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Medio Oriente

Una tensa reunión y un “mensaje duro”: cómo influyó el regreso de Trump a las negociaciones de alto el fuego en Gaza

Donald Trump y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu en Washington, el 15 de septiembre de 2020.

Peter Beaumont

The Guardian —
17 de enero de 2025 07:31 h

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La llamada telefónica de Steven Witkoff sorprendió a los colaboradores de Benjamín Netanyahu. Era la noche del viernes y el enviado especial de Donald Trump para Oriente Medio estaba llamando desde Doha con el sabbat ya comenzado. Witkoff quería viajar de Qatar a Israel para encontrarse con Netanyahu. Los ayudantes del primer ministro israelí le dijeron que podría hacerlo en cuanto terminara el día de descanso judío, pero el promotor inmobiliario y abogado multimillonario de 67 años lo rechazó, insistiendo bruscamente en que el encuentro tuviera lugar en la mañana del sábado.

Medios israelíes describen aquel encuentro como una “tensa reunión”. Witkoff dejó claro su mensaje: el presidente electo de EEUU insiste en que se llegue a un acuerdo de alto el fuego a cambio de la liberación de rehenes. Trump quiere poner fin a la guerra en Gaza, dijo. Tiene otras cosas que hacer.

“Lo que ocurrió es que Witkoff transmitió un duro mensaje del presidente entrante de Estados Unidos, que exigió inequívocamente la conclusión del acuerdo”, dijo un alto funcionario del gobierno israelí a Channel 14, considerado portavoz de Netanyahu.

El periodista Nadav Eyal resumió esta semana en el periódico Yedioth Ahronoth la situación a la que se enfrentan el primer ministro israelí y sus colaboradores cercanos. “Netanyahu ha entendido de repente cuál es exactamente su posición con relación al nuevo presidente estadounidense. Se han dado cuenta de que Trump habla como quien pronuncia un dictado, y que nunca podrán adelantarlo por la derecha. Una vez más, Trump quiere un acuerdo”.

Witkoff no era el único que buscaba un acuerdo de alto el fuego. Entre los que el fin de semana y a lo largo de esta semana presionaron a Israel y Hamas para llevar a buen puerto las conversaciones figuran el presidente en funciones de EEUU, Joe Biden, su secretario de Estado, Antony Blinken, y altas personalidades de los países del Golfo, Egipto y Turquía. Todos los que han intervenido como mediadores en estas largas negociaciones.

El jefe de los servicios de espionaje de Turquía, İbrahim Kalin, habló el lunes con miembros del máximo órgano ejecutivo de HHamaspara hacer sentir la presión de Ankara.

De repente se abrían a la negociación cuestiones que llevaban meses siendo motivo de fricciones, sobre todo para Netanyahu, que a principios de año se había retirado del acuerdo buscado por él mismo.

Aunque el optimismo por la cercanía de un acuerdo iba en aumento, en los días que siguieron al encuentro entre Witkoff y Netanyahu también hubo momentos de crisis por cuestiones del detalle fino, con afirmaciones sobre maniobras militares y mensajes contradictorios hasta el último momento.

Finalmente, en la tarde del miércoles todo pareció estar listo para un acuerdo inminente, con Gideon Sa'ar, ministro israelí de Asuntos Exteriores, anunciando que volaba de regreso a Israel para votar sobre el acuerdo. Sin embargo, Netanyahu ha retrasado a este viernes la votación del gabinete mientras ambas partes se cruzan acusaciones sobre exigencias de última hora.

El propio Trump se apresuraba a atribuirse el mérito. “Este acuerdo ÉPICO de alto el fuego solo podía haber ocurrido como resultado de nuestra Victoria Histórica en noviembre, que envió a todo el Mundo el mensaje de que mi Administración buscaría la Paz y negociaría acuerdos para garantizar la seguridad de todos los estadounidenses y de nuestros Aliados”, escribió el presidente electo en su red social Truth. “Estoy encantado de que los rehenes estadounidenses e israelíes vuelvan a casa para encontrarse con sus familiares y seres queridos”.

El acuerdo está pensado en tres fases, a partir del marco originalmente diseñado en 2024 por Biden y aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU con la participación de Netanyahu (rápidamente revocada). A cambio de la liberación de cientos de mujeres y niños palestinos encarcelados por Israel, el pacto estipula que 33 rehenes en poder de Hamas sean liberados a lo largo de seis semanas, entre ellos mujeres, niños, ancianos y civiles heridos.

