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12 de marzo de 2021 11:33 h

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Diplomático de carrera, Héctor Torres fue miembro del directorio del FMI durante tres períodos y representó las sillas de Argentina y de Brasil. Tuvo como jefes a Roberto Lavagna, Felisa Miceli, Martín Lousteau, Miguel Peyrano y Alfonso Prat Gay, de la Argentina, por los años en los que fue director titular de Argentina, y de Guido Mantega, cuando fue el director alterno en la silla de Brasil.

Con la autoridad que le da haber pasado casi diez años en Washington, Torres analiza el acuerdo que busca Martín Guzmán para la Argentina y las reformas que debe hacer el FMI. Revela secretos de cuando Néstor Kirchner y Lula decidieron salir del prestamista de última instancia para ganar autonomía política. Explica por qué fracasó el programa de US$ 55.000 millones que le dieron a Mauricio Macri, que según él, nació “mal parido” por los supuestos políticos que puso el propio FMI. Y revela, por primera vez, que el Fondo quiso poner el cepo para que no se fugaran los dólares y que el entonces Ministro de Economía Nicolás Dujovne se negó al pedido. Lo que sigue es un resumen editado de la entrevista con elDiarioAr:

¿Qué es lo importante a saber con respecto a la negociación con el Fondo Monetario?

 El ministro Martín Guzmán eligió, creo que bien, un Acuerdo de Facilidades Extendidas, que es un programa en el Fondo para los países que tienen crisis de balanza de pagos recurrentes o que tienen un crecimiento muy lento a lo largo de varios años. Son programas para países que exigen cambios que se llaman estructurales. Léase, no se arregla con subir la tasa de interés o subir un impuesto o bajar un gasto. Son programas que necesitan cambios que normalmente requieren de actividad legislativa. Son, sobre todo, cambios que tienen que ser implementados a lo largo del tiempo para hacerlos en forma secuencial, porque, además, no es lo mismo empezar por un lado que empezar por el otro. Tienen que ser cambios que se dan en forma socialmente responsable para que sean aceptados por la sociedad. O sea, hay que explicarlos, hay que permitir que la gente se vaya adaptando, que las empresas se vayan adaptando. Todo eso lleva tiempo. Por eso es un programa largo. Lo que no tengo claro es si Guzmán eligió este programa porque le da más tiempo a la Argentina para repagar o porque el Gobierno está convencido de que hacen falta esas reformas estructurales y que ésta es una buena oportunidad para hacerlas. O por las dos cosas. Lo cierto es que como es un programa tan largo, es un programa que este gobierno puede empezar. Pero a las reformas las va a tener que seguir implementando el próximo gobierno. Y para eso, justamente, hace falta asegurarse que hay cierto consenso político en la necesidad de esas reformas. Por eso el Fondo le pidió a Guzmán, y Guzmán, creo que correctamente, aceptó que el programa pase por el Congreso y se arme allí un espacio en el cual no solo le va a dar legitimidad, sino es un espacio de búsqueda de consensos. Ahora, el discurso inaugural de las sesiones del presidente Alberto Fernández no facilita la formación de consensos porque es un discurso muy ardiente, muy divisorio. Entonces no sé muy bien cómo van a seguir las negociaciones.

Usted estuvo en el FMI tres veces. La primera representando a la Argentina entre 2003 y 2008. En el 2006, Argentina decide pagar al FMI para no verse sometido a las revisiones. ¿Usted participó de esa decisión estratégica?

Sería demasiado presumido de mi parte decir que yo participé de esa decisión estratégica. Fue una decisión estratégica que tomó el presidente Néstor Kirchner. Pero sí tuve un feeling de esa decisión en noviembre de 2005. Una de las últimas cosas que me pidió Roberto Lavagna fue un informe sobre qué pasaría si decidíamos retirarnos del FMI. Cuando asumió Felisa (Miceli), la Argentina estaba considerando salir del Fondo. Yo había preparado el informe que me había pedido Roberto a pedido, justamente, del presidente de la república: ¿qué nos pasaba si la Argentina se iba del fondo? Era una decisión que yo desaconsejaba vivamente porque muy probablemente íbamos a tener que volver al Fondo, pero con una cuota menor a la que teníamos al momento de irnos. Además, te estabas desprendiendo de un organismo en el cual realmente me parece que hay que estar. Le presento el informe a Néstor Kirchner. Estaba Felisa, estaba Néstor, estaba Alberto Fernández, que era jefe de Gabinete. Y bueno, les explico las razones por las cuales yo creía que no había que irse del Fondo. Y Néstor Kirchner fue muy austero en su expresión. No hizo ni aprobación, ni desaprobación. Simplemente me dijo: “quiero que vuelva después del 15 de diciembre”. Esto era en noviembre y yo me acuerdo que le dije que sí. Cuando termino la reunión fui a la oficina de Alberto Fernández y le pregunté: “Alberto, ¿vos tenés idea por qué quiere que vuelva después del 15 de diciembre?” Y me dijo: “No tengo la menor idea”. Me volví para Washington. Y a los pocos días Lula (el presidente Luis Inacio Lula da Silva) anunció que Brasil pagaría enteramente todo lo que le debía al FMI

Claro, a fines de diciembre. Y el 6 de enero, Argentina lo sigue.... ¿Néstor Kirchner le dijo alguna vez “vamos a pagar”?

