Trump califica de “ridícula” la acusación de la columnista E. Jean Carroll por violación
“Ridícula”. Así calificó el expresidente Donald Trump la demanda por violación presentada contra él por la columnista E. Jean Carroll en una declaración grabada reproducida este miércoles antes un jurado de Nueva York.
En la grabación, Trump también dijo no recordar las fechas en las que ha estado casado con sus diferentes esposas y añade que podría averiguarlo. A la pregunta sobre posibles relaciones extramatrimoniales durante las etapas en las que estuvo casado, se le escucha responder: “No lo sé”.
El expresidente no quiso comparecer en persona en el juicio originado por la denuncia de Carroll contra Trump por una supuesta violación en el probador de unos grandes almacenes de Nueva York. Carroll también demandó a Trump por difamación después de que él la acusara de mentir cuando en 2019 hizo público su relato de la supuesta agresión sexual.
El jurado escuchó el fragmento de una grabación de horas con una declaración que Trump había hecho antes de que el caso llegara a los tribunales. En ella, Trump dice que no iba casi nunca a los grandes almacenes Bergdorf Goodman, donde Carroll afirma haber sido violada. En la grabación, el expresidente rechaza airadamente la acusación de agresión a Carroll. “Es la historia más ridícula y repugnante. Es un invento”, dice.
El jurado solo tuvo tiempo de escuchar una parte de la declaración antes de que el juez pusiera fin a la vista. El resto lo escucharán en la vista de este jueves. Joe Tacopina, el abogado de Trump, dijo que la defensa no llamaría a ningún testigo.
El jurado había escuchado antes el testimonio de Natasha Stoynoff, una periodista de la revista People que dice haber sido inmovilizada contra una pared por Trump en Mar-a-Lago, donde la besó a la fuerza. Según la acusación, la agresión ocurrió en 2005 durante una visita de la periodista a la mansión para escribir un artículo sobre el primer aniversario del matrimonio de Trump y Melania.
Stoynoff dijo que intentó apartar a Trump: “Vino hacia mí de nuevo y volví a tratar de quitármelo de encima, me besaba, se apretaba contra mí”. La periodista trataba de gritar, pero no podía. “No pronuncié una palabra, no podía, lo intenté”, dijo.
Trump se apartó cuando el mayordomo entró en la habitación, relató la periodista. Según Stoynoff, Trump habló con ella después y le dijo que el sexo con él sería “el mejor de todos los tiempos”. “Me dijo 'tú sabes que vamos a tener una aventura, ¿verdad que sí?'”, dijo Stoynoff, que se sintió “avergonzada y humillada por la agresión” y pidió a su jefe que no le hiciera escribir más sobre Trump.
El jurado escuchó después la grabación de 2005 que se ha conocido como la cinta de Access Hollywood, donde Trump se jacta de besar y manosear a mujeres sin su consentimiento. “Las mujeres guapas me atraen automáticamente, simplemente empiezo a besarlas, es como un imán, simplemente las beso, ni siquiera espero”, se escucha decir a Trump. “Y cuando eres una celebridad, te dejan hacerlo, puedes hacer cualquier cosa, cogerlas por el coño”.
A primera hora del día, la destacada psicóloga clínica Leslie Lebowitz declaró que el recuerdo de la presunta violación había dejado a Carroll “doblada por el dolor de estómago”. Según Lebowitz, Carroll mostraba algunos síntomas del trastorno por estrés postraumático (TEPT), aunque no todos. “Tiene síntomas que encajan en la definición del TEPT”, dijo Lebowitz.
Lebowitz, que entrevistó a Carroll durante unas 20 horas, dijo que la columnista presentaba síntomas físicos por la supuesta agresión. Entre ellos, “retorcerse en su asiento” al relatar la experiencia de sentir los dedos de Trump en su vagina. Los síntomas empeoraron, según ella, cuando Trump presentó su candidatura a la Casa Blanca y salía en las noticias. Con el tiempo volvieron a atenuarse.
La conclusión de la psicóloga fue que Carroll había sufrido tres tipos de daños. Entre ellos, sufrir “recuerdos invasivos y dolorosos” durante muchos años y subestimarse a sí misma en sus pensamientos y sentimientos.
Pero quizás el efecto más destacado, según Lebowitz, ha sido el “síndrome de evitación” que ha impedido a Carroll tener una vida sentimental. “Tras su encuentro con el señor Trump empezó a cerrarse en presencia de hombres”, dijo Lebowitz. “Evita cualquier cosa que le recuerde a la amenaza”. En palabras de Carroll, dijo la psicóloga, era como una persiana metálica que se había cerrado sobre la fachada de una tienda.
Carroll había dicho antes en el juicio que tras la supuesta agresión, a sus 53 años, no había vuelto a tener relaciones sexuales. “Si me encuentro con un hombre posible, ni siquiera puedo mirarlo y sonreír”, dijo. Lebowitz lo describió como el clásico “comportamiento de evitación”.
Carroll ha dicho en un libro y en público que no es “una víctima”, que está “bien” y que nunca ha “sufrido” como consecuencia de la agresión. Cuando le preguntaron a la psicóloga por esas afirmaciones, Lebowitz explicó que la columnista se presentaba así ante el mundo porque “se identificaba ferozmente con ser fuerte” y como una persona que “sigue adelante”. Admitir públicamente el impacto que le había generado la agresión habría ido en contra de esa identificación, dijo
“Para ella, ser violada significaba ser la víctima, ser estúpida, ser sucia”, dijo Leibowitz. “Durante la mayor parte de los años se culpó a sí misma de la agresión, pensó que ella había hecho algo estúpido”.
En su interrogatorio a Carroll la semana pasada, el abogado de Trump le preguntó por qué no gritó si estaba siendo violada y por qué había dado varias explicaciones diferentes. Carroll dijo que podían haber influido varios factores. “Tanto si grité como si no, yo les digo que me violó”, declaró la semana pasada.
Según el testimonio que Lebowitz dio el miércoles durante el juicio, no es infrecuente que las víctimas de agresiones sexuales permanezcan en silencio mientras son atacadas. El cerebro de Carroll, según la psicóloga, se había llenado de hormonas del estrés que pueden producir un comportamiento inesperado.
Lebowitz puso el ejemplo imaginario de una mujer que “no grita aunque la estén violando en las estanterías de una biblioteca pública, aunque imaginemos que eso es lo que tendría que hacer”. Dijo que las hormonas del estrés también influyen en lo que la gente recuerda de un incidente traumático.
Al ser interrogada por la defensa, Lebowitz aceptó que no había desarrollado ningún test de comportamiento para evaluar si Carroll estaba mintiendo sobre la supuesta agresión. El juicio continúa.
Traducido por Francisco de Zárate
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