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PERFIL

Michelle O'Neill, la primera líder de Irlanda del Norte del Sinn Féin y adalid de la nueva generación

Michelle O'Neill, en rueda de prensa este martes en Belfast, Irlanda del Norte.

María Ramírez

Oxford (Reino Unido) —

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Después de dos años de bloqueo, Irlanda del Norte vuelve a tener Gobierno autónomo y lo estrena con un hito: Michelle O’Neill se convirtió este sábado en la primera política del Sinn Féin en liderar el dividido territorio. La política del partido nacionalista republicano católico encabeza el ejecutivo —lo que en Reino Unido se llama first minister—, pero comparte el poder con los unionistas conservadores protestantes y otros partidos, como establece el acuerdo de paz de Viernes Santo. 

El Sinn Féin ganó las elecciones de la Asamblea de Belfast por primera vez en mayo de 2022, pero el boicot al acuerdo post-Brexit del DUP, el partido unionista más a la derecha y el segundo más votado, había impedido hasta ahora la formación de Gobierno.

O’Neill, que acaba de cumplir 47 años, representa a la nueva generación del Sinn Féin que no tiene un pasado terrorista y que empezó en política cuando Irlanda del Norte estrenaba sus instituciones autónomas tras el acuerdo para la paz. Consciente del simbolismo y de las posibles inquietudes en la comunidad protestante, O'Neill insiste en que gobernará para todos. 

“Sin importar de dónde vengas o cuáles sean tus aspiraciones, debemos y podemos construir nuestro futuro juntos”, dijo este sábado en la sesión inaugural de su mandato en la Asamblea de Belfast. “Debemos hacer que el acuerdo de poder compartido funcione porque juntos somos los encargados de liderar y cumplir para toda nuestra gente, para cada comunidad”.

Desde que ganó las elecciones, O'Neill hizo varios gestos para subrayar la unidad, como acudir al funeral de la reina Isabel II y a la coronación de Carlos III, algo inédito para una líder del partido nacionalista republicano. O’Neill explicó que aceptó la invitación a la coronación para “ser respetuosa” con todos “los que admiran a la monarquía” en “un momento histórico”. 

Ahora bien, en este tiempo, también recibió reproches por decir en una entrevista en la BBC que “no había alternativa” a la violencia en los años del terror en Irlanda del Norte en los que más de 3.500 personas fueron asesinadas, la mayoría civiles, por grupos paramilitares o el ejército británico. También fue criticada en el pasado por acudir a homenajes a antiguos miembros del IRA en su pueblo. 

Nueva generación

O’Neill se unió al Sinn Féin en 1998, poco después de la firma del acuerdo de paz del Viernes Santo. Se estrenó con 21 años como asistente de una diputada en la nueva Asamblea de Irlanda del Norte, creada como parte del pacto de convivencia.

Creció en un pueblo llamado Clonoe, en un condado de abrumadora mayoría católica y en una familia obrera e involucrada en la lucha política y a veces también en el terrorismo.

Su abuela, Kathleen Doris, fue activista de los derechos civiles en Irlanda. Su padre, Brendan Doris, fue miembro del IRA en los años 70 y cumplió pena de cárcel por ello. Esto fue antes de que Michelle naciera. Tras salir de prisión en 1976, Brendan se casó, tuvo dos hijos, se dedicó a la construcción y a la política como concejal del Sinn Féin. Cuando murió de un infarto en 2006, Gerry Adams, entonces líder del Sinn Féin y cuestionado por su relación con el IRA, habló en su funeral.

Varios primos de O'Neill también pertenecieron al IRA, y uno murió cuando el ejército británico interceptó una operación terrorista. Ella cuenta que la familia sufrió el acoso de soldados británicos y tuvo que abandonar un tiempo su hogar y mudarse a Fermoy, el pueblo del sur de Irlanda donde O’Neill nació y vivió hasta los cuatro años.

La joven Michelle no era ajena a su entorno político y dice que vivió episodios de discriminación por ser católica, pero su adolescencia estuvo marcada por un reto más personal. En 1992, con 15 años, se quedó embarazada y fue madre soltera mientras seguía sus estudios en el colegio del pueblo. Cuenta que su familia la apoyó, pero muchos la consideraban un caso perdido.

“Tuve experiencias muy, muy negativas cuando estaba embarazada. El colegio al que fui no me apoyó demasiado… Era una escuela católica. Te hacían sentir que chicas como yo no podían estar en la escuela… Te ponían una etiqueta, madre soltera, casi te daban por descartada”, contó al Irish Times en 2021. También decía que el haber tenido tan joven a su hija, Saoirse, la hizo convertirse pronto en una “mujer más fuerte”. “Fue un incentivo para trabajar más porque quería hacer cosas por ella”, contaba. Con 16 ó 17 años, llevaba a su bebé a manifestaciones.

