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La declaración de Cristina Kirchner en el juicio por el intento de asesinato, en frases y video

Cristina Kirchner ingresa a Comodoro Py para declarar como testigo en el juicio por el atentado en su contra.

elDiarioAR

14 de agosto de 2024 10:51 h

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Cristina Kirchner declara este miércoles en los tribunales federales de Comodoro Py en el juicio sobre el intento de magnicidio que sufrió el 1 de septiembre de 2022 y que tiene como acusados a los integrantes de “La banda de los copitos”.

La expresidenta aseguró que “marcaron” su despacho para atacarla, a la vez que dijo que algunos grupos iban a su casa para insultarla. “Marcaron mi despacho para atacarme”, aseveró, a la vez que dijo: “No tenemos ninguna novedad de parte de la Justicia”.

La exvicepresidenta manifestó, además: “Había grupos que venían a mi casa y me insultaban. Las agresiones fueron peor después de la pandemia”.

Estas son las frases más salientes de su declaración:

El clima previo al atentado

  • Después de la pandemia, los episodios de violencia política fueron in crescendo. Recuerdo, por decir algunos, las guillotinas en la Plaza de Mayo, las bolsas mortuorias en la Casa Rosada, o en mi casa de Juncal y Uruguay, donde periódicamente, cada semana o quince días, venía una traffic, una combi, de la cual bajaban señoras y señores un poco más grandes, que ponían marchas militares e insultaban durante un buen rato, y después se iban.
  • Bueno, imposible no recordar la destrucción de mi despacho como vicepresidenta, el día en que se discutía el acuerdo con el FMI. Lo curioso de ese día es que había una gran manifestación, que estaba obviamente en contra de la firma del acuerdo, que se estaba discutiendo en diputados en ese momento. Y era de público y notorio, además, la postura nuestra respecto de ratificar ese acuerdo a punto tal de que el presidente de bloque había renunciado para no tener que votar afirmativamente, con lo cual era clara nuestra postura en contra.
  • Los que fueron a manifestar en contra también apedrearon mi despacho, que además fue marcado, está probado que previamente se lanzaron bombas de pintura para identificar claramente porque fue exactamente en las tres ventanas que corresponden al despacho del vicepresidente de la Nación.
  • Lo curioso, si es que se le puede dar ese adjetivo, es que durante 30 minutos apedrearon, destruyeron el despacho y ni la policía de la Ciudad de Buenos Aires ni la Policía Federal intervinieron. Es más, había un pelotón de policías de la ciudad colocados sobre las calles laterales del Congreso y en ningún momento recibieron la orden o tomaron la decisión de evitar eso.
  • Paralelamente, también se había provocado una suerte de pegatina en la ciudad, unos carteles que decían, con mi rostro, que yo era responsable de 35.000 muertes de la pandemia. Curiosamente eran 5.000 más de los 30.000 detenidos desaparecidos.
  • Había mucha violencia, que curiosamente todos esos grupos, inclusive los que iban a mi casa e insultaban, a partir del atentado, desaparecieron. A partir del atentado de ese primero de septiembre, no fueron nunca más esas personas que, debo decir, eran muy cuidados por la Policía de la Ciudad de Buenos Aires.
  • Se había producido el episodio de las vallas, una mañana, después de aquel histrionismo del fiscal Luciani, que también contribuyó al clima de violencia de una manera que me parece indubitable, porque no fue un alegato en los términos que se prevé en los códigos, las costumbres y cómo debe alegar alguien. Fue directamente una actuación plagada de mentiras, de adjetivaciones, ante la falta de pruebas, mentiras, difamaciones, contribuyendo todo a un clima.
  • Un mes de esa diatriba no se acuerda nadie, porque, claro, había sido preparada pensando que yo iba a ser la candidata a presidenta de la República Argentina y que me iban a tener sentada ahí, acusándome de corrupción. No a mí, al peronismo, además.
  • Cuando desbaraté ese escenario, con Luciani en prime time durante 22 días, que además lo hacía con pantalla partida, de manera tal que él hablaba y estaba la imagen de la puerta de mi casa, insólito, pero de la puerta de mi casa. Esto motivó que cuando finalizara, fuera gente de la gente que siempre iba y que era cuidada por la Policía de la Ciudad de Buenos Aires a insultar y agraviar. Esto motivó también la diatriba del fiscal, que las personas que son militantes, simpatizantes, ciudadanos y ciudadanas que no estaban de acuerdo con lo que había pasado, también se convocaran y con mucha mayor cantidad de gente, multitudes, que día a día crecían.
  • Un día me levanto, yo sentía ruidos a la mañana, un sábado creo que fue, si mal no recuerdo, y sentía como que arrastraban cosas y me levanto y bueno, estaba mi casa acercada por la Policía de la Ciudad, con las famosas vallas, también un acto de violencia que sucedió. Sí, claro, ese era el clima, ese era el clima que se venía antes del atentado.
  • Los vecinos de Recoleta no me querían, ni me quieren. 

