Detrás de los números: por qué Resistencia es la ciudad más pobre de la Argentina
“Acá hace tiempo que se viene palpando que los niveles de pobreza son mayores incluso a los que se ve en los números”, dice a elDiarioAR desde la ciudad de Resistencia Alejandro Pegoraro, director de la consultora Politikon Chaco. “En el centro urbano se ve una merma de la actividad y en las calles hay cada vez más gente pidiendo dinero. En los restaurantes al aire libre muchas personas se acercan a buscar una colaboración o a hacer algún tipo de venta ambulante y cuando te vas fuera del centro es peor: hay todo un cordón de barrios donde las condiciones de vida son alarmantes y donde se observa cada vez mayor concentración”, relata.
El Gran Resistencia fue el aglomerado urbano que, según los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), reportó el último semestre de 2020 la tasa de pobreza más alta de todo el país: 53,6%. Más de una de cada dos personas no puede acceder a la canasta de bienes y servicios mínimos. De acuerdo con el informe oficial, el segundo aglomerado con mayor incidencia de la pobreza fue el Gran Buenos Aires (51%) y, el tercero, Concordia (49,5%), que sin embargo redujo la tasa respecto del semestre anterior y mantiene casi el mismo nivel que antes de la pandemia.
En Resistencia la pobreza viene creciendo sostenidamente desde el segundo semestre de 2018 y, según Pegoraro, se explica por una combinación de tres elementos: empleo, salarios y precios. En cuanto al empleo, muestra niveles inferiores a años anteriores —sobre todo en el segmento privado registrado— y si bien dibujó una leve mejora en los últimos meses en este aspecto, todavía está lejos de fortalecerse al nivel de las necesidades de la demanda.
Vinculado a este escenario, la provincia de Chaco tiene los salarios más bajos de todo el país, lo que se combina también con la tercera variable, que refiere a precios. “La región del NEA y el Gran Resistencia en particular están mostrando los niveles de inflación más altos de todo el país desde hace ya dos años, con especial impacto en los alimentos, que son los bienes de mayor incidencia en la canasta de la región. Entonces, la escasez de empleo, los salarios muy bajos y los precios altos hacen que incluso hogares que tienen empleo formal no puedan superar con sus ingresos la línea de la pobreza”, apuntó.
La región del NEA y el Gran Resistencia en particular están mostrando los niveles de inflación más altos de todo el país desde hace ya dos años, con especial impacto en los alimentos.
Por otro lado, la tasa de actividad de Chaco es muy baja, con muchas personas por fuera del sistema que subsisten en base a programas sociales, que si bien son útiles como complemento no alcanzan para cubrir la canasta. Por caso, Chaco fue la provincia que más cantidad de beneficiarios de Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) tuvo en relación con su población, alcanzando cerca del 30%, según datos de la Anses. La eliminación de este beneficio, combinada con una inflación acelerada y la no recuperación de las fuentes genuinas de ingreso contribuyeron a alcanzar el resultado comunicado ayer por el Indec.
Para Pegoraro, aún cuando podría pensarse como un “techo” por su magnitud, la tasa de pobreza de Gran Resistencia podría incluso empeorar en el primer semestre de 2021. Dependerá de cómo evolucione la tríada empleo-salarios-precios, lo que no parece ser alentador de acuerdo a los primeros indicadores. El analista mencionó que las paritarias del sector público, que emplea a gran parte de la población en la provincia, cerraron por debajo de la inflación.
Del informe del Indec se desprende que la evolución de la tasa de pobreza no fue homogénea en todo el país. De hecho, mientras que en ciudades como Resistencia el dato pegó un salto, en otras se mantuvo relativamente estable (el Gran Córdoba, por caso) y en otras incluso se ubicó por debajo de los niveles prepandemia como en Salta, Formosa, Concordia y Rawson-Trelew.
Esta disparidad tiene distintas explicaciones. Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, señaló como primer elemento que la cuarentena no fue uniforme en todo el país, lo que generó distintas alteraciones en el sistema productivo. Concretamente, de las medidas de restricción dependió que ciertas empresas e industrias funcionaran y que las personas pudieran o no salir a generar ingresos.
“En aquellas jurisdicciones con mayor dinamismo y productividad, los indicadores de pobreza han experimentado una leve mejora gracias al levantamiento de las restricciones de aislamiento en relación al primer semestre 2020. Sin embargo, a los aglomerados que se encuentran en provincias menos dinámicas, les cuesta despegar, aún con la flexibilización de las medidas de confinamiento”, aportó Laura Caullo, economista del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de la Fundación Mediterránea, con sede en Córdoba.
Por otro lado, Caullo destacó que las provincias complementaron las políticas de alivio nacionales con instrumentos propios, lo que terminó alterando de manera diferencial la trayectoria de ingresos en cada provincia. Por caso, Formosa —que redujo la pobreza 42,4% en el primer semestre de 2020 a 36,4% en el segundo, ubicándola incluso por debajo del nivel prepandemia (41,6%)— otorgó bonos y aumentos a los estatales en el último tramo del año, lo cual disparó el nivel de ingresos sobre todo en el último trimestre. “Hay que poner el ojo en lo que pasará en este primer semestre 2021, ya que eso fue un factor clave y se presupone que ya no estará presente en este primer semestre, lo cual puede hacer que se dispare de nuevo los niveles pobreza a junio de este año”, señaló Pegoraro en relación con la situación de Formosa, provincia vecina a Chaco.
También aparecen cuestiones metodológicas. “Que en la Patagonia la tasa de pobreza sea más baja es lógico por el método de la medición, porque los salarios acá son más altos en términos nominales”, explicó Facundo Ball, director del departamento de Economía de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, aunque señaló que no tiene “ninguna lógica económica” que haya bajado respecto de los niveles prepandemia. Si bien los ingresos de cada región se comparan con sus propias canastas de precios, el economista explicó que el diferencial de ingresos es mayor que el diferencial entre canastas.
Para estimar el número de personas por debajo de la línea de pobreza el Indec toma como referencia el costo de la Canasta Básica Total (CBT), que en febrero fue de $57.997 para una familia tipo, y la compara con los ingresos de los hogares. Aquellos que no alcanzan a cubrir esta canasta, son considerados pobres. Si los ingresos no alcanzan para cubrir ni siquiera la Canasta Básica Alimentaria (CBA), de $24.575 en la última medición, entonces se los considera indigentes.
DT
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