Punto de Encuentro es un espacio de Amnistía Internacional para amplificar las voces y miradas de periodistas, comunicadoras y fotógrafas que trabajan en temas relacionados con mujeres y disidencias.
En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo.
El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad.
Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.
Síguelo en redes
Ahora que siguen juntas, ahora que no las quieren ver: cuáles son las luchas del colectivo feminista en el sector científico y tecnológico
Redes de profesionales hicieron frente a violencias naturalizadas y ganaron espacio en paneles e investigaciones. Mientras el mundo académico reclama diversidad, la realidad argentina va en otro sentido y tiene un desafío adicional: los recortes económicos.
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Es mayo de 2024, el colectivo feminista argentino -diverso y extenso como la geografía del país- viene de poner voz y cuerpo en la marcha del 8M y ya está en agenda la preparación previa al 3J, fecha en la que el reclamo de “Ni Una Menos” de 2015 marcó el calendario como un grito perpetuo. El Día de la Mujer, luego de que el vocero presidencial Manuel Adorni anunciara que el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada pasaría a llamarse Salón de los Próceres, circularon frases alusivas en redes sociales reivindicando que “el salón de las mujeres son las calles”.
“El desafío en este momento es la resistencia”, dice Fabiana Laguna, doctora en Física e investigadora independiente del CONICET. Lo dice como mujer que revisó su propia historia para poder unirse a los movimientos que buscan cambiar las posibilidades de generaciones presentes y futuras. Lo dice como profesora de personas jóvenes que chocan contra barreras que ella ya atravesó pero que traen consigo una sensibilidad renovada por los procesos históricos que acompañaron sus adolescencias recientes. Lo dice como académica que, mientras desarrolla conocimiento para resolver problemas de la población, busca que más personas puedan aportar su experiencia y su mirada para nutrir las soluciones desarrolladas desde el sector científico y técnico a través de la diversidad. Lo dice, también, como ciudadana argentina que acompaña en marchas, escucha y abrazos a personas trabajadoras que cruza en su rutina diaria y deben afrontar situaciones de desempleo y crisis en la misión cada vez más difícil de cubrir los costos de subsistencia.
El contexto suma ya casi medio año de gestión en el que el gobierno nacional eliminó el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad para transformarlo en una Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género, prohibió el lenguaje inclusivo “y todo lo referente a la perspectiva de género en toda la administración pública nacional” -con la explícita voluntad de supresión que el término “prohibir” indica y la fuerza de representación que ese anuncio tiene al provenir del máximo responsable político de la administración general del país-, y propuso a través de la Ley Ómnibus la modificación del alcance, objetivo y aplicación de la Ley Micaela, entre otras políticas que encarnan el intento de “evitar la innecesaria inclusión del femenino”, como explicó Adorni refiriéndose al lenguaje inclusivo pero también a todo lo que nombra y garantiza derechos para mujeres y diversidades.
Ciencia y género
Desde un café próximo al Centro Atómico Bariloche, donde integra el grupo Física Estadística e Interdisciplinaria, Fabiana no necesita remontarse mucho en el tiempo para repasar que en los años siguientes al Ni Una Menos de 2015 hubo una explosión de grupos de mujeres autoconvocadas en distintos espacios del sector científico y tecnológico. Cuando en 2017 la Asociación Física Argentina, de la que Fabiana forma parte desde sus épocas de estudiante, convocó a su reunión anual, hubo un registro y una reacción colectiva inédita al hecho, nada novedoso, de que todas las charlas de la cita federal estarían a cargo de varones. Los reclamos llegaron a la Comisión Organizadora desde distintas partes del país y la solución fue sumar a dos mujeres al plantel masculino. Pero la reacción federal dejaría más que la presencia minoritaria de oradoras y daría origen a la creación de la Subcomisión de Género de la Asociación Física Argentina conformada por mujeres y hombres de todo el país. “Trabajamos en conjunto con otras comunidades científicas que se fueron creando y se lograron muchas cosas de manera colectiva. Hay una red, estamos en contacto”, dice Fabiana y enumera, entre esos logros, un espacio permanente dentro de las reuniones nacionales para actividades exclusivamente de género en el horario central, y al menos un cupo del 30% de mujeres convocadas a dar las charlas en esos eventos (un reflejo del porcentaje de socias). “Probablemente mucha gente no esté de acuerdo con eso, la fuerza de sostenerlo hizo que personas que por ahí nunca hubieran escuchado una charla de género lo hagan, aporten su punto de vista y se vayan con otra mirada sobre quiénes somos las que estamos hablando de género, que somos sus colegas, que además hacemos investigación, trabajamos y le dedicamos tiempo a esto porque nos parece que necesitamos tener una comunidad que tenga otra forma de mirar, que no dejamos de ser buenas científicas por pensar en el género”. De modo institucionalizado, la perspectiva de género comenzó a permear las agendas y las caras visibles de esta Asociación que, no ha tenido todavía una presidenta mujer en 80 años de historia.
