Más de 200 trabajadores de Google conforman un sindicato y lanzan un desafío inédito en Silicon Valley
Después de un año de negociaciones en secreto y contra todo tipo de barreras, al menos 230 trabajadores formaron un sindicato en Alphabet, la empresa madre de Google. Bajo el nombre de “Unión de Trabajadores de Alphabet”, el gremio representará a empleados formales, temporales y contratados que se desempeñan en Estados Unidos y Canadá. Se trata de un hito en el sector de las gigantes tecnológicas, que tiene una larga tradición de obstaculizar —mediante despidos, amenazas y vigilancia corporativa— los intentos de sindicalización de sus trabajadores.
“Usaremos nuestro poder para controlar en qué trabajamos y cómo se usa. Aseguraremos que nuestras condiciones laborales sean inclusivas y justas. No hay lugar para el acoso, la intolerancia, la discriminación o las represalias. Priorizamos las necesidades y preocupaciones de los marginados y vulnerables. Los trabajadores son esenciales para el negocio. La diversidad de nuestras voces nos hace más fuertes”, se lee en la carta de principios que acompañó el anuncio.
El nuevo sindicato fue anunciado públicamente el lunes, pero ya llevaba un año de construcción en secreto. Comenzó con 230 trabajadores y para la misma noche del anuncio ya contaba con 400, según dijeron voceros de la organización. El gremio representará a trabajadores de Google y otras empresas de Alphabet en Canadá y Estados Unidos, y estará integrado a los Trabajadores de Comunicaciones de EE.UU., el sindicato que representa a empleados del sector de telecomunicaciones y cuenta con más de 700.000 miembros.
Como el sindicato no tiene —aunque tampoco busca— el reconocimiento formal de la Junta Nacional de Relaciones Laborales, la agencia federal que regula el vínculo entre empresas, sindicatos y trabajadores, y tampoco representa a la mayoría de los empleados de Alphabet, no tendrá capacidad de negociar contratos y condiciones laborales con la empresa. Buscará, en cambio, incidir en los reclamos por una mejora en el ambiente de trabajo, presionar para cumplir demandas de no discrimiminación racial y de género y velar por los principios éticos de la compañía. A corto plazo, el sindicato busca dotar con una estructura los intentos de organización y activismo que los trabajadores de la empresa vienen realizando desde hace varios años.
“Nuestros empleados tienen derechos laborales protegidos que apoyamos. Pero, como siempre hemos hecho, continuaremos negociando directamente con todos nuestros empleados ”, dijo Kara Silverstein, directora de operaciones del personal en Google.
Alcance
Cualquier trabajador —de tiempo completo o temporal— o contratado de Alphabet en Estados Unidos y Canadá podrá afiliarse al gremio con una cuota correspondiente al 1% de sus ingresos. El fondo estará destinado a pagar los gastos del mantenimiento de infraestructura digital, los honorarios del equipo legal y otros miembros del staff que realicen tareas específicas, y a financiar una caja para eventuales huelgas.
Un sindicato de estas características en Alphabet, una de las cuatro plataformas tecnológicas más grandes del mundo junto a Apple, Amazon y Facebook, puede marcar un precedente en una industria que se ha opuesto fuertemente a los derechos laborales.
La asociación representará por el momento apenas a una fracción de los 280.000 trabajadores de Alphabet. Sin reconocimiento formal del Estado, su estatus será el de “sindicato minoritario”, es decir que la empresa, por el momento, no tendrá ninguna obligación de negociar contratos y condiciones laborales con el gremio. Pero gracias a una mejor y mayor organización, sumado a la disponibilidad de recursos, el sindicato podrá desplegar campañas públicas de presión y hacer lobby para intentar modificar las políticas laborales y sociales de la compañía.
¿Por qué es importante?
Si bien ya existen organizaciones de trabajadores en empresas tecnológicas —mayormente en el área de delivery y transporte— un sindicato de estas características en Alphabet, una de las cuatro plataformas tecnológicas más grandes del mundo junto a Apple, Amazon y Facebook, puede marcar un precedente en una industria que se ha opuesto fuertemente al ejercicio de los derechos laborales.
“Simbólicamente es un paso importante, porque se trata de la empresa madre de Google y sucede en Estados Unidos. Cada vez hay más movimientos de trabajadores organizados en empresas tecnológicas. Durante la pandemia vimos paros regionales de trabajadores de apps de delivery y hasta globales en el caso de los conductores de Uber. El sindicato de Alphabet es un hito dentro de un movimiento más amplio y puede contribuir a darle fuerza”, dijo la socióloga Sofía Negri (UBA, LSE), que investiga sobre el trabajo en plataformas digitales y organización colectiva, en diálogo con elDiarioAR.
La flamante Unión de Trabajadores de Alphabet plantea dos aspectos novedosos en el vínculo entre empresas tecnológicas y sus trabajadores. El primero es la búsqueda por incidir en las prácticas éticas de la empresa, tanto dentro del espacio laboral como en el resto de la sociedad y el mercado. “El objetivo es que el sindicato pueda mejorar el ambiente de trabajo en términos de libertad de expresión, proteger a los trabajadores ante casos de acoso sexual o discrimnación. Pero también busca ponerle un límite a las prácticas que tiene la empresa en el mercado en el que opera, como las acciones monopólicas o la falta de transparencia de algoritmos, que muchas veces promueven la censura”, dijo Negri.
