Los gazatíes están al borde de la hambruna por la ofensiva israelí mientras EEUU se resiste a apoyar un “alto el fuego inmediato”
Uno de cada seis niños menores de 2 años sufre desnutrición aguda en el norte de Gaza. En toda la Franja, el 90% de los niños menores de 2 años y el 95% de las mujeres embarazadas y lactantes se enfrentan a una pobreza alimentaria grave. El 64% de los hogares gazatíes hacen solo una comida al día y más del 95% han restringido la cantidad de alimentos destinada a los adultos para garantizar comida para los niños pequeños.
Todos estos datos, que pueden parecen fríos porcentajes, reflejan una realidad cada vez más innegable y respecto a la que llevan semanas advirtiendo las agencias de la ONU y otras organizaciones humanitarias: los palestinos de Gaza están al borde de la hambruna, después de cuatro meses y medio de guerra, y de un férreo bloqueo impuesto por Israel.
“Llevamos semanas advirtiendo de que la Franja de Gaza está al borde de una crisis nutricional. Si el conflicto no termina ahora, la nutrición de los niños y niñas seguirá cayendo en picado, lo que provocará muertes evitables o problemas de salud que afectarán a los niños y niñas de Gaza durante el resto de sus vidas y tendrán posibles consecuencias intergeneracionales”, ha afirmado el director ejecutivo adjunto de Acción Humanitaria de UNICEF, Ted Chaiban.
El norte de Gaza se muere de hambre
El Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) ha publicado los alarmantes resultados de un análisis detallado sobre la situación nutricional en Gaza, que señala un fuerte aumento de la desnutrición entre los niños y niñas y las mujeres embarazadas y lactantes, debido a la escasez de agua potable y alimentos. Los niveles de desnutrición son especialmente altos en la mitad norte del enclave palestino, donde la ayuda humanitaria apenas ha llegado desde principios de año.
Según los exámenes nutricionales realizados en refugios y centros de salud del norte, el 15,6% de los niños menores de 2 años sufre desnutrición aguda y, de ellos, casi el 3% presenta desnutrición aguda grave –que conlleva un mayor riesgo de sufrir complicaciones médicas y muerte, si no reciben tratamiento urgente–. En el sur, los pequeños que sufren desnutrición aguda son el 5%, una cifra que sigue siendo elevada frente al porcentaje anterior a la guerra, cuando el 0,8% de los niños y niñas menores de cinco años sufría desnutrición aguda en Gaza.
El mismo día que se han conocido los datos preocupantes de ese estudio, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha suspendido la distribución de ayuda en el norte de Gaza, “hasta que existan las condiciones que permitan que la distribución [sea] segura”. “La decisión de pausar las entregas en el norte de la Franja de Gaza no ha sido tomada con ligereza, sabemos que conllevará que la situación allí se deteriore aún más y que más personas corran el riesgo de morir de hambre”, ha afirmado en un comunicado el programa de Naciones Unidas.
El PMA ha tomado esta decisión después de que el domingo uno de sus convoyes fue rodeado por una “muchedumbre hambrienta” y las personas intentaron repetidamente subirse a los camiones que transportaban ayuda alimentaria; y en la Ciudad de Gaza, los vehículos recibieron disparos. El lunes, “un segundo convoy rumbo al norte se enfrentó al caos completo y a la violencia, debido al colapso del orden civil”.
Ese panorama dantesco ha sido descrito por Sally Abi Khalil, directora regional para Oriente Medio de Oxfam Intermón, durante una rueda de prensa virtual: “Estamos escuchando noticias de palestinos que tienen que comer comida para animales, de personas que están muriendo de hambre y de madres que no pueden producir leche para dar el pecho”. “El empleo del hambre por parte de Israel como un arma de guerra ha sido muy efectivo”, ha denunciado. “Los palestinos están al borde de la inanición”.