Su madre dejó de trabajar para ayudarla con la bebé y que pudiera volver al colegio después de dar a luz. Estudió una formación profesional para ser asistente social.

Con 18 años, O’Neill se casó con el padre de Saoirse y, cinco años después, tuvieron otro hijo, Ryan. Su matrimonio duró hasta 2014. Ahora O'Neill ya es abuela. 

“Rubia”

La política habló a menudo de cómo su trabajo fue siempre más “exigente” por ser mujer y de los límites a la libertad en una sociedad cerrada y machista. “Vivo en una zona rural. Si quiero dar un paseo por la noche, me lo pensaría dos veces si ya está oscuro… Aunque creo que vivo en una zona segura, no pensaría que lo es para mí… No es mi problema, es un problema de la sociedad”, explicaba. “Las mujeres no deberían cargar con el peso de los fallos de la sociedad o de los hombres en este sentido”. 

Con el paso de los años, habló más abiertamente del sexismo que ella sufrió en un lugar conservador.

“La misoginia está vivita y coleando en la sociedad, el sexismo diario, el acercamiento diferente a las mujeres en política, en la vida pública, en el periodismo... Me critican constantemente por mi apariencia, por cómo son mis cejas, por cómo me visto, por cómo hablo”, explicaba en la entrevista de 2021. 

Y así fue mientras ascendía en política desde treintañera. En 2007, fue elegida diputada y, en 2010, la primera mujer alcaldesa. En 2011, se convirtió en ministra de Agricultura, y en 2016, de Sanidad. 

Nada más ser nombrada ministra de Sanidad, anunció la eliminación del veto de la donación de sangre para hombres gays, que todavía persistía en Irlanda del Norte en contraste con el resto del Reino Unido. La región autónoma fue también uno de los últimos territorios de Europa en despenalizar el derecho al aborto: lo hizo en 2019 y básicamente por imposición del Parlamento de Londres igual que el matrimonio entre personas del mismo sexo. O’Neill estaba a favor, pero no así su partido, que pasó por varias dimisiones y rebeliones por el debate.

Según O'Neill ascendía, aumentaban las críticas contra ella y las dudas sobre si estaba preparada y quién manejaba el partido. Desde que fue elegida como líder del Sinn Féin en Irlanda del Norte, su poder fue cuestionado y fue descrita de manera paternalista, crítica o caricaturesca por el color de su pelo o sus uñas pintadas. 

En 2017, el periódico irlandés Sunday Independent le pidió en una entrevista a Arlene Foster, la antigua líder del partido unionista DUP y que ocupó el puesto de líder del Gobierno de Irlanda del Norte, que describiera a O’Neill con una palabra. Foster dijo: “Rubia”. En un supuesto intento de explicarlo, añadió: “Michelle es muy atractiva. Se presenta muy bien y su apariencia siempre es la misma. Nunca la ves sin maquillaje. Nunca la ves sin que tenga el pelo perfecto”. En la misma entrevista, Foster se quejaba del acoso online sexista que ella misma sufría, el “escrutinio” por su apariencia y el hecho de que algunos de sus acosadores le dijeran que parecía “un hombre”.

Años después, cuando compartieron poder en el ejecutivo, O'Neill contó que ambas políticas hicieron frente común contra la misoginia, aunque Foster nunca le llegó a pedir disculpas por el comentario.

A menudo, incluso los que no son rivales políticos destacan de O’Neill que es “presentable” y queda “bien” en las entrevistas justo antes de sugerir que ella no controla el partido.

Dos Sinn Féin

O’Neill representa en muchos sentidos el alma singular de Irlanda del Norte, tradicionalmente empobrecida y marcada por la violencia, y que no tiene exactamente la misma identidad que el Sinn Féin irlandés, presidido por Mary Lou McDonald, quien ahora es favorita para ser la primera ministra de Irlanda tras las próximas elecciones. McDonald nació en un barrio acomodado del sur de Dublín, tiene educación universitaria superior, fue eurodiputada y empezó en política en otro partido más conservador. 

“El estilo directo, informal de O’Neill es muy diferente del de McDonald, igual que su origen”, escribe la periodista Aoife Moore en The Long Game, su libro de 2023 sobre la historia del Sinn Féin. “Una mujer educada en colegios privados que había sido antes miembro de otro partido no habría funcionado bien para la base del Sinn Féin en Irlanda del Norte, que tiene una profunda y pertinaz lealtad al IRA”. 

