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La exfiscal de la Corte Penal Internacional reveló amenazas del jefe del Mossad por investigar crímenes en Palestina

La ex fiscal jefe de la CPI, Fatou Bensouda, en La Haya en 2019.

Harry Davies

Jerusalén —

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El exjefe del Mossad supuestamente amenazó a la fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI) durante una serie de reuniones secretas en las que trató de presionarla para que abandonara una investigación por crímenes de guerra, según información exclusiva obtenida por el periódico The Guardian.

Los encuentros no declarados de Yossi Cohen, entonces responsable de la agencia israelí de espionaje exterior, con Fatou Bensouda, fiscal jefe de la CPI, tuvieron lugar en los años previos a la decisión de Bensouda de abrir una investigación formal por presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad en los territorios palestinos ocupados por Israel. Iniciada en 2021, la investigación culminó la semana pasada cuando Karim Khan, sucesor de Bensouda, solicitó una orden de detención contra el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, por la guerra que está librando su país en Gaza.

La decisión de Khan de solicitar a la Sala de Cuestiones Preliminares de la CPI órdenes de detención contra Netanyahu, contra su ministro de Defensa, Yoav Gallant, y tres dirigentes de Hamas, es un acontecimiento que los dirigentes militares y políticos de Israel temían desde hace tiempo.

La implicación personal de Cohen en la operación contra la CPI se dio cuando era director del Mossad. Según un alto cargo del Gobierno israelí, las actuaciones de Cohen contaban con una autorización de alto nivel y se justificaban por la amenaza que la CPI representaba sobre un posible enjuiciamiento a personal del Ejército israelí. Según otra fuente israelí con conocimiento de la operación contra Bensouda, el objetivo del Mossad era comprometer a la fiscal o conseguir su cooperación para adaptarse a las exigencias de Israel.

De acuerdo con una tercera persona que tuvo conocimiento de la operación, Cohen actuaba como el “mensajero no oficial” de Netanyahu. El exjefe del Mossad, que ahora está emergiendo con voz propia en la política de Israel, fue en otro momento uno de los aliados más estrechos de Netanyahu. Durante casi diez años dirigió personalmente la participación del Mossad en la campaña israelí contra la CPI.

Cuatro fuentes han confirmado que Bensouda informó a un pequeño grupo de altos cargos de la CPI sobre los intentos de Cohen de ejercer influencia sobre ella, así como de la preocupación de Bensouda por la persistencia y el cada vez más amenazante tono del entonces jefe del Mossad.

Tres de esas fuentes, con conocimiento de las comunicaciones formales que Bensouda hizo en el seno de la CPI sobre este asunto, dijeron a The Guardian que la fiscal detalló las varias ocasiones en las que Cohen la presionó para que el tribunal que presidía no siguiera adelante con una investigación penal en el caso de Palestina.

“Deberías ayudarnos y dejar que nos ocupemos de ti; deberías ayudarnos y dejar que cuidemos de ti; no querrás meterte en cosas que puedan comprometer tu seguridad o la de tu familia”, le habría dicho Cohen a Bensouda, de acuerdo con testimonios compartidos con autoridades de la CPI.

“Tácticas despreciables” y “acoso”

Una persona que supo de las actividades de Cohen dijo que éste había desplegado “tácticas despreciables” contra Bensouda en un intento de intimidarla y de ejercer presión sobre ella, aunque finalmente no logró su cometido. Relacionaron su comportamiento con el “acoso”.

Según dos fuentes con conocimiento directo de lo ocurrido, el Mossad también se interesó por miembros de la familia de Bensouda y se hizo con la transcripción de grabaciones secretas a su marido –un material que agentes israelíes trataron de usar entonces para desacreditar a la fiscal–.

Las informaciones sobre la operación de Cohen forman parte de una investigación publicada por el periódico británico The Guardian, la publicación palestino-israelí +972 Magazine y el medio de comunicación en hebreo Local Call, y en ella se explica la forma en la que varias agencias israelíes de espionaje libraron una “guerra” secreta contra la CPI durante casi diez años.

