Valen Bonetto y la honestidad del otro folklore
El lanzamiento de su primer disco Otrx coincidió con el inicio de la pandemia de coronavirus. Así que todo lo que Valen Bonetto había soñado para esa presentación se truncó. Pero este cordobés de 27 años no se dejó amedrentar. Como muchos otros artistas, se propuso buscarle los aspectos positivos al encierro y así logró conectar con más público y con otros artistas, publicó un segundo disco, Otrx II, y participó de la creación del primer cancionero trans-travesti-no binario de la Argentina.
Tanto trabajó, que salió de la pandemia integrando uno de los grupos que más admira, conduciendo un programa de radio en la Nacional Folklórica y habiendo compuesto unas cuantas canciones nuevas que próximamente se integrarán en un disco.
El cantante, compositor y activista trans -que toca el 9 de marzo en Rondeman Abasto en el marco del festival C3d- se convirtió en una de las figuras emergentes más interesantes de la música de raíz actual. Mixtura sin prejuicios y con desparpajo el folklore con sonidos provenientes del pop o del rock y tiene muy en claro cuál es el mensaje que quiere transmitir y por qué es tan importante “hacer trinchera”.
-¿De dónde te viene la música?
-Soy de un pueblo muy chiquito de Córdoba que se llama Laguna Larga. No conocí a mi abuelo. Falleció cuando mi viejo era muy chico, pero dicen que era un gran cantor de tango. Y mi papá y mi tío desde siempre se dedican a la música. Mi tío es músico profesionalmente. Mi viejo no, pero siempre en casa la banda sonora era él. Lo que se escuchaba en casa, más que discos, era él cantando. Tenía círculos de amigos bailarines, poetas, músicos. Era una costumbre en casa que los fines de semana venía gente a cantar, a compartir, a comer. Y lo que me llevó a hacer música fue la curiosidad. Me daba mucha curiosidad la sensación que producía en mí lo que otros hacían. Y creo que en algún momento me pregunté cuál era la sensación que le producía a la persona que estaba emitiendo ese sonido si a mí, ya de recibirlo, me producía tanta cosa. Ahí empecé a mirar cómo era que se hacía, a copiar los movimientos, y ahí empecé a cantar y a tocar desde re chico. Habré tenido seis. Vino de ahí, de la curiosidad de eso que pasaba ahí, de la risa, del compartir y de la emoción.
-¿Estudiaste música formalmente?
-Más o menos. O sea, estudié canto muchos años y sigo en esa. Me gusta mucho explorar mi voz. Hice el conservatorio. No mucho tiempo pero hice un rato ahí. Siempre mi formación fue más informal. Lo académico en general no me hace sentir muy cómodo. Siempre medio que lo esquivé.
-¿Cuándo te viniste de Córdoba para Buenos Aires?
-En diciembre de 2018. En pleno macrismo.
-Tengo entendido que antes de venir a Buenos Aires no tocabas tanto folklore.
-Hay algo raro de cuando te vas del lugar de dónde sos. Como que se conjugan muchas cosas, porque uno decide irse pero nunca te querés ir del todo. Siempre hice folklore, pero más en el momento de la amistad, no en el del escenario. Era más chico. Después empecé a sentir que en el folklore había una reafirmación de la identidad del lugar de donde provengo. Sentí que hubo una comodidad muy rápida ahí, en el sentido de que había mucha posibilidad de decir cosas. Y eso no sé si es tan habitual. El folklore tiene algo que para mí está buenísimo que es que estructuralmente responde a una danza. Entonces la chacarera tiene una forma. No es fácil empezar a vincularse con eso desde un lugar libre, que una canción salga respondiendo a la forma de una chacarera o a la forma de una zamba. Al menos no me había pasado antes. Y me empezó a pasar que empecé a escribir en ese lenguaje y con esa forma. Y eso me hizo sentir bien.
Cada une elige su mambo y lo atraviesan distintas cosas o es más o menos sensible a ciertas cosas. Y para mí es imposible no tener sensibilidad con la historia de mi colectivo o con la historia política del país
-Fue durante la pandemia cuando más se empezó a difundir tu música, ¿no?
