En medio de una agenda ambiciosa, internismo y malestar ideológico: el llamado de la selva en Diputados
Alberto Fernández lidiará con un Congreso bipolar hasta el final de su mandato. Este martes debutará la nueva composición de la Cámara de Diputados, tras la derrota oficialista de las legislativas. Sergio Massa, pese al traspié electoral, no pierde su optimismo a prueba de balas. El tigrense deberá pescar 11 voluntades entre lavagnistas, schiarettistas, socialistas y los diputados de Río Negro y Neuquén para alcanzar el quórum de 129. De lo contrario deberá encomendarse al arte de la rosca ante un Juntos por el Cambio con ganas de mostrar los dientes.
Frente a una coalición opositora heterogénea y cargada de su propio internismo, el presidente de la Cámara buscará tener como interlocutores a un grupo de viejos conocidos. Meter una cuña por vía de la familiaridad política, con el objetivo de aislar a los halcones cambiemitas. ¿Con quiénes tratará de dialogar? Entre otros, con María Eugenia Vidal (con quien Massa tuvo un pacto de cogobierno en la provincia de Buenos Aires durante el 2016 y el 2017), más los PRO-peronistas Emilio Monzó y Diego Santilli. Además de ese trío, la Cámara de Diputados sumará figuras de alto perfil a partir de la jura del martes. Por ejemplo, Facundo Manes, Margarita Stolbizer, Martín Tetaz, Ricardo López Murphy, Florencio Randazzo, Myriam Bregman, Nicolás del Caño, Javier Milei y José Luis Espert.
El primer desafío para Massa será la aprobación del presupuesto 2022. Para lograrlo, el Gobierno ya puso en marcha las charlas subterráneas con quienes tienen responsabilidad de gestión. Es decir, los gobernadores, tanto los oficialistas como los opositores. El proyecto del presupuesto forma parte de un paquete estructural, en el que se incluye el plan plurianual (que trazaría metas macroeconómicas para los próximos cinco años) y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Las tres hojas de ruta están interconectadas y deberán pasar por el Congreso.
Si bien el Gobierno pretendía que Martín Guzmán expusiera en Diputados sobre el presupuesto esta semana, los distintos actores del frente todavía le están metiendo mano al texto. A priori, en Juntos por el Cambio se muestran proclives a acompañar en general, aunque con objeciones particulares. “Igual es sarasa. En los últimos diez años, nunca se cumplió. Sirve para discutir políticamente, pero no mucho más. Igual vamos a apoyar en general”, anticipa un diputado opositor curtido.
Ambiciones
La agenda parlamentaria del FdT para diciembre abarca otros ítems ambiciosos: un proyecto de promoción de beneficios para las autopartistas, aprovechando la crisis de Ford en Brasil; un nuevo incentivo al turismo; un blanqueo de dólares autorizado por el Gobierno para apuntalar la construcción inmobiliaria; y la suspensión de la (fallida) ley de alquileres, mientras se trabaje en una nueva norma.
Sobre el final del año, quizás entre Navidad y Año Nuevo, el objetivo de La Rosada es tratar en el Congreso el llamado plan plurianual. Si bien todavía no está definido, se trata de una enumeración en detalle de los deseos macroeconómicos con los que sueña el FdT. ¿Dónde y cómo se pulirá la letra chica de ese texto? Una buena parte de la negociación empezará este lunes en Washington. La realizarán los embajadores del Ministerio de Economía y del Banco Central con el staff de técnicos elegidos por el FMI. Según revela un funcionario, uno de los puntos que ya se está tratando es el del caminito de la austeridad, hasta llegar al déficit cero anhelado por Guzmán. ¿En qué año se alcanzaría ese empate entre recaudación y gastos? ¿Y desde qué nivel de déficit arrancaría esa meta? El Gobierno pretende llegar al cero (preferiblemente por la vía del crecimiento y no la del ajuste) dentro de cinco años. La línea de largada contempla un déficit inicial de 4,5 puntos.
Una vez superada el primer trazo grueso de la negociación con los técnicos del Fondo, llegaría la revisión política. El board del FMI trataría el principio de acuerdo a lo largo de enero. Y recién a fines de febrero o principios de marzo le tocaría tener voz y voto al Congreso argentino. Y en particular, a la oposición. En JxC abundan los motivos para optar por un apoyo al arreglo, desde ideológicos hasta pragmáticos. Tras haber sentado nuevamente al Fondo en la mesa de la toma de decisiones de la Argentina, Mauricio Macri promueve un acuerdo. Y no es el único. “No acordar no es una opción”, coincide el asesor económico del larretismo Hernán Lacunza. En Juntos esperan que se imponga la línea de la austeridad y el ajuste antes del 2023.
