7 razones por las que NO nos importa la crisis climática
Sabemos que la crisis climática está sucediendo hace ya más de 30 años, cuando a mí me quedaban 11 años por nacer. También sabemos que es provocada por actividades humanas, como la degradación de la tierra y la quema de combustibles fósiles. Seguramente escuchaste ya muchas veces hablar de este tema: sobre “desastres naturales” que cada vez tienen lugar con más cotidianidad; sobre grados que aumentan y predicciones sobre un futuro aterrador. Puedo entender que, con suerte, quien lea una noticia de ese estilo piense “¡Qué desastre!” y un minuto después ya esté leyendo otra nota o mirando una serie en Netflix y se haya olvidado completamente de todo lo que leyó. La razón es porque la información, al parecer, no formar parte de su cotidianidad. Pero si creyera que esto pasa porque los seres humanos somos malos, no estaría escribiendo esta nota ni lucharía contra la Crisis Climática. Nuestros sesgos cognitivos y nuestro cerebro tienen gran parte de la culpa.
En el último año, hablé de esto con muchas personas entre neurocientíficos, comunicadores, periodistas, amigos y, como buena centennial, también les pregunté a mis seguidores de Instagram sobre por qué pensaban que a la mayoría de las personas no les importa la Crisis Climática. Estas son las 7 razones que encontré:
1.No decidimos a partir de datos sino de emociones
Datos, números, grados y estadísticas predominan en la narrativa climática. “Estamos en camino a un aumento de 3 grados” “Mueren x millones de personas por año por la contaminación del aire” es la manera más común de explicar lo que está pasando. El intento de explicar la complejidad del Cambio Climático mediante estadísticas y datos precisos provoca que la gente se pierda y se olvide a los pocos minutos.
Rara vez se le pone una cara a lo que esos números significan. Se necesitan más historias humanas que representen a todo el conflicto, que sean más cercanas, desde un niño/a que se vio afectado por un incendio hasta la historia de personas que están luchando para que esto cambie. Estas historias son necesarias para después contar que, en realidad, el problema es más grande y que la historia individual es en realidad la de millones . En su libro “21 lecciones del siglo 21” Yuval Noah Harari dice que los humanos somos un animal que cuenta relatos, que piensa en relatos más que en números o en gráficos, y que cree que su propio mundo funciona de tal forma.
Si la mayoría de las decisiones humanas se basan en reacciones emocionales más que en análisis racionales, deberíamos replantearnos la forma en que la comunicamos y cómo podríamos hacerlo de una forma más efectiva y humanizadora.
2.Lo percibimos como algo muy lejano en tiempo y en espacio: a nadie le importa lo que no ve
Si buscas “Cambio Climático” en Google, la mayoría de las fotos que te van a aparecer son de un oso polar que está en peligro de extinción. Esto es cierto, se proyecta que los osos polares van a desaparecer a fin de siglo, pero hay un problema con que asociemos la Crisis Climática a estos animales: casi nadie vio un oso polar y deja un mensaje de lejanía tanto en tiempo como en espacio con respecto a nuestra realidad. La segunda foto que predomina es una con el planeta “enfermo”.De personas impactadas, nada. Lo curioso es que si bien el planeta se ve afectado por esta crisis, no es que corre peligro su vida, sino la de todos nosotros, pero no hay ninguna foto que muestre esto.
No es una cuestión de futuro, sino de presente. Este año, en nuestro país se incendiaron más de un millón de hectáreas, el equivalente a más de 55 veces la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Si esto sucede ahora, las consecuencias en 50 años serán peores
Con respecto al tiempo, para países del Sur Global como Argentina, no tiene que ver con una cuestión de futuro, sino de presente. Este año, en nuestro país se incendiaron más de un millón de hectáreas, el equivalente a más de 55 veces la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Si esto sucede ahora, las consecuencias en 50 años seguro serán mucho peores. En realidad, la Crisis Climática está más cerca de lo que pensamos. Incluso hablar de millones de hectáreas puede parecer lejano si no vivís cerca de ahí y vivís en una ciudad. Hablé con Mariano Sigman, referente neurocientífico, y me contó que -según un estudio- la mayoría de las personas que se acaban de comprar un traje o una prenda muy cara y ven a un chico que se está ahogando no dudan en saltar y salvarlo aún si pierde el traje. Sin embargo, son muy pocas quienes lo harían si no lo ven con sus propios ojos. Algo similar pasa con la pobreza o el hambre o con la Crisis climática si no lo podemos ver, no estamos dispuestos a perder ese traje.