Experiencias en común y protocolo de acción
“¿De qué color tenés la tanga hoy?”, “Pobre tu jefe, tu compañera lo denunció por maltrato”, “Qué suerte que se llevan bien siendo todas mujeres” o “Las mujeres distraen en el ámbito laboral científico” son algunos de los comentarios recibidos por quienes completaron anónimamente la encuesta “Condiciones laborales de las mujeres en el Centro Atómico Bariloche (CAB) y Complejo Tecnológico Pilcaniyeu (CTP)” en 2019, realizada por la agrupación de Mujeres Trabajadoras del CAB y CTP. El 65% de las mujeres indicaron haber experimentado violencia machista trabajando en el predio del CAB.
Los comentarios inapropiados o sexuales, sobre los cuerpos y la desvalorización del trabajo realizado por mujeres están entre los primeros puestos de escenas que forman parte de sus rutinas laborales. “Las situaciones más extremas son mucho menos corrientes, pero también existen, como por ejemplo casos de asalto sexual; abrazos y besos no deseados; y pellizcos, tocamientos y acorralamientos no deseados”, releva el informe. Ambos organismos dependen de la Comisión Nacional de Energía Atómica, dirigida desde comienzos de este mayo por Guido Lavalle, doctor en Ingeniería, en reemplazo de Adriana Serquis, doctora en Física.
“Nosotras siempre participamos de todas las actividades que se organizan, de la marcha del 8M, de la del 3 de junio. A veces hay personas que nos han manifestado: ustedes trabajan en el Centro Atómico, ahí no pasan estas situaciones de violencia. Sí pasan, igual que en el resto de los lugares. Te sorprendería saber quiénes son las personas que emiten las frases relevadas en la encuesta, no tiene que ver con la formación académica ni con el poder adquisitivo, la violencia de género es transversal”, dice Paula Guiñazú, trabajadora del área de ingeniería química para la producción de flúor y tratamiento de efluentes en el Centro Atómico Bariloche. Paula conoce sobre las experiencias propias y de compañeras desde su lugar de minoría en disciplinas masculinizadas, pero también como integrante del Grupo de Mujeres del CAB que escucha a las que llegan para pedir apoyo y acompañamiento. “Hace unos años hablar de violencia era distinto, más en un ámbito laboral académico”, dice Paula para explicar que, en un comienzo, las propias compañeras de trabajo comenzaron a poner en común situaciones que no sabían aún cómo catalogar pero que pronto descubrieron que eran compartidas. Esa incomodidad y vulneración finalmente se pudo identificar como violencia laboral y fue lo que motivó el relevamiento anónimo para visibilizar las situaciones que se producían en un entorno donde, hasta el momento, no pasaba nada.
Grupos de mujeres de la Comisión Nacional de Energía Atómica que trabajan en distintas partes del país activaron una red y empezaron a elaborar conjuntamente un protocolo para tomar estos casos de violencia y resolverlos.
