“La vida de Brian”, la obra maestra de los Monty Python que se reía de las religiones y que ahora quiere apropiarse la derecha
La programación televisiva de las vacaciones de Semana Santa tiene año tras año a los mismos sospechosos habituales. Los mismos títulos bíblicos repetidos una y otra vez entre los que también hay un caballo de Troya que nunca falla. Entre Los diez mandamientos, Rey de reyes y compañía, aparece La vida de Brian. Es casi una paradoja que una sátira tan bestial sobre la religión y los falsos mesías se haya asimilado como clásico semanasantero, pero 2024 repetía el patrón, y ahí se encontraba la obra maestra de los Monty Python.
La película más conocida del grupo humorístico es una de esos títulos transversales, que gusta a todo el mundo y sobre el que hay un extraño consenso que une a izquierda y derecha, padres e hijos. Extraño, principalmente, en un filme que en su estreno en 1979 fue criticado por todas las religiones, llegando a ser censurado en varios países y enfadando a cualquier persona creyente. ¿Qué tiene el humor de los Monty Python para que enojara tanto entonces y sea tan querido ahora?, ¿qué ha hecho que la obra pase de provocadora a arma contra lo woke y objeto de deseo de los conservadores? Ese es otro de los misterios del filme, que desde los sectores más reaccionarios se enarbole como bandera de la libertad en un contexto donde “ya no se puede decir nada”.
En los últimos años se vieron como una fake news que decía que la película había suprimido la broma de Loretta “por tránsfoba” se replicaba sin comprobar su falsedad hasta el punto de convertirse en argumento recurrente en cada discurso sobre lo políticamente incorrecto. Para intentar arrojar luz sobre la importancia de La vida de Brian y los Monty Python, y también sobre su legado en la actualidad, Javier Durán Tortonda, conocido por sus irónicos tuits en X, escribió ¿Qué han hecho los Monty Python por nosotros? (Plataforma Testimonio), un libro corto donde analiza el nacimiento de la banda, sus obstáculos para rodar su película ―que tuvo al Beatle George Harrison como salvador in extremis―, la censura vivida. Hasta se atreve a responder a esa afirmación cuñada que dice que ‘esta película ya no se podría hacer ahora’.
Para el autor, que La vida de Brian se haya convertido en canon del cine religioso “es fruto del capitalismo, que es experto en coger las críticas, apropiarse de ellas y venderlas”. Pero eso no quita que crea que “mantenga su vigencia con su discurso contra los mesías, las religiones y la gente que sigue a un líder sin parase a pensar en lo que realmente dice”. “Que se haya hecho mainstream y que sea una película más de Semana Santa creo que para ellos es un triunfo espectacular. Que la película esté tan aceptada no creo que le quite causticidad, el mensaje sigue siendo el mismo y sigue siendo espectacular. Creo que es positivo, porque cuanta más gente la vea, mejor”, apunta.
Por ella también pasa el tiempo, y Durán reconoce que ahora “hay cosas que cantan un poco”, pero también que sigue siendo “superactual” y que es de las comedias que mejor ha envejecido tras casi 50 años. “La he vuelto a ver unas cuantas veces y sigue teniendo intacta esa capacidad de sorprender, de hacer reír y de hacerte pensar, más que en la religión, en el tema de los mesías y sobre ese momento, que yo creo que estamos volviendo a vivir, de incertidumbre en el que la gente se agarra a un clavo o a un mesías ardiendo. Y en lo de la división de la izquierda ya ni te cuento si es vigente. Es que se podría haber hecho ayer la película”, dice bromeando.
Creo que la derecha, que está tan falta de referentes cómicos, ha cogido lo de Loretta o lo de el Frente Popular de Judea para intentar hacer daño, entre comillas a la izquierda
Como si entonara la mítica canción de la película, ese Always Look At The Bright Side Of Life que todo el mundo ha silbado o tarareado alguna vez, el autor ve siempre el lado positivo de las cosas, incluso con ironía sobre la apropiación de la derecha del filme. “Así más gente verá la película”, reincide y aclara: “Es absurdo. Los Monty Python, si se han caracterizado por algo, es por atizar en todas direcciones”. “Creo que la derecha, que está tan falta de referentes cómicos, ha cogido lo de Loretta o lo del Frente Popular de Judea para intentar hacer daño, entre comillas, a la izquierda. Pero la película es tan amplia y tiene tantas capas que puedes verla desde una perspectiva de derechas y desde una perspectiva de izquierda. Creo que también eso es lo positivo de la película, que no es una película que te adoctrine”, opina.
Ese atizar sin filtro cree que es una de sus grandes virtudes. “Yo soy de izquierdas y a mí me encanta el sketch del Frente Popular de Judea, me parece maravilloso. Lo que no sé si les encanta es a los católicos o a los de derechas algunas ridiculizaciones que hay de una religión que ha basado toda su iconografía, como decía Eric Idle, en una forma de tortura”, apunta.
Tampoco comparte su opinión sobre otro mantra actual, ese que dice que ahora no se podría hacer una película como esta. “Yo creo que sí se podría, hemos visto cosas incluso peores. South Park, o incluso Los Simpson, que es superblanco, han hecho cosas y parodias de la religión mucho más salvajes y no ha pasado nada. Eso de la cultura de la cancelación es una engañifa. Claro que se pueden seguir haciendo cosas. Otra cosa es que tú asumas las consecuencias de lo que has hecho y que la crítica en redes sociales sería mucho más salvaje que la que hubo en su época, que se limitó a la de después del estreno en los cines o la televisión, porque tampoco había muchas más formas de vehicular esa protesta. Otra pregunta es si los Monty Python podrían hacerla ahora, que creo que con las ideas que tienen y con la edad que tienen, probablemente no, pero la haría otra gente”.
Lo que no sabe si sería posible es una serie como Monty Python’s Flying Circus, su irreverente carta de presentación en la televisión pública británica, que tenía tal libertad creativa que Javier Durán cree que sería difícil que ahora se hiciera, por ejemplo, en la televisión pública española. “Esa autoría, esa forma de trabajar sin cortapisas. La paciencia que se tuvo para dejarles que funcionara, porque al principio nadie entendía nada… eso sí que lo echo de menos y me encantaría verlo en televisión ahora mismo”.
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