El abismo y la mirada
Domingo a la noche en LN+
Hace un mes que escribo esta columna y ya siento efectos colaterales. El más incómodo es la sospecha de que el consumo y la narración casi inmediata de horas y horas diarias de televisión, sumadas a la exposición a YouTube y a las redes, me hayan embrutecido. La frase de Nietzsche: si mirás mucho un abismo, el abismo te devuelve la mirada.
Desde que asumió, el Presidente fue entrevistado en el programa de Luis Majul una vez al mes, en promedio. En esta ocasión, la presentación tiene como principal objetivo justificar el veto de la ley de movilidad jubilatoria aprobada por el Congreso, que se publicaría la mañana siguiente. Milei acusa de irresponsabilidad fiscal a la casta de legisladores que la promovieron. En un esperable —y esperado— gesto de humillación a su entrevistador, el Presidente le dedica párrafos de desprecio al “periodismo ensobrado”, que Majul escucha en absoluto control de sus rasgos faciales. Los recortes de la entrevista son puestos en circulación de inmediato y el mismo fragmento es compartido en redes sociales por usuarios a favor y en contra del gobierno.
El libreto se desarrolla según lo previsto: Milei y Majul frente a frente en la Casa Rosada. El Presidente está sentado al borde de su silla, un poco más pálido que de costumbre. Trastabilla con la pregunta más obvia, cuya respuesta debe haber memorizado un rato antes:
—Yo elegí una profesional de fuste, no elegí decorado —explica—. No la elegí porque me quedaba bien en la papeleta. La elegí a plena conciencia. Y eso implica que Victoria tiene su propia agenda, que tiene que ver con su historia —se pone nervioso—. No tiene nada de malo, digamos, porque, digamos, desde cuándo uno, digamos, resignó la lucha de toda su vida. Entonces ese planteo que me hacen a mí verdaderamente, me parece propio de una política vetusta, donde se creen que las personas son piezas de ajedrez. Y no. Es decir, entonces, ella no tendría que renunciar a ninguna de sus causas con las cuales, digamos, además, nos conocimos en algunos lugares, básicamente, digamos, porque la conocí haciendo ese tipo de cosas.
—¿Volvería a elegir a Villarruel como vice? —insiste Majul.
Lejos de incomodarse, Milei gana soltura a lo largo de la conversación.
—He tomado decisiones que la corporación política no tomó nunca —argumenta en el preámbulo, solemne, de una vaga y rabiosa historia de las crisis económicas argentinas.
—Estábamos a punto de ser Venezuela —se exalta—. Con indicadores sociales peores que el 2001. Hubiéramos ido a una hiperinflación del 17.000% y a una pobreza de alrededor del 95%.
—Usted dice que no explotó la Argentina —resalta el conductor del programa.
—Hemos hecho un ajuste de más de 15 puntos del PBI. No existe una experiencia así en la historia de la Humanidad.
—Pero yo soy periodista y tengo que preguntar —recuerda Majul—. Lo que sí hay es ruido político.
—Obvio que hay ruido político. ¿Sabe por qué? Porque implica un cambio de hacer política en los últimos cien años. Todo eso que decían los políticos que no se podía hacer, y todos los piripipí que ponían, en realidad era que no querían que les tocaran los curros a ellos. La motosierra se aplicó sobre la política, no sobre la gente. Y por más que mientan frente a las cámaras, el verdadero ajuste lo pagó la política. ¿O de dónde cree que salieron esos 15 puntos del PBI? Trece y medio salieron de recortes a la casta. Y eso genera ruido político, claro, porque se eliminan un montón de curros.
La entrevista ingresa en una atmósfera de irrealidad: a partir de ahora, cualquier respuesta suena igual de razonable.
—¿Pasamos al tema Relaciones Exteriores? —propone Milei.
Majul se muestra de acuerdo.
