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Gordo TV

El diablo está en los matices

La periodista Sandra Borghi, en la pantalla de TN

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Martes a la tarde en TN

De rojo, apasionada, Carolina Amoroso informa los últimos pasos de la tiranía venezolana. Su emoción es honda, apenas contenida, pero el profesionalismo se impone: 

—Enseguida volvemos a Caracas —anuncia—, tenemos información urgente.

Suena un redoble enloquecedor. Por la pantalla circula la palabra “Urgente” en un loop interminable.

Zócalo: Fabiola Yañez denunció a Alberto Fernández por violencia de género.

Amoroso cede la palabra a una conmocionada Sandra Borghi. En pantalla, sonriente y acompañado por Fabiola, el expresidente saluda a alguien con el puño apretado sobre el corazón. 

—Estamos en condiciones de confirmar que Fabiola Yañez denunció a Alberto Fernández —anuncia Borghi, todavía  tenue. 

Y continúa:

—¿Cuál es su verdad? La violencia física y psíquica que recibió durante el último año de mandato, sobre todo, de Alberto Fernández. Quiero destacar que esto pasó mientras Alberto Fernández era Presidente.

Zócalo: La denuncia fue por Zoom desde España ante el juez Ercolini.

—Fabiola Yáñez tuvo una oportunidad para denunciar ante el juez Ercolini, y no lo pudo hacer porque se descompensó. Esto lo adelantamos ayer —dice—. El 28 de junio ella recibe una llamada de Ercolini, y esto se desprende de la causa de los seguros. A partir de la apertura del teléfono de María…

—Aclaremos que María es la secretaria, ¿no? —interrumpe Amoroso, asumiendo otra vez la conducción—. La persona de máxima confianza a quien habría mandado Fabiola Yañez…

Zócalo: La declaración duró una hora. 

—No, le mandó —interrumpe Gonzalo Aziz, categórico—. Está comprobado. Les cuento cómo es el asunto.

Se produce una leve confusión. Aziz justifica su presencia en el programa. Claro, racional, asegura que Ercolini ordenó abrir los teléfonos a raíz de la causa judicial por los seguros.

—Hacemos una pausa ahí —impone Borghi, con las manos en posición de rezo—. ¿Qué decía el contenido? Escuchen porque esto es lo más importante. Fabiola Yáñez le pide ayuda a María. Y le manda una foto. La foto es de ella misma, golpeada. De su ojo negro. Con un texto: “mirá cómo estoy”. Y le manda la captura de pantalla de un diálogo con Alberto. El diálogo decía: “mirá cómo me dejaste. Es la tercera vez que me dejás así”.

Amoroso entrecierra los ojos, reflexiva. Se acaricia el mentón. Borghi sigue adelante:

—Él le responde: “Estoy muy mal, estoy pasando un mal momento” —dice, con la voz a punto de quebrarse—. Fabiola captura este diálogo entre ella y Alberto y se lo manda a María. Nada tiene que ver con los seguros. ¿Okey? Este es un diálogo de mujer a mujer. 

Agrega que Fabiola vive en España, y que Alberto y ella están separados desde el día en que él terminó su Presidencia, o incluso desde antes.

Amoroso vuelve a poner orden:

—La noticia de último momento es que ahora hay una denuncia —subraya—. En el entorno de Alberto Fernández lo que sostienen es que hubo algún tipo de discusión fuerte entre ellos pero que nunca llegó a la instancia de violencia de género. 

—¿Qué tiene en su poder el juez Ercolini? —Borghi hace una pausa, se toca con las yemas de los dedos la punta de la nariz— ¿Y qué tiene en el teléfono Fabiola Yañez? Una foto escalofriante —mira a cámara, calcula el impacto de sus palabras—. Escalofriante. Una mujer desfigurada. Fabiola Yañez tiene su cara desfigurada. Yo lo digo porque ustedes, dentro de un tiempo, van a ver esa foto. Por eso me atrevo a decirlo. Y no es una foto. Hay más material. Ella en el chat le dice: “Es la tercera vez que me pegás así”. Y él contesta: “Estoy pasando un mal momento”. Ella pide ayuda. Escuchen esto —pone las manos otra vez en posición de rezo—. Ella pide ayuda a los canales posibles. Como por ejemplo, al Ministerio de la Mujer. 