-A muchas personas nos pasó que ese contexto de desconexión y de encierro y de estar tan alejado de compartir cosas con gente nos obligó un poco, y hablo también desde el lugar de la escucha y el espectador, a encontrar una manera de estar en contacto con algo que no fuera la computadora como objeto de trabajo. Mi primer disco salió el día que se declaró la pandemia, una cosa así. Fue re loco eso. Es extraño trabajar mucho en algo y que el cambio de la realidad sea tan abrupto. Porque no es que íbamos a tocar en un lugar y cambiamos la fecha. Fue directamente cambiar nuestra forma de recibir la música, de compartirla, de escucharla, de pensar cómo compartirla. Además el lenguaje del folklore es muy colectivo. Entonces se volvió muy extraño. Creo que el recorrido de las canciones fue largo porque había mucha necesidad de escuchar a alguien diciendo alguna cosa. Fue una coincidencia de cosas que fueron emocionalmente muy fuertes. Un bajón, en un punto. Y, en otro aspecto, nos permitió encontrar otras maneras de vincularnos, salir un poco de la ciudad. Internet permite eso, ¿no? Ir hacia otros lugares medio infinitamente. Fue una serie de eventos desafortunados que terminaron en algo que fue positivo. No sé cuál hubiese sido el recorrido (del disco) si no hubiese sido así.
-Además de músico te definís también como activista y tus canciones siempre tienen un mensaje político
-Para mí es imposible pensar al arte como desligado de lo político, de la participación y el tránsito por los procesos sociales. Sé que esto es algo muy personal. Entiendo que cuando no se dice nada también se está tomando una decisión y no comulgo con eso en particular. Me parece que hay una responsabilidad en lo que decimos. Por más que el interlocutor sea una persona o mil o un millón. No importa. Hay una responsabilidad en lo que decimos y para mí fue re importante darme cuenta de que eso era así. Además yo transité mi adolescencia con Cristina (Fernández de Kirchner) e independientemente de lo que cada une piense específicamente de su hacer político nuestra adolescencia fue una adolescencia muy politizada. Tuvimos gran espacio de discusión, la reivindicación de la lucha por los derechos humanos, la ley de medios, la ley del matrimonio igualitario, la ley de identidad de género. Fue una adolescencia políticamente muy activa. Entonces para mí es prácticamente imposible pensarme ajeno a los procesos políticos. Y entiendo que hacer música es mi identidad y entonces se vuelve inevitable que yo hable de estas cosas. Además soy una persona trans. Entonces es como doblemente, ¿no? Es mi responsabilidad asumir ese rol conmigo mismo. Es la honestidad que para mí necesita la música para hacerse. Cada une elige su mambo y lo atraviesan distintas cosas o es más sensible o menos sensible a ciertas cosas. Y para mí es imposible no tener sensibilidad con la historia de mi colectivo o con la historia política del país.
-En cuanto al público, ¿a dónde creés que estás llegando? ¿Te topaste con esa parte más conservadora del público de folklore?
-Me parece que se diversificó mucho todo. Por lo menos en nuestra propuesta hay una gran diversidad. Siento que lo que nos moviliza a juntarnos es otra cosa. Es encontrar esa trinchera en la que hay gente que está pensando el mismo mundo que nosotres. Hemos tocado en la Dilda, en Ladran Sancho, con Los Traviesos, que es una banda de punk, y con Melanie Williams, y esos tres proyectos conviven sin ningún problema porque el público está yendo a buscar otra cosa. Por supuesto que después la gente viene más o menos porque tiene más o menos cercanía con lo que hacés, pero hay algo de la búsqueda que tiene ver más con el hacer trinchera y con compartir otra cosa, que hacemos a través de la música nosotros en particular, pero en sí mismo es discursivo. Es la propuesta. No me tocó a mí que venga un rancio del folklore a decirme algo. Quizá pase en algún momento. No me importa. No estoy yendo hacia ese lugar. No me interesa. Si vienen, joya, buenísimo. Pero a mí no me interesa particularmente ir a esos lugares. Porque me interesan otras construcciones. Mucho más que el aplauso me interesa saber quiénes están, mirarlos a la cara, compartir otra cosa.