El intercambio de experiencias y conocimientos y la realidad cotidiana ahora visible en datos duros y testimonios hizo que de la acción colectiva resultara un primer borrador del “Protocolo de intervención institucional ante casos de violencias por motivos de género y/u orientación sexual en el ámbito de las dependencias y anexos de la CNEA”, que finalmente fue institucionalizado y puesto en vigencia a partir de 2023, a días del Ni Una Menos, durante la presidencia de Adriana Serquis. También se conformó un Equipo de Orientación con profesionales como abogadas, trabajadoras sociales, psicólogas apoyado por un Departamento de Mujeres, Géneros, Diversidad e Inclusión Laboral dentro del área de Recursos Humanos. El conocimiento especializado de unas y la experiencia y vivencia de otras hizo que se dimensionara la problemática de violencia por temas de género, se desarrollaran instrumentos para abordarla y se estableciera un equipo de trabajo para prevenir, acompañar y actuar. El Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, explica Paula, le daba apoyo al Departamento de Género de la Comisión Nacional de Energía Atómica: “No sabemos qué va a pasar en cuanto a las capacitaciones nuevas o con lo que tiene que ver con la Ley Micaela que era lo que se iba a hacer este año”.
Las vías institucionales dan respaldo, formalizan y extienden el alcance de las políticas de género, pero las redes de pares siguen siendo, para muchas, la primera puerta que se animan a golpear y el espacio seguro para empezar a recorrer un camino que será desafiante pero que se transitará en compañía. “Hay personas que recurren a nosotras por una cuestión de cercanía, si es mi compañera de trabajo capaz viene a hablar conmigo antes de ir a la psicóloga. Por eso empezamos a crear una comisión chiquita interna para tomar nota de lo que nos cuentan, para no exponer a esa compañera, porque no siempre querés contar, porque a lo mejor se trata del compañero de trabajo. Respetamos esta cuestión de que sea confidencial y anotamos la información para pasársela al Equipo de Orientación. Son pequeñas herramientas que vamos adoptando en función de las necesidades que pasa el grupo”, dice Paula.
Ahora, ¿sí nos ven?
La falta de visibilización de mujeres referentes en ciencia y tecnología es una de las barreras que aleja a las niñas de estas disciplinas desde temprana edad. Ver y conocer a personas que se identifican con el género femenino en roles de liderazgo, en ámbitos técnicos y en puestos de toma de decisiones les muestra a las demás que son caminos posibles para ellas, compatibles con sus elecciones. El poder de la visibilización es determinante incluso para quienes ya tienen los anteojos de género puestos para mirar el mundo circundante. Y si de visibilizar se trata, la agenda feminista que sale a las calles puede llegar a ser el comienzo de una trama que se origina espontáneamente y crece, muta y abre nuevos caminos. La ciudad de Bariloche fue sede del 36º Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries en noviembre de 2023 y entre las miles de asistentes hubo grupos del ámbito científico y tecnológico local que se cruzaron, conocieron y crearon nuevas redes. Mujeres de INVAP, Parques Nacionales, INTA, CNEA y CONICET ahora están en diálogo a través de Whatsapp y de encuentros presenciales para compartir acciones, experiencias y miradas sobre las coyunturas que atraviesan en el sector. En INVAP, la empresa propiedad de la Provincia de Río Negro que desarrolla proyectos tecnológicos de alta complejidad para el sector nuclear y espacial a nivel internacional, después del Ni Una Menos de 2015, mujeres autoconvocadas y trabajadoras de la organización armaron la Subcomisión de Género y lograron implementar una mesa mensual de diálogo con gerentes que cumplen roles claves para tratar temas vinculados a cuestiones de género. “La población acá es mayoritariamente masculina. La empresa tiene un porcentaje de mujeres similar a las empresas del rubro, somos el 24%, y la mayoría de las mujeres no estamos en las áreas técnicas”, cuenta Flavia Bértolo, Responsable de Género de INVAP hace tres años. Entre los cambios implementados a partir del surgimiento de la Subcomisión están la ampliación de licencias, una hora extra adicional a la hora por lactancia que también la tienen los empleados varones para favorecer la corresponsabilidad de los cuidados, teniendo en cuenta que hay muchas familias en las que ambas personas adultas responsables trabajan dentro de la empresa. Las políticas de género de la empresa se enmarcan también dentro de una agenda global que ayuda a traccionarlas localmente: “Por ejemplo, una universidad de Estados Unidos, para participar en una licitación de un reactor nuclear, nos pidió el documento de la política de diversidad e inclusión de la empresa y tenía un puntaje altísimo dentro de la calificación”, cuenta Flavia y explica que el mayor desafío actual es el desarrollo de carrera de las trabajadoras mujeres. “Muchas cuestiones ya se trabajaron en otras instancias con la Subcomisión de género, se hicieron capacitaciones, debates, formaciones. Ahora estamos entrando en lo más sutil, que es complejo también”.