“Las preguntas que nos han sido remitidas están llenas de muchas acusaciones falsas e infundadas destinadas a perjudicar al Estado de Israel”, respondió un portavoz de la oficina de Netanyahu preguntado por The Guardian. Cohen no respondió y Bensouda declinó hacer comentarios.

En los intentos por presionar a Bensouda, Israel contó con el apoyo de un aliado inesperado que jugó un papel en la trama del Mossad: Joseph Kabila, expresidente de la República Democrática del Congo (RDC).

Las revelaciones sobre los intentos del Mossad de influir en Bensouda coinciden con la advertencia del fiscal Khan, quien ha dicho que no dudará en perseguir los “intentos de obstaculizar, intimidar o influir de manera indebida” sobre la CPI y su personal.

Según expertos en leyes y antiguos funcionarios de la CPI, los intentos del Mossad de amenazar o ejercer presión sobre Bensouda podrían constituir delitos contra la administración de justicia, en virtud del artículo 70 del Estatuto de Roma, el tratado fundacional de la corte –que Israel no ha suscrito–.

Un portavoz de la CPI no quiso revelar si Khan había revisado o no las declaraciones hechas por su predecesora Bensouda sobre los contactos con Cohen. Sí afirmó que Khan nunca se había reunido con el jefe del Mossad ni hablado con él. El portavoz se negó a comentar acusaciones concretas pero informó de que a la oficina del fiscal jefe habían llegado “varias formas de amenazas y comunicaciones que podrían considerarse como intentos de influir de manera indebida sobre sus actividades”.

Bensouda lanzó la investigación sobre Palestina en 2015

La decisión de Khan de solicitar órdenes de detención contra Netanyahu y Gallant la semana pasada marca un antes y un después para la CPI, que hasta este momento no había tomado medidas contra dirigentes de un país estrechamente aliado de Europa y de Estados Unidos. Entre sus presuntos delitos, relacionados con estos ocho meses de guerra en Gaza, figuran dirigir ataques contra civiles y utilizar el hambre como arma de guerra.

Pero el caso de la CPI se remonta a 2015, cuando Bensouda inició un examen preliminar de la situación en Palestina. Sin ser una investigación completa, sus pesquisas se centraron en lograr una primera evaluación de las denuncias por crímenes perpetrados por particulares en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este.

La decisión de Bensouda desató la furia de Israel, que temía que sus ciudadanos pudieran ser procesados por operaciones en territorio palestino. Israel lleva tiempo manifestando abiertamente su oposición a la CPI y negándose a reconocer su jurisdicción. Los ministros israelíes intensificaron sus ataques contra el tribunal y llegaron a prometer que tratarían de desmantelarlo.

Poco después de comenzar ese examen preliminar, comenzaron las advertencias. Los servicios de espionaje israelí, decían, se estaban interesando mucho por el trabajo de Bensouda y de los otros fiscales principales.

Según dos fuentes, varios altos cargos de la CPI llegaron incluso a sospechar de que Israel tenía informadores dentro de la división de acusación de la corte, conocida como la Oficina del Fiscal. El Mossad “no dejó su firma”, dijo otra fuente, pero lo que se decía era que la agencia estaba detrás de algunas de las actividades que habían llegado al conocimiento de las autoridades.

Sólo un pequeño grupo de altos cargos de la CPI fue informado de las veces en las que el director del Mossad se dirigió personalmente a la fiscal jefe.

Espía de carrera, Cohen se ha labrado en la comunidad de inteligencia israelí una reputación de eficacia en el reclutamiento de agentes extranjeros. En su momento fue un poderoso y leal aliado del primer ministro Netanyahu, que en 2016 lo nombró director del Mossad tras varios años trabajando a su lado como asesor de Seguridad Nacional.

Entre 2013 y 2016, como jefe del Consejo de Seguridad Nacional, Cohen estaba al frente del organismo que coordinaba el trabajo conjunto de varias agencias contra la CPI, después de que en 2015 Bensouda iniciara la investigación preliminar, de acuerdo con múltiples fuentes.