Otra área de preocupación del sindicato son los fines de la tecnología y productos que desarrolla la empresa. En 2018, por ejemplo, la revelación de contratos entre Google y el Pentágono estadounidense para llevar a cabo programas de aplicación de inteligencia artificial en operaciones militares llevó a un repudio generalizado de los empleados de la compañía. “Creemos que Google no debería participar en el negocio de la guerra”, decía la carta abierta que firmaron más de 3000 empleados.
Para Jimena Valdez, doctora en Ciencia Política por la Universidad de Cornell que se especializa en plataformas tecnológicas, este primer aspecto ayuda a entender por qué muchos trabajadores formales de estas empresas, que cuentan con altos salarios y beneficios como vacaciones, comida gratis y comodidades en el espacio de trabajo, un pilar importante en el imaginario Silicon Valley, tienen incentivos para sindicalizarse. “Esos trabajadores no van a negociar mejores condiciones de trabajo porque ya las tienen. Pero sí quieren negociar las políticas internas y externas de la empresa”, explica a elDiarioAR.
El segundo aspecto novedoso es la inclusión en el sindicato de trabajadores temporales, contratados y proveedores que no tienen acceso a los mismos beneficios de los empleados formales y a tiempo completo pese a ocupar un rol relevante. La mitad de los trabajadores de Google, por caso, son temporales, contratados o proveedores —un grupo conocido como TVCs—, según documentos internos de la compañía que fueron filtrados en 2018. Esos registros revelaban también de qué manera las autoridades promovían la segregación entre los trabajadores de tiempo completo y el resto, por ejemplo con indicaciones de que los TVCs no debían recibir remeras con el logo de Google por no tratarse de empleados directos de la compañía.
El sindicato se propone, además de incidir en las políticas internas y externas de la empresa, “acabar con las desigualdades injustas” entre estos dos grupos de trabajadores, según consignan en su página web.
Para Valdez, con la inclusión de estos dos aspectos —los reclamos por las políticas éticas de la empresa junto a la integración de trabajadores temporales y contratados— el sindicato recupera dos pilares de la organización histórica de trabajadores: el cogobierno, es decir, la pelea por la inclusión de trabajadores en la toma de decisiones en el rumbo de las empresa, un modelo que funciona en países como Alemania; y, por otro lado, la solidaridad entre distintos grupos de trabajadores. “Para los trabajadores precarizados de las tecnológicas es difícil organizarse si no hay otros trabajadores mejor posicionados –como un ingeniero o un diseñador– que los ayuden desde arriba”, dice.
Contexto
La conformación del sindicato de Alphabet es un síntoma del creciente activismo que recorre el diverso mundo del trabajo de Silicon Valley y llega en un momento donde las grandes plataformas tecnológicas enfrentan una ofensiva del poder político —tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea, principalmente— para una mayor regulación. Como contó elDiarioAR, Facebook fue demandado en diciembre por la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos por prácticas monopólicas y abuso de poder. Una ofensiva similar había recibido Google apenas unos meses atrás.
“Durante mucho tiempo, a estas grandes empresas tecnológicas se le dieron beneficios y excepciones por considerarlas estratégicas. Hoy estamos viendo de manera más cruda las consecuencias de esa política y eso genera reacciones en todas las dimensiones donde se registran esos abusos, entre ellos los derechos de trabajadores. Todo es parte del mismo problema de raíz: sin ningún tipo de limitaciones, estas empresas pudieron hacer —y todavía siguen haciendo— lo que quieren”, sostuvo Negri.
Como cuenta Nick Srnicek en “Capitalismo de Plataformas”, la desprotección de los trabajadores es más palpable en las llamadas “plataformas austeras”, como el caso de Uber, que intentan tener un mínimo de activos y reducir la mayor cantidad de costos como sea posible. Sin embargo, aún reconociendo que las condiciones laborales no son las mismas en una empresa de delivery como Rappi que en el gigante Google, Srnicek advierte que en todas las plataformas imperan las tendencias de la deslocalización del trabajo, la subcontratación de empleados y la precarización, que ya estaban presentes antes del boom tecnológico pero que fueron profundizadas luego de su llegada. Apple, por ejemplo, “emplea de manera directa a menos del 10% de los trabajadores que contribuyen a la producción de sus productos”.
Ventaja
El fenómeno de la deslocalización plantea importantes desafíos de cara a la sindicalización en empresas tecnológicas. En Amazon, por ejemplo, la realidad de los trabajadores en los depósitos, que han avanzado en estados como Alabama, es muy distinta a la de los empleados del área de software. El caso de Alphabet, donde trabajadores de distinto tipo conviven en el mismo espacio físico, implica una ventaja comparativa no menor.
Por lo demás, los trabajadores de estas empresas deben enfrentar todo tipo de trabas, amenazas (Google ya había despedido a empleados que intentaron sindicalizarse) e intimidaciones, que incluyen el uso de la tecnología que estas mismas plataformas desarrollan para vigilar y desincentivar esfuerzos colectivos de organización. Facebook, por ejemplo, fue denunciado porque en Workplace, la versión profesional de la red, el contenido referido a sindicalización era deliberadamente borrado. Amazon, por otro lado, fue señalado por utilizar software para monitorizar comunicaciones internas de empleados.
“Estas empresas te dicen que son el futuro y resulta que las prácticas laborales tan malas como las que vemos hoy en el mundo del trabajo, o incluso peores”, apunta Valdez. Como se trata de las empresas que más están creciendo y que cada vez reciben más gente, la pregunta es si esta realidad va a ser aceptada o los trabajadores van a buscar transformarla. “Si estas empresas no van a crear empleo de calidad o adaptar las relaciones laborales al tiempo que vivimos, nuestro futuro va a ser gris”.
JE
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