Otras instancias de violencia, ya sea verbal o física, a lo largo de su trayectoria

  • Contra mí como presidenta, entre los dos periodos, hubo violencia simbólica, no tan simbólica. Traje algunas cosas porque es bueno recordar, mucha gente se olvida de las cosas, pero algunas tapas de medios nada más, no todas porque sería largo. Desde cuestiones que tenían que ver con mi condición de mujer, porque obviamente nadie puede sentirse mal porque lo critiquen cuando hace política, son las reglas de juego, y además hace a la democracia que un gobernante, a quien no comparte lo que está haciendo, alguien pueda criticarlo.
  • Pero tapas como esta, por ejemplo, “El goce de Cristina”, poco tiene que ver con mi condición de presidenta o de política, sino fundamentalmente de mujer, vía crucis, acá crucificada, crucificada, salvo que quieran decir, bueno, la quisimos comparar con Cristo, no me suena, no me suena. Si quieren tomar esa argumentación, por favor, olvídenla.
  • Y también “El negocio de pegarle a Cristina”, hasta con un ojo negro, miren qué contexto actual, hasta con un ojo negro me sacaron y una curita, el negocio, crisis del despoder, el negocio de pegarle a Cristina, tiene actualidad también, ¿no?
  • Como verán, todo siempre se repite, hasta llegar, por ejemplo, esto en la crisis que tuvimos con las patronales rurales en 2008, el principal caricaturista, un gran caricaturista argentino, me caricaturizó con un ojo negro, un ojo negro, 2008.
  • Me acuerdo que tuve una crítica por eso, porque es curioso, pero en ese momento todos saben que yo no soy feminista, pero las feministas ninguna creyó que me estaban agrediendo por mi condición de mujer. Nunca, nunca, nunca nadie dijo nada sobre esto.
  • Era la primera presidenta electa mujer, sigo siendo la única mujer electa presidenta, sufría estas agresiones en mi condición de mujer, sin embargo, y no es que reclame nada, simplemente marcar.
  • Ninguna de las mujeres periodistas que, si bien no comparten nuestra mirada política, dice que yo me quiero hacer la víctima. No, no, no. No, no es una cuestión de hacerse la víctima. Son datos duros y objetivos.
  • Me acuerdo que en aquella oportunidad, cuando se produjo esa caricatura, yo tuve una crítica muy fuerte, y hasta periodistas, que podemos decir que tienen nuestra misma mirada política, lo defendieron a Sabat.
  • La deconstrucción del machismo en la Argentina y la misoginia no es una cuestión menor, se lo puedo asegurar. 

Sobre Gerardo Milman

  • Milman dijo que ‘cuando la maten, voy a estar camino a la Costa’. Es como un nostradamus contemporáneo.
  • Los celulares de sus secretarias fueron borrados por el director de tecnología informativa del Ministerio de Seguridad que encabeza Patricia Bullrich. Todo tiene que ver con todo.
  • No lo conozco personalmente.

El momento del atentado

  • Saludé como todas las noches a la gente y cuando subo al ascensor con Diego Bermúdez, uno de mis secretarios, me dice ‘¿escuchaste un click? A mí me pareció un click de un arma’. Y después me confirmó que había sido un arma y que había capturado a quien la tenía. Ahí me senté a ver televisión y vi la imagen que recorre el mundo.
  • Decían que parecía que yo vi el arma, pero afortunadamente no la vi.

El miedo

  • La verdad que nunca sentí miedo de sufrir un atentado. Soy una militante que lo hice desde muy joven, y creía que el pacto democrático era donde la vida del otro estaba fuera de toda discusión. Cuando Alfonsín gana, fue con la consigna ‘Somos la vida, somos la paz’. El valor de la vida, a partir de la Guerra de Malvinas, fue algo que marcó muy fuerte a la sociedad argentina.
  • Con la vida no, se ganan o se pierden elecciones, pero la vida del adversario no se ponía en juicio. Bastante ingenuidad la mía, porque debí haber advertido los cambios de época.
  • Tenía miedo a que mataran a mi nieta.

La custodia

  • Yo no manejo la custodia, no les tomo lista. El jefe de mi custodia es el mismo. Actuaron de la manera que actuaron siempre. Cuidándome, con las instrucciones de que no se pusieran en el medio de la gente y yo. No había forma de impedirlo.
  • No sé el número de custodios que tengo. Me sigo acercando a la gente, más allá de que ellos no quieren. Pero el custodio hace lo que el custodiado le dice que haga.

El reclamo final

  • Este es un juicio es contra de los autores materiales y no a los autores intelectuales y financiadores del hecho. Más que un reclamo mío, tiene que ser una deuda que tienen que saldar con la democracia.

IG/MM

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