La mirada horizontal
¿Groucho Marx en la Argentina? Sí, Martín Karadagián
¿Groucho Marx en la Argentin? Y sí, se llama Martin Karadagián. El mismo, el de corpacho algo retacón y fornidísimo, como mandado a hacer para la doble Nelson y una cabeza que anda por las nubes robándoles el color y cargándose de ideas. Insólitas. Imaginación pura. Algo que no siempre –pocas veces– prolifera entre los músculos. ¿Por qué tu cabeza es tan blanca y tu barba tan negra? Porque mi barba es 16 años más joven, hija mía. ¿Por qué los chicos te quieren tanto, y también los grandes, aunque no lo confiesan? Eso tienes que decirlo tú, hija mía…
Y contesto: porque debajo de la piel de lobo está el cordero, porque has dado vuelta el mundo de las convenciones, has trastocado una realidad bastante sádica hasta hacerla risueña. Todo depende del color del cristal…, y para esa gran farsa ubuesca que es Titanes en el Ring has repartido cristales de todos los colores, abigarrados, y entonces vemos las imágenes más farsescas, las más divertidas y coloridas –y el blanco y negro de la pantalla chica, aunque ustedes se quejen, no les quita intensidad a estos colorinches del alma–. El humor es así, pone colores en todas partes. Y lograste meter chispitas en el catch, y la tijera invertida, por ejemplo, se convierte en una treta supercómica.
Unas cuantas líneas atrás dije ubuesca. Adj. Fem. Calificativo. Se lo robé al Rey Ubú. ¿Conocés al rey Ubú? ¿Y eso qué importa? Vos sos el rey Ubú. Personaje que debería ser colérico y tiránico, pero en realidad la imaginación lo vence y entonces crea la Patafísica. Madre espiritual del surrealismo. Ubú proponía, entre otras cosas igualmente esenciales, no tomarse lo serio en serio. ¿El catch es serio, fue alguna vez una lucha de verdad o siempre fue tongo? Las solemnes federaciones internacionales de deportes racionales o lo que fuera nunca quisieron homologar a los campeones de catch (al campeón, mundial campeón, único campeón, tralalala, Martín Karadagián desde 1947, y si no lo creen, ver célebre cinturón de oro y piedras preciosas con telúricas reminiscencias de rastras criollas que cada domingo se expone en el ringside de Canal 11.
“Es circo, pero del bueno”
“Ya que dicen que es circo y no deporte, decidimos darle circo, pero del bueno”. Diversión sana, como explican. Algo que los acerque al deporte, a la historia, al amor por su país, a un montón de cosas que aparentemente no guardan relación unas con otras, pero queda demostrado que sí. En una de esas la fuerza de Karadagián (“Me entreno todos los días de 18 a 21 en mi gimnasio de Olivos”) les quita el miedo.
La vida, los dichos y los enigmas de Karadagián
Nació, aparentemente, el 30 de abril de 1926. En algunas declaraciones dijo que en Armenia, que se naturalizó argentino y que llegó a la Argentina a los 7 años. Pero en otras, dijo que en San Telmo y en 1923.
En 1951 declaró que su padre lo obligaba, a los 8 años de edad, a estudiar violín. Estudió primero contra su voluntad y después entusiasmado. A los 17 años abandonó su casa y quiso triunfar con la música. Su ídolo, su ejemplo, era Niccolò Paganini.
Trabajó como músico, mal pago. Cuando un día protestó, argumentando su talento, alguien le dijo: “El talento no se pregona, se demuestra, y por lo que yo veo y escucho usted tiene más aptitud para cargar reses o meterse a luchador que a violinista. No lo tome usted como ofensa sino como un consejo oportuno y atinado…”
Sepultó el violín y empezó a cargar reses vacunas ayudando a su padre, que era distribuidor de carne.
Un día se presentó al gimnasio del Luna Park. Tenía 18 años. Allí empezó su carrera de catcher. Tenía paralelamente una joyería en la calle Libertad. Corría el año 1962. Ese año declaró que su rival más difícil fue el japonés Takeo Yano, con quien peleó en Londres el 20 de junio de 1961. La mujer que más admira: la reina Isabel de Inglaterra. El recuerdo más hermoso: cuando ganó el campeonato del mundo en 1946 en el Madison Square Garden. El país más maravilloso: Uruguay. Su plato preferido: las pastas, aunque desde 1959 es naturista.
Le enorgullece que le griten payaso.
Según Karadagián, en 1960 perdió 1 300 dólares por una estafa. Vendió la joyería, una quinta y volvió al ring.
Su troupe empieza a ser popular en 1967. Por ese año la integraban, entre otros, La Momia, Pepino el 9, El doctor Karate, El Agente Secreto 009, Rubén Peucelle, Frankenstein, El Gran Gross, Raúl Adoré, El Indio Comanche.
Al ómnibus que trasladaba a la troupe lo llamaban El Titán, La Máquina Infernal o La Bati-Albóndiga.
En 1967 volvió a declararse argentino y dijo que hizo la conscripción en el 3 de Artillería de Campo de Mayo. En 1966 había muerto su madre atropellada por un auto. Confesó su amor por cinco sobrinos y proclamó que habla más de diez idiomas y once dialectos.
Sin embargo, dijo un día que abandonó la escuela primaria en segundo grado.
A aquella troupe de 1967 hay que agregar a Rudolf Schell el alemán, Freddy el marinero, Yusikawa el japonés, José Luis, Jack Curtis el norteamericano, El Cavernario, Il Bersagliere, el Gitano Ivanoff, Iván Kowalsky el ruso, Benito Durante Il Commendatore, Hans Águila, Pájaro Loco escocés.