El futuro feminista de un sector amenazado
Es mayo de 2024 en Argentina. Los testimonios de las mujeres del ámbito científico tecnológico cuentan que se atendieron urgencias y carencias que resultaba determinante resolver como la consideración de la maternidad en las evaluaciones, el aumento de la presencia de mujeres del sector científico y técnico en los ámbitos públicos, la aplicación de la perspectiva de género en la financiación de proyectos científicos que ahora exigen un porcentaje de mujeres dentro del grupo de responsables -que son quienes suman puntos en el currículum-, la creación de protocolos ante situaciones de violencia de género y que los varones de a poco sean parte del diálogo y tengan herramientas para escuchar y acompañar a estudiantes y pares más allá de su género. “Muchas de esas cosas se modificaron, al menos en los papeles. Estamos en un momento de redefinir nuestros roles, nuestras urgencias y es algo que todavía no está muy claro, ¿cómo seguimos? Lo que siento es que ahora necesitamos que esto permee un poco más, pero esa etapa es más lenta e implica otras formas de trabajo y no me queda claro cómo hacerlo. Ahora, además, estamos resolviendo otras cosas, por ejemplo, acompañando las luchas de compañeras y compañeros que se quedan sin trabajo”, se anima a reflexionar Fabiana Laguna. En CONICET, los espacios dedicados a las políticas de género siguen vigentes pero muchas de las personas, contratadas en el último año, ya no forman parte de los equipos, por lo que la red interdisciplinaria que centraliza las situaciones de violencia y de género se fue vaciando. “Tratamos que haya un perfil bajo, no es momento de ir al choque. Eso sentimos, tenemos que seguir trabajando y sosteniendo desde un lugar de cuidado porque si vamos al choque es muy fácil que nos digan que no quieren ideología de género en el CONICET, que se eliminen los espacios de atención. Estamos convencidas de que tenemos que poner el hombro para resolver situaciones que son complicadas y que están desde siempre porque la comunidad científica no es más que un reflejo de la sociedad”, dice Fabiana.
La agenda de género crece, avanza, resiste, es cuestionada, prohibida, vuelve a resistir. Existe. Entre los recorridos obstaculizados, lentos y laberínticos de los reconocimientos sociales y las legislaciones e instrumentos formales las redes de pares y de historias diversas que se encuentran en los caminos de luchas comunes por la ampliación de derechos son las que sostienen transformaciones que van desde las vivencias personales a las resistencias colectivas, de los movimientos sociales a la revisión de la historia individual. Cuando baja el volumen del ruido mediático, cuando entra el oxígeno entre las puñaladas de la violencia física y simbólica y se interrumpe la anestesia que genera la banalización de algunas cifras, se puede escuchar que el salón de los cuerpos y voces que avanzan siguen siendo las calles.
JLC /MA
Sobre este blog
Punto de Encuentro es un espacio de Amnistía Internacional para amplificar las voces y miradas de periodistas, comunicadoras y fotógrafas que trabajan en temas relacionados con mujeres y disidencias.
En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo.
El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad.
Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.
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