En la misma rueda de prensa, representantes de otras ONG internacionales han expuesto las enormes dificultades con las que se enfrentan para poder introducir ayuda humanitaria en Gaza y, además, los ataques que han sufrido. “Hemos visto un ataque tras otro tras otro contra instalaciones humanitarias en las últimas semanas”, ha afirmado Jeremy Konyndyk, presidente de Refugees International. “También ataques contra panaderías, contra carreteras fundamentales, y todo esto hace prácticamente imposibles las operaciones de las [organizaciones] humanitarias en Gaza”. Además, ha señalado que cuando piden permiso a Israel para moverse con seguridad –sin ser alcanzados por los disparos de su Ejército–, pocas veces se les concede ese permiso, en especial para dirigirse al norte de Gaza.
EEUU sigue evitando pedir un alto el fuego
A pesar de las condiciones dramáticas en la Franja, que cada vez van a peor, Estados Unidos ha vuelto a vetar este martes una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pedía un “alto el fuego humanitario inmediato”, que permitiría la entrada de ayuda a Gaza y su distribución de forma segura, y el alivio del sufrimiento de la población civil, en última instancia. En la Franja han muerto más de 29.000 personas, la mayoría mujeres y niños, según las autoridades locales.
El texto, presentado por Argelia, ha contado con 13 votos a favor, la abstención de Reino Unido y el voto en contra de EEUU, que con su poder de veto ha bloqueado ya tres resoluciones, incluida la de este martes, para detener las hostilidades en Gaza. La embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, ha justificado su voto en contra por el momento en el que se encuentran las negociaciones entre Hamás e Israel, con la mediación de EEUU, Qatar y Egipto. “Cualquier acción que tome este Consejo debe ayudar y no obstaculizar estas delicadas negociaciones”, ha dicho.
“Estamos en un momento crucial y crítico”, ha agregado. “Comprometámonos a hacer esto de la manera correcta en el momento correcto”. Y la manera correcta es la que marcaría su país en una nueva resolución que está redactando, en la que un “alto el fuego temporal” dependería de la puesta en libertad de los alrededor de 130 rehenes que permanecen cautivos en Gaza. El texto también condenaría al grupo palestino Hamás, que el pasado 7 de octubre lanzó un brutal asalto contra comunidades israelíes próximas a la Franja, en el que secuestró a más de 200 personas y mató a unas 1.200.
Por su parte, el embajador de Argelia, Amar Benjama, ha defendido que “este es el momento de [pasar a] la acción y es el momento de la verdad”, después de haber concedido tiempo a los esfuerzos diplomáticos a los que se refería la representante de EEUU. Esas negociaciones –que se han enquistado por el rechazo del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a considerar las demandas de Hamás– han logrado pocos resultados desde principios de año, pero precisamente después de que tuviera lugar la votación en el Consejo de Seguridad en Nueva York, Qatar ha anunciado un pequeño pero simbólico progreso: el grupo islamista ha asegurado a los mediadores qataríes que ha recibido los medicamentos y los ha comenzado a distribuir a los rehenes que están en sus manos, en cumplimiento de un acuerdo alcanzado hace más de un mes, en colaboración con Francia.
“Qatar ha recibido esta confirmación como mediador en el acuerdo, que incluye la entrada de medicinas y de un cargamento de ayuda humanitaria para los civiles en Gaza, especialmente en las áreas más afectadas y dañadas, a cambio de la entrega de medicinas que necesitan los rehenes en la Franja”, ha dicho el Ministerio de Exteriores.
Sin embargo, cualquier cargamento de ayuda humanitaria no es suficiente para paliar las ingentes necesidades de los gazatíes, después de cuatro meses y medio en los que no sólo ha dejado de fluir la asistencia internacional, sino también los bienes comerciales que llegaban a la Franja principalmente desde Israel. La ONU no deja de repetir que los habitantes del territorio palestino no pueden depender sólo de la ayuda humanitaria y es necesario que se reactive el suministro de productos alimentarios, que antes se vendían en los múltiples y muy animados mercados callejeros de Gaza. Además, gran parte de los campos de cultivo han quedado arrasados por los bombardeos y los combates, y los pescadores no pueden salir a faenar en unas aguas donde los buques de guerra israelíes les apuntan.
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