En la segunda vuelta de las legislativas francesas, Macron busca retener su mayoría parlamentaria absoluta ante el avance de la izquierda
El equilibrio de poder entre las principales instituciones de la vida política francesa depende de las elecciones legislativas de este domingo. Los resultados de la primera vuelta activaron las alarmas en las filas de La República en Marcha (LRM), el partido del presidente Emmanuel Macron, y sus aliados, que contaban con reeditar su actual mayoría. Las encuestas plantean la posibilidad de que obtengan una mayoría simple, que obligaría al jefe del Estado a negociar con otras fuerzas para sacar adelante sus reformas.
Por eso, desde el pasado domingo, la coalición presidencial se había esforzado en movilizar a los votantes esgrimiendo la amenaza del bloque institucional y la personalidad de Jean-Luc Mélenchon. El ministro de Economía, Bruno Le Maire, ha argumentado en la televisión pública que una mayoría relativa les obligaría “a una negociación interminable, sería una gran pérdida de tiempo”, máxime cuando la primera ministra, Élisabeth Borne, tiene un perfil mucho más técnico y menos político que sus antecesores.
Las proyecciones del barómetro Ipsos-Sopra Steria para la televisión y radio públicas del pasado viernes otorgan a Ensemble, la coalición de fuerzas alrededor del partido presidencial, entre 265 y 305 escaños –la mayoría absoluta en la Asamblea está fijada en 289–. En segunda posición llegaría la Nueva Unión Popular Ecologista y Social (Nupes), alianza de fuerzas progresistas, que quedaría como principal oposición con entre 140 y 180 escaños. La derecha gaullista se quedaría entre 60 y 80 escaños y la Agrupación Nacional de Marine Le Pen lograría por primera vez desde 1986 un grupo parlamentario ultra, con entre 20 y 50 diputados.
Sistema presidencialista
Las elecciones legislativas siguen a las presidenciales, que se celebraron el pasado abril, para asegurar una mayoría sólida al partido del jefe del Estado, reforzando el carácter presidencialista del sistema francés. Sin embargo, en esta ocasión la movilización que ha logrado Nupes pone en riesgo esa mayoría. Para encontrar un ejemplo de un presidente que no logró mayoría tras la presidencial habría que remontarse a 1988.
“El hecho de que ni el actual presidente ni su mayoría legislativa logren captar el deseo de cambio es una constante en el electorado francés durante los últimos 50 años”, dice el historiador Mathias Bernard, presidente de la Universidad de Clermont-Auvergne y especialista en Historia Política. “En 2017, tanto Emmanuel Macron como sus candidatos en las legislativas se beneficiaron de la dinámica de renovación, algo que hoy puede volverse en su contra”.
Además, como el propio Macron reconoció en la noche de las elecciones presidenciales, su reelección fue en gran medida resultado del rechazo a la extrema derecha. “Del 58% que votó a Macron, más de la mitad estaba en realidad votando contra Marine Le Pen; no a él y su programa”, dice Bernard.
Una nueva oposición
Jean-Luc Mélenchon mantiene una cruzada desde hace años para una reforma del sistema de la que salga una Sexta República, menos presidencialista, con un parlamento y una población más implicadas en la vida política. En estas legislativas parece haber encontrado una fórmula para regenerar la vida parlamentaria a través de los diputados de Nupes, que incluirán una nutrida representación de su partido, Francia Insumisa (LFI). Aunque la opción de que sean la fuerza mayoritaria es improbable, a la vista de los sondeos, la capacidad de la oposición de multiplicar las comisiones de investigación y la presidencia del Comité de Finanzas –que recae en el bloque de oposición, ahora ocupada por Los Republicanos– reforzarán el control parlamentario sobre el Ejecutivo.
Por otro lado, uno de los interrogantes que se abrirán a partir del resultado de este domingo es la cohesión de los diputados de la plataforma, formada por grupos con importantes divergencias sobre cuestiones como la Unión Europea o la energía nuclear. “La alianza no tiene necesariamente la vocación de durar: es una coalición electoral, no un partido”, dice Adrien Broche, profesor en la Universidad de París-Nanterre y politólogo del instituto demoscópico Viavoice. “Pero creo que eso no impedirá que el bloque de oposición de izquierdas se una para actuar contra el Gobierno de forma más homogénea, al menos al principio de la legislatura”.
No solo la nueva oposición progresista puede salir reforzada de los comicios. Dentro de las alianzas del presidente, los centristas del MoDem y el nuevo partido Horizontes, del ex primer ministro Édouard Philippe, esperan jugar un papel importante para asegurar las mayorías.
Más complicado aún se plantea un escenario en el que el partido Los Republicanos pueda convertirse en bisagra. Con la formación en mínimos históricos y una guerra abierta a cuenta de Nicolas Sarkozy –que ha dado su apoyo a una candidata de LRM contra un miembro de su expartido– esperan que la coalición presidencial se quede a una decena de diputados de la mayoría absoluta, de manera que tengan opción de pesar en la legislatura.
Bloqueo a Francia Insumisa
La fuerza del contrapoder que pueda suponer el bloque progresista es una de las claves del voto del domingo. Es también una de las razones por la que la retórica del Gobierno y sus aliados ha ido subiendo de tono a lo largo de la última semana, hasta el punto de crear malestar dentro de una parte del partido presidencial. Algunos de sus miembros se han mostrado incómodos ante declaraciones que ponen al mismo nivel de “extremismo” a Mélenchon y Le Pen.
La dirección de la República en Marcha decidió la noche de la primera vuelta que, en caso de duelo entre Nupes y la extrema derecha, se decidiría “caso por caso” si se pide el voto para los progresistas o simplemente que no se vote a la Agrupación Nacional, una decisión que ha despertado muchas críticas entre los sectores más moderados del partido, especialmente con una abstención que alcanzó un récord histórico (52,49%) en la primera vuelta.
Esa decisión estaba enfocada contra los candidatos de Francia Insumisa, en parte después de que Mélenchon pidiera en las presidenciales que no se diera “ni un solo voto para la extrema derecha”, pero sin pedir el voto para Macron. “La posición de la mayoría presidencial es muy clara: ni un voto para la extrema derecha. Frente a la extrema derecha, he llamado a apoyar a los candidatos comunistas, socialistas y de EE-LV”, dijo este viernes Élisabeth Borne en la emisora RTL, antes de matizar: “Apoyamos a los candidatos que defienden valores republicanos. A los candidatos de Francia Insumisa, que no lo comparten y que cuestionan el papel de nuestros policías, no los vamos a apoyar”.
Una de las voces que más ha cargado contra Nupes ha sido la de la ministra de Transición Ecológica, Amélie de Montchalin, que ha esgrimido la amenaza, dice, de “anarquía” y “desorden” en caso de mayoría progresista. La ministra se juega el escaño en su circunscripción en una segunda vuelta contra el socialista Jérôme Guedj, miembro de Nupes. Montchalin y el resto de miembros del Gobierno que se presentan a las elecciones y que no consigan escaño en su circunscripción deberán abandonar el Ejecutivo, siguiendo una norma no escrita impuesta por Macron, que ya se aplicó en 2017.
AGB
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