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PURA ESPUMA

Estos tipos

Agustín Laje en "La Misa"

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Hay algo que a Agustín Laje, escritor tanque de prestigiosísimos sellos editoriales, domador de zurdos, influencer basado y referente neofalangista de Hispanoamérica le parece “fascinante”.

“Fascinante” es la palabra-trampolín sobre la que está saltando en sunga, para clavarse en las aguas del descontrol argumental. La ceremonia de “entrada” sucede en La Misa, el programa de la señal Carajo conducida por el Gordo Dan, quien tiene en común con Laje el pozo profundo de la sangradura. Raro. Como si levantaran las mismas pesas o hicieran la misma dieta.

Como Laje ha estado estudiando ciencias políticas, conoce las carreras humanísticas y ha convivido con sus poblaciones, se pregunta: “¿Por qué esa gente suele ser de izquierda?, ¿por qué suelen ser zurdos?”. He ahí, enclaustrada, la fascinación por un misterio que pronto será descubierto por quien lo creó, tal como hace el mago con su truco.

Dice Laje: “¿Por qué en la Facultad de Filosofía y Letras, en Ciencias Sociales y Relaciones Internacionales la gente del arte, del cine, de la literatura y de la música es zurda?, ¿por qué?” Uno de los panelistas le dice que es por un factor común: porque en ese mundo “no hay datos duros”. La pista de escape por la que intentan evacuar a Laje es buena, pero un poco supersticiosa, dado que no hay dato duro que no se pueda ablandar. ¿O de dónde vienen los datos duros de la economía libertaria sino de una literatura de hadas?

Laje no quiere distracciones. Es de neofalangista cerrar filas con las ideas fijas. Le concede a su interlocutor secundario que “está bien eso”. Pero hay otro factor común: “Todas esas carreras no tienen buena salida en el mercado. Entonces, cuando vos te creés tan inteligente pero después ves que el carnicero, que vende carne, y el verdulero, que vende naranjas, ganan más que vos, que sos un 'filósofo de la UBA', decís: 'y, el mercado es una porquería'. Decís: 'yo que soy tan genio necesito que la sociedad me reconozca, y que me reconozca a través de la organización política que monopoliza el uso de la fuerza física, o sea el Estado. Entonces voy a hacer que el Estado le saque al verdulero, al carnicero, que son pobres tipos que solamente venden verduras y frutas, que nunca han leído a Marx y que son unos oprimidos y ellos no se dan cuenta. Pero yo, que sí me doy cuenta, le voy a pedir al Estado que les saque a ellos para pagarme a mí para decir que ellos están oprimidos y explotados. Entonces estos tipos, por una cuestión objetiva material, de modo de vida, que es ¿de dónde voy a sacar recursos para vivir?, dicen: 'pues, no me puedo pelear con el principal empleador que voy a tener en mi vida, que es el Estado'”.

¿Entendieron o arrancamos con un taller de comprensión del barroco lajeano? ¿Habrá de ser por amor a la poesía del Siglo de Oro, pony de batalla con el que los fascistas se suben al hispanismo, que mezcla todo lo que toca? Si el español sigue siendo un lenguaje, lo que parece estar diciendo el ídolo de la cancelación es que la rueda tributaria gira a favor de los filósofos que creen que son Aristóteles, mientras aplasta en el camino a los carniceros que venden carne y a los verduleros que venden naranjas. La simplificación es tan alevosa que, aspirando su autor indebidamente al pensamiento, se merece quedarse con el premio consuelo de “publicidad”. Sólo un spot destinado a un público cautivo (los que hacen La Misa, los que consumen la misa) puede violentar el mundo de la representación de una manera tan descuidada.

Para afianzar su hipótesis (en la que se licúan cuestiones políticas, económicas, morales y culturales bajo la idea-fuerza de que el filósofo le roba la plata al verdulero usando al Estado de matón), dice que “estos tipos” pertenecen a un sistema de premios en el que se obtienen beneficios a cambio de obediencia, lo contrario de lo que ocurre en “la gran sociedad”, donde las reglas son cambiantes y exigen siempre el beneficio común.

A Laje no le entra en la cabeza (si le entró no vimos que saliera) la posibilidad de que a un filósofo no le interese estudiar filosofía para tener "una buena salida", al menos no en los términos enfermizos en que la plantea él

Luego, siempre hablando de “estos tipos”, dice que no tienen mercado. Lo dice como escritor: “vender libros no es para todo el mundo. El 99% de los libros fracasa en el mercado y, claro, esa gente termina muy resentida con el mercado y se consuela con el modus vivendi que le puede dar el Estado. No soportan la lógica de pasar de una autoridad que los premie a una sociedad abierta”.

A Laje no le entra en la cabeza (si le entró no vimos que saliera) la posibilidad de que a un filósofo no le interese estudiar filosofía para tener “una buena salida”, al menos no en los términos enfermizos en que la plantea él. Si alguien se va a dedicar a la filosofía es posible que haya imaginado antes el mercado que le va a tocar, y administre sin angustia sus expectativas. El que va a dedicarse a la filosofía o al arte no tiene en sus planes hacerse millonario. De lo contrario habría querido ser trader. Es difícil imaginar a Jorge Luis Borges (que, dicho sea de paso, hoy no vende casi nada) ir hacia la literatura con el objetivo de acumular riqueza. Tanto como imaginar a Mariano Galperin distribuyendo con alegría la suya. Cada cual con su camiseta. ¿Tan difícil es entender lo fácil?

Para no hablar de la ignorancia que le hace ver a “esos tipos” como estatuas vivientes, esperando que el Estado le de lo que el mercado le quita. ¿De qué “dato duro” extrae la fantasía del parásito perfecto? ¿En qué planeta vive? Por lo que se ve en la vida, “esos tipos” que viven de dar clases, cursos, traducir, publicar; y, cuando la prosperidad flaquea, atenderán una librería, pondrán un taller mecánico o un bar. La gente vive, se mueve, busca salidas. Hace algo.

Pero nadie detiene la cabeza de este José Antonio Primo de Rivera eléctrico, digamos un Primo de Rivera de la franquicia modernista Tesla. Porque para seguir no entendiendo aquello que desearía que no existiera, dice que es “un asunto psicológico lo que estos tipos llevan encima”.

Se trataría de un tipo de gente que habitualmente viene de familias que están bien económicamente (no en todos los casos): “a esos tipos, el papá y la mamá le bancan la vida en esa etapa, por eso después necesitan otro papá que les banque la vida, y ese papá es el Estado. Son personas que aman la servidumbre porque nunca han conocido la libertad”.

¿Cuál es el ejemplo contrario? Bueno, él mismo, el ideal humano que siempre tiene a mano para que todos nos inspiremos en mejorar la especie. A diferencia de “esos tipos”, Laje estudió ingeniería “porque venía de una familia de recursos escasos”. Tres años. Abandonó por ciencias políticas.

JJB/MF

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