Por más que no se vean, los problemas ambientales están en lo que respiramos, en lo que comemos, en lo que tomamos, usamos y en todo lo que decidimos. El mejor ejemplo de esto es que un estudio descubrió que nos comemos el equivalente a una tarjeta de crédito por semana por el exceso de plástico que se usa y que no se termina de degradar. Y sin ir más lejos, recordá que estamos viviendo hace 10 meses una pandemia provocada por un virus zoonótico, consecuencia de la industrialización animal y de la destrucción de nuestros ecosistemas. A pesar de esto, a nuestro cerebro le cuesta preocuparse por algo que no ve, por algo abstracto y poco tangible. Para quienes vivimos en ciudades, cada vez es más difícil ver algo verde y esto provoca desconexión de estas problemáticas que no parecen afectarnos de cerca.
3.Se lo ve como algo que no debería ser prioridad y como una lucha elitista
Por muchos años estar preocupado por las cuestiones ambientales era algo de “chetos” o como le decimos en Argentina “hippies con Osde”. Pero, en realidad, la Crisis Climática no hace otra cosa que agrandar las desigualdades preexistentes, porque por más que nos afecte a todos, no lo hace de igual forma. Pensemos en una inundación: quienes viven en una casa o departamento podrán protegerse mucho mejor que los que no tienen un lugar para dormir y pasar de un evento como este. Lo mismo pasa con las olas de calor, el aumento de lluvias e inundaciones. Unir lo social con lo ambiental es fundamental para entender que no hay justicia social sin justicia ambiental, y que no solo tienen que entenderse como problemáticas que van juntas, sino que no pueden separarse. La Crisis Climática es al fin y al cabo un asunto de derechos humanos que se relaciona con casi todos los temas más prioritarios de nuestra agenda social y política como la economía, la pandemia, el feminismo, e incluso, la deuda externa. Si dejamos de verla como algo ajeno y pasamos a entenderla como algo transversal, la importancia que le daríamos sería otra.
4.“Houston, tenemos un problema”, pero preferimos no saberlo
Si les soy sincera, hablar de Crisis Climática incomoda. Aceptarlo implica tener que hacer algo, cambiar culturas y hábitos que están super normalizados. También da miedo, ya hay demasiadas incertidumbres como para agregar una nueva razón a la lista. La negación es el mecanismo de defensa más poderoso de la mente humana, y como me dijo Mili, una seguidora de Instagram que contestó a mi pregunta, “la ignorancia es comodidad”.
Para Sigman, la preocupación por la Crisis Climática es un gusto adquirido, es algo que no está y lo tenés que adquirir. El default es que no sea lo que te carcoma la vida, por eso el hábito de estar preocupado y hacer algo al respecto requiere un esfuerzo. Lo curioso es que según a quién le preguntes te va a decir o que no hay información sobre el tema o todo lo contrario que hay tanta información que no se entiende por dónde empezar. Arari, en su último libro, dice: “El sistema está estructurado de una forma tal que quienes no hacen ningún esfuerzo para saber pueden vivir en una dichosa ignorancia y los que sí lo hacen les costará mucho saber la verdad” y creo que se aplica mucho a la Crisis Climática.