-Contame un poco del proyecto Brotecitos -Nuestrans Canciones, que ahora se presenta en un recital en el CCK
-Ya había salido un audiovisual, porque el proyecto se desarrolló en pandemia y por eso nunca lo pudimos tocar en vivo. Pero el domingo (5 de marzo) hacemos en la Ballena el cancionero en vivo (como parte de la programación de “Nosotras movemos el mundo”). Nuestrans Canciones es un proyecto de Susy Shock y de Javiera Luna Fantín con canciones que apuntan a las infancias. Era un taller. En ese primer momento éramos 20 personas travesti-trans de todo el país. La pandemia permitió la federalización del proyecto. Diez personas estábamos tomando el taller con Javi de hacer canciones y diez personas, con Susy de escritura. Después hicieron como un alcoyana-alcoyana y juntaron a un poeta con un músique y de ahí salieron estas diez canciones. Mi canción se llama 'Brotecitos' y así se llama el cancionero también. La letra es de Morena García, que es una compañera travesti de Rosario. Es una canción litoraleña, una canción de cuna, pero que no tiene una estructura. Y no cambié nada de la letra de la More. Fue un re desafío hacer eso, porque métricamente, en la melodía, hubo que hacer unos chinos para que entre y eso fue un proceso re lindo de hacer: dialogar con la voz de alguien que además yo no conocía en un texto y lograr que eso quede exactamente como la persona lo pensó.
Siento que lo que nos moviliza a juntarnos es otra cosa. Es encontrar esa trinchera en la que hay gente que está pensando el mismo mundo que nosotres
-Y se llama 'Brotecitos, otro será el cantar' el programa de radio que hacés con Ferni de Gyldenfeldt y Susy Shock. ¿Sigue este año?
-Sigue (los miércoles de 19 a 20). La propuesta vino de Mavi Díaz, la directora de la Folklórica. Quería hacer un programa transfeminista de folklore y nos llamó a los tres y nos propuso el año pasado hacer una hora de programa. Nosotres medio que fuimos a intentar entender cómo nos vinculamos nosotres con el folklore. Es un programa de mucha reflexión y autopregunta. De reflexionar sobre qué es el folklore, cuáles son las canciones que nos constituyen y que nos vienen haciendo quiénes somos y de dónde sacamos el backup de las cosas que hacemos ahora. Y de mucha investigación. No solo sobre el folklore argentino, sino sobre el folklore latinoamericano y el folklore de otros países. ¿Qué es el folklore? Es una traducción de un saber. Y eso es tan amplio y a veces queda reducido a una forma medio conservadora de leerlo. En algún momento fue una forma del Estado de afirmar una identidad y después se fue quedando en algunos momentos medio estanco y nosotres vinimos un poco a incomodar a cierta gente.
-¿Cómo será la nueva temporada?
-El programa ahora es de dos horas. La nueva temporada empezó este miércoles. Arrancamos con otra propuesta. Nuestra idea siempre es dialogar con la comunidad. Si bien el año pasado vinieron un montón de musiques a charlar y contar sus experiencias, la idea este año es poder amplificar eso. Dialogar con espacios, con otra gente, no solamente con músiques. Con activistas, con gente que transita la autogestión o que nos acompaña hace un montón de tiempo por más que no sean músiques: mánagers, productores, gestores culturales, etc. Es un poco desarmar esa idea de que el folklore es estático, como de oro, que no se puede romper. El otro día escuchábamos a Hilda Lizarazu y pensábamos: 'che, si Hilda no es parte de nuestro folklore, la voz de Hilda como parte de nuestra historicidad, le estamos como pifiando'. Es mucho más que una chacarera, una zamba y un bombo legüero, que está buenísimo, pero es mucho más profundo. Se están diciendo un montón de otras cosas que por ahí quedan afuera sobre todo de los medios hegemónicos y de todo lo que es el mainstream. Y venir a proponer eso en un horario medio central en la radio pública es una responsabilidad también.