Entre esas 33 personas habría cinco mujeres del ejército israelí. Por cada una de ellas Israel liberaría a 50 prisioneros palestinos, entre los que se incluyen 30 militantes cumpliendo cadena perpetua. Al final de esta primera fase, todos los civiles cautivos por HHamasserían liberados. En el caso de los civiles fallecidos, todos los cuerpos serían entregados.

Pero lo más importante en este acuerdo por un alto el fuego de seis semanas es que abre el camino a nuevas negociaciones para poner fin a la guerra por completo.

No está claro cuántos palestinos desplazados podrán regresar a lo que queda de sus hogares ni cuándo. Tampoco se sabe si el acuerdo implicará el fin completo de la guerra y la retirada total de Gaza por parte de las tropas israelíes, exigencias clave de HHamaspara liberar a los rehenes restantes.

Tal y como ha surgido, y si se mantiene, el acuerdo permite quedar bien a las dos partes. Para Netanyahu, que juró luchar hasta una inalcanzable y mal definida victoria “total”, la prometida liberación de cadáveres y rehenes pertenecientes a la categoría humanitaria de mujeres, niños y enfermos lo deja más cerca del sentir generalizado entre una mayoría de israelíes que consideran prioritario un acuerdo sobre los rehenes.

Las concesiones de Israel sobre su retirada en zonas estratégicas como el corredor de Netzarim, y la aceptación de que los civiles palestinos regresen al norte de Gaza (después de haber sido registrados), deja a HHamasmás cerca de su aspiración más ambiciosa de llegar a un acuerdo general solo cuando se retiren los soldados israelíes y se terminen los combates.

Zonas grises y cuestiones sin resolver

Pero entre medias sigue habiendo muchas zonas grises y cuestiones sin resolver. Una de las preguntas más apremiantes para Netanyahu es por qué no aceptó el acuerdo similar que se había ofrecido ya en mayo de 2024. A los analistas en Israel no se les ha pasado por alto que Netanyahu haya llegado a un acuerdo en el último momento bajo la presión de Trump, desafiando a los miembros de extrema derecha dentro de su coalición de gobierno, incluidos Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich.

“Me pregunto a dónde fueron a parar todos los obstáculos”, escribía Ben Caspit en el diario Ma'ariv. “¿Todas las condiciones? ¿Todos los ridículos razonamientos que lanzó el líder y de los que se hicieron eco sus portavoces? (...) ¿Y qué hay del corredor Philadelphi [en la frontera con Egipto]? Todos los obstáculos que surgían en momentos decisivos de las negociaciones, todas las declaraciones que se hicieron, incluidas varias durante el sabbat, afirmando que Israel nunca se retiraría, nunca se detendría, nunca se rendiría y nunca cedería...”.

No ha sido solo el movimiento de pinza con el que acorralaron a Netanyahu el presidente entrante de EEUU y el saliente. El cambio en las circunstancias políticas del primer ministro israelí también le ha permitido más flexibilidad. Aunque muchos israelíes desplazados del norte del país no hayan podido regresar aún a sus hogares, Netanyahu ha conseguido un respiro y un tema del que hablar gracias al éxito relativo de su ejército en la guerra contra Hezbollah en Líbano y, de manera más general, contra el Eje de Resistencia de Irán.

También ha habido un cambio en la compleja aritmética de derecha y extrema derecha en la coalición de gobierno, especialmente por el retorno en septiembre de su antiguo rival dentro del Likud, Gideon Sa'ar, que con su facción está minando la influencia de la extrema derecha de Ben Gvir. El propio Ben Gvir pareció reconocerlo así cuando se jactó en X de que había sido su partido el que impidió el acuerdo en numerosas ocasiones anteriores.

Se les ha complicado la vida a los que hablan por Netanyahu y antes decían maravillas sobre la determinación del primer ministro israelí y sobre lo amigable que Trump sería con Israel. “La presión que está ejerciendo Trump ahora mismo no es la que Israel esperaba de él”, se quejaba el lunes el comentarista de derechas Jacob Bardugo en el Canal 14 de la televisión israelí. “Presión es la palabra que mejor lo define”.

En otras ocasiones Netanyahu ha usado la amenaza de presiones de la Casa Blanca como una carta blanca que le permitía salirse de rositas. Con todos los riesgos que este acuerdo implica para él, no está del todo claro que esta vez lo vaya a conseguir.

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