Pantallas de celular, ebooks y tablets: ¿dañan la vista?
La luz azul que supuestamente estos dispositivos de elevada frecuencia emiten debido a que utilizan diodos LED, no es en absoluto dañina ni puede provocar alteraciones en nuestros ciclos vitales que nos lleven a tener mayor riesgo de padecer cáncer, enfermedades cardiovasculares o degeneración macular. Al menos no más que las que pueda provocarnos mirar la televisión.
La mayoría de las radiaciones emitidas por la pantalla de un dispositivo electrónico, descartando el mito de la luz azul, pertenecen al espectro de lo visible y están lejos de ser dañinas porque su intensidad es lo suficientemente baja.
La dificultad de calibrar el entorno visual
Ahora bien, los dispositivos electrónico no son inocuos desde el punto de vista de la salud visual pero no por la luz que emiten sino por el mal uso que hacemos de ellos, ya que no siempre los utilizamos en las condiciones adecuadas. La mayoría de las personas no evaluamos bien el entorno luminoso en el que usamos estos aparatos.
Al utilizarlos nos enfrentamos a dos fuentes de luz distintas: por un lado la luz directa emitida por el aparato y por el otro la luz indirecta del entorno. Pascual explica que la luz indirecta puede crear distorsiones que obliguen a nuestro ojo a realizar un sobre esfuerzo, ya porque esta sea muy intensa o bien apenas perceptible, de modo que se termine con sus síntomas característicos como cansancio, escozor y sequedad ocular, dificultad de enfoque, etc.
Si no aprendemos a calibrar las fuentes de luz, la retroiluminación es una desventaja frente a las pantallas que se iluminan con luz indirecta, como la tinta electrónica o el papel, es muy complicado de conseguir porque, especialmente en el caso del móvil, estamos cambiando de ambiente lumínico todo el tiempo, pasamos del subte a la calle, y luego a la luz de casa, etc.
Menos parpadeo y mala acomodación de las distancias
Deberíamos ir regulando el brillo y el contraste continuamente, y aunque hay dispositivos que adaptan sus parámetros según el entorno, cada persona tiene un óptimo diferente, por lo que en condiciones de abuso este problema puede causar fatiga visual. Otro problema es que parpadeamos menos cuando miramos fijamente una pantalla; si en condiciones normales parpadeamos veinte veces por segundo, cuando leemos o miramos algo con atención reducimos la frecuencia a cinco veces por segundo, con lo que el ojo se expone a una mayor sequedad.
Esto ocurre tanto en papel como en pantalla pero en esta última el problema se añade al de la dificultad de calibrar el entorno lumínico. Un problema adicional es la distancia de la pantalla ya que la vamos regulando de más lejos a más cerca y viceversa según acomodemos el brazo, esto provoca que el ojo se vea continuamente forzado a cambiar el enfoque, con lo que se fatiga antes.
Otro factor propiciatorio de la fatiga visual en las pantallas de los dispositivos electrónicos: el cuerpo de letra que varía a veces mucho de una página web a otra, con lo que el ojo tiene que hacer el consiguiente esfuerzo para las letras más pequeñas, especialmente en el celular.
En conclusión, la luz de las pantallas de dispositivos electrónicos no es dañina, pero sí hay una mayor la fatiga visual por el uso de dichos dispositivos tanto por temas de balances lumínicos como por el abuso que hacemos de ellos.
J.S.
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