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Negociación con el FMI: no pagar los próximos vencimientos, una alternativa que crece en el Gobierno

Alberto Fernández volvió a hablar del FMI y de los tiempos en los que la Argentina vivió "ajustes".
26 de enero de 2022 19:57 h

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A 24 horas para el vencimiento de una deuda por 731 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional, el Gobierno sugiere que podría no pagar. El deadline para cancelar esa cuota del préstamo acordado con Mauricio Macri es este jueves a la medianoche. Y si bien el oficialismo apuesta por el silencio público, bajo cuerda apura las negociaciones con funcionarios de Estados Unidos y técnicos del FMI. A su vez desliza off the record que no pagar es una posibilidad concreta. 

¿Se trata de una mera bravata? ¿Una especie de amenaza que esconde la chance de cerrar un acuerdo de forma inminente? Es probable. Pero lo cierto es que la caída de reservas del Banco Central y la disparada de los dólares paralelos adelantaron los tiempos y los nervios dentro del Frente de Todos. Entre este viernes (el pago debería realizarse el jueves a la noche) y el martes próximo, el gobierno debería abonar 1.100 millones de dólares al Fondo.

Hasta fines del año pasado, la fecha clave era el 22 de marzo. En ese momento vencerán US$ 3.200 millones. Un monto prácticamente impagable para el gobierno. Pero ese horizonte límite se adelantó. 

“No sé si estamos cerca o lejos, sí sé que es un tema complejo, hemos heredado un enorme problema de endeudamiento”, opinó el vicejefe de Gabinete de la Nación, Jorge Neme. El segundo del raleado Juan Manzur, sobre el que pesan rumores de renuncia y despido en simultáneo, aseguró en una ronda mediática: “Tengo un concepto político de cómo está avanzando la negociación con el FMI. Creo en la necesidad de que se resuelva favorablemente el tema. Estamos tratando de que sea sin ajustes, para asegurar un sendero de crecimiento”.

Un ministro de Fernández admite, a 24 horas del desenlace, que no pagar es una opción real. ¿Qué implicaría no hacerlo? ¿Es sinónimo de default inmediato? No necesariamente. “La secuencia involucra un período de 24 meses, con etapas bien definidas, tanto en término de acciones y los efectos en la relación”, definió la consultora Quantum, dirigida por el ex secretario de Finanzas Daniel Marx. En concreto, la Argentina entraría en una zona gris de deudor moroso. 

En caso de dar ese paso, el FMI le advertirá al país que debe pagar con urgencia. Y le bloqueará los recursos del Fondo hasta que cancele la deuda. Dos semanas después, la conducción del Fondo se pondría en contacto con el Ministerio de Economía Martín Guzmán. Se trataría de una escalada a cara de perro y por etapas. Un mes después, la directora Kristalina Georgieva debería comunicar oficialmente al directorio del organismo sobre el off side argentino.

Por estas horas, Alberto Fernández, Martín Guzmán, Gustavo Beliz, Santiago Cafiero, Jorge Argüello, Sergio Chodos y Juan Manzur queman sus cartuchos y su influencia sobre el Fondo y el gobierno de Joe Biden. Buscan una mano política salvadora de la administración demócrata. 

A esta altura el punto de discordia principal pasa por el ritmo del ajuste fiscal. El ministro de Economía rechaza un recorte del gasto público que hunda el PBI en 2022 y 2023, como sucedió con el programa del FMI y Macri en 2018 y 2019.

Existe un antecedente de no pago. Se trata del único programa que firmó, antes de cancelar la totalidad de la deuda en 2005, el ex presidente Néstor Kirchner. Fue el 11 septiembre de 2003, tres días después de incurrir en el incumpliento de un pago por USD 2.900 millones. “No vamos a pagar hasta que el Fondo nos dé garantías de que se nos concederá un acuerdo”, afirmaron entonces Kirchner y el ex ministro de Economía Roberto Lavagna.

Pero el contexto político y económico es distinto. Con la economía en alza, sin el actual nivel de inflación y escasez de reservas, Kirchner se plantó por aquellos días desde una posición más firme. Ahora su exjefe de Gabinete encara un deja vu no del todo buscado desde una situación de debilidad. El no pago a su vez tendría una serie de consecuencias de manual en los mercados locales e internacionales. Presionaría sobre el dólar paralelo y, también, endurecería a los sectores más halcones del gobierno de Estados Unidos y del Fondo Monetario.

AF

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