O’Neill era perfecta para la transición en un territorio que sigue dividido entre comunidades y que poco a poco va dejando atrás su pasado más sangriento. Moore describe la “modernización” del Sinn Féin tras Martin McGuiness: su sucesora “tenía que tener la conexión con el IRA, pero sin un historial delictivo; tenía que ser una orgullosa republicana, pero sin trapos sucios”.

La estrategia funcionó porque bajo su liderazgo el Sinn Féin consiguió sus mejores resultados en Irlanda del Norte. Entre 2020 y 2022, O'Neill fue la vice del Gobierno, y en las elecciones de mayo de 2022 llevó al partido a la victoria, con el 29% de los votos frente al 21% del DUP y el 13% del partido de la Alianza, centrista y una tercera vía entre unionistas y republicanos en una asamblea con ocho partidos. 

La reunificación

Tras el anuncio del acuerdo para la vuelta del Gobierno autónomo de Irlanda del Norte, McDonald habló este martes de “cambio histórico” y dijo que la reunificación de Irlanda está “al alcance de la mano”. Pero, para O’Neill, no es tan fácil ni sacar el tema.

Para empezar, tiene que compartir el poder con otros tres partidos, muy diferentes y no sólo por la división sectaria entre las comunidades históricas de protestantes pro-británicos y católicos pro-irlandeses, sino por las grandes divergencias ideológicas. El Sinn Féin de McDonald y O’Neill se fue más a la izquierda en derechos sociales, con asuntos como la defensa del derecho al aborto y los derechos LGTBI, mientras el DUP, el principal partido unionista, defiende políticas de extrema derecha en migración, cambio climático y derechos sociales.

También difieren radicalmente sobre la posición y el futuro de Irlanda del Norte en el Reino Unido.

Plantear una consulta sobre la reunificación de Irlanda depende, en cualquier caso, de Londres. Según el Acuerdo del Viernes Santo, se puede convocar un referéndum cuando se detecte un cambio sustancial en la opinión pública, pero la potestad de llamar a ese voto la tiene el ministro para Irlanda del Norte del Gobierno británico. Interrogado sobre esta cuestión en el Parlamento de Londres esta semana, Chris Heaton-Harris, el ministro actual, dijo que no cree que la reunificación vaya a suceder en las próximas décadas.

El Brexit marcó la vida de Irlanda del Norte desde 2016, entre otras cosas porque la mayoría de los votantes del territorio apoyaron quedarse en la Unión Europea. Ahora permanece en la práctica dentro del mercado común de la UE para evitar la frontera dura en la isla de Irlanda, y muchos creen que eso empujará hacia la unificación con Irlanda. 

“La política económica para Irlanda del Norte se hará en Bruselas y eso significa que si la gente quiere influir en su propia política económica, será más interesante tener impacto en Dublín y en Bruselas que sólo en Londres”, explicaba en una entrevista hace unos meses Jonathan Powell, que fue negociador de la paz en nombre del Gobierno de Tony Blair. “Algunos empresarios en Irlanda del Norte, incluso unionistas, están empezando a hablar de eso. Todavía es pronto, pero a largo plazo, esto tendrá un efecto en la forma en que las personas ven el mundo. Así que, a menos que Gran Bretaña vuelva a entrar en la UE en algún momento, tanto los unionistas como los nacionalistas querrán tener algún tipo de relación diferente con Bruselas y eso podría requerir una Irlanda unida. Pero si mirás las encuestas en este momento, todavía no ha pasado”.

De hecho, las encuestas siguen mostrando que la mayoría de la población está a favor del statu quo. Según el último sondeo más completo sobre el tema, de 2022, sólo el 27% de los adultos de Irlanda del Norte quieren la reunificación con Irlanda, aunque sí lo preferiría la mayoría de quienes se identifican como católicos. 

“El Sinn Féin va a seguir actuando como si la unidad fuera una necesidad apremiante aunque sabe que una campaña de unidad es, como mucho, una prioridad a medio plazo”, escribe Moore en su libro.

Tal vez por eso ahora O’Neill repite sobre todo su compromiso con problemas concretos que “realmente le importa a la gente”, es decir, “las necesidades básicas”, el pan y la manteca, según la expresión en inglés. Sus prioridades son la vivienda, el cuidado de los niños, los servicios públicos y trabajar “con el resto de partidos”. 

MR

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