El peronismo estalla con el blanco puesto en Máximo Kirchner
“Esto recién empieza”, anticipa un dirigente del conurbano bonaerense. “Vamos a esperar a Axel”, convoca a la paciencia infinita un intendente de la zona sur. “Cristina se equivoca con bancar a su hijo”, diagnostica un referente del peronismo. Todo esto pasa en el PJ en medio del estallido interno que provocó la incendiaria guerra pública de Andrés 'Cuervo' Larroque contra Máximo Kirchner.
“Milei señaló a Axel como el enemigo, cuando hemos retenido heroicamente la provincia de Buenos Aires, y quizá no necesariamente con toda la colaboración de nuestra fuerza política. Cualquier compañero o compañera de nuestro espacio que ose murmurar, conspirar, sembrar cuestionamientos extraños en una joda rara está y no juega a favor del peronismo”. Así se despachaba quien fuera la mano derecha de Máximo durante más de 10 años, hoy convertido en su enemigo público más claro.
Lo que dijo Larroque en la quinta de San Vicente, el sábado pasado, lo venía masticando en privado. Sus gestos en contra de Máximo eran más que elocuentes y por primera vez lo hizo público. Desató huracanes.
Nadie que reproche el accionar de Máximo se quedará sin su respuesta. Y quien le contestó fue el senador Mariano Recalde. “No entiendo cuando el 'Cuervo' Larroque dice que hay un compañero que anda en una cosa rara, pensé que hablaba de Guillermo Moreno, que es el que cuestiona a Axel todo el tiempo”, lo chicaneó.
Algo similar había hecho la camporista Fernanda Raverta, cuando en medio de las críticas contra Máximo Kirchner que se multiplicaban en el Congreso del PJ, en Ferro, hace menos de un mes, mandó a callar las disidencias, ordenó poner la marcha peronista y cerró sin preaviso una cita que tuvo más de catarsis que de organización.
Este nuevo capítulo de la convulsionada novela peronista pos derrota electoral deja en el medio a Axel Kicillof. “Es la opinión del Cuervo”, se ataja como respuesta de manual un funcionario de la mesa chica del gobernador. Sucede que las palabras del ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires fueron dichas en un acto que compartió con el mandatario. Cerca de Kicillof aclaran que no estaba presente cuando Larroque se despachó. Es el juego clásico de Axel, que queda en medio de la guerra fría, en un equilibrio permanente que en algún momento, lo llevará a moverse. Por elección propia, o por un empujón.
Larroque actúa en tándem con dos pesos pesados, identificados con el ex kirchnerismo: el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraressi, y el de Ensenada, Mario Secco. La olla donde se cocinaba el malestar venía a fuego lento, pero Larroque habilitó y salieron en fila a subir la perilla. “No me quiero poner a discutir por cuatro pelotuditos”, aportó sin diplomacia Secco en Futurock. Pelotuditos parecía poco, y avanzó. “Vamos a hacer actos, cosas, yo quiero estar en otra pelea...contestándole a los boluditos estos, retrocedo”.
Con la salida formal del Cuervo de La Cámpora, ya en marzo de 2023, Máximo se quedó con parte de lo que era su equipo, que son los que supuestamente mandan mensajes de WhatsApp con órdenes que irritan al peronismo bonaerense. Los apuntados son Facundo Tignanelli, de origen en La Matanza; Emmanuel González Santalla, senador provincial, de Avellaneda; y Martín Rodríguez, de Hurlingham, ex número 2 del PAMI.
Para sumarle más picante, a esta última pelea se subió el massismo, siempre atento a reclamar su no lugar. “Me parece que hay que pensar antes de hablar”, corrió a Recalde Sebastián Galmarini. “El candidato de todos fue Sergio Massa porque TODOS creímos que era la mejor propuesta en un escenario electoral muy difícil. El encierro no fue una gran consejera en las diferentes ofertas electorales de los últimos años. Si te sirve, te paso los resultados”, le apuntó ante la queja del senador camporista de que el kirchnerismo no había llevado candidato en la última elección, y que para él, debería haber sido ungido en ese lugar Eduardo Wado de Pedro. Todos contra todos.
Mientras tanto, las miradas vuelven hacia Kicillof. Por ahora da pequeños pasos, muy medidos. Pero su hoja de ruta termina siempre en un lugar: su permanencia junto a Cristina. “Es con Axel”, dice Ferraressi, confiado en que el gobernador dará el salto para el despegue. ¿Es necesario romper con la ex presidenta? Pareciera que no. El problema es que Cristina sigue delegando en su hijo el armado político y esa barrera define las lealtades y las peleas internas de un peronismo en plena ebullición.
La apurada de los anti camporistas de las últimas horas busca de algún modo despertar a todos. “Lo siguen tratando a Axel como un cuadro técnico que no hace política. No dejan de conspirar como hicieron en el PJ nacional”, dicen los armadores del gobernador, todavía furiosos por el derrotero por la nunca conformada mesa política . Lo que nadie puede prever es que el estallido sea controlado.
MV/MG
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