La primera interacción de Cohen con Bensouda tuvo lugar aparentemente en 2017, cuando se presentó a la fiscal durante un breve encuentro en la conferencia de seguridad de Múnich. Según múltiples fuentes con conocimiento del episodio, el año siguiente le tendió una “emboscada” a Bensouda durante un extraño incidente en la suite de un hotel de Manhattan. Era el año 2018. Bensouda estaba en Nueva York por una visita oficial y tenía un encuentro en su hotel con Kabila.

Kabila ayudó al Mossad

Ya se había reunido en varias ocasiones con el entonces presidente de la RDC por la investigación que desarrollaba la CPI por presuntos crímenes cometidos en el país. Pero la reunión, al parecer, era una encerrona. Tras pedir al personal de Bensouda que abandonara la habitación, Cohen entró en ella, dijeron tres fuentes con conocimiento de los detalles del encuentro. La aparición sorpresa alarmó a Bensouda y al grupo de funcionarios de la CPI que viajaban junto a ella.

Aunque no se sabe el motivo por el que Kabila ayudó a Cohen, la publicación israelí TheMarker reveló en 2022 los vínculos entre los dos hombres cuando informó sobre varios viajes secretos que el director del Mossad había hecho en 2019 a la RDC. Según TheMarker, los viajes de Cohen fueron aprobados por Netanyahu casi con toda seguridad.

De acuerdo con la publicación, el objetivo de estos muy atípicos viajes, que habían asombrado a altos cargos de los servicios de espionaje, era pedir asesoramiento a Kabila respecto a “un asunto de interés para Israel”.

La emisora israelí Kan 11 informó en 2022 sobre esos encuentros en la RDC. Los viajes de Cohen estaban relacionados con un “plan extremadamente polémico” y constituían “uno de los secretos más sensibles de Israel”, según la emisora que citó a fuentes oficiales.

The Guardian ha recibido confirmación por parte de múltiples fuentes que los viajes tenían que ver parcialmente con la operación contra la CPI y que Kabila –quien en enero de 2019 dejó de ser presidente de la RDC–, había desempeñado un papel de apoyo crucial en el complot del Mossad contra Bensouda. Kabila no respondió a una solicitud del periódico británico.

Tras su reunión sorpresa con Kabila y con Bensouda en Nueva York, tres fuentes han confirmado que Cohen se puso a llamar por teléfono insistentemente a la fiscal jefe de la CPI para conseguir una reunión con ella. De acuerdo con dos personas familiarizadas con la situación, cuando Bensouda preguntó a Cohen cómo había conseguido su número, el entonces jefe del Mossad respondió: “¿Has olvidado a qué me dedico?”.

Fotos del marido de la fiscal y otras amenazas

Al principio, según las fuentes, Cohen “trató de entablar una relación” con la fiscal jugando al “poli bueno” en un intento de seducirla. Aparentemente, el primer objetivo era conseguir que Bensouda cooperara de manera voluntaria con Israel. Pero el tono de las comunicaciones fue cambiando con el tiempo, “amenazas y manipulación” entre las tácticas que Cohen comenzó a desplegar, según una persona con información de las reuniones. Tanto fue así que Bensouda decidió informar sobre el comportamiento de Cohen a un pequeño grupo de altos funcionarios de la CPI.

En diciembre de 2019, la fiscal anunció que tenía motivos suficientes para abrir una investigación penal completa por crímenes de guerra denunciados en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este. Pero en vez de iniciarla decidió solicitar antes un dictamen de la Sala de Cuestiones Preliminares de la CPI que confirmara la jurisdicción de la Corte sobre Palestina.

Según múltiples fuentes, fue en esta etapa de deliberación de la Sala cuando Cohen intensificó los intentos de convencer a Bensouda para que no procediera con una investigación completa si los jueces le daban luz verde.

