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Opinión

La directora

Sally Buzbee celebra con su redacción en A.P. el premio Pulitzer al mejor reporterismo internacional en abril de 2019.

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Katharine Graham fue la editora que convirtió al Washington Post en el referente que es hoy, la que tomó las decisiones de publicar los papeles del Pentágono y la investigación del Watergate que marcaron para siempre la vida y el carácter del periódico, y la que elevó la ambición de lo que hasta entonces había sido sólo un diario local. Sin ella, tal vez el Post hoy no existiría. Pero a ella misma le costó entenderlo.

En 1969, en una entrevista con Women’s-Wear Daily, le preguntaron si imaginaba a una mujer como directora del diario. “¿Apoyaría que una mujer fuera nombrada para un cargo ejecutivo? No me he enfrentado a eso. Pero creo que es un asunto de si es apropiado. No me imagino a una mujer como directora de un periódico… Supongo que este es un mundo de hombres. En el mundo de hoy, los hombres están más capacitados que las mujeres para el trabajo ejecutivo en ciertas situaciones. Creo que un hombre haría mejor que una mujer este trabajo que tengo yo”, dijo Graham.

Como cuenta en sus memorias, le costó años aceptar su propia valía y el papel de las mujeres en su propia redacción. “Si de verdad crees esto, dimito”, le dijo entonces una de sus reporteras, Elsie Carper. 

Poco a poco, Graham dejó de creerlo y cambió las normas que había aceptado durante años, como tener que abandonar la sala después de una cena con otras mujeres para que los hombres hablaran de “negocios” a pesar de que no había nadie con mayor rango en el negocio que ella.  

Desde el próximo 1 de junio, 144 años después de su creación, el Washington Post tendrá una directora: Sally Buzbee, veterana reportera política, corresponsal y directora de la agencia A.P., una de las organizaciones periodísticas más grandes, globales y variadas del mundo. 

No es la primera en Estados Unidos, y agradece la puerta que le abrieron otras pioneras cuando era más difícil acercarse a la puerta. Las primeras llegaron a principios del milenio y fueron Ann Marie Lipinski, directora del Chicago Tribune, Margaret Sullivan, del Buffalo News, y Jill Abramson, del New York Times. A aquella ola de nombramientos le siguió una reacción de años en los que de nuevo parecía que las mujeres habían sido relegadas, con el simbólico despido de Abramson en medio de una disputa salarial (cuando descubrió que siempre había cobrado menos que sus colegas hombres en los mismos cargos) y de descripciones de ella como “mandona” y “brusca”. 

Ante la ausencia de nuevo de mujeres al frente de los medios, Ann Marie Lipinski escribió en 2014: “Me pregunto si cualquiera de nosotras vio venir la marcha atrás o hizo lo suficiente, mediante la acción y el ejemplo, para aumentar las posibilidades de tener a mujeres como sucesoras”. 

Más de medio lustro después, en parte por el impulso del #Metoo, volvemos a ver a mujeres extraordinariamente preparadas al frente de grandes redacciones como el Post, Reuters, el Economist, el Guardian, o el Financial Times

Entretanto, España sigue estando a la cola de Europa. Según un estudio del Reuters Institute en 12 países, sólo Japón y México están peor que España en número de mujeres directoras de medios. Entre los 20 principales medios online y offline, sólo hay una directora, Encarna Samitier, de 20 Minutos

Si hay alguna lección en la experiencia de las últimas dos décadas es que las que llegan deben sujetar la puerta para las siguientes si no quieren ser una excepción. 

Katharine Graham fue entendiendo poco a poco que el mundo en el que había crecido no era justo y desperdiciaba talentos, y que el esfuerzo no tenía que venir solo de un cambio de mentalidad de los hombres. “Las actitudes tenían que cambiar en ambos lados. Las mujeres habían aceptado los dudosos supuestos y mitos sobre sí mismas durante demasiado tiempo. Y los hombres tenían que ayudar a romper con los supuestos de los que ellos también eran víctimas”, escribió Graham en sus memorias. 

Graham habría disfrutado viendo el Post en manos de Marty Baron en la última década. Y sin duda ya no creería que había nadie mejor que Sally Buzbee como líder de su redacción ahora.

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