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Hambre y destrucción ambiental inútil: mil millones de toneladas de comida van a la basura cada año en todo el mundo

Comida en un contenedor de basura.

Raúl Rejón

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En el planeta se genera suficiente comida para alimentar a toda la humanidad, pero se desperdicia un quinto de todo lo disponible. En 2022 se tiraron a la basura mil millones de toneladas de alimentos, según el último Índice de Desperdicio Alimentario de la ONU.

Así que, mientras aproximadamente el 20% de los alimentos que se pusieron a disposición durante ese año terminó sin comerse, unos 780 millones de humanos pasan hambre. Y hasta 150 millones de niños por debajo de los cinco años sufren problemas de crecimiento y desarrollo por carecer de los nutrientes esenciales en su dieta, recuerda este informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP).

Un despilfarro que, además, genera daños ambientales inútiles –porque la comida que se produce directamente no se come– en forma de gases de efecto invernadero y destrucción de ecosistemas. Para rematar, la investigación calcula que obtener esos alimentos costó un billón de dólares que, de alguna manera, también acabaron en el cubo de los desechos.

“El desperdicio de alimentos es una tragedia global. Millones de personas pasan hambre mientras la comida se tira en todo el mundo”, reflexiona la directora ejecutiva de UNEP, Inger Andersen.

La mayoría de este desperdicio se da en los hogares, explica el Programa. “Fueron responsables del 60%”, estima este trabajo. Eso supone unos 630 millones de toneladas anuales o “mil millones de comidas diarias”. De media, cada persona se deshace de 79 kg de comida cada año. Esto equivale, añade la investigación, a tirar al cubo cada día “1,3 comidas disponibles para todos los impactados por el hambre”.

En España, el desperdicio alimentario total está alrededor de los cuatro millones de toneladas, según la recopilación de datos de Eurostat. Si se mira a los hogares, la comida desechada suma unos 1,4 millones de toneladas. Es el quinto peor dato global de la Unión Europea detrás de Alemania, Italia, Francia y Polonia.

En cuanto al desperdicio por persona, en España se llega a los 70 kg, según el Índice de la ONU. Los líderes europeos son Portugal y Suiza que rozan los 170 kg per cápita, Por encima de los 100 kg de desperdicio total por persona están también Austria, Dinamarca, Alemania, Grecia, Italia, Letonia y Malta.

Factura en el clima y los ecosistemas

Andersen recuerda que esta dinámica, además, genera “costes sustanciales al clima y la naturaleza”. La ONU define el despilfarro de comida como “un fracaso medioambiental” ya que atribuye al desperdicio alimentario “la generación de entre un 8% y un 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero” –la causa física del calentamiento global del planeta que resulta en la crisis del clima–.

Es un problema muy infraestimado, de acuerdo con las conclusiones del informe, porque, a pesar de estos datos, “solo 21 de los 193 países que han remitido Compromisos Nacionales Climáticos al amparo del Acuerdo de París han incluido planes para reducir el desperdicio de alimentos”. El UNEP insiste en pedir a los estados que incluyan programas para rebajar la pérdida y el despilfarro de comida en sus planes climáticos.

Además, producir alimentos es una actividad con gran impacto sobre la naturaleza. “La conversión de los ecosistemas en tierras de cultivo ha sido la principal causa de pérdida de hábitats en el planeta”, recuerda el UNEP. Por ejemplo, desde 1990, 420 millones de hectáreas de bosque han desaparecido para dedicar ese terreno a otros propósitos y “la expansión de la agricultura es el factor esencial de deforestación”. También constituye la principal amenaza para el 85% de las 28.000 especies conocidas en peligro de extinción, remata la ONU.

La contradicción aparece cuando una buena parte de la producción que causa esos impactos acaba tirada en cubos de basura. El cálculo es que ese billón de toneladas de comida desperdiciado ha necesitado “el equivalente a casi un 30% de la tierra agrícola del mundo”. Y los daños que provoca.

Con todo, UNEP advierte de que este problema ha dejado de ser un asunto exclusivo del mundo rico porque las diferencias de desperdicio per cápita entre países de altos ingresos, medios y bajos se ha reducido hasta solo siete kilos por persona.

La directora de la ONG WRAP –que ha colaborado con el UNEP en la elaboración del índice–, Harriete Lamb, resume que “con el enorme coste para el medioambiente, la sociedad y las economías que provoca el desperdicio de comida, necesitamos más acciones porque es algo crítico si queremos alimentar a las personas y no a los vertederos”.

RR

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