Ecuador, de 'isla de paz' a país dominado por la violencia: “Nunca habíamos visto esto”
Pocos ecuatorianos podían imaginar lo rápida y brusca que sería la caída en picado de la seguridad en el país. Con los asesinatos y la violencia derivados del narcotráfico disparados, Ecuador se ha convertido en uno de los países más peligrosos de América Latina.
Hasta hace pocos años, Ecuador era un rincón de relativa paz entre los dos mayores productores de cocaína del mundo, Colombia y Perú, países que hace poco vivieron su propio y violento conflicto entre las fuerzas de seguridad y grupos rebeldes vinculados al lucrativo tráfico de drogas.
Daniel Noboa, el joven presidente de Ecuador, declaró este martes el estado de “conflicto armado interno” ante el aumento de la violencia, calificando como terroristas a 20 bandas de narcotraficantes y autorizando al Ejército a “neutralizar” a los grupos criminales “bajo el derecho internacional humanitario”.
El anuncio del presidente llegó con Ecuador sumido en el caos y el derramamiento de sangre tras la fuga el domingo de la cárcel de Adolfo Macías, alias Fito, el narcotraficante y líder de banda criminal más famoso del país.
La declaración del estado de excepción desató una oleada de ataques dentro y fuera de las prisiones por parte de los delincuentes, con policías y guardias de prisiones asesinados, y un canal de televisión invadido por gánsteres armados mientras retransmitía en directo.
Los ecuatorianos están aterrorizados. Hasta hace poco Ecuador era conocido por sus volcanes, por la riqueza de su biodiversidad, y hasta por los ciudadanos estadounidenses que se jubilaban en el país atraídos por su clima templado y su menor coste de vida.
“Nunca habíamos visto esto”, dice el experto en seguridad del Instituto Latinoamericano de Ciencias Sociales de Quito Fernando Carrión. “Siempre nos definimos como una isla de paz. Pero esto se veía venir”.
Según Carrión, la tasa de muertes violentas en Ecuador era de cinco por cada 100.000 habitantes en el año 2017. El número actual es de 46, lo que en sus palabras, “hace de 2023 el año más violento en la historia de Ecuador”. De acuerdo con los registros de la Policía, en 2023 hubo al menos 7.592 muertes violentas, frente a las 4.426 de 2022.
La última explosión de violencia está relacionada con la fuga de Macías pero también con la de Fabricio Colón, el líder de otra banda criminal que aprovechó los disturbios de la noche del lunes para escapar de la cárcel. Colón lidera la banda de Los Lobos y la Policía lo ha relacionado con el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio el año pasado, así como con las amenazas de muerte contra Diana Salazar, fiscal general del país.
El ejemplo de Bukele
Según Carrión, los tentáculos del crimen organizado nunca habían avanzado tanto en los pasillos del poder. En su opinión, se debe a la rebelión de varias bandas contra el enfoque duro que el nuevo presidente ha adoptado para terminar con el control que las bandas ejercen dentro de las prisiones: Noboa ha prometido militarizar las cárceles, extender las penas y aislar a capos poderosos como los que acaban de fugarse.
Noboa prometió la semana pasada seguir el ejemplo del presidente de El Salvador con dos cárceles de máxima seguridad que serían construidas por la misma empresa a la que acudió Nayib Bukele en su país, y siguiendo el mismo diseño.
Entre la penuria económica, las extorsiones y el riesgo muy real de convertirse en víctimas de delitos violentos, decenas de miles de ecuatorianos lo han arriesgado todo para huir del país. Después de los venezolanos, representan la segunda nacionalidad que más ha emprendido el viaje al norte hacia el peligroso Tapón del Darién entre Colombia y Panamá, según el organismo panameño de migración.
El aumento de la violencia en Ecuador se debe en gran parte a la creciente competencia entre bandas criminales locales, cuyos métodos violentos replican las brutales estrategias de sus promotores en México, los cárteles rivales de Sinaloa y de Jalisco Nueva Generación. Métodos sanguinarios de una guerra entre bandas que ahora están volviéndose contra un enemigo común: el Estado ecuatoriano.
Traducción de Francisco de Zárate.
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