Algunos personajes usan máscara y otro aditamento que los hace irreconocibles, y Karadagián se negó siempre a revelar sus identidades: son Pepino el 9, El Payaso, La Momia, Frankenstein y El Murciélago.
El 30 de noviembre de 1970 Karadagián entró en prisión condenado a dos años y seis meses, acusado de lesiones y extorsión contra el ingeniero León Patlis.
Salió en libertad condicional a los ocho meses, el 5 de agosto de 1971. Según sus declaraciones, trabajando en Canal 7 en Titanes en el Ring, en octubre de 1969, le avisaron por teléfono que se había derrumbado una estructura de hormigón de Avenida del Libertador 2335, de Olivos. El edificio Titán I, que Karadagián pensaba destinar a un asilo de ancianos en memoria de su madre y que ocupaba en su parte baja el gimnasio de sus atletas. Karadagián increpó a Patlis, quien prometió resarcirlo. Pero Patlis presentó una denuncia de agresión.
Cuando salió de la cárcel escribió el libro ¿Mereció una celda?, que editó Revancha, firmado por Juan Claudio Rival. Según Karadagián, era la historia de su vida. También escribió en la cárcel lo que él llamó canciones de protesta. Una de ellas dedicada a la barba.
Volvió en 1972 con Titanes en el Ring (Canal 13) con todos sus luchadores, y además El Hielero, El Bombero y La Viuda.
Peleaban entonces el Cacique Pampeano, Ararat, Ulises, El Quijote, Sancho, El Mochilero, El Príncipe Valiente, El Superpibe, El Mercenario, El Caballero Rojo, El Hombre Invisible, La Momia, El Vikingo, Happy Hair, Hippy Jimmy. Karadagián entonces ostentaba el título de Barón de Aramián. Karadagián apareció entonces como un hombre orquesta.
Organizó todo. Rezó antes de combatir. Lloró. Dijo que descendía de luchadores. Que su padre, Amparzum, era luchador, igual que su abuelo. Realizó funciones a beneficio de entidades de bien público, que para esa fecha de 1972 eran más de cinco mil.
El 28 de agosto de 1972 se le fueron a Karadagián quince luchadores: El Vasco Quipúzcoa, Tufi Neme, Don Quijote, Superpibe, El Payaso Pepino, La Momia, Caballero Rojo, Ulises, Barba Roja, Goitía, El Conde Schiaffino, Hippy Hair, Hippy Jimmy y el Gitano Ivanoff. Todos argumentaron que Karadagián “les pagaba sueldos miserables”. Se presentaron en el Canal 9 con el nombre de Los Fabulosos Titanes.
Volvieron a trabajar con Karadagián en abril de 1973, donde presentó entonces a El Tío Rico, Ulus el Mongol, El Gran Otto, El Pastor David, Nacapone y el Príncipe de Nápoli.
En 1974 Karadagián no habló más de sus estudios musicales de la infancia y dijo que había sido muy pobre, que lustraba zapatos y que a los 8 años fue Campeón Panamericano de Lucha, categoría Cadetes, en Detroit, y que a los 12 fue Campeón Mundial en la categoría de Cadete Mayor. Además, confesó 51 años de edad y una hija de pocos meses, Paulina Valeria.
¿Qué rating tiene hoy Titanes en el Ring?
En julio tuvo 6,7. En agosto, 7,0. En setiembre, 8,2. En octubre, 7,6. El promedio de estos últimos cuatro meses es de 7,4. Que equivale a decir que 555 000 personas ven el pro- grama en cada una de sus emisiones. Esa cifra corresponde a la Capital Federal únicamente. Entonces las cosas más absurdas que se le ocurren de golpe ya no son tan absurdas: pueden hasta ser gloriosas. Como eso de regalar banderas reglamentarias a las escuelitas perdidas de provincia. ¿Por qué? Porque sí, porque son necesarias: pocos pueden pagar esas banderas. Ellos pueden, y lo hacen.
Las reglas del juego
Eso de por qué es una pregunta que no tiene sentido cerca de ese cuadrilátero. ¿Por qué el hombre de la barra de hielo? Ese tipo que pasa con la barra que se va derritiendo bajo los focos del set. Una añoranza. O, ahora, el paso del bombero de los ojos tristones. “Un homenaje a los bomberos voluntarios. Gente que siempre merece que la recordemos”. Y por ahí anda Karadagián armando sus caseros homenajes de destreza. Al dogo argentino, por ejemplo, ese perro blanco, nuestro, valiente, que ahora pelea encarnado en un hombre todo vestido de blanco. ¿Vida de perros? Parece que no. Los muchachos de Karadagián la pasan chiche, viajan por el mundo, hacen su espectáculo, nunca se lastiman. Pero como soldaditos, ¿eh? “Si llegan tres minutos tarde, los suspendo. Si se ponen mal el traje, los suspendo. Si se arreglan mal el pelo, los suspendo. Esto tiene que funcionar como un mecanismo de relojería: el absurdo y el humor también tienen sus reglas muy precisas”. Titanes en el Ring: a veces, también afuera. Cada personaje imbuido de su rol, responde al máximo. “Porque todo está hecho con mucho cariño”, se oye siempre alrededor de Martín. ¿Cómo nace ese extraño paso del catch-as-catch- can al cariño? “Mi hijita Paulina, de 4 años. Siempre va a ver el espectáculo. Entonces yo me pregunto ¿qué puedo hacer por ella, por todos los chicos, para que se lleven un recuerdo aleccionador? Y bueno, los personajes históricos. Todos guerreros, sí, pero buenos. Solo Remo es malo, pero Rómulo siempre lo alecciona. Y la loba los amamanta. Algo lleno de cariño. Como Frida, que ama a Fritz, el temible luchador alemán”.
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