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Ciencia ficción en tiempo real: SpaceX logra atrapar en vuelo el megacohete Super Heavy B12

Aterrizaje del Super Heavy en la plataforma de lanzamiento.

David González-Bárcena

The Conversation —

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SpaceX volvió a hacer historia con el quinto vuelo de prueba de Starship, la nave diseñada para llevar a la humanidad de regreso a la Luna y, posteriormente, a Marte. El objetivo era capturar en el aire al Super Heavy B12 –la primera etapa del lanzador– y aterrizarlo de vuelta en la plataforma de lanzamiento. Algo que no pasa ni en las películas de ciencia ficción.

El 13 de octubre de 2024, a las 7:25 h de la mañana, en el puerto espacial de Boca Chica, Texas, el escenario era impresionante. Los primeros rayos de sol del amanecer pintaban el cielo de un tono anaranjado mientras la nave Starship S30 y el Super Heavy B12 se encontraban en la plataforma de lanzamiento. La cuenta atrás llegó a cero sin retrasos. “La emoción está garantizada”, narraban los presentadores de SpaceX. En ese instante, los 33 motores Raptor 3 del enorme lanzador se encendieron, y dos segundos después, el cohete comenzó su ascenso.

Las sensaciones eran distintas a las de vuelos anteriores; parecía que SpaceX había aprendido de la vasta cantidad de datos recopilados en misiones previas. En la última prueba, la compañía había logrado realizar la separación en caliente del Starship y maniobrar con éxito la primera etapa del lanzador para un aterrizaje vertical impresionante en el golfo de México. Esta vez, sin embargo, el objetivo era devolver la primera etapa no solo a la Starbase de Boca Chica, sino directamente a la plataforma de lanzamiento.

Y así fue. Los motores Raptor funcionaron a la perfección. En la caída controlada por “pequeños” propulsores se aprovecha la propia estructura del enorme cohete para aumentar la resistencia aerodinámica y reducir la velocidad. A los 6 minutos de vuelo se pudo ver al Super Heavy atravesar las pocas nubes que cubrían el cielo de Texas. Desde ese momento, todo es historia.

Atrapar un cohete de 200 toneladas

A más de 3 000 km/h, el cohete se hizo visible para los miles de espectadores que presenciaban el lanzamiento in situ. Por momentos parecía un misil dirigiéndose hacia la Starbase. A una altitud de 1 km, 13 de los 33 motores Raptor se volvieron a encender. De la aproximación final a la plataforma se encargaron los tres motores principales, capaces de direccionar el Super Heavy hacia la enorme plataforma. Incluso parecía sencillo “atrapar” mediante los llamados chopsticks un cohete de más de 200 toneladas.

Mientras tanto, la nave Starship se dirigía a más de 100 km de altitud hacia el otro lado del planeta, donde SpaceX planeaba probar la maniobrabilidad del vehículo con un aterrizaje en el océano Índico, sin intención de recuperar su estructura. Había gran expectativa sobre cómo la compañía había solucionado los problemas del escudo térmico observados en el vuelo anterior. Elon Musk había declarado tras el cuarto vuelo:

“Vamos a reemplazar todo el escudo térmico de la nave. El nuevo azulejo del escudo térmico es aproximadamente el doble de fuerte que los que estaban en el cuarto vuelo”.

Desde entonces los cambios en el escudo han sido de mucho interés.

Las mejoras en el escudo térmico

El escudo de la nave Starship está formado por más de 18 000 azulejos (tiles), la mayoría de ellos hexagonales, que protegen a la estructura de las altas temperaturas que se alcanzan durante la reentrada.

Una de las principales novedades de este vuelo ha sido la incorporación de un material ablativo por debajo de los azulejos cerámicos que rodean la estructura. Este material absorbe calor al degradarse protegiendo a la nave en caso de que alguno se desprenda.

La incorporación de sellos entre los azulejos para evitar la penetración del plasma durante la reentrada también fue clave. Además, tal y como señaló Elon Musk, se reforzó tanto el sistema de unión de los azulejos a la estructura como la resistencia externa de los mismos con nuevos recubrimientos de los cuales poco se sabe a día de hoy.

El Starship cumplió con éxito su objetivo. La transmisión en vivo de SpaceX, realizada a través de su propia red Starlink, maravilló a espectadores de todo el mundo. El escudo térmico demostró una mejor respuesta ante las elevadas cargas térmicas durante la reentrada, con la atención centrada en los flaps del vehículo.

En el vuelo anterior estos flaps habían sufrido daños significativos debido a la degradación del escudo y, además, son esenciales para controlar la actitud de la nave y reorientarla en vertical a escasos metros de la superficie.

Los motores se reencendieron a las 1:05 horas de vuelo, logrando un aterrizaje impresionante sobre la superficie del agua.

El objetivo era dar en el blanco y SpaceX lo consiguió. En el mismo lugar del aterrizaje una cámara de la compañía esperaba la llegada de la Starship.

SpaceX sigue cosechando éxitos. Hace unas semanas, la compañía hizo historia con el vuelo tripulado de la misión Polaris Dawn a bordo de la cápsula Dragon. Lanzada con el Falcon 9, la cápsula Dragon llegó más lejos que nunca y nos dejó imágenes espectaculares del primer paseo espacial comercial con nuevos trajes EVA.

Además, Elon Musk ya anunció la fecha para el primer lanzamiento no de una, sino de cinco naves Starship no tripuladas a Marte. Esto será en la próxima ventana de lanzamiento que se abre en 2026, cuando el planeta rojo se encuentre en su posición más cercana a la Tierra.

Sin duda, esto es solo el comienzo de una larga saga de ciencia al límite que supera la ficción.

The Conversation

David González-Bárcena es profesor ayudante doctor en el Departamento de Mecánica de Fluidos y Propulsión Aeroespacial de la ETSIAE e invesigador en el Instituto Universitario de Microgravedad “Ignacio da Riva”, Universidad Politécnica de Madrid (UPM).

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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