La pantalla está dividida en cuatro. 

—¿Y qué pasó? —pregunta Aziz al cabo de un rato.

—Nada —responde Borghi, embriagada de su propia emotividad—. La respuesta fue: “Ya va a pasar, no se puede hacer nada”. 

Amoroso ensaya una mueca de estupor. 

—Eso es gravísimo —señala.

El redoble continúa, trepidante. Junto con los semblantes de los periodistas, las imágenes ofrecen el bigote de Alberto Fernández en diversas modulaciones —alegre, protocolar, triste, detrás de unos dedos en “V”—, como encarnaciones banales del Mal. 

Esa noche en C5N

—Por supuesto, tenemos que empezar con lo que ha sido el tema político del día —anuncia un mustio Pablo Duggan, lejos de la euforia habitual. 

Pasan un informe donde la periodista Vanesa Petrillo explica que Fabiola denunció a Alberto por violencia de género. 

Zócalo: Alberto: “Niego todo, daré pruebas en la Justicia”.

Vuelta a estudios. Suena música de Terminator, pero la energía no fluye como debería. Algo está roto, quizás para siempre. 

—Ahora Fabiola denuncia una situación de terrorismo y hostigamiento psicológico —Duggan elige sus palabras—. También habló Juan Pablo Fioribello, el entonces abogado de Fabiola Yáñez, la denunciante. 

Aparece una imagen congelada del abogado y de Esteban Trebucq en La Nación+. Una ventana de Windows con un código HTML ocupa la mitad de la pantalla. Alguien hace click con el cursor en “Aceptar”. El video no arranca. 

Hay desconcierto en el estudio, pero el programa no se detiene. Sobrio, un locutor lee el comunicado de Alberto Fernández.

—Por supuesto vamos a hacer una ronda para que todos puedan expresarse —informa Duggan—. Es un hecho muy serio. 

La condena unánime entre panelistas que suelen estar en desacuerdo parece incomodarlos a todos. Una agreste Diana Deglauy opina que sería bueno saber si hubo personas del círculo íntimo presidencial que conocían los hechos y no los dieron a conocer. Luego le pasa factura a Gabriela Cerruti. A modo de cierre de su intervención, critica la utilización política del tema. Más enigmática, Carla Czudnowsky pide cuidado al separar la paja del trigo. Cynthia García resalta la actitud de Mayra Mendoza.

—Ella dijo hace unos días: “A mí me resulta verosímil”.

—¿Por qué le resulta verosímil? —pregunta Czudnowsky.

—No voy a opinar sobre lo que ella dijo —aclara García, enfática—. Sólo digo que avaló que eso podía ser cierto y trató de machirulo a Alberto Fernández.

—Tal vez tenía algún conocimiento —desliza la malvada Mariana Brey.

Ambas se acusan mutuamente de opinar sin saber. García se expide sobre el gobierno de Alberto Fernández:

—Fue una tragedia —dice, con determinación de amazona—. Y Alberto Fernández me parece cada vez más despreciable. Mi solidaridad con Fabiola.

Brey recuerda los casos de Espinoza y Alperovich.

—Quienes tuvieron acceso a las fotografías dicen que las imágenes son escalofriantes —insiste—. Escalofriantes. Yo no las vi.

Luego opina que Sandra Borghi es una periodista muy seria y asegura que Fabiola pidió ayuda en el Ministerio de la Mujer y se la negaron.

—Eso es un fake —murmura Mariano Hamilton.

Duggan coincide:

—Ya lo desmintieron.

Sobre el final del bloque, el conductor pide la opinión de quienes todavía no se manifestaron.

—Tiene que demostrar su inocencia Alberto Fernández —argumenta un cauto Hamilton, vestido con polera—. Lo que yo puedo aportar sobre este asunto es poco y nada. 

Duggan cambia de tema. El Pitu Salvatierra respira aliviado.

SR/DTC

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