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Debate presidencial

Trump atropella entre falsedades a un frágil Biden, que desata nuevas alarmas por su edad

Trump y Biden, durante el primer debate electoral de cara a las elecciones presidenciales de noviembre en EEUU.

Antònia Crespí Ferrer

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A Joe Biden se lo oyó. A Donald Trump se lo escuchó. La clave del primer debate electoral que se celebró este jueves en el estudio de la CNN en Atlanta, Estados Unidos, residía en cómo ambos candidatos se movían y hablaban en el escenario: su actuación era más importante que sus argumentos. Trump, animal televisivo, supo sacar partido del hecho y se mostró como un candidato razonable y firme. Con palabras claras y un tono constante (alejado de la intensidad de la que hace gala en los mítines), el expresidente impuso su discurso incendiario, así como afirmaciones falsas. Por el otro lado, la voz raspada, la tos y el constante tartamudeo enterraron a Biden bajo un aura de fragilidad que hizo muy difícil poder concentrarse en los argumentos que decía. Tan solo en los primeros minutos del debate, el presidente ya protagonizó un lapsus.

A sus 81 años, Biden tenía que volver a demostrar que está capacitado para asumir un segundo mandato si es reelegido. A pesar de que durante el discurso del Estado de la Unión supo salir airoso, mostrándose enérgico y mucho más claro, en el debate de la CNN no pudo hacerlo. El primer tema, la inflación, ya auguraba que a Biden se le haría largo el debate. El presidente se defendía en la materia, pero las vacilaciones, el constante cerrar de ojos para concentrarse en lo que estaba diciendo y el lapsus final encasillaron al demócrata en la imagen que quería evitar: la de un anciano frágil. Aunque en la segunda parte del debate Biden recobró un poco más de confianza, el daño ya estaba hecho. 

En los primeros minutos, Trump, que tiene 78 años, pero no es tan cuestionado por su edad, marcó el compás del debate no solo con su actuación, sino también con la clásica jugada de evitar responder las preguntas hablando de otros temas. En este caso, la inmigración se convirtió en el comodín por excelencia, hacia donde la mayoría de las veces Trump remó para no tener que rendir cuentas ante los moderadores del debate Jake Tapper y Dana Bash.

Otro logro de Trump fue conseguir llevar al centro del debate la edad de Biden y poner en cuestión sus capacidades. Ya haya sido de forma más “sutil”, con sonrisas de sorna y gestos de incredulidad por las vacilaciones de su rival, o bien acusando a Biden de no ser capaz de ganarle al golf ni de enviar la pelota “más allá de 50 yardas”. Esta afirmación se produjo justo en el segundo bloque del debate, cuando se les preguntó a ambos candidatos si creen que están capacitados para gobernar a pesar de su edad. Mientras que Biden sacó a relucir su gestión durante los últimos cuatro años y su carrera en Washington, Trump aseguró que se hizo dos test cognitivos y que se siente “muy bien, el mismo que hace 25 o 30 años”. Ante la frase, Biden no solo se rió ante lo que le parecía una fanfarronada, sino que después terminó entrando al barro de Trump y se metió con su peso y su edad. “Dejemos de actuar como niños”, dijo el magnate para zanjar la cuestión.

Antes de llegar a este punto, Trump ya había dejado fuera de juego a Biden. Después de que este quedara atrapado en un balbuceo ininteligible sobre la patrulla fronteriza, Trump respondió mirando a cámara: “No sé qué dijo al final de la frase. Creo que él tampoco lo sabe”. Con esta sentencia ya hirió de muerte a un Biden que se le quedó mirando boquiabierto, además de generar material para las redes sociales. 

Que la cuestión de la edad se haya llevado el protagonismo también benefició a Trump porque el hecho de que haya sido condenado por el caso Stormy Daniels quedó relegado a un segundo plano. Asimismo, cuestiones más importantes, como cuando la moderadora le preguntó a Trump si aceptará el resultado de las próximas elecciones (a lo que respoindió que lo hará “si es libre, justa y una buena elección”) o el asunto de las guerras en Ucrania y Gaza, quedaron ensombrecidas por el duelo de los atributos físicos y atléticos de ambos candidatos. 

