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Opinión

El titular de Simone Biles

Las gimnastas olímpicas Simone Biles, McKayla Maroney, Aly Raisman y Maggie Nichols, durante la audiencia en el Senado este miércoles.

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Hace unos días, en la grabación de un documental, me preguntaron si #metoo era un ejemplo de que las mujeres habían “tomado las riendas” para denunciar abusos porque ni los tribunales ni los medios habían hecho lo suficiente. 

Visto el impacto de la etiqueta y los testimonios individuales que han animado en estos años a otras personas a compartir sus historias, es fácil pensar que se trata de un movimiento que ha superado a las “instituciones” que supuestamente velan por el bien común. Pero la expresión combativa y solidaria “me too” existía mucho antes de que se convirtiera en una fuerza de denuncia masiva por todo el mundo: la utilizaba desde 2006 Tarana Burke, una activista que había sufrido abusos sexuales de adolescente por parte de un hombre que hoy es policía en Nueva York y cuyo nombre ella nunca ha revelado en público (dice que ni siquiera se ha atrevido a enfrentarse a él). El impacto en redes no debe hacernos olvidar que los casos que han marcado un antes y un después en la sociedad de Estados Unidos y, por reflejo, en la nuestra han sido fruto de concienzudas investigaciones de reporteros. 

Este miércoles, la gimnasta y campeona olímpica Simone Biles declaró en la comisión de asuntos judiciales en el Senado. Los senadores ahora investigan la negligencia del FBI por dejar pasar los delitos de Larry Nassar, que violó y abusó de las gimnastas del equipo olímpico durante años. En un testimonio en el que se le quebró la voz, Biles dijo en un momento: “No entendí la magnitud de todo lo que estaba pasando hasta que el Indianapolis Star publicó en el otoño de 2016 su artículo titulado ‘Ex médico del equipo de gimnasia de Estados Unidos acusado de abuso'”. Este periódico de Indiana hizo su trabajo y siguió descubriendo casos y detalles sobre Nassar, condenado en 2018

No fueron las etiquetas, sino el reporterismo de un diario local. En abril de 2016, empezó a investigar casos de abusos en escuelas y por qué estos colegios no habían denunciado a tiempo. Durante la investigación, su reportera Marisa Kwiatkowski se topó con que había una denuncia contra el equipo de gimnasia de Estados Unidos, que tiene su sede en Indianápolis. El diario decidió pagarle un billete a otro estado, Georgia, para recuperar los papeles de la denuncia original. Y así la reportera empezó a tirar del hilo y descubrir muchos casos más. 

El activismo, las etiquetas y la conversación en redes pueden sin duda agitar el debate y presionar a las instituciones, pero éste es un ejemplo más de que sin la labor periodística de investigación y confirmación de las historias el impacto es limitado. 

No siempre es fácil y hemos visto pocos ejemplos en Europa de investigaciones tan a fondo y con tanta repercusión, pero el hecho de que hasta alguien como Simone Biles no entendiera la dimensión de lo que le estaba pasando a ella y a sus compañeras hasta verlo en un titular de un diario recuerda el papel único que tenemos los medios y los periodistas. El que debemos respetar y cuidar.

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