Entre finales de 2019 y principios de 2021, según las fuentes, el jefe del Mossad propició y logró al menos tres encuentros con Bensouda. Para los funcionarios de la CPI, el comportamiento de Cohen era cada vez más preocupante. Según una fuente familiarizada con el relato de Bensouda en torno a las dos últimas reuniones, Cohen le habló a la fiscal sobre su seguridad y la de su familia de una manera que ella percibió como amenazante.

En una ocasión, Cohen le habría mostrado a Bensouda fotografías de su marido, tomadas sin que él se diera cuenta, durante un viaje de la pareja a Londres. En otra, según las fuentes, Cohen insinuó a la fiscal que abrir una investigación completa sería perjudicial para su carrera.

Cuatro personas con conocimiento de lo ocurrido dijeron que fue más o menos en esa época cuando Bensouda y otros funcionarios de la CPI descubrieron que en los canales diplomáticos se habían puesto en circulación informaciones relativas a su marido, consultor en asuntos internacionales.

Entre 2019 y 2020, el Mossad se interesó por los miembros de su familia y buscó de manera activa informaciones comprometedoras sobre la fiscal. Entre el material obtenido por la agencia de espionaje se incluían las transcripciones de una aparente operación encubierta contra su marido. No está claro quién llevó a cabo la operación ni lo que supuestamente decía su marido en esas grabaciones. Una posibilidad es que el marido fuera un objetivo de agencias de espionaje de otro país, o de agentes privados de otro país, que buscaban una manera de ejercer presión sobre la CPI. Otra posibilidad es que la información fuera falsa.

Pero lo cierto es que cuando el material llegó a manos de Israel, los diplomáticos del país lo usaron para tratar, sin éxito, de debilitar a la fiscal jefe. Según múltiples fuentes, Israel no logró convencer a sus aliados de la relevancia del material.

Tres personas con conocimiento de la información compartida por Israel en canales diplomáticos describieron el intento como parte de una infructuosa “campaña de desprestigio” contra Bensouda. “Fueron a por Fatou”, dijo una de esas personas, pero no lograron “ningún efecto” en el trabajo de la fiscal.

Esta operación diplomática formó parte de una política coordinada del gobierno de Netanyahu, en Israel, y el de Donald Trump, en Estados Unidos, para ejercer presión de forma pública y privada sobre la fiscal y su equipo.

En una decisión inédita, la Administración Trump impuso restricciones de visado y sanciones a la fiscal jefe entre 2019 y 2020. Una represalia por la decisión de Bensouda de iniciar una investigación aparte por presuntos crímenes de guerra cometidos en Afganistán por los talibanes y por personal militar afgano y estadounidense.

Mike Pompeo, entonces secretario de Estado de EEUU, atribuyó las sanciones al caso de Palestina. “Está claro que la CPI solo está poniendo a Israel en su punto de mira con fines claramente políticos”, dijo. Meses después, Pompeo acusó sin pruebas a Bensouda de haber “participado en actos corruptos por su beneficio personal”.

Las sanciones de EEUU fueron retiradas con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca. La Sala de Cuestiones Preliminares emitió en febrero de 2021 una resolución que confirmaba la jurisdicción de la CPI en los territorios palestinos ocupados. Un mes después, Bensouda anunciaba la apertura de la investigación penal.

“Nuestra preocupación principal, en última instancia, deben ser las víctimas de los crímenes, tanto palestinas como israelíes, por el largo ciclo de inseguridad y violencia que ha causado un sufrimiento y una desesperación profunda en todas las partes”, dijo entonces.

Tres meses después Bensouda terminó su mandato de nueve años en la CPI, dejando a su sucesor Khan la tarea de retomar una investigación que adquiriría una urgencia renovada, y que la semana pasada desembocó en la solicitud de órdenes de detención, tras los atentados perpetrados por Hamas contra Israel el 7 de octubre y la consiguiente guerra en Gaza.

Esta era la conclusión que temían en Israel los estamentos políticos, militares y de espionaje. “Elegir al jefe del Mossad como mensajero oficioso del primer ministro ante Bensouda fue, por definición, un intento de intimidación”, dijo una persona con información sobre las maniobras de Cohen. “Fracasó”.

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