Infantería interceptó a los rugbiers después del ataque pero los dejó seguir porque buscaban a alguien con “rastas largas” y “camisa rota y ensangrentada”
La madrugada del 18 de enero de 2020 fue “movida”, coincideron los agentes de Infantería que declararon hoy, en el cuarto día de debate del juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa. A la testimonial de del suboficial Maximiliano Rosso Suárez, se sumaron los relatos de los cuatro efectivos a su cargo, todos de Infantería, que prestaban servicio en el marco del Operativo Sol. Cuando atacaron a Fernando, el grupo estaba calmando a un chico que reclamaba, a piedrazos que le devolvieran una zapatilla del par que llevaba, que había quedado adentro. Y cuando regresaban a su puesto frente a Le Brique, encontraron a Baéz Sosa en el piso. Al mismo tiempo, parte de los agentes tuvo que repartirse para asistir asistir a otro joven, que esta inconsciente en la esquina de la disco.
Ninguno del equipo Infantería vio cómo, quién ni dónde atacaron a Fernando y a sus amigos. Solo acudieron por los gritos: “Allá, enfrente, allá”, les gritaban. Cuando llegaron, Báez Sosa estaba rodeado de gente y una chica de 17 años le practicaba maniobras de reanimación. Según declaró el suboficial Rosso Suárez ayer, juntó a su equipo y pidió a los testigos que les indicaran por dónde se habían escapado los agresores y alguna característica que ayude a identificarlos. Alguien les dijo que uno tenía “rastas largas”, “camisa rota” y “ropa ensangrentada”. Y allí partieron tres del grupo: Raúl Fernando González, Leandro Barreca Maidana, Carlos Contino y Roberto Basualdo. Las cámaras de seguridad del Supermercado Marino registró el momento en el que Barreta, González y Contino intercepta a Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli, Juan Pedro Guarino -sobreseído el año pasado- y Luciano Pertossi. Ese video fue expuesto en la tarde de hoy, varias veces.
“Fuimos para el lado de la avenida Buenos Aires y ahí de casualidad vimos a 4 o 5 chicos y procedimos a pararlos. Había poca luz, les preguntamos qué estaban haciendo. Ninguno tenía rastas ni pelo largo ni camisa rota. Se les pide identificación, nos dijeron que vivían a la vuelta. Nos dieron los datos y los dejamos seguir. Y volvimos a la zona a ver cómo podíamos asistir”, explicó al Tribunal el agente Contino. González refirió que “las características que nos dieron era que tenían rastas largas, camisa llena de sangre, camisa rota. Los identificamos, pero como no nos daban las características los dejamos seguir”. Coincidió Maidana: “Encontramos a cuatro o cinco masculinos en un costado, los entrevistamos, pero ninguno tenía rastas, ni camisa negra ni camisa rota así que volvimos”.
Las características que nos dieron era que tenían rastas largas, camisa llena de sangre, camisa rota. Como no nos daban las características los dejamos seguir.
La fiscal de Instrucción, Verónica Zamboni, destacó en la elevación a juicio un detalle escabroso: que Ciro Pertossi, minutos después del hecho trata de ponerse de espaldas y esconder las manos al personal policial limpiándose las manos y chupándose sus dedos. “Seguramente porque tendría manchas hemáticas -de sangre- en las manos y lesiones recientes (lesiones éstas que fueron perfectamente certificadas fehacientemente al momento de su aprehensión)”, indica la fiscal en su informe. Ni la fiscalía, ni la defensa, ni el equipo que representa a la familia Báez Sosa preguntó a sobre esto a los efectivos que interceptaron a parte del grupo.
Ninguno de los testigos refirió, hasta el momento, haber visto personal policial en la zona. Los patovicas de Le Brique se limitaron a sacar de la disco a Fernando -que salió por la entrada principal de la disco- y a los rugbiers, por la cocina. Los empleados de Seguridad de la disco no prestaron ayuda durante el ataque a Báez Sosa aunque los amigos del chico lo reclamaron. La única custodia era la que estaba a cargo del suboficial de Infantería, Rosso Suárez, que tenían el puesto de vigilancia frente a la disco, justo donde agredieron a Fernando y los amigos. Pero al momento del ataque, los cinco agentes estaban abocados a resolver otras peleas que se daban en simultáneo en los alrededores de la disco. La zona, al momento de la pelea, estaba liberada.
VDM
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