Secretos de un divorcio, la canción más épica del mundo
Uno. “Mis canciones son himnos para esos momentos en los que sentís que estás en la cabeza de un fósforo ardiendo”, dijo el compositor Jim Steinman cuando le preguntaron por su trabajo en una entrevista con la revista Rolling Stone en 1978. Autor y productor de temas musicales que escribió, entre otros, para Air Supply, Celine Dion y Meat Loaf, Steinman se convirtió con el tiempo en una leyenda del rock y del pop de los Estados Unidos. Entre sus composiciones más recordadas está, por lejos, el hit Total Eclipse of the Heart.
Dos. “De vez en cuando me desmorono”, canta Bonnie Tyler hacia la mitad de Total Eclipse of the Heart. Casi que lo ruge. Lo que se desmoronaba hacia finales de los ‘70 era la carrera de esta cantante galesa, que había atravesado sus días de esplendor con su canción It's a Heartache en 1978 y después cayó un poco en desgracia. Con ganas de mejorar su suerte, la artista y su compañía discográfica convocaron a Steinman para trabajar juntos en un disco. La apuesta era extraña, porque hasta entonces el productor había estado detrás de sonidos más metaleros. Sin embargo lo intentaron, cruzaron la luminosidad de ella y ese impulso más sombrío de él. Y apareció Total Eclipse of the Heart. Y apareció un himno en toda su dimensión. Porque con la imagen del eclipse nació una síntesis perfecta. Porque se meten en ese lugar común y eterno del desvelo de alguien con el corazón devastado (la letra habla de una eternidad que empieza esa misma noche, de lágrimas, de una historia de amor luminosa que se va oscureciendo). Porque tiene todos los climas en su enorme extensión (hubo una versión inicial de casi 8 minutos y otras más cortas): zonas reflexivas, escenas como torbellinos, pausas de intriga, minutos de éxtasis y explosiones donde la música y la letra estallan. Porque con Tyler encontraron la mejor voz posible para cantarle a ese dolor en tránsito (y encima se animaron a sumarle otra –la del vocalista canadiense Rory Dodd– que a cada rato le ofrece una réplica). Porque hay pocas cosas más encantadoras y transitorias que un eclipse.
Tres. Steinman habló poco del tema, pero en alguna ocasión llegó a asegurar que pensó Total Eclipse of the Heart como “una canción de fiebre, una escena alocada”. También dijo que con el tiempo la vio como “un exorcismo en el que podés bailar”. Este aspecto, más juguetón y diabólico, fue subrayado un poco después en el videoclip de la canción, con guión del mismísimo Steinman, un delirio en el que Tyler aparece vestida de blanco en un edificio bastante gótico rodeada de jóvenes que bailan, juegan con ropa de karate, hacen esgrima, mueven de distintas maneras sus cuerpos esbeltos. Algunos tienen los ojos brillantes, como endiablados. En cualquier caso, y siempre a tientas, como quien busca el interruptor en una habitación con las luces apagadas, el compositor y la cantante trazaron para siempre las líneas de un tipo de pop que sólo puede ser excesivo, teatral, chirriante; elige-tu-propio-melodrama. Hace poco la BBC convocó a varios expertos para analizarla y concluyeron que se trataba de “la canción más épica” de la historia.
Cuatro. Total Eclipse of the Heart se convirtió en un suceso descomunal e impensado alrededor del mundo. Un clásico, también. Por estos días cumplió 40 años y sigue sonando. De hecho, según contó en varias entrevistas su intérprete, cada vez que se anuncia un eclipse o algún fenómeno astronómico de esos que reúnen multitudes a mirar el cielo, la llaman para que haga su canción emblema en eventos, en todo tipo de encuentros de expertos, en programas de televisión y hasta en cruceros. Existen numerosas versiones del tema, entre las que se encuentran una con sonido disco, una que se interpretó en la serie Glee, una en alemán, unas imposibles en español.
