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Perfil

Beatriz Sarlo, la lectora incandescente de la escena cultural y política de la Argentina

Beatriz Sarlo, una lectora audaz, entre la literatura y la política.
17 de diciembre de 2024 10:59 h

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“Sé leer de un solo modo: leo todo, también la política, como aprendí a leer la literatura”, dijo en una entrevista con el diario La Nación en 2015. De la cultura argentina –la vanguardia, el canon o lo que estaba llegando: nunca dejó de interesarse por los libros que recibía de autores nóveles– a las escenas cotidianas que podía cruzarse mirando televisión o mientras viajaba en subte. De los ‘70, a la política resquebrajada que rodeó el 2001. De la calle a Puan y de Puan a la calle. Beatriz Sarlo todo lo leía con fruición, con audacia, con una inquietud genuina y sin temor al riesgo.

Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde dio clases por más de tres décadas y tuvo a su cargo su mítica cátedra de Literatura Argentina II, nació en 1942. A lo largo de su extensa trayectoria académica fue reconocida internacionalmente y convocada a dar clases en universidades de los Estados Unidos como Columbia, Maryland, Chicago y Berkeley.

Pero antes de la Facultad de Filosofía y Letras, en su recuerdo está la Buenos Aires de los ‘40 y su interés prematuro por lo que pasaba en el mundo. “Estábamos en la plaza de Donado y Echeverría, a dos cuadras de mi casa, en una franja indecisa, de casitas bajas, entre Belgrano y Villa Urquiza que los viejos llamaban Villa Mazzini. Era 1945 y yo tenía tres años. Me solté de quien me llevaba de la mano y corrí, con pasitos todavía inseguros y los brazos extendidos, hacia un tío que llegaba a la plaza para dar la noticia a quien estaba conmigo: ‘Terminó la guerra’. Yo grité ‘Mussolini’. Nada más. Entre todos mis recuerdos es el más viejo. Reaccioné como un animalito con reflejos condicionados: guerra, por lo tanto, Mussolini. En mi casa se hablaba mucho de política, aprendí algunos apellidos antes que los de los actores de radioteatro y los cantores de tango. Esas dos palabras, en mi cabeza, quedaron unidas como si formaran una sola: guerramussolini”, escribió en Clarín en 2016.

Después llegaría otra ciudad, la más frenética, la de los años ‘60. “Mi formación transcurre en un medio vanguardista, rupturista: el Instituto Di Tella para el cual trabajé como pinche, pero que me permitió verlo desde adentro. La primera exposición a la que asistí conscientemente a los 17 años fue la del informalismo en Buenos Aires, que fue un escándalo. No sabía lo que estaba viendo. Exponían Alberto Greco, [Mario] Pucciarelli, y yo me hice amiga de Fernando Maza, que también mostraba en Van Riel. La galería se cerró para que no quemaran los cuadros. Era como un acto de 1920. Yo estaba enloquecida con lo que veía. Pensaba vagamente que eso había sucedido en Zúrich, pero no que iba a pasar ante mis propios ojos en Buenos Aires. Esa fue mi formación no deliberada. No la académica, que iba por otro lado y no fue demasiado sistemática. Y eso se convirtió en un reflejo, en el sentido más primitivo y profundo que tiene un reflejo. Ya no puedo ser de otro modo”, contó a La Nación.

Entre los hitos de su trayectoria intelectual se encuentra su paso por la revista Los Libros, donde fue parte del consejo de redacción hasta su clausura, en 1976. En 1978, mientras la dictadura arrasaba al país y a buena parte del ámbito intelectual, cofundó de manera semiclandestina la revista Punto de Vista, un auténtico faro del pensamiento argentino que se extendió a lo largo de cuatro décadas.

A partir del regreso de la democracia en 1983, además de dedicarse a las clases en la Universidad de Buenos Aires y a trabajar en el Centro Editor de América Latina, empezaron a circular con intensidad algunos de los libros donde ya daba cuenta de su interés por los cruces entre crítica cultural, política e historia. Son de la década de los ‘80 textos fundamentales como Ensayos argentinos: de Sarmiento a la Vanguardia, escrito junto a Carlos Altamirano; El imperio de los sentimientos: Narraciones de circulación periódica en la Argentina, 1917-1927, de 1984 y Una modernidad periférica: Buenos Aires, 1920 y 1930, de 1988.

En los ‘90, mientras su figura pública empezaba a trascender el ámbito académico y se destacaba como ensayista política en algunos medios de comunicación, publicó entre muchos otros los libros Borges, un escritor en las orillas (1993), Escenas de la vida posmoderna: Intelectuales, arte y videocultura en la Argentina (1994), Martín Fierro y su crítica: Antología (1994) e Instantáneas: Medios, ciudad y costumbres en el fin de siglo (1996).

El nuevo milenio encontró a Sarlo con vigor en los medios, también con varios viajes al exterior y como incansable profesora en el ámbito universitario, donde formó a cientos de estudiantes. Su interés incandescente por la lectura de lo que la rodeaba la llevó, entre otras cosas, a cubrir como cronista algunas manifestaciones populares. Entre otras, las que terminaron con el gobierno de Fernando de la Rúa, pero también más adelante cacerolazos, marchas y piquetes.

En paralelo a sus diversas actividades, recibió numerosos reconocimientos y premios. Entre otros, el Konex, la prestigiosa Beca Guggenheim y los reconocimientos que otorgan el Fondo Nacional de las Artes y la Academia Nacional de Periodismo.

El surgimiento y la llegada al poder del kirchnerismo fue otro de sus objetos de lectura y crítica. Uno de los momentos más recordados tuvo lugar en 2011 con su paso por el programa 6, 7, 8, de la Televisión Pública, un envío que no ocultaba su adhesión al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. De allí quedó inmortalizada la frase “Conmigo no, Barone”, en respuesta al periodista Orlando Barone, uno de los integrantes de la mesa. De ese año es también su libro La audacia y el cálculo: Kirchner 2003-2010, un análisis lúcido de la figura del expresidente y de los referentes de la primera línea de la política argentina de aquellos años. 

Entre sus últimas apariciones públicas, en 2023 Sarlo participó de una mesa de la Feria de Editores de Buenos Aires, donde conversó con Hinde Pomeraniec y Sylvia Saítta. En marzo de 2024, en tanto, la ensayista expresó con un video su apoyo a los trabajadores despedidos y pidió que no cerrara Télam, la agencia de noticias de bandera.

Hasta el año pasado, cuando su salud empezó a decaer, la ensayista trabajó en un libro sobre su vida, que está programado para salir en febrero de 2025 por Siglo XXI, la casa editorial que viene publicando toda la obra de la intelectual (durante los últimos tiempos, salieron por allí, entre otros, textos fundamentales como Clases de literatura argentina y Las dos torres). Con su filo habitual, con ironía y también con gracia, Sarlo se refirió a su autobiografía en 2022, durante una entrevista con el periodista Daniel Gigena.

“Se llama No entender. Es una autobiografía centrada en el hecho de no entender, que es mi experiencia constitutiva. Uno podría decir que solo me he interesado por aquello que no entiendo, con lo cual también se podría decir que no he terminado de entender nada. Va a ser mi último libro”, aseguró.

AL/JJD

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