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Una app ayuda a combatir la violencia doméstica en Río de Janeiro

La jueza Adriana Ramos de Mello, del Tribunal de Justicia de Río de Janeiro, es una de las responsables de la iniciativa Maria da Penha Virtual.

Angela Boldrini

Folha de S.Paulo —

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Un día, cuando Amanda regresaba al apartamento que compartía con sus hijos y su marido, se quedó en estado de shock al ver sus pertenencias tiradas en la entrada. La puerta estaba cerrada. Sin saber qué hacer, se sentó en el suelo y se puso a llorar. Estaba en trámites de separación y ahora, de repente, la habían echado de su casa.

Amanda (pide que no se utilice su nombre real) ya había presentado varias denuncias contra su marido. La primera fue al comienzo de su separación a través de ‘Ligue 180’, una línea telefónica gratuita, de ámbito nacional y gestionada por el gobierno para que las mujeres denuncien casos de violencia doméstica. “El proceso no avanzó, no hubo ninguna medida cautelar, sólo fue una conversación con el operador”, explica. La segunda denuncia la presentó en comisaría cuando su marido intentó echarla de casa en otra ocasión. “Allí lo único que me dijeron fue que volviera con un cerrajero y cambiara las cerraduras”.

Así que no tenía muchas expectativas cuando presentó la tercera denuncia, desde su teléfono móvil, mientras estaba sentada en aquella entrada con sus cosas esparcidas por el suelo. Esta vez, Amanda utilizó la aplicación web Maria da Penha Virtual, lanzada en la ciudad de Río de Janeiro en 2020 y extendida al resto del estado de Río en 2022.

“No sabía cuánto iban a tardar, pero me llamaron en menos de una semana”, dice. Un psicólogo se puso en contacto con ella para explicarle la situación. Lo que había sufrido tenía un nombre: violencia psicológica y patrimonial. Ambas están contempladas en la Ley Maria da Penha, que aborda la violencia de género en Brasil con el objetivo específico de reducir la violencia doméstica. Consiguió una orden de alejamiento de 90 días, algo que le dio una gran “sensación de paz”.

Hasta noviembre de 2022, el Tribunal de Justicia de Río de Janeiro había recibido 2.582 denuncias a través de la nueva aplicación web, 1.777 de ellas sólo durante el último año. El mayor número (unas 240) procedía del barrio de Leopoldina, en la zona norte de Río de Janeiro, donde se encuentran el Complexo do Alemão y el Complexo da Maré, dos de las favelas más grandes y violentas de la ciudad.

La aplicación fue desarrollada durante la pandemia de COVID-19 por un grupo de estudiantes de tecnología y derecho de la UFRJ (Universidad Federal de Río de Janeiro). “Leímos un artículo sobre el aumento de la violencia doméstica durante el confinamiento. Las mujeres no tenían medios para denunciar ya que las comisarías estaban cerradas y las víctimas se quedaban atrapadas en casa con sus agresores”, explica la profesora Kone Cesário, coordinadora del proyecto y vicedirectora de la Facultad de Derecho de la UFRJ. “Fue entonces cuando un estudiante vino a verme con la idea de una aplicación web”.

Junto con el Tribunal de Justicia de Río de Janeiro, los estudiantes crearon un formulario online que permite a una mujer solicitar una medida de protección urgente directamente al tribunal de violencia doméstica y familiar. Esto se hace a través de una página web, a la que se puede acceder desde el teléfono móvil o el ordenador.

“Describes lo que ha sucedido y puedes adjuntar fotos”, explica Amanda. “Eso fue muy importante en mi caso porque había documentado lo que él había hecho con mis cosas, tirándolo todo en la entrada”. 

Según la jueza Adriana Ramos, que preside el Primer Tribunal de Violencia Doméstica y Familiar contra la Mujer de Río, un punto importante de Maria da Penha Virtual es que no almacena los datos de la denunciante. “Esto fue algo en lo que pensamos desde el principio, porque hay mujeres que comparten su móvil con su maltratador, o casos en los que el agresor inspecciona el teléfono después”, dice.

La jueza Ramos cuenta que siguió de cerca un caso en el que una mujer fue encerrada por su agresor y rescatada posteriormente gracias a una denuncia que consiguió presentar utilizando su teléfono móvil. Una vez concedida la orden de alejamiento, se activa otro programa: la Patrulla Maria da Penha de la Policía Militar, que vela por el cumplimiento de dicha orden..

Este diálogo virtual y directo entre la víctima y los tribunales preocupa a algunos especialistas. Según la socióloga Wânia Pasinato, atribuir a las mujeres la responsabilidad de proporcionar información correcta al tribunal puede ser, en sí mismo, una forma de abuso. “Por eso pasamos tanto tiempo hablando de la importancia del trato humano y de la formación de los equipos policiales para que las mujeres sean atendidas correctamente”, afirma. “Sabemos que los servicios actuales no son lo que deberían ser, pero no podemos limitarnos a decir 'son horribles, que las mujeres pidan ayuda por sí mismas’”.

La profesora Cesário asegura que en Maria da Penha Virtual se tienen en cuenta los aspectos humanos del trato con las víctimas de violencia doméstica y que las mujeres reciben apoyo psicológico y seguimiento tras la petición inicial a través de la app.

Los críticos también advierten de que apostar por la tecnología como medio para corregir la lentitud del sistema judicial puede excluir a las mujeres más pobres y vulnerables, que a menudo no tienen acceso a Internet, pero Ramos afirma que se está estudiando seriamente la posibilidad de un acceso universal. “Sería importante disponer de terminales en clínicas u otros lugares frecuentados por mujeres para que puedan presentar una denuncia de una forma discreta, o en caso de que no puedan usar Internet en casa”.

Actualmente disponible sólo en el estado de Río, se espera que el proyecto se extienda por todo el país. Rafael Wanderley, el estudiante de derecho de la UFRJ que tuvo la idea de Maria da Penha Virtual, es uno de los fundadores de la startup Direito Ágil (Derecho Ágil), que gestiona la expansión de la tecnología a otros estados. En 2023, el proyecto se llevará a Paraíba y también se realizarán pruebas en los municipios de Sousa, Santa Rita y Campina Grande.

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