Uno de los momentos en los que Biden perdió los estribos fue cuando Trump ha llamado a los veteranos “suckers, loosers” (“idiotas, perdedores”). Esto removió por dentro al presidente, ya que su hijo Beau, que falleció de un cáncer cerebral, sirvió en el Ejército en Irak. “Mi hijo no era un idiota ni un perdedor. Tú eres un idiota, tú eres un perdedor”, saltó el demócrata, insultando claramente a su rival. 

Tampoco faltaron los reproches judiciales. Trump fue el primero en sacar los trapos sucios de Biden citando la condena de su hijo Hunter por la compra y posesión ilegal de un arma. “Mantuviste relaciones sexuales con una estrella porno cuando tu esposa estaba embarazada”, esta fue la manera en cómo Biden puso sobre la mesa el caso Stormy Daniels y por el cual Trump fue condenado por 34 delitos graves. Una vez más, Trump negó que mantuviera sexo con Daniels. 

Sobre el derecho al aborto, Trump no solo volvió a moderar su postura y aprovechó para citar a Ronald Reagan (algo que su equipo le recomendó hacer): “Como Reagan, creo en las excepciones para violación, incesto y que ponga en riesgo la vida de la madre, pero tiene que ser elegido [por los estados]”. Estas palabras despertaron el enojo en Biden, quien miró con indignación a su rival desde el lado derecho del escenario. A la hora de contrarrestarlo, Biden terminó mezclando el tema del aborto con la inmigración (un campo donde tiene las de perder) mientras Trump sonreía con sorna. Para rematar este apartado, Trump dijo una de las muchas mentiras que lanzó a lo largo del debate, asegurando que la administración Biden quitaría “la vida de un niño a los ocho meses [de embarazo], nueve meses e incluso después de nacer”. Hecho completamente falso, ya que, para empezar, un aborto después del nacimiento ya no es ni aborto, sino que sería infanticidio. 

Donde más cómodo estuvo Trump fue en el apartado de la inmigración, donde llegó a asegurar que los migrantes “están matando gente en todos los estados, cada estado es una frontera”. Esta afirmación, además de ser falsa, también le sirvió al expresidente para evitar responder a la pregunta de cómo pretende cumplir con su promesa de campaña de realizar deportaciones masivas de migrantes. Asimismo, durante otros apartados que no tenían nada que ver con la inmigración, Trump también aprovechó para decir que los inmigrantes se hospedan “en hoteles de lujo”. El republicano es consciente que este es uno de los temas clave de cara al 5 de noviembre y ha intentado sacarle todo el jugo que pudo. 

Trump acusó a Biden de dar demasiado dinero a Ucrania y de que potencias como Corea del Norte o China no lo toman en serio. “Él [Putin] nunca habría invadido Ucrania, igual que Israel no habría sido invadido por Hamás, porque Irán estaba fuera de juego conmigo. Ahora todo el mundo está yendo contra él [Biden]”, aseguró Trump. A lo que el demócrata contraatacó asegurando que fue Trump quien animó a Rusia a atacar Ucrania.

Al cierre del debate, Biden tampoco fue capaz de contener su tartamudeo, teniendo momentos de duda mientras pronunciaba su discurso en lo que serían los minutos de oro para dirigirse a la audiencia. “Hemos hecho mucho progreso de la debacle que nos dejó Trump”, afirmó. La manera como Trump ha utilizado sus últimos minutos ha sido completamente opuesta, tanto en forma como contenido. Con un tono seguro y mirando a cámara, Trump culpó a Biden de los males del país, tanto a nivel de políticas interiores como exteriores. “Estamos viviendo en el infierno”, sostuvo. 

En total, el debate duró 90 minutos y ha tratado 15 apartados temáticos y se dividió en dos bloques. En el primero se abordó la economía (una cuestión crucial para las elecciones), el aborto, la inmigración, la política exterior, la democracia y los delitos de Trump, así como los del hijo de Biden. En el segundo bloque tocaron la crisis climática, la seguridad social, las pensiones, la atención a la infancia, las adicciones, la edad de ambos y la violencia policial.

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