025”, relativiza las proyecciones Haroldo Montagu, el ex viceministro de Economía bajo la gestión de Martín Guzmán y actual economista-jefe de Vectorial, “que la economía no crezca a una tasa tan elevada tiene una ventaja, que es que no va a colisionar con necesidad de dólares por importaciones y todo lo que ocurre cuando la economía crece”, asegura.
Kalos coincide con que el crecimiento en 2025 estará principalmente impulsado un potencial aumento en las exportaciones hidrocarburíferas, mineras y el agro, aunque también destaca que el consumo público seguirá deprimido debido al ajuste fiscal y el privado, impulsor del 60% del PBI, crecerá de manera heterogénea con sectores dinámicos pero también un aumento del endeudamiento familiar, evidenciado en el uso creciente de tarjetas de crédito, lo que permitirá cierto sostén del consumo masivo.
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