La izquierda, ¿empató o ganó las elecciones legislativas francesas?
En los diarios y medios franceses del lunes, el resultado de las legislativas figuró en las tapas con una definición unánime por reiterada. La primera vuelta quedó en un empate entre Emmanuel Macron y Jean-Luc Mélenchon. Y en la segunda de este domingo se verá quién gana la pulseada. Ni el presidente derechista ni el político izquierdista eran candidatos que buscaran sentarse en alguna de las 577 bancas de la Asamblea Nacional. Pero el líder del partido La Francia insumisa, la formación política que lidera el frente popular NUPES (Nueva Unión Popular Ecológica y Social) creado para estas elecciones, sí aspiraba a ‘ser elegido’ primer ministro. El recuento final arrojó que Juntos –la coalición oficialista de siete partidos derechistas y centristas- y NUPES estaban casi igualados. Atrás quedaba el ultraderechista Reunión Nacional, de Marine Le Pen, la rival derrotada por Macron en el balotaje presidencial, del cual el candidato Mélenchon había sido excluido en primera vuelta. En el voto popular, el frente popular ganó la jefatura de la oposición.
La 'tercera vuelta' de la elección presidencial
Las legislativas son en Francia una suerte de ‘tercera vuelta’ de las presidenciales. El cargo de premier depende de la mayoría absoluta en la Asamblea. Definir el balotaje legislativo y, más allá, la disputa del poder, como un duelo Macron-Mélenchon admite, sin reconocerlo, un triunfo de la izquierda. La fórmula adjudica la jefatura de la oposición a la izquierda. En las presidenciales, y en la historia francesa del siglo XXI, la derecha había medrado gracias a que la mayor fuerza opositora había sido la ultraderecha. Un clivaje derecha-izquierda perjudica al oficialismo. Y postergará, o morigerará, la virulencia del programa de reformas neoliberales del Estado que Macron esperaba llevar adelante en su segundo quinquenio. Una nueva ley previsional, que elevaba la edad jubilatoria, era pieza clave de este plan resistido con firmeza y movilizaciones en contra de movimientos sociales y organizaciones sindicales.
En París, sólo el diario Libération tituló en tapa con la victoria de la izquierda. Como es de izquierda, esto lucía muy comprensible, y por eso mismo, menos completamente creíble. Pero en Alemania, fue así que dio la noticia el Frankfurter Allgemeine Zeitung , y una mayoría de los medios se refirió a la elección del domingo con las fórmulas de giro o inflexión radicales. Porque las derrotas fueron de la coalición Juntos y de Reunión Nacional. La unión de las izquierdas paga, electoralmente. Pero también financieramente. La financiación pública a los partidos políticos se calcula por las legislativas. Le corresponde 1,54 euros por sufragio favorable obtenido. Y 37 mil euros por cada banca ganada, pagaderos cada año durante los próximos cinco años. Con 100 bancas ganadas, aseguradas ya, sólo el partido La Francia insumisa, el de Mélenchon, contaría con una financiación de cuatro millones de euros anuales para prepararse para las presidenciales de 2027.
Hay otra diferencia mayor entre las democracias de las repúblicas americanas y la francesa. Es la institución del primer ministro. Cuando la oposición obtiene en las legislativas una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, determina la designación del primer ministro, con funciones aproximadas a las de un jefe de Gobierno. Y el presidente queda más restringido al área de la jefatura del Estado.
La ley ha prescrito una mayoría absoluta en primera vuelta o relativa en segunda como requisito para ganar una banca. Esta doble presencia del balotaje, en las presidenciales y en las legislativas, encuentra uno de sus resortes en la creación del cargo de primer ministro. Con el corolario de que esta institución vincularía a el ejercicio del poder presidencial con la composición definitiva de la Legislatura. Desde el establecimiento del actual régimen constitucional (Quinta República) por el golpe del general De Gaulle en 1958, en tres ocasiones la victoria de la oposición en las legislativas, que privó al Gobierno de la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, condujo a una ‘cohabitación’ entre presidente oficialista y primer ministro opositor.
Muchos votos y muy pocas voces
En la República Argentina, y en las democracias sudamericanas, en el siglo XXI la institución del balotaje sólo está prevista para las elecciones presidenciales. Si ninguna candidatura ganó la mitad más uno de los votos en primera vuelta, el electorado elige en un segundo turno cuál de las dos más votadas prefiere. En Francia, creadora del ballottage en el siglo XIX, hay segunda vuelta tanto para el Ejecutivo como para las 577 bancas del Legislativo. En aquellos distritos electorales donde nadie ganó una mayoría absoluta, el balotaje dirimirá el domingo 19 la titularidad de la representación entre las dos candidaturas que fueron más votadas en primera vuelta.
