Cómo el Festival de la Papa terminó en escándalo: pelea pública, el ajuste a lo Milei y la voz de “ami”
“¿Ami, querés seguir?”. Con esa frase el Festival Nacional de la Papa terminó en escándalo. En la cordobesa Villa Dolores, con 33.346 habitantes, desde el domingo pasado no se habla de otra cosa: la impensada pelea entre el intendente, Maximiliano Rivarola, y dos embajadoras de la 33° edición de la tradicional festividad al tubérculo.
El escándalo estalló cuando minutos antes de entregar sus atributos, la segunda embajadora, Amira Oggas, comenzó a leer una carta contra el gobierno municipal con una fuerte denuncia: “Con todo respeto, debo decir que me arrepiento de haberme involucrado en un mundo irreal. Desde mi vivencia puedo afirmar que la municipalidad no le da al festival la importancia que se merece”, lanzó. Primero le bajaron el volumen, luego el conductor del evento le sacó el micrófono y le pasó la posta a Milagros Bucco, la primera embajadora, que, sin dudarlo, no avaló la censura y le preguntó a Oggas si quería retomar su discurso: “¿Ami, querés seguir?”.
Entre aplausos y abucheos, Oggas continuó. Dijo que “desde el comienzo todo fue complicado”, que el día de la elección no les entregaron “ni un clavel” y que tampoco tuvieron la oportunidad de decir “ni una palabra”. También, que nunca les dieron difusión ni espacio para promover a la ciudad y su festival, y que vivió ocasiones “difíciles”. “En varios momentos no nos proporcionaron ni comida ni bebida y en muchas ocasiones nuestra coordinadora Lara Sánchez tuvo que sacar de su propio bolsillo para cubrir nuestras necesidades básicas. Esto no debería haber pasado en un evento de tal relevancia”, cargó contras las autoridades locales.
La joven, que tiene 18 años y estudia Ingeniería Agronóma y Licenciatura en Comercialización y Marketing en la Universidad de Córdoba, agregó que tampoco pudieron ser verdaderas embajadoras: “Las invitaciones nunca faltaron, pero el contador de la municipalidad no quiso autorizar casi ninguno de los viajes”.
Una vez abajo del escenario hubo llantos, reproches y felicitaciones. Oggas y Bucco se sintieron con la satisfacción de haber hecho lo que sentían correcto: “Era el único momento para hablar y decir la verdad”, le dijeron a elDiarioAR durante una entrevista días después del episodio, pero su decisión tuvo consecuencias. El intendente resolvió que desde el próximo año ya no se elegirán soberanas y con sus argumentos abrió otra discusión: la de los criterios por los que se elige a una persona para representar a una localidad. Habló de belleza.
En un extenso comunicado difundido en sus redes sociales, Rivarola señaló: “Comentarles que en la próxima edición, no elegiremos soberanas del Festival. Estos lugares serán ocupados por alumnos de Villa Dolores que alcancen sus mejores promedios y por jóvenes solidarios; no estamos dispuestos a exponer a nuestros chicos a los estilos tradicionales de elección de una manera tan innecesaria; en donde sólo se contempla la belleza, denostando, en algunos casos, el esfuerzo y la inteligencia”.
También dijo que “si hubo algún tipo de error, se asume y se mejora” a la vez que afirmó: “La obsecuencia y el oportunismo no deben ser la herramienta de nuestro futuro”.
“Cuando nos postulamos nos dijeron que no nos iban a elegir por la belleza, sino por cómo nos desenvolvíamos y ahora salieron a decir que nos eligieron por la belleza”, retrucó enojada Oggas al hablar con elDiarioAR.
La matriz del conflicto fue económica. Desde el inicio hubo desencuentros y desacuerdos entre lo que se prometió y lo que sucedió. Por una estrategia administrativa, en sintonía con las medidas de ajuste que se llevan adelante a nivel nacional, la municipalidad optó por no participar de invitaciones que implicaran demasiado presupuesto. Por el contrario, las soberanas sólo asistían a algunas propuestas regionales, de corta distancia, pero aún así no disponían de viáticos. En el caso de Oggas, al ser estudiante de Córdoba capital —a tres horas de Villa Dolores— tenía dos posibilidades ante cada convocatoria como embajadora: costear sus propios gastos de traslado o desistir. Varias veces tuvo que hacer lo último, lo que también la llevó a un conflicto interno con otros dos embajadores y parte de la coordinación.
Además, para Oggas no se cumplían los objetivos detrás de su rol ni se difundía la producción local. “Nos embolamos porque siempre que íbamos ni siquiera nos mencionaban o decían, al menos, están presente los embajadores. Siempre nos ponían en un pedestal, decían que todo era color de rosa y nada que ver, entonces ¿para qué íbamos? Estábamos sentados, escuchábamos”, contó.
Para ella también se vivían situaciones de destrato, diferentes a las que imaginó cuando por motivación de su mamá y sus ganas de llevar a Villa Dolores al país se embarcó en la postulación. “El intendente ni siquiera sabía quiénes éramos, no nos saludaba. Teníamos que ir, sacarnos una foto y partir para nuestra casa. Creo que eso no es el trabajo de una embajadora”, cuestionó.
Oggas, dijo, tenía expectativas de “mezclarse con el pueblo”, quería “preguntarles cómo la estaban pasando o escucharlos”. “Porque nos enseñaron que éramos la voz del pueblo, pero nos mandan a callar. No tiene sentido”, insistió.
Durante el año pensó en abandonar varias veces, pero continuó. “Mi papá me enseñó que lo que se empieza se termina, y yo terminé”, explicó. Pese a la frustración está conforme con su desempeño. “Las veces que pude poner a Villa Dolores en lo más alto, lo hice”, agregó, aunque confesó: “Nos cansamos”.
Otro de los puntos que para Oggas es irregular tiene que ver con las condiciones de la representación. “Ellos siempre decían que esto es un trabajo, pero no hay contrato de por medio ni nada. Sería hacerlo por amor al arte”, indicó. La molestía en este punto es que, según Oggas, dos de los cuatro embajadores sí tienen un convenio con la municipalidad y se desempeñan bajo otra modalidad. elDiarioAR intentó comunicarse con el intendente por distintos medios, pero no tuvo ninguna respuesta.
MM
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