Con la amenaza del Covid y la urgencia de frenar el calentamiento global, arranca la Cumbre del Clima en Glasgow
No hay tiempo. Eso advierten los muchos documentos e informes preliminares que se han publicado como la previa a la cumbre sobre el clima que hoy arranca oficialmente en Glasgow. La Cumbre del Clima de Naciones Unidas (COP26) es la reunión más importante desde que se firmó el Acuerdo de París de 2015, que rige y pretende establecer el comportamiento de los países para frenar la crisis climática. Es una oportunidad única para que aumenten su compromiso respecto a las metas climáticas y, sobre todo, para lograr la política de “por debajo de 2°C” de aumento de la temperatura del planeta.
La COP26 tiene lugar al comienzo de la década crucial para la acción climática. Todas las regiones del mundo ya están lidiando con impactos cada vez más severos del cambio climático, y cada incremento adicional del calentamiento aumenta los riesgos para las personas, los ecosistemas y las comunidades. Para tener la posibilidad de mantener el calentamiento global en 1,5 ° C y evitar las consecuencias más desastrosas, las emisiones deben reducirse a la mitad para 2030 y llegar a “cero neto” para 2050. La COP26 tiene un papel fundamental que desempeñar para poner al mundo en un camino más seguro.
Muchas cosas cambiaron desde la última Cumbre del Clima de Naciones Unidas (COP25), que tuvo lugar en Madrid a fines de 2019. La situación a la que se llega en esta reunión en Escocia era impensada: una pandemia mundial que se suma a la aceleración del final de los combustibles fósiles y mientras tanto los impactos climáticos golpean fuerte en todas partes y las desigualdades quedan expuestas como nunca antes. El panorama actual del clima es sombrío y es urgente actuar. Los niveles de gases de efecto invernadero (GEI, causantes del cambio climático) están alcanzando máximos históricos. En Glasgow, los países buscan un acuerdo para desacelerar la crisis climática. Pero el Covid-19 también es una amenaza para las negociaciones, líderes de naciones clave como China, principal emisor de gases, Rusia y hasta Brasil avisaron que no asistirán. Lo que puede restarle eficacia a la hora de llegar a un acuerdo.
Desde al Acuerdo de París, los países han buscado la forma de no frenar los procesos que aceleran el aumento de la temperatura global. Hace una semana, Naciones Unidas reafirmó que, según los 119 planes climáticos nacionales actualizados presentados hasta ahora, se proyecta que las emisiones aumenten un 16% para 2030. Esto ubica al mundo en la senda de los 2,7°C de calentamiento para finales de siglo, muy lejos del umbral del Acuerdo de París de detener el aumento de la temperatura media en 1,5°C respecto de los niveles preindustriales.
“Estamos en ese momento en el que es necesario que ocurra algo mucho más grande y eso es lo que piden los países vulnerables al clima, una vía de emergencia climática para reconstruir la confianza en la cooperación internacional”, explicó Farhana Yamin, vicepresidenta del Foro de Vulnerables Climáticos y V20.
Sucede que al llegar a Glasgow, las naciones más ricas del mundo llevarán tres años de retraso en la entrega de los US$100.000 millones prometidos hace más de 10 años a los países en desarrollo. Este paquete debe ayudar a los países vulnerables a dejar atrás los combustibles fósiles y a adaptarse a los efectos devastadores del cambio climático.
En ese marco, la pregunta es qué se espera de la COP26. Las negociaciones que se extenderán hasta el 12 de noviembre se puede clasificar en tres grandes ejes:
- Ambición climática:
- Metas más estrictas de las principales economías en relación con la meta de 1,5°C para 2030 y 2050.
- Acuerdo de que todas las principales economías volverán a la acción global en 2022/2023 y pondrán en la mesa medidas climáticas más ambiciosas para encaminarnos hacia 1,5°C.
- Paquete de apoyo a los países en desarrollo:
- Acordar una revisión anual de los US$100.000 millones que incluya las contribuciones de cada país a este esfuerzo.
- Acordar una ruta hacia un objetivo financiero posterior a 2025.
- Abordar la carga injusta de la deuda.
- Abordar las demandas de pérdidas y daños, incluida su financiación.
- Acordar que el 50% de la financiación climática se destine a la adaptación.
- Acuerdos. Los compromisos voluntarios de países y empresas que están en la cocina o de los que podemos esperar nuevos firmantes incluyen:
- No al carbón.
- Alianza más allá del petróleo y el gas.
- Prohibición de la venta de autos a gasolina y diésel para 2030/2035.
- Nuevo pacto para proteger a los bosques.
- Mayor apoyo a la reducción del 30% del metano para 2030.
“La forma en que pienso en esto es que hay un meteorito que se acerca a nuestro planeta y tiene el potencial muy real de acabar con la humanidad, tal y como la conocemos. No el planeta, sino la humanidad. Así que, como sabemos eso y como la ciencia ha sido tan clara, francamente no tenemos tiempo para elegir uno u otro mecanismo de respuesta o decir que este va a ser más efectivo, o aquel. Es, francamente, el momento de dar una respuesta completa con una integración total, con una alineación total, con todos los instrumentos que tenemos, políticos, financieros, todo lo que tenemos. Todavía no veo la respuesta completa. Veo que surgen pequeños brotes nuevos y todos son muy bienvenidos, pero la respuesta completa que necesitamos de aquí a 2030 aún no se ha puesto sobre la mesa.” , advirtió Christiana Figueres, cofundadora de Optimismo Global y exsecretaria Ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
Además, los negociadores tendrán que resolver cuestiones vinculadas con los mercados de carbono, la transparencia, los calendarios comunes y el elefante en la habitación: el financiamiento. Ante este panorama, nadie es demasiado optimista. Así lo dijo Laurence Tubiana, directora General de la Fundación Europea del Clima. “La gente está cansada de compromisos y objetivos, y no de planes de acción precisos. Esta reunión tiene que marcar un cambio en esa cuestión de seriedad. Estamos entrando en una nueva era de gobernanza climática. París ha abierto la puerta a las ciudades, a las empresas, a los actores financieros y al sector privado, pero, por el momento, no hay ningún mecanismo que les haga rendir cuentas de sus compromisos. Así que tenemos que ampliar el alcance de lo que es el régimen de gobernanza para asegurarnos de que todo el mundo hace su trabajo correctamente.” El tiempo parece que se está acabando.
Con información de Periodistas por el Planeta.
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