Si el resultado del balotaje de este domingo permite al oficialismo de Macron retener esa mayoría, como la conservó desde 2017 en los cinco años de su primer mandato, Élisabeth Borne, la primera ministra que eligió tras su propio triunfo en el balotaje de las presidenciales, sigue en su cargo. Si una coalición opositora formara una mayoría, el nombre sería otro. Estas reglas favorecen a los partidos grandes, y desfavorecen (cuando no excluye) la representación de las minorías. El sistema de que 'quien gana se lleva todo' conforma Legislaturas cuya integración y bancadas representan sólo a las mayorías relativas de cada circunscripción domiciliaria.
Borne obtuvo el 34,32% de los votos distritales en su circunscripción. Candidato del frente de izquierda, el insumiso Noé Gauchard será su rival en el balotaje del domingo 19. Llega muy en desventaja con respecto a la macronista, 10 puntos por atrás. Entre Juntos! y Nupes no suman la mitad de los votos válidos de esta circunscripción de la costa atlántica boreal. Si el domingo en Calvados gana el oficialismo, como todo invita a creer que ocurrirá, sólo la primera minoría de la voluntad popular del distrito podrá hacer oír su voz (y ejercer su voto) en la Asamblea Nacional.
Porciones, proporciones y desproporciones del poder en la Asamblea legislativa francesa
Las normas que el sistema electoral francés fijó para el Poder Legislativo hacen que cada una de las 577 bancas sea la representación territorial de un distrito (o circunscripción uninominal).Ni siquiera basta la mitad más uno de los votos de una circunscripción emitidos en primera vuelta para ganarse en buena ley actual una banca de la Asamblea Nacional. Para evitarse el balotaje, también hay que haberse ganado, en primera vuelta, el favor efectivo del 25% del padrón.
Marine Le Pen, candidata ultranacionalista derrotada en el balotaje presidencial por Macron, y en estas legislativas diputada que busca un segundo mandato, pasó a segunda vuelta. A pesar de haber recibido el 55% de los votos de Hénin-Beaumont, en el empobrecido departamento de Paso-de-Calais, sobre el Canal de la Mancha que separa a Francia de las Islas Británicas. Un 10% más que cuando ganó esta banca en las legislativas anteriores. Pero en 2022, el ausentismo récord fue superior al ausentismo récord de 2017. Ligeramente, pero lo suficiente como para dañar a la candidata y líder de Reunión Nacional, y mezquinarle el desahogo de un triunfo en primera vuelta.
Como Reunión Nacional había quedado relegado al tercer lugar el domingo, con un 18% frente al parejo 25% de los ganadores, Marine fue la primera en salir a hablar el domingo, cerrados los centros de votación. Exhortó a sus simpatizantes a acudir en masa el próximo domingo a la cita del balotaje de las legislativas para ganar en el repechaje las bancas en disputa. Pero también exhortó a quedarse en aquellos distritos donde el nacionalismo no pasó a segunda vuelta y competirán Macron y Mélanchon: “Ni un solo voto popular para el autócrata de arriba que nos quiere arrancar nuestros últimos derechos laborales, ni uno solo voto para el comisario de abajo que nos quiere privar de nuestros últimos bienes”.
Con respecto a los distritos donde ya perdieron, y la pelea es entre los dos otros espacios políticos mayores restantes, Macron y Mélenchon coincidieron: “Ni un voto a la ultraderecha”. Es decir, ni un voto por Lepen. Repitieron el mantra reflejo que le ha asegurado una consistente hegemonía a la derecha en las dos últimas décadas francesas. Aunque tardaron poco las reacciones, dentro de Juntos, contra este automatismo. Ya se oyeron voces disidentes o contestatarias. No todas están de acuerdo, para los distritos que se disputan Le Pen y Mélenchon, en que lo más conveniente sea abstenerse o votar por NUPES. Es decir, están en desacuerdo con la opinión del Eliseo. Otra victoria de la izquierda, haber roto la aquiescencia monolítica a las doctrinas emanadas del líder presidente. Ya se escuchó un resquebrajamiento, advertencia de separaciones en el interior de Juntos, formación electoral, antes que programática, agrupada para estas legislativas 2022. Joven partido cardinal de esta aún más joven coalición, La República en marcha había sido diseñado a su medida por Macron. Era la plataforma legal necesaria para habilitar su proyecto biográfico de ser elegido presidente en 2017.
AGB
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