El momento de la votación en el Congreso también será una prueba de fuego para la unidad oficialista. En especial, revelará el comportamiento del sector que acumula rencores hacia el giro pro mercado que ensaya Alberto Fernández.
“No tenemos ningún entusiasmo por votar lo que se viene”, se resigna un diputado frentetodista. “Sin tener información sobre la letra chica del plan plurianual y sobre el arreglo con el Fondo, vemos la orientación y no nos gusta. A eso sumale los proyectos de fomento agroindustrial y de hidrocarburos, y se completa el cuadro de incomodidad”, se queja el dirigente. Militante de la tribu cristinista dentro del FdT, el diputado planea seguir tensando la cuerda con el albertismo, hasta recibir el llamado ordenador de una autoridad máxima. Esa convocatoria al orden todavía no llegó.
Virtual empate
A partir del martes próximo, la cámara de Diputados estará prácticamente empatada entre el FdT y JxC. El oficialismo contará con 118 bancas, contra 116 de Juntos. Bajo el paraguas del interbloque cambiemita, la alianza opositora tendrá al menos siete bloques. El PRO punteará con 53 bancas. La UCR sigue al borde de la fractura a raíz de la puja entre el grupo encabezado por el cordobés Mario Negri y el sector integrado por Emiliano Yacobitti, esponsoreado por Martín Lousteau y el mítico Enrique Coti Nosiglia. En caso de no partirse, los radicales alcanzarían 45 diputados. Le seguirá la Coalición Cívica con 11, más las cuatro del espacio de Emilio Monzó, Margarita Stolbizer, Sebastián García de Luca y Domingo Amaya. Y se acoplarán al menos tres monobloques: el de Ricardo López Murphy, más el de una legisladora tucumana y un salteño que responde al liderazgo de Alfredo Olmedo. Ya sea Negri o el macrista Cristian Ritondo el jefe del interbloque de JxC, no será sencillo conducir semejante dispersión.
En el medio de los dos tanques mayoritarios, habrá 23 diputados no alineados que inclinarán la balanza. Se trata de un colectivo completamente heterogéneo en el que convivirán cuatro diputados del Frente de Izquierda con otros cuatro libertarios. Los ocho legisladores de los extremos, a la izquierda y a la derecha, no le facilitarán el trabajo a Sergio Massa. Se trata de Myriam Bregman, Nicolás del Caño, Romina del Plá y el jujeño Alejandro Vilca, más los libertarios Javier Milei y Victoria Villarruel, José Luis Espert y Carolina Píparo.
En una postura más centrista, el Interbloque Federal contará con ocho bancas. Los lavagnistas Alejandro “Topo” Rodríguez y Graciela Camaño (de Consenso Federal) compartirán espacio con los socialistas Enrique Estevez y Mónica Fein (presidenta nacional del PS) y con tres cordobeses que responden al liderazgo del gobernador Juan Schiaretti: Carlos Gutiérrez y los electos Natalia de la Sota e Ignacio García Aresca. El último en sumarse al team federal fue Florencio Randazzo.
El colectivo de los 23 no alineados con el FdT y JxC se completa con un interbloque de cinco recientemente organizado. Lo integran Luis Di Giácomo y el ex ministro de Hacienda de Río Negro Agustín Domingo, ambos de Juntos Somos Río Negro. El referente político de ambos es el ex gobernador y senador Alberto Weretilneck, de buen diálogo con La Rosada. También, los misioneros Flavia Morales y el electo Carlos Fernández, más Rolando Figueroa, del Movimiento Popular Neuquino. Los últimos dos diputados de la zona media son: el líbero riojano Felipe Alvarez, un peronista disidente que entró a la cámara en 2019 como aliado de Cambiemos; y el patagónico Claudio Vidal, de Somos Energía para Renovar Santa Cruz (SER). A Vidal Massa lo cuenta como el voto 119 del espacio oficialista. El presidente de la Cámara además da por hecha la colaboración de otros cinco diputados: los rionegrinos, los dos misioneros y el del MPN neuquino. Uno de ellos le da la razón al optimismo de Massa. “Si me ponés a elegir entre la línea general de Juntos por el Cambio o la del Gobierno, me inclino mucho más por la del Gobierno. Si se imponen los sectores moderados del Frente de Todos, ahí estaremos”, admite. Massa cuenta con esa supremacía centrista. La apuesta implica que habrá perdedores dentro del frente oficialista.
AF
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