—Soy considerado el máximo exponente y defensor de las ideas de la libertad en el mundo. De hecho, en estos días vino Agatha de la Prada y todos los periodistas, sorprendidos por las cosas maravillosas que dicen de mí. Claro, es tanto lo que los revienta a la casta política y a algún sector del periodismo mi performance en el exterior… De hecho, algunos periodistas quieren prohibir que viaje. Me he reunido con Elon Musk, Zuckerberg, la persona de Amazon —“Jeff Bezos”, le sopla Majul—. Los empresarios más importantes del mundo, estuve con el directorio de Apple. Yo entiendo la agenda liliputiense de los políticos argentinos intrascendentes, ratas invisibles, que jamás van a poder aspirar a eso —se entusiasma, su palidez se vuelve sanguínea—. Y les duele que yo sea hoy uno de los dos políticos más relevantes del planeta Tierra. Uno es Trump y el otro soy yo. Entonces, que me vengan a hablar de la agenda internacional. ¿Qué visión puede tener una rata respecto de un gigante?
Más adelante asegura que la inflación, en realidad, es del 0,5% mensual y que las jubilaciones ganaron poder adquisitivo en dólares durante los últimos meses. Al día siguiente, en X, mientras su cordura y su mera inteligencia son impugnadas por miles de usuarios, Elon Musk lo elogia en reiteradas oportunidades. Luego llama a votar a Trump.
Martes a la tarde en C5N
Jorge Rial suena didáctico, como si fuera capaz de ahuyentar la perplejidad, pero sus palabras esconden una ironía malvada.
—La diputada Lemoine se aprovechó de momentos de debilidad del Presidente para guardarse un material en su teléfono, que hoy es un arma —anuncia—. Uno de los respaldos es el elfo formoseño.
Zócalo: El minuto a minuto de la implosión libertaria.
Suena música de El señor de los anillos.
—El elfo tiene 32 años —explica Mauro Federico—. Desde los 14, en su Formosa natal, sufrió bullying por razones que tienen que ver con su identidad sexual. Era un adolescente muy castigado. En ese momento, seguramente buscando refugio en una identidad de ficción, les dijo a sus padres que quería comenzar una larga carrera en cirugías para transformarse en elfo. Los padres le pagaron las operaciones.
Según los periodistas, el elfo y Lilia Lemoine trabajaron juntos durante la campaña electoral y se volvieron amigos íntimos. En paralelo, la diputada Lemoine construyó un vínculo sexo afectivo con el Presidente. A raíz de esa relación, guarda videos que ponen en duda su salud mental. Para resguardarse, por si le pasara algo, le confió ese material al elfo. Didáctico, con oportunas intervenciones de Rial, Mauro Federico explica que el elfo lo guarda bajo siete llaves, pero advierte con suspicacia que parte del material ya está circulando.
—Hay algún cortocircuito ahí —señala—, pero no creo que este haya sido el origen de la filtración, porque la filtración es de la misma Lemoine.
Suena como una invitación a que el elfo distribuya la totalidad del material que tiene guardado. El relato se vuelve largo y complicado, como si Jorge Asís hubiera trasplantado su personajes a la Tierra Media. Incluye declaraciones, por ahora anónimas, de una expareja de Lemoine que asegura que la diputada está despechada porque quería ser Primera Dama. Además, según la expareja, sobre quien los periodistas informan que es un prominente libertario, la diputada es paranoica y considera que el Presidente es un superhéroe. El material que ella amenaza con difundir incluye un video de Milei en un brote de demencia atávica, después de un extenuante día de la campaña que lo condujo a la Presidencia, mientras grita: “Este control remoto no funciona porque no está dolarizado”.
Rial enfatiza que, en el video, el Presidente está vestido. En el estudio cunde una discreta decepción. Por un segundo, hasta Diego Brancatelli enmudece. La imagen de Milei estallado no parece algo fuera de lo habitual, al contrario: es más de lo mismo.
“Una pena que no esté desnudo”, pienso.
SR/DTC
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