-¿Cuáles son tus referentes?
-Mi viejo, obvio. Y -también es obvio- Mercedes (Sosa), que ha sido una persona que conmueve a cualquiera. Pero a mí me pasaron muchas cosas cuando era adolescente y conocí a Lula Bertoldi (de la banda Eruca Sativa). Con el tiempo nos conocimos más y nos hicimos amigues. La aparición de Lula y Brenda Martin en la escena del rock pero sobre todo en la vida de un pibe de un pueblo de 7.000 habitantes en donde no pasa nada fue fuerte. Fue como: 'ah, acá hay una posibilidad de hacer algo'. Después vino la explosión del feminismo, el Ni Una Menos y blablabla. Y apareció Susy (Shock) en mi vida. Apareció Duratierra. Y mis amigues. Mis grandes referentes son mis amigues. Hay algo de habernos elegido para transitar la vida en un formato de familia medio distinto que para mí además se vuelve muy flashero. Porque, por ejemplo, tocar con Tute (Lautaro Matute), que es mi amigo, es alucinante. Es una persona a quien admiro un montón. Es increíble. Tengo la suerte de que las personas que más admiro en la vida sean mis amigues y que estén cerca y que elijan estar conmigo.
-¿Y cómo llegasta a integrar Duratierra?
-Fue fuerte. Fue un flash. Una de las cosas por las que me vine a vivir a Buenos Aires fue para poder estudiar con Mica (Micaela Vita). De pronto un día me sonó el teléfono y Mica me dijo: 'che, no sé qué te parece, capaz que no, pero tenemos ganas de que entres a Dura'. No lo podía creer. ¿Vos en serio estás pensando que yo te voy a decir que no? Nos hicimos muy amigues también con elles en 2019. Empezamos a compartir mucho. Así como Eruca a los 14, Dura a los 17, 18, me cambio mucho la perspectiva de pensar la música. Porque ahí encontré esta idea de que el folklore era otra cosa y que había otro folklore para escuchar y que había otras voces. Y que había otra gente haciendo desde la música esto de proponer un mundo. Duratierra para mí propone una forma de mirar el mundo que justo coincide con la que a mí me conmueve. Entonces de pronto ser parte de eso que fue lo que me logró ubicar en algún lugar, me orientó. Es como el sueño del pibe. De pronto me llamó Paul McCartney (risas). Así que fue un flash. Crear con ese grupo de personas es una de las cosas más alucinantes que me pasó en la vida. Es parte de eso que te decía, que tengo cerca a las personas que más admiro. Juan Saraco para mí es el mejor compositor del país hoy. Y de pronto estamos trabajando juntos, construyendo algo juntos. Y eso es un flash. (El 2 de abril se presenta el disco nuevo de Duratierra en el Konex)
-¿Qué proyectos tenés para este año?
-Tenemos un par de cosas craneadas para que salgan. Queremos grabar un disco nuevo. Y queremos tocar fuera de Capital. Queremos ir al interior. Tenemos muchas ganas de empezar a salir un poco más y de tocar afuera. Es lo único que quiero hacer en la vida: tocar todo lo que pueda.
-¿Cómo va a ser el show del 9 de marzo?
-Es el primero que hacemos con la banda completa (Matute en guitarra, Lucas Bianco en bajo y Martín Beckerman en percusión) en Capital este año. Vamos a tocar canciones nuevas. Tenemos toda una selección de canciones nuevas para tocar, que a mí me da mucha ansiedad porque las veníamos laburando para presentarlas el año pasado y tuvimos que cancelar la fecha. Siento que va a ser un show especial porque hace mucho que no tocamos en cuarteto. Y tenemos muchas ganas. Va a ser un lindo reencuentro.
“Raíces” fue un programa radial dedicado a la música de raíz de Argentina y Latinoamérica que la periodista entrerriana Blanca Rébori condujo durante más de 30 años en diferentes emisoras. Titulamos esta columna con ese nombre en homenaje a su labor.
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