Arari dice: “El sistema está estructurado de una forma tal que quienes no hacen ningún esfuerzo para saber pueden vivir en una dichosa ignorancia y los que sí lo hacen, les costará mucho saber la verdad” y creo que se aplica mucho a la Crisis Climática
5- Nuestro cerebro funciona a corto plazo
El autor y filósofo Alex Steffen dice que “La crisis climática es principalmente un problema con nuestra relación con el futuro”. A los seres humanos nos cuesta pensar a largo plazo, nuestro cerebro está hecho para prestarle atención a las amenazas más inmediatas. En la charla con Sigman me dijo algo que me llamó la atención: “A mí me gusta pensar que al fin y al cabo somos animales, con otras capacidades pero animales no tan distintos al resto, y los animales no se dan el lujo de abstraerse y pensar en el futuro, en cambio nosotros sí, pero requiere muchísimo esfuerzo”.
La crisis climática tiene una particularidad: hay que tomar acciones hoy, pero los resultados se van a ver recién en el futuro. Esto rompe con la lógica con la que nuestro cerebro funciona, por eso a pesar de saber que estamos poniendo en peligro la vida de muchas personas, seguimos produciendo y consumiendo sin importar que les va a quedar a las futuras generaciones. Es como una liquidación de la cual sabemos que estamos en quiebra pero queremos vender todo hasta el último momento.
6.Pensamos que no nos afecta y que no nos va a afectar
Mariano Sigman, en su charla TED habla del sesgo optimista. Este sesgo es el mismo que provoca que mandemos mensajes mientras manejamos o que gente en el momento más complicado de la pandemia se haya ido de fiesta. Pensamos que a nosotros no nos va a pasar nada. Lo mismo pasa con la Crisis Climática, es una amenaza real y son pocas las personas que lo niegan, pero la mayoría de las personas pensamos que no nos va a afectar a nosotros por varias razones. Porque va a suceder en un futuro o porque nos vamos a salvar o porque la ciencia lo resolverá.
7-Pensamos que no se puede hacer nada para que cambie
La Crisis Climática es un problema tan grande que cualquier acción que hagamos parece muy chiquita. Desde el año pasado con la irrupción de movimiento juveniles exigiendo acción climática se empezó a entender al Cambio Climático con una perspectiva sistémica y en contraposición a la individualización de un problema que existe a partir de un modo de producción y de consumo que excede nuestra responsabilidad. Por ende, se corrió el eje: de promover solamente acciones individuales a entender que el cambio que se necesita es aún mayor. Esto generó una falsa creencia entre exigir un cambio sistémico o el cambio de nuestros hábitos de consumo. En realidad, se retroalimentan. Nuestras acciones cotidianas nos ayudan a deconstruir ciertos patrones de consumo con los que crecimos y que tenemos tan instalados en nuestro sentido común. Pero por otro lado, no tenemos que conformarnos sólo con cambiar nuestros hábitos. Para lograr las transformaciones que necesitamos se necesitan políticas públicas que construyan un nuevo paradigma, y estos logros se logran como colectivo, cuando existe una demanda impulsada desde las mayorías hacia las dirigencias. Por más que a veces la crisis climática parezca tan grande que nada de lo que puedas hacer sea suficiente, acordate que sos parte de un colectivo más grande, y que todo lo que hagas, ya sea reducir tu consumo de carne o ir a una marcha, es fundamental.
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Estas son algunas de las razones por las que no nos importa lo suficiente la Crisis Climática, evidentemente la preocupación por la Crisis Climática no viene inherente al ser humano, pero bajar los brazos, no es una opción. Soy parte de una generación que tiene miedo por el futuro que va a heredar y del cual no decidió absolutamente nada. No queremos un futuro en donde las millones de hectáreas incendiadas de Argentina de este año sean parte de nuestra cotidianidad, no queremos vivir otra pandemia ni que se agranden aún más las desigualdades preexistentes por algo que podríamos haber evitado. Por eso te necesitamos, porque la esperanza está en el movimiento, en vos, en la gente que te rodea y en mí. Así como los seres humanos somos mejor entendiendo relatos que datos, espero que esta sea la historia de cómo supimos actuar en conjunto, para construir un presente y un futuro ambientalmente sostenible y socialmente más justo.
NB
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