Litio: “En el imaginario aparece la producción de baterías, pero eso hoy nos queda lejos”
“Argentina es la segunda reserva de litio del mundo y lo que tenemos que buscar es que no solamente explotemos el litio, sino que además podamos industrializarlo. El litio tiene un valor muy distinto si se lo exporta como mineral que si se lo exporta como batería”, dijo, algunos semanas atrás, el presidente Alberto Fernández al visitar la obra civil de lo que será la Planta Nacional de Desarrollo Tecnológico de Celdas y Baterías de Litio (UniLiB), un proyecto conjunto de la Universidad Nacional de La Plata, Y-TEC y el Conicet.
Sus declaraciones van en línea con una idea cada vez más evocada públicamente que, sin embargo, para algunos investigadores del área no coincide con el rumbo estratégico más razonable para el país, al menos en una primera etapa. “En el imaginario el litio aparece directamente vinculado al tema de las baterías pero las baterías hoy nos quedan bastante lejos”, resume Carlos Freytes, director del área de Recursos Naturales de la ONG Fundar y autor de una investigación sobre desarrollo de capacidades productivas y tecnológicas en torno al litio. Para él, las oportunidades están en otro lado.
Según explicó en una rueda con periodistas de la que participó elDiarioAR, hoy existen importantes barreras financieras, productivas y tecnológicas para el desarrollo de actividades “aguas abajo”, donde se incluiría el procesamiento de litio para la producción de baterías de ion litio. “Estas son barreras que tienen que ver con la configuración de los mercados globales, que hace bastante improbable que Argentina logre en el corto, incluso a mediano plazo, insertarse exitosamente en ese segmento”, sostuvo el investigador, que trabajó en una serie de documentos junto a Martín Obaya, Víctor Delbuono, María Victoria Arias Mahiques y Malena Galuccio.
La barrera financiera se explica por los montos de capital necesarios para establecer una gigafactory o megafactoría que produzca baterías. “En un mercado donde las ventajas comparativas están dadas por la escala productiva –señaló– se necesitan grandes plantas industriales que producen baterías para tener precios competitivos. Ese mercado está dominado por tres grandes productores asiáticos, que son básicamente Corea del Sur, Japón y China”.
La Unión Europea y Estados Unidos, puntualizó, están invirtiendo miles de millones de dólares para desarrollar la producción de ion litio con resultados inciertos. “Argentina, al menos en esta coyuntura, tiene un contexto de importantes restricciones fiscales y para acceder al financiamiento internacional, no queda claro de dónde provendrían los capitales para desarrollar ese tipo de actividades”.
Consultado por la planta de baterías que se está construyendo en La Plata, que visitó el Presidente, el investigador señaló que es un proyecto piloto que tiene como objetivo dominar la tecnología para la producción de baterías, o sea conocer el know how o cómo funciona una batería. “Tienen una escala pequeña y además un destinatario muy específico que es el sector de Defensa de la Argentina para producir baterías para el almacenamiento de energía, no son baterías para la electromovilidad, que es donde está la presunción de que existe una gran oportunidad de mercado para el desarrollo de baterías de ion litio”, precisó.
De todos modos, consideró que el proyecto de Y-TEC es importante en una perspectiva de mediano y largo plazo. Es deseable que la Argentina tenga manejo de esa tecnología cuando se desarrolle el mercado de la electromovilidad a nivel regional y se den pasos certeros en la reconversión de la industria automotriz local.
“En una perspectiva más cercana en el tiempo, las oportunidades concretas para la Argentina están más en el segmento aguas arriba, básicamente en el desarrollo de la minería de litio en salares y en la generación de capacidades productivas y tecnológicas vinculadas a ese segmento de la actividad”, señaló. Para el especialista, no son desarrollos “triviales” porque desde el punto de vista tecnológico tienen que ver con procesos productivos más sustentables, con la evaluación de los impactos de la actividad sobre la hidrogeología de los salares y después hay una posibilidad de hacer una política de ciencia y técnica sobre la gobernanza de la dimensión socioambiental de la actividad. “Esa es la realidad concreta del litio en la Argentina”, redondeó.
De todos modos, la estrategia efectiva de la Argentina en lo que respecta al litio parece ir en sentido contrario a este diagnóstico aportado por Fundar. “Pese a las barreras, vemos que el mayor volumen de recursos presupuestarios y humanos del sistema de ciencia y técnica están focalizados en el segmento aguas abajo, o sea, están vinculados al desarrollo de tecnologías asociadas a la producción de baterías”, sostuvo Freytes.
El litio y su posible declaración como “recurso estratégico”
Argentina tiene el 10% de las reservas globales de litio y se ubica en el cuarto lugar dentro de los países productores de este mineral, con solo dos proyectos activos. Si entraran en actividad los 17 proyectos que están en estado de avance, el salto productivo sería enorme. Solo con la puesta en marcha de 7 nuevos proyectos y la ampliación de la capacidad de los dos que ya en funciones, pasaríamos de tener una capacidad de producción de 39.500 toneladas anuales en 2022 a 256.000 toneladas en 2026
El Presidente se refirió al litio en su último viaje a Estados Unidos, situado mentalmente en el marco global de un creciente interés por este mineral, y habló de la posibilidad de declararlo “recurso estratégico”, sin precisar qué implicaría ese estatus. Para Freytes, hay dos interpretaciones posibles.
La primera es que el litio tenga algún tipo de legislación especial que aumente el control del Estado nacional sobre el recurso, referido al régimen de concesiones, la disponibilidad o incluso que el Estado Nacional controle directamente el recurso.
“Ese es un camino que creemos que es muy difícil que se pueda recorrer exitosamente porque lo que hace un sistema federal es darle a la provincia capacidad de veto sobre cualquier modificación del statu quo legislativo que afecte sus intereses. Entonces nos parece que es muy improbable que una iniciativa de ese tipo logre prosperar”, precisó.
Una segunda manera de entender la afirmación del Presidente es interpretar que el litio tiene una importancia económica estratégica y que por lo tanto Argentina debería articular una visión común, clara, productiva, de atención a los conflictos socioambientales que permita resolver algunas de las tensiones. Argentina es el cuarto país con mayor número de conflictos socioambientales mineros (después de México, Chile y Perú), sobre todo vinculados a la resistencia de comunidades y las consecuencias ambientales de su explotación. Según la misma investigación de Fundar, la extracción de litio implica una enorme pérdida de agua y produce una salinización del agua dulce y se constituye como una amenaza para los humedales altoandinos.
“Los países que lograron resolver exitosamente los problemas de gobernanza son países que en algún momento abrieron un proceso de discusión amplio que les permitiera saber hacia dónde querían ir y qué instrumento de políticas públicas podría acercarlos a ese objetivo –puntualizó–. En Argentina sería deseable que se dé esa discusión”.
El investigador consideró que sería deseable también una revisión del régimen de promoción de la actividad minera. Sin embargo, anticipó que es una idea que tanto el sector productivo como las provincias miran sin mucha simpatía porque lo perciben como “abrir una caja de Pandora”. “Abrir una discusión legislativa sobre la ley de inversiones mineras, un régimen que tiene sus problemas pero que por lo menos es una palanca para el desarrollo de la actividad, podría potencialmente abrir una discusión con consecuencias incalculables”, señaló.
DT
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