No, no, no. Nadie me contó eso. Argentina pagó para sacarse de encima al Fondo. Me parece que fue más una decisión políticamente motivada que financieramente motivada. A tu pregunta de si yo participé de la decisión estratégica: No, yo simplemente fui testigo de algo que sospecho que Nestor Kirchner debe de haber hablado con Lula. Probablemente haya tenido alguna coordinación con Lula en ese momento. Para el FMI fue un balde de agua fría, que tanto Brasil como Argentina le pagaran todo de golpe. 

¿Por qué?

Representó claramente un “no te quiero ver más por aquí” de dos países de América Latina muy importantes. Los más importantes de América del Sur. Los más poblados. 

¿Les molestó? 

-No sé si les molestó. Les dolió, diría. Les dolió. Era como una sensación de: “aquí hicimos algo mal, perdimos nuestra llegada”. Fue un mensaje muy fuerte. Preferimos correr el riesgo de desprendernos de reservas y asumir el costo financiero, porque en este momento las tasas de interés del Fondo eran notablemente más bajas que las del mercado. No es el caso de ahora. El mensaje era muy claro. Esto nos cuesta plata, pero por lo menos me doy el gusto de no tenerlos de vuelta aquí. Fue un mensaje muy fuerte, como diciendo bueno, acá hay dos países muy importantes con los cuales nosotros teníamos programas y los dos prefieren pagarnos para no tener nuestras revisiones trimestrales. El Fondo tiene dos funciones muy importantes: la de la asistencia financiera, que es la que lo hace más conocido, a veces, tristemente conocido, y la otra es la de la supervisión de las economías, que incluye fundamentalmente la de darle “policy advice”, o sea, aconsejar, recomendarle políticas a los países. No sé bien cómo traducirlo...

-¿Consejo y asesoramiento político? 

Más que político, de economía política. Cuestiones para las que necesitas trabar una relación de confianza con los gobiernos. O sea, el Fondo aspira ser un asesor de confianza de los gobiernos para tener más llegada, obviamente 

 ¿Ahora, el Fondo no es a la vez que un organismo de crédito financiado por los países un instrumento de los países que tienen la mayor cantidad de cuotas para diseminar sus propias políticas?

Ahí hay un tema delicado que estás tocando, que yo lo planteé en el directorio varias veces. Y lo planteé también en papers que he escrito, pero bien en solitario, sin mayor eco. El tema es este: el Fondo tiene dos funciones principales: prestar dinero y asesorar, pero sobre todo supervisar. Sin embargo, tiene un sólo mecanismo de toma de decisiones. En el FMI el voto es ponderado. O sea, cuanto más plata ponés en el fondo, mayor es tu “cuota”, más votos tenés. Es el problema en el que acabas de meter el dedo. Un buen supervisor tiene que ser un supervisor imparcial. Pero es difícil congeniar un mecanismo de toma de decisiones en el que un dólar es un voto, con la imparcialidad de un supervisor, porque hay países más influyentes que otros. Esa parte es muy delicada y debería ser reformada.

Usted estuvo en el FMI con Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner entre 2004 y 2008, después fue director alterno por la silla de Brasil entre 2011 y 2013 y después vuelve al FMI como Director por la silla de Argentina en el 2015 y se queda hasta la renuncia de Alfonso Prat Gay. ¿Cómo vió el acuerdo que hizo Nicolás Dujovne en 2018? 

Horrible. Me pareció un acuerdo espantoso. 

¿Por qué?

Primero, hay un error del Fondo. Lo más lógico era decirle al gobierno, miren, señores, ustedes tienen una concentración de vencimientos muy alta. No era un problema de insolvencia, pero había un problema de liquidez muy grande. Ustedes tienen una concentración de vencimientos muy alta, tienen que reperfilar. Nosotros los vamos a ayudar con un programa y ustedes reperfilan los vencimientos con los acreedores privados. Eso hubiera sido lo lógico. Pero a Macri no le convenía. El Fondo, incluso, cuando vio todo lo que estaba pasando, recomendó y pidió un cepo. Lo sé porque al dato lo tengo de la boca del caballo. No me pidas que te diga el nombre del caballo, pero creeme que era el caballo. Me dijo: El Fondo le pidió a Dujovne que pusiera una restricción a la salida de capitales, un control de cambios, concretamente un cepo. Y lo que me dijo esta persona, que no quiero mencionar, pero mejor ubicada para darme el dato, imposible, es que Dujovne le contestó: “Eso es impensable”. La palabra fue “impensable”. Le preguntó “¿por qué impensable?” Y le contestó: “porque llegamos para sacar el cepo, no vamos a irnos con un cepo”. Así que le tocó al pobre Hernán Lacunza, por quien tengo un gran respeto, arreglar lo que el otro señor desarregló. 

Poner el cepo...  

Poner el cepo, efectivamente. El Fondo puede recomendar una restricción a la salida de capitales. Es lo último que usted puede esperar que el Fondo le recomiende, una restricción a la salida capitales. Hay muchas más posibilidades de que recomiende una restricción a la entrada de capitales para evitar lo que puede ser un tsunami de salida. Ahora, a la restricción a la salida de capitales no sólo la recomienda, sino que la solicitó formalmente en varios programas. Fue el caso de Grecia, el caso de Ucrania, y el caso de Chipre. En los tres casos lo hicieron justamente para que el dinero del Fondo no se terminara yendo. Les pidieron una restricción a la salida de capitales y la tuvieron que imponer. A la Argentina le pidieron lo mismo. La diferencia es que ni Chipre, ni Grecia o Ucrania llegaban a la oreja de (Donald) Trump cómo llegaba Macri...

Esta nota fue corregida a las 21 horas para consignar el nombre correcto de Alfonso Prat Gay

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