Un zigzag y una curva en la suela prueban que la única huella identificable en la cara de Fernando es la zapatilla de Thomsen
Del lado izquierdo de la cara de Fernando Báez Sosa, debajo de la oreja, a la altura del maxilar, había una huella. Más preciso: una estampa de curvas y zigzag de poco más de seis centímetros. Esa marca corresponde a la suela de la zapatilla que calzaba en el pie derecho de Máximo Thomsen, uno de los ocho imputados por la muerte del joven. De entre todas, esa es la única que los peritos pudieron aislar y adjudicar. Quedó demostrado hoy, en la séptima audiencia del juicio que se lleva a cabo en los Tribunales de Dolores. Encontraron, también, un patrón en zigzag en el tórax de la víctima, pero no era suficiente para establecer su correspondencia con el mismo calzado. Esta es sólo una evidencia. No indica que haya sido Thomsen quien dio el golpe mortal.
Para llegar a esa conclusión, Haydeé Almirón, jefa del Laboratorio Científico de la Policía Federal de Mar del Plata, analizó 14 pares de zapatillas. Cada par tenía determinadas características que individualizaban el calzado: talles, marca, suela y diseño. “Cuando tenemos el golpe de un objeto contundente, lo que queda visible en la piel es el contorno de ese objeto. El impacto rompe los vasos sanguíneos y fija la estampa”, explicó Almirón al Tribunal. En la cara de Fernando habían quedado doce líneas en zigzag y el dibujo de unas curvas. El único par de zapatillas con esa moldura era la marcada con la C, letra que le habían adjudicado a Máximo Thomsen. La zapatilla derecha. La parte interna del talón del pie derecho. La marca, Cyclone. Talle, limado por el uso.
“Con un video espectro comparador (N. de la R.: un dispositivo que captura y procesa imágenes digitales) superpusimos las imágenes, la extraída de la suela y la del rostro de la víctima. Y así establecimos la correspondencia. Coincidían los doce zigzags, líneas ascendentes y descendentes, y un patrón particular que acompaña una línea curva. El hematoma calza perfecto con la línea del calzado”, dijo la jefa del Laboratorio Científico de Mar del Plata.
Almirón ya había recibido los informes de María Emilia Salamendi, perito a cargo de realizar la medición de pies de seis detenidos -en ese momento- marcando el contorno desde el talón hasta el dedo más largo, además del ancho y espesor. Con el mismo procedimiento, María Luján Molina, perito y licenciada en criminalística en la policía Científica de Pinamar, tomó las medidas de otros cuatro en ese momento. David Larrosa tomó las impresiones plantares con rodillo y tinta litográfica.
Por qué era imposible que esa zapatilla haya pertenecido a Ventura
Durante el allanamiento y según un policía que declaró la semana pasada, Thomsen aseguró que la zapatilla manchada con sangre pertenecía a Pablo Ventura. Ventura es un remero de su misma edad y se conocían del barrio. No sólo dijo que ese par era suyo, sino que lo incriminó en la muerte de Báez Sosa: afirmó que Ventura había huido en una Peugeot 208 blanco a las 7.30 de la mañana del ataque, tres horas antes del allanamiento. Al remero lo detuvieron ese mismo día y fue liberado tres días después.
María Luján Molina, la perito a cargo de realizar la medición de pies, dijo que el pie de Thomsen mide 26 centímetros, el equivalente a una talle 40/41. Salamendi dijo: “Entre el pie de Thomsen y el de Ventura hay, al menos, entre 7 y 8 centímetros de diferencia”.
VDM/MG
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