Aniversario de la Revolución alemana de 1918
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Lecturas
Rosa Luxemburgo: el comienzo de la revolución en Alemania
Rosa Luxemburgo y la Revolución Alemana de 1918
El 9 de noviembre es una fecha muy conflictiva en Alemania. Para la mayoría, hoy en día rememora aquel día de 1989 en que cayó el infame Muro de Berlín. También suele recordarse ese día doloroso de 1938 que pasó a la historia como “Noche de los Cristales Rotos. Hay quienes recuerdan ese día de 1923 en que Hitler dio su caricaturesco ”Golpe de la Cervecería“ en Múnich. Sin embargo, pocos recuerdan que el 9 de noviembre de 1918 fue el comienzo de la Revolución Alemana, que llevó a la caída del Imperio y la instauración de una república, en la que surgieron consejos de trabajadores y soldados siguiendo el modelo de los ”soviets“ (consejos) de la poco antes triunfante Revolución Rusa de octubre de 1917.
Rosa Luxemburgo, a la sazón, recién salía de largos años de cárcel y, buscando influir en la revolución, se puso a organizar la Liga Espartaco, que posteriormente en el cambio de año entre 1918 y 1919 se refundaría bajo el nombre de Partido Comunista alemán. El texto que sigue, llamado “El comienzo”, que data del 18 de noviembre de 1918, es el primero que escribe durante la Revolución Alemana, y aparece como el editorial del número 1 de Die Rote Fahne (“La bandera roja”), el diario de los espartaquistas (y luego de los comunistas alemanes). Luxemburg desde el comienzo señaló como objetivo que la revolución debía llevar a un gobierno de los trabajadores para emprender el camino del socialismo, frente al gobierno de Friedrich Ebert dominado por el poderoso Partido Socialdemócrata, que no quería saber nada de eso y deseaba mantener a Alemania en los marcos del capitalismo. Esto llevó al gobierno, eventualmente, a ahogar en sangre a la revolución e incluso ser responsable del asesinato de Rosa Luxemburg y de su compañero de ideas, Karl Liebknecht, el 15 de enero de 1919. Lo paradójico es que, para cometer este crimen, el gobierno socialdemócrata echó mano a tropas de voluntarios de extrema derecha que, pocos años más tarde, se integrarían al Partido Nazi…
Socialismo o barbarie, la compilación de Rosa Luxemburg donde incluimos este texto, tiene casi cien páginas de sus artículos, discursos y tesis escritos o pronunciados durante la Revolución Alemana. Los dejamos con las palabras de nuestra autora.
El comienzo
18 de noviembre de 1918
(“Der Anfang”. Die Rote Fahne (Berlín), No. 3, 18 de noviembre de 1918. Rosa Luxemburg, Gesammelte Werke, Vol. 4, Berlín, 1974, p 397-400.)
La revolución ha comenzado. Para continuar el trabajo iniciado no alcanza con el júbilo que dejó el triunfo obtenido sobre el enemigo derribado, lo que se necesita es la autocrítica más estricta y una férrea concentración de la energía. Porque el logro es pequeño y el enemigo no está derrotado.
¿Qué se consiguió? La monarquía ha sido barrida y la máxima administración del gobierno ha pasado a manos de los representantes de los trabajadores y los soldados. Pero la monarquía nunca fue el verdadero enemigo, solo fue una fachada, apenas un testaferro del imperialismo. Los Hohenzollern no desencadenaron la Guerra Mundial, no incendiaron todos los rincones del mundo ni llevaron a Alemania al borde del abismo. Como cualquier gobierno burgués, la monarquía fue el director ejecutivo de los negocios de las clases dominantes. La burguesía imperialista es el gobierno de la clase capitalista: he ahí el criminal responsable del asesinato en masa.
La abolición del capitalismo y la realización del orden social socialista, nada menos, son los motivos históricos de la revolución actual. Un trabajo de gran alcance que no se hace en un instante mediante decretos desde arriba, sino que solamente se realiza por medio de la acción consciente de la masa de trabajadores de la ciudad y del campo y que solo llegará a buen puerto atravesando todas las tormentas de la mano de la mayor madurez intelectual y del idealismo inagotable de las masas.
El objetivo de la revolución muestra claramente el camino a seguir; el método se desprende de la tarea: concentrar todo el poder en manos de las masas trabajadoras, en manos de los Consejos de Obreros y Soldados. La guía para todas las medidas del gobierno revolucionario debe ser asegurar la obra de la revolución de sus enemigos expectantes.
Cada paso, cada acto del gobierno, debe apuntar como una brújula que señale en la dirección de:
• Creación y nuevas elecciones de los consejos locales de trabajadores y soldados para reemplazar el primer gesto caótico e impulsivo de su surgimiento con un proceso consciente de esclarecimiento de los objetivos, tareas y formas de la revolución.
• Reunión permanente de estas representaciones de masas y transferencia del poder político real desde el acotado comité del Consejo Ejecutivo [Vollzugsrat] hacia la amplia base de los Consejos de Obreros y Soldados.
• Que se convoque con la máxima celeridad al Parlamento nacional de los trabajadores y soldados con el fin de constituir a los proletarios de toda Alemania como clase, como un poder político compacto y de pie detrás de la obra de la revolución, para que se sitúe como su baluarte y su fuerza de choque.
• Organización inmediata, no de los “campesinos”, sino de los proletarios rurales y de los pequeños campesinos que, como capa social, todavía están por fuera de la revolución.
• Formación de una Guardia Roja proletaria para la protección constante de la revolución y para la formación de la milicia obrera, con el fin de que todo el proletariado esté en guardia en cualquier momento.
• Eliminación de los órganos de administración, de la justicia y del ejército heredados del Estado policial-militar absolutista.
• Confiscación inmediata de la riqueza y las posesiones dinásticas, así como de otras grandes propiedades, como un primer paso preliminar para asegurar alimentos para el pueblo, porque el hambre es el más peligroso aliado de la contrarrevolución.
• Convocatoria inmediata de un Congreso mundial de trabajadores en Alemania, para resaltar, a su vez, el carácter socialista e internacional de la revolución en forma nítida y clara, debido a que el futuro de la revolución alemana solo está anclado en la Internacional, en la revolución proletaria mundial.
Solo hemos enumerado los primeros pasos necesarios. ¿Qué está haciendo el gobierno actual de la revolución?
• Permite que el Estado siga siendo solo un organismo administrativo, desde la cima hasta la base, en manos de los partidarios de ayer del absolutismo de los Hohenzollern y como una futura herramienta de la contrarrevolución.
• Convoca a una asamblea nacional constituyente para crear así un contrapeso burgués a la representación de los trabajadores y soldados, para encarrilar los cambios hacia una revolución burguesa y escamotear los objetivos socialistas de la revolución.
• No hace nada para aplastar el poder permanente del dominio de la clase capitalista.
• Hace todo lo posible por tranquilizar a la burguesía, proclamar la santidad de la propiedad privada, salvaguardar la inviolabilidad del capital.
• Deja en paz a la contrarrevolución que está en todas partes, tranquila- mente, sin apelar a las masas, sin advertirle al pueblo en voz alta.
¡Paz! ¡Orden! ¡Orden! ¡Paz! Eso se dice en todas partes, en todas las reuniones públicas del gobierno, así se escucha el eco jubiloso desde el campo burgués. El que legisla contra el espectro de la “anarquía” y del “putschismo”, la conocida música infernal del burgués preocupado por las cajas registradoras, la propiedad y la ganancia es la nota que se escucha más fuerte en este momento, y el gobierno de la revolución de obreros y soldados… tolera tranquilo esta marcha general de ataque contra el socialismo, incluso participa en ella con sus dichos y sus acciones. La conclusión de la primera semana de la revolución es que en el Estado de los Hohenzollern, en esencia, no ha cambiado nada, el gobierno de los obreros y soldados actúa como un representante del gobierno imperialista que se ha declarado en bancarrota. Todas sus acciones están atravesadas por el miedo a las masas trabajadoras. Antes de que la revolución cobre fuerza, ímpetu y bríos, se le escamotea su única fuerza vital, su carácter socialista y proletario.
Todo está en orden. El Estado reaccionario del mundo civilizado no se convertirá en un Estado revolucionario en 24 horas. Los soldados que asesinaron proletarios revolucionarios en Finlandia, Rusia, Ucrania, el Báltico, actuando como gendarmes de la reacción, y los obreros que hicieron posible que eso transcurriera en silencio, no se transformaron en menos de 24 horas en portadores del socialismo conscientes de sus objetivos. La imagen de la revolución alemana se corresponde con la madurez interna de las condiciones alemanas. Scheidemann-Ebert es el gobierno surgido de la revolución alemana en su etapa actual. Y los independientes, que creen poder realizar el socialismo junto con Scheidemann-Ebert, sobre lo cual dan testimonio solemne en el Freiheit, que construyen con ellos un “gobierno puramente socialista”, también califican como los socios adecuados de esta empresa durante este primer estadio provisorio. Pero las revoluciones no se detienen. Su ley vital es la de avanzar rápidamente, la de su transcrecimiento. La primera etapa ya está avanzando a través de sus contradicciones internas. La situación se puede comprender como un comienzo, como una condición insostenible a largo plazo. Para que no se imponga la contrarrevolución en toda la línea, las masas deben estar en guardia.
El comienzo ya es un hecho. Lo que sigue no está en manos de aquellos enanos que quieren detener el curso de la revolución y poner palos en la rueda de la historia mundial. La agenda de la historia mundial actual es la realización del objetivo final socialista. La revolución alemana fue arrojada en la trayectoria de esta estela luminosa. Avanzará paso a paso, a través de terribles esfuerzos, con lucha, sufrimientos y adversidades hasta la victoria.
¡Debe hacerlo!
GI
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