Cinco. Total Eclipse of the Heart me siguió durante todas las vacaciones, como esos perros abandonados que merodean entre turistas por las ciudades de playa: con insistencia, sin pausa, con la tenacidad de una sombra. De verdad, no exagero si les digo que fue la banda sonora de gran parte de mis días de descanso, que me arengó, que me conmovió, que me hizo reír, que me acompañó a su manera. Me la crucé en un par de radios mientras manejaba por la ruta (apostilla sobre esto: me convencí de que tal vez sea uno de los mejores temas de la historia para escuchar y virtualmente cantar al volante; quienes se animen a pensar en otras opciones para esto siempre tienen mi mail a mano para escribirme). También apareció mientras hacía zapping a la hora de la siesta en un informe televisivo y, una vez más –cuando menos la esperaba– en una versión novedosa hacia el final de una serie que me encantó (abajo les cuento más, pero también es una historia de desmoronados y eclipsados). Por último, la puse para que sonara en mis auriculares mientras caminaba una mañana cerca del mar.
Seis. “No te apures en sacarte la arena de los zapatos”, me dijo con toda su sabiduría una amiga en estas horas de regreso a las responsabilidades y las rutinas, después de ese otro eclipse total y mágico que son las vacaciones.
Vuelvo entonces por un rato a esa épica mínima, a la cabeza de un fósforo ardiendo: que te hipnotice una canción y te lleve por algún camino. Vuelvo entonces a esa épica íntima: que te arrastre el eclipse de un corazón roto, universal, cantado.
Les paso por un rato la canción a ustedes. Pueden dejarla de fondo para recorrer esta nueva edición de Mil lianas.
1. La nueva vida de Toby (Fleishman Is in Trouble). El título de esta serie en español es una trampa. Porque, lejos de una novedad, lo que trae es el repaso de todo lo que su protagonista vivió hasta el presente. Toby (Jesse Eisenberg) tiene 40 años, acaba de divorciarse y está en una especie de limbo que lo lleva a preguntarse cómo fue que llegó hasta allí. Es médico, se mudó a un departamento anodino en Nueva York, transita sus días de divorciado reciente que se encarga de su trabajo y de sus hijos algunas veces a la semana. Hasta que de un día para el otro su ex esposa Rachel (Claire Danes), una mujer exitosa en su trabajo, desaparece sin dejar rastros. Entonces empiezan a surgir las dudas, los temblores en una estructura que parecía más o menos contenida y muchísimas preguntas.
Con ese puntapié y con inteligencia en su forma narrativa, la serie se dedica a hacer un recorrido desde la juventud de los protagonistas hasta la actualidad. Pero lo hace desde el punto de vista de Libby (Lizzy Caplan), que es quien narra la historia con su voz en off; la mejor amiga de Toby, testigo de varios momentos de su vida y una de las personas que cree conocerlo más.
Encantadora y dolorosa, cómica a veces y casi siempre punzante, La nueva vida de Toby trae un poco de aire fresco al panorama de producciones audiovisuales recientes. Fue escrita por Taffy Brodesser-Akner, novelista y periodista que se destaca por escribir notables perfiles de celebridades para el New York Times.
La primera temporada de La nueva vida de Toby (Fleishman Is in Trouble) está disponible en Star+.
2. Lejos de Egipto, de André Aciman. Publicado originalmente en 1996 y editado ahora en una versión que llega por estos días a las librerías locales, Lejos de Egipto, de André Aciman, es una autobiografía. En realidad, un fragmento de ella, porque el autor decidió contar en las páginas de este libro su infancia y parte de su adolescencia en Alejandría, Egipto, durante la década del ‘50 y principios de los ‘60. En esa ciudad multicultural, por momentos hostil y por momentos fascinante, el escritor vivió con su familia, un auténtico clan de judíos sefardíes con raíces turcas e italianas. Y lo hizo entre el esplendor de la llegda, en los que los negocios familiares brillaban, hasta los tiempos difíciles, cuando el gobierno de turno fue expropiando sus posesiones y debieron de a poco ocultarse y luego escapar.
El relato está repleto de personajes inolvidables entre tíos, abuelas y todo tipo de parientes carismáticos y temibles. También de escenas que combinan ternura, con miedos, con risas, con el encanto de las primeras veces y los primeros desengaños. Con una destreza narrativa impactante, el escritor logra impregnar a su relato ese perfume sinuoso y al mismo tiempo implacable de la memoria, para evocar un tiempo perdido y a la vez eternizado en su literatura.
André Aciman nació y creció en Alejandría, Egipto. A mediados de los ‘60 debió mudarse con toda su familia a Roma, Italia, y luego recaló en los Estados Unidos, donde estudió literatura y obtuvo un doctorado en la Universidad de Harvard. Es autor de cinco novelas. La primera de ellas, Llámame por tu nombre (2007), tuvo su versión cinematográfica en 2017 con gran éxito y repercusión internacional.
Lejos de Egipto, de André Aciman, salió por Libros del Asteroide.
3. Otoño en Buenos Aires. Ni la inteligencia artificial (ya que estamos: un poco cansada por acá del chistecito, eh), ni el metaverso (tengo que pensarlo cada vez que lo tipeo), ni las máquinas que vienen a invadirnos o llevarnos puestos (que vengan, qué sé yo). Lo que me produce mayor inquietud de este tiempo y me deja en falsa escuadra cada día un poco más es algo menos sofisticado y súper cotidiano: que estemos perdiendo, cambio climático mediante, la idea que siempre tuvimos al menos en esta zona del mundo sobre las estaciones. En especial de las intermedias, como el otoño y la primavera.
Esta semana Alexis Moyano compartió en su newsletter Moyano Indigest (se suscriben por acá si todavía no lo hicieron) esta serie de imágenes otoñales de Buenos Aires en la década de 1960 y, además de tenerme cautivada un buen rato, me llevaron a una zona de la memoria muy especial: esa que junta momentos que no vivimos exactamente, pero que de todas maneras –por el vértigo, por contraste, por estar metidos cada vez más en los días sin media estación– brillan por su ausencia. Que hacen falta, en el más lacerante de los sentidos.
De paso: parece que el rescate pertenece a un conjunto de fotos que hizo el reportero gráfico estadounidense Leonard McCombe para la revista Life.
Banda sonora. Empezó a circular por estos días el tráiler de Asteroid City (lo dejo por acá a mano), la nueva película de Wes Anderson. En Estados Unidos el estreno está programado para junio, habrá que ver por acá cuándo llega.
Para ir acompañando la espera, estuve escuchando esta lista preciosa que reúne una selección de canciones que aparecen en películas previas del director (difícil elegir una, pero entre mis preferidas están sin dudas Rushmore y The Royal Tenenbaums) o que de alguna manera forman parte de su universo. Varias de ellas se agregan a nuestra lista compartida.
Como hablamos de la canción más arriba, por supuesto que esta semana también se sumaron varias versiones de Total Eclipse of the Heart.
Por último, ya que estamos en la zona musical de este envío, el fin de semana se presenta Fito Páez en Buenos Aires, en el estadio de Vélez para una entrega nueva de esta rueda mágica que se armó desde que el año pasado decidió celebrar los 30 años de su disco El amor después del amor. En las últimas horas el músico avisó que el show del sábado tendrá una transmisión exclusiva que se podrá ver en vivo por la plataforma Star+.
Bonus track. Atención especial quienes escriban cuentos y tengan ganas de poner en circulación sus textos: por estos días se lanzaron dos concursos para materiales inéditos de ese rubro escritos en español. Uno es el clásico Premio Municipal Manuel Mujica Láinez que se organiza desde hace más de una década en San Isidro. Otro, una novedad: el Premio Internacional de Cuentos Mario Benedetti. Por acá les dejo una nota con la información ordenada, los requisitos para participar y los premios que se pueden ganar.
Bonus track II. Si andan por Buenos Aires, en el Centro Cultural Recoleta se puede visitar con entrada libre y gratuita la obra de un artista que admiro especialmente: el ilustrador y diseñador argentino Cristian Turdera. Se llama Pirámide circular y tiene curaduría de Daniel Fischer. Después de un enorme recorrido con sus creaciones y sus personajes encantadores en libros, en medios y todo tipo objetos, llega su primera instalación tridimensional. Por acá pueden leer un poco más, para mí ya es un planazo.
¡Hasta la próxima!
AL
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