La contradicción del Banco Central Europeo: asfixia la economía pero garantiza un “salvavidas” para los bancos
“No hay que elegir entre combatir la inflación o la estabilidad financiera”. Con esta contradicción, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, intentó encauzar este jueves el debate sobre el riesgo de que la agresividad de sus decisiones acabe provocando una crisis bancaria.
El consejo de gobierno de la institución decidió subir las tasas de interés otros 0,5 puntos, hasta el 3,5%, como se había comprometido en febrero, pese al colapso del Silicon Valley Bank en Estados Unidos y la petición de Credit Suisse al Banco Nacional Suizo de 50.700 millones de euros en liquidez.
En su comunicado, también añadió dos párrafos extraordinarios, tras tres asteriscos, en los que afirma que “cuenta con todos los instrumentos de política monetaria necesarios para suministrar apoyo de liquidez al sistema financiero de la eurozona” en caso de que cualquier problema lo exija.
El BCE optó por seguir asfixiando la economía, sobre todo a las familias hipotecadas, para luchar contra las subidas de precios y, al mismo tiempo, garantizó un 'salvavidas' para los bancos.
Según fuentes del propio BCE que cita la agencia de información económica 'Bloomberg', los temores de que “cualquier cosa menor que un aumento de 0,5 puntos desencadenara el pánico en los mercados financieros, ayudaron a resolver la decisión del BCE de este jueves”. Otras fuentes añaden a elDiario.es que otro de los motivos que favoreció la decisión del incremento de tasas “fue el apoyo del Banco Nacional Suizo a Credit Suisse”.
“Lagarde fue valiente diciendo que no hay conflicto entre luchar contra la inflación y conseguir estabilidad financiera. No es verdad, pero es valiente y sirve para mostrar resolución”, opina Francisco Quintana, director de estrategia de inversión de ING España.
“Estos días estamos viendo cómo la subida de las tasas de interés puede poner en peligro la estabilidad financiera. Ante su decisión, los gobernadores del BCE parecen muy confiados en que esto no sucederá en la eurozona. Sólo esperemos que, a diferencia de lo que ocurrió en 2008 y en 2011, su evaluación sea correcta”, añade Jordi Schröder, investigador de Positive Money Europe.
Los errores de 2008 y 2011
Son muchos los expertos que trajeron de vuelta los agrios recuerdos de los errores de política monetaria del aumento de las tasas de interés justo antes de la Gran Crisis Financiera y posteriormente en plena crisis de deuda. En 2008, el BCE ahogó la economía en el peor momento. En 2011, asestó un golpe mortal a los estados más endeudados, como España o Grecia, que hicieron inevitables los rescates.
Junto a Lagarde, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, defendió en rueda de prensa que desde “el punto de vista de la estabilidad financiera, los bancos europeos son resilientes y sus ratios de capital son más altos que en 2008”. De Guindos insistió además en que la exposición del sector al banco suizo Credit Suisse es limitada.
Presidenta y vicepresidente explicaron que la autoridad monetaria cuenta con un amplio conjunto de herramientas que “pueden ser reactivados y están listos para usar”. Entre ellos, citaron el Programa de emergencia de compras de deuda (PPEP, por sus siglas en inglés), que se diseño como respuesta al shock de la pandemia de COVID, u otras formas de inyectar liquidez a los bancos.
A los anuncios principales, añadieron más contradicciones. Por un lado, Lagarde evitó adoptar otro compromiso respecto a las tasas en los próximos meses. “No es posible en este momento”, dijo. Y confesó que “tres o cuatro miembros [del consejo de gobierno]” no apoyaron la subidas de las tasas de interés de este jueves, pero matizó que “no porque no compartan los principios, sino porque prefieren tener más tiempo para analizar las circunstancias”.
“Con las presiones de inflación todavía al rojo vivo en la eurozona, su falta de orientación sobre futuras subidas de tasas sugiere que [efectivamente] no todos los miembros del consejo de gobierno están de acuerdo con ella”, destaca James Athey, director de inversiones de la gestora abrdn.
“La realidad es que ya se han visto signos de estrés bancario, y cualquiera que haya sufrido los efectos de la crisis financiera mundial no se convencerá fácilmente de que todo va bien por lo que digan los responsables de las políticas monetarias. Ahora que la pasta de dientes contra el estrés bancario está fuera del tubo, no va a ser tan fácil volver a meterla”, advierte este experto.
Nuevas previsiones del BCE
“Ante una inflación impulsada por la combinación de precios más altos de los bienes importados [principalmente energía, y otras materias primas por los cuellos de botella en el comercio internacional] y la expansión de los márgenes de beneficio, el BCE responde con una subida de tasas sin precedentes. Los gobernadores del BCE son conscientes de ello, pero la estrategia de política sigue siendo la misma”, lamenta Jordi Schröder.
La institución publicó este mismo jueves sus últimas previsiones de crecimiento económico e inflación, aunque advirtió que prácticamente son inservibles porque no incluyen las turbulencias de los últimos días. Este cuadro de expectativas reduce la estimación de subidas de precios para el conjunto de 2023 del 6,3% que esperaba en diciembre al 5,3% actual. Y eleva las del incremento de la actividad del 0,5% al 1%.
Lo que está ocurriendo “muestra hasta qué punto la política monetaria convencional tiene un sesgo de clase. No importa qué impulse la inflación, las herramientas utilizadas colocan la carga del ajuste sobre la espalda de los trabajadores”, continúa este economista.
Y concluye: “La trágica ironía de todo esto es que son precisamente las grandes empresas las que se han estado beneficiando de la actual situación –y que han contribuido al aumento de los precios al aumentar sus márgenes de ganancias– y las que podrán sortear los efectos adversos que provocará el aumento de las tasas de interés mientras que los trabajadores y las pequeñas